lunes, 25 de febrero de 2013

508 Geopolítica (Mudial)



Año II – Primera Edición – Editorial: 00000508 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 25 de Febrero Enero de 2.013.


 

Es Al Recontra Dop
Por Rubén Vicente

El noventa por ciento del universo está compuesto por átomos de hidrógeno (H) en estado gaseoso (90%). Luego le siguen otros ciento ocho elementos químicos más, entre los que figuran el carbono (C), el oxígeno (O) y el nitrógeno (N), formando la sigla de la vida (CHON).

Y esa conjunción es la que posibilita la existencia de la materia orgánica, sea que esté viva (bios) o muerta (necros).

Las combinaciones de los cuatro elementos componentes del CHON son casi infinitas. Una de ellas implica la existencia de un átomo de carbono y de cuatro átomos de hidróngeno (CH4). En ese caso, estamos en presencia de una molécula de metano.

El metano es una gas de efecto invernadero que, en concentraciones más altas de lo tolerable, provoca la intoxicación masiva del suelo, del agua, de la atmósfera, de las plantas, de los animales y de los seres humanos, es decir, la contaminación de la naturaleza, o si se prefiere, de uno o de varios biomas componentes del ecosistema terrestre, también conocido como el medioambiente.

Lo que vemos en la imagen que ilustra este artículo es la foto radiotelescópica de una burbuja de metano, situada a sesenta años luz de nuestro planeta, que tiene un diámetro de tres años luz, es decir, dos veces y media la distancia que hay entre el sol y la estrella más cercana (alfa del centauro). Right?

Si un objeto así de grande cayera sobre el mundo, todo sería reducido a nada, y nadie sobreviviría, obvio.

Bueno, esa es la manera como se podría graficar adecuadamente el monto total de los instrumentos directa o indirectamente monetarios, que circulan por los seis continentes y los cinco océanos nominados en dólares estadounidenses (billetes, letras, acciones y bonos).

En teoría, la reserva monetaria (RM) respalda el valor de los billetes (M-1), que respaldan el valor de las letras (M-2), que respaldan el valor de las acciones (M-3), que respaldan el valor de los bonos (M-4), de modo tal que, la ecuación monetaria es RM = M-1 + M-2 + M-3 + M-4.

Pero el sistema monetario mundial tiene dos problemas fundamentales y únicos (2). El primero es que la reserva monetaria (RM) que respalda el dólar billete (M-1) no está conformada por ningún activo material suficientemente sólido (léase: gemas o metálico). Eso se está solucionando.

Y el segundo es que, entre los inmuerables tipos de letras (M-2), están los derivativos. Eso no se está solucionando, y ahí está la madre del borrego.

Le doy un ejemplo. Si usted emite un pagaré, su valor está respaldado por su salario. Pero un derivativo es un papel que documenta una apuesta sobre el precio futuro del petróleo, de los collares de perlas de cultivo, de las llaves francesas, del polvo para hornear, o de lo que sea.

Lo que está en juego en esa apuesta no es el producto en si, sino su cotización futura, que al fin y al cabo, no es otra cosa que una especulación, o si se prefiere, una pura entelequia.

Ahora imagénese que hicieran apuestas documentadas con derivativos los particulares, las ong´s, las empresas, los bancos privados, los bancos centrales, los gobiernos y los organismos internacionales. Y suponga que esos documentos de apuesta, es decir, esos papelitos de colores, se usaran para comprar, para vender, para alquilar o para garantizar deudas o créditos. Digo, suponga que los derivativos se usaran como si fueran dinero.

Y acá vamos. En todo el mundo (orbis) circulan derivativos, nominados en la moneda del comercio mundial, por un monto total de cien billones de dólares (100 BD´s).

Esos derivativos se emiten sin límite, sin respaldo en nada y sin restricciones ni controles de ninguna clase.

Y los mayores emisores de derivativos del mundo entero son los grandes bancos estadounidenses que, en la jerga financiera, son conocidos como los portaviones (JP Morgan Chase, Citigroup, Bank of América, Wells Fargo y Goldman Sach).
Esos 100 BD´s equivalen a seis veces el producto bruto interno de la hiperpotencia planetaria (6). Si se desconociera el valor de cambio de esos derivativos, quebrarían los portaviones, pero si se les continuara reconociendo valor de cambio, quebrarían los EEUU y, atrás de ellos, quebraría el mundo entero (orbis).

En otras palabras, estamos ante una burbuja de metano contamante de tamaño sideral, y esa es la causa única de absolutamente todos y cada uno de los males económicos del mundo actual.

Y la culpa de todo no la tiene el chancho, sino el que le da de comer, que es el gobierno que lidera Barak Obama (a) Martes Negro, que si realmente quiere salvar al pueblo de los EEUU, tiene que tomar la decisión de negarle a los derivativos su valor de cambio, dejando que esa prohibición cause la quiebra de los portaviones, que son el origen de la burbuja, obvio.

Está visto que nunca lo hará (léase: no way), y por eso, muy a su pesar, se convertirá en el ejemplo histórico de lo que no hay que hacer en los tiempos críticos.

Dicho en otras palabras, o se juega y lo matan, o no se juega y lo olvidan, que para un presidente norteamericano puede ser algo muchísmo peor que la misma muerte.

Y por eso digo que esto de la burbuja gaseosa de los derivativos en dólares, es verdaderamente al recontra dop. ¿Verdad?

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

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