martes, 19 de febrero de 2013

502 Historia (Francia)




Año II – Primera Edición – Editorial: 00000502 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 19 de Febrero de 2.013.


 


El Diario de la Revolución XX
Por Rubén Vicente

Durante el mes de noviembre de 1789, la gran mayoría de la alta nobleza (la corte) y del alto clero (la curia) del interior de la metrópolis imperial (léase: los olvidados = les oubliés), se incorporó a la asamblea nacional francesa (léase: el nuevo parlamento imperial revolucionario), mientras que la minoría, sencillamente, comenzó a abandonar el país.

Su objetivo era, primero que nada, establecerse cómodamente en una suerte de autoexilio dorado. Y en segundo lugar, comenzar a tomar contacto con los gobiernos de las potencias europeas (léase: Rusia, Escandinavia, Holanda, Prusia, Alemania, Austria, España y Portugal).

Esos miembros de la alta nobleza (la corte) y del alto clero (la curia), que optaron por no sumarse a la revolución francesa, sino abandonar el país, para conectarse con los gobiernos de Europa Continental, comenzarían a recibir la denoninación genérica de los emigrados (léase: les emigrées).

La idea de los emigrados era involucrar a los gobiernos europeos, entonces todavía dependiented del gobierno de El Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana (léase: La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los Mil Años = 800-1815 = El Nuevo Israel = La Europa Cristiana = La Primera Proto Unión Europea), en algo así como la octava cruzada, que sería antirrevolucionaria (léase: la contrarrevolución internacionalista).

El plan era invalidar, es decir, declarar la nulidad de absolutamente todas y cada una de las modificaciones institucionales (léase: los cambios) operados por la revolución francesa.

En otras palabras, al comenzar el anteúltimo mes de ese año glorioso de mil setencientos ochenta y nueve, en que se empezaba a consolidar la revolución francesa, fuera de Francia, ya se empezaba a armar la contrarrevolución francesa, y nada más, claro está.

Dicho de otro modo, los emigrados (léase: les emigrées), directamente, no querían pagar el impuesto inmobiliario y, además, querían tener de nuevo sus malditos esclavos, y nada más, claro está.

Bajo esa comprensión, la conclusión es: Mon Dieu avec les emigrées de merde.

Expresado en otros términos: traición a la patria, y nada más, claro está.

Sólo dos días después de que comenzó la emigración de la nobleza contrarrevolucionarias, en la capital francesa (París), quedó conformada una nueva asociación civil sin fines de lucro, que comenzó a girar bajo la razón social de El Club de los Jacobinos.

La nueva entidad civil nucleba a todos los jefes de las bandas criminales parisinas (léase: les sans culotes), que conformaban las guardias rojas, y que para entonces, se estaban incorporado a la nueva policía nacional francesa, es decir, a la guardia nacional.

De esa manera, el club de los jacobinos venía a quedar configurado como una suerte de sindicato policial que, a la vez, era una especie de partido político francés, de tendencia liberal constitucionalista, es decir, partidario de la monarquía constitucional.

Como primer presidente de la comisión directiva del club de los jacobinos, fue nombrado su alteza, el duque de Robespierre y, a la vez, presidente de la comisión de asuntos constitucionales del parlamento imperial revolucionario (léase: la asamblea nacional).

En otras palabras, Robespierre (léase: Luis D´ Elía), ya tenía su propio partido político, apoyado por la guardia nacional, partidario de la monarquía constitucional pero que, a la vez, desde su misma formación, ya evidenciaba la existencia de dos vertientes (2).

La primera, que era la mayoritaria, era netamente robespieriana, formada por los políticos, que era partidaria de la monarquía constitucional. Y la segunda, que era minoriataria, liderada por el jefe de la guardia nacional (léase: El Marqués de Lafayette = Sergio Berni).

Siendo así, era obvio que, dentro de los jacobinos, en la facción de Robespierre estaban los cerebros, mientras que en la facción de Lafayette, estaban los fierros. ¿Verdad?

Y también estaba re claro que, los jacobinos robespierianos pretendían la monarquía constitucional, mientras que los jacobinos lafayettinos querían la república constitucional, igual que la de Suiza. Right?

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos, y pronto lo sabremos.



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

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