domingo, 3 de febrero de 2013

487 Historia (Francia)




Año II – Primera Edición – Editorial: 00000487 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 3 de Febrero de 2.013.


 

El Diario de la Revolución V
Por Rubén Vicente

Exactamente el domingo cinco de abril de 1789, en el recinto de La Cámara de San Luis de la casa de gobierno (léase: El Palacio de las Tullerías), con toda solemnidad y bajo la presidencia alterna de su alteza, el duque de Copet y, a la vez, primer ministro del gobierno imperial (el secretario de estado = el canciller imperial), Mcl. RW ® Dr. Dn. Matías Jacques Necker (a) El Suizo, de sesenta y cuatro años de edad (léase: El Duque de Copet), se inicia la primera sesión de la segunda convocatoria de los estados generales del imperio francés, con la presencia de la alta nobleza, del alto clero y la de aristocracia (léase: la baja nobleza, el clero regular y el patriciado).

Bajo esa comprensión, Necker agradece la presencia de todos y da por oficialmente inaugurada la nueva reunión de los estados generales, disponiéndose a dar lectura a la orden del día (léase: la agenda) que, de acuerdo con lo pactado con su majestad (Luis XVI), se limitará a solicitarle al cuerpo la aprobación del proyecto gubernamental de poner en vigencia un empréstito público, destinado a recaudar los fondos suficientes para sufragar los gastos de la familia imperial, como así también, la compra de armamentos para las fuerzas armadas (militares y navales).

De la escacés alimentaria, de la inseguridad rural y urbana, del deficit fiscal insostenible, de la refinanciación de la deuda externa con la banca suiza recontra vencida y no cancelada, y la constitución, es decir, de El Plan Necker (léase: la revolución francesa desde arriba), ni hablemos.

Sin embargo, actuando en nombre de un grupo de treinta y tres miembros de la aristocracia (33), todos ellos domiciliados en la capital francesa (París), su alteza, el duque de Mulon y, a la vez, alcalde del municipio matropolitano (La Comuna de París), Tte. Gral. RW ® Dr. Jean Silvain Bailly (a) El Astrónomo, de cincuenta y cuatro años de edad, solicita al cuerpo quiera tener a bien considerar una cuestión de previo y especial pronunciamiento, como es el pedido de la aristocracia parisina de duplicar la representación de la aristocracia del interior de la metrópolis imperial (Francia = La France), a los efectos de que todo el tercer estado (léase: el estado llano = la aristocracia), tenga una representación política integral, sabiendo que la mayoría simple que ahora tiene (51%), directamente, sería calificada (66%), y nada más, claro está.

Entre las quejas de los diputados de la alta nobleza (léase: la corte) y de el alto clero secular (léase: la curia), que juntos forman el consejo de estado, es decir, el parlamento de la elite (la oligarquía  vernácula = la derecha = la droite), sintiendo que su estratégia política está al borde del abismo (léase: se va todo al jocara mal), evidenciando un insólito descontrol que, en realidad, no es nada más que la obra del espíritu santo (léase: la verdadera mano invisible), actuando en favor de el plan divino de salvación, Necker le responde a El Duque de Mulon, olímpicamente, que se haga como pide (?).
A partir de ese mismo momento, El Duque de Mulon, sinceramente, agradece la deferencia pero, ahí nomás, le solicita a el cuerpo, y no a su presidente alterno (léase: Necker), la inmediata incorporación de los diputados de la aristocracia del interior que, ahora mismo, están justo afuera de El Palacio de las Tullerías y que podrían ingresar al mismo al instante (?).

Sorprendido y fastidiado, nada más que porque le están manejando la maldita primera sesión de sus nuevos estados generales, Necker hace un gesto desdeñoso para que los traigan a su presencia.

Media hora más tarde, en un clima de gran nerviosismo (léase: el aire se corta con tijera), ya se han incorporado a los estados generales, nada más ni nada menos, que todos los diputados integrantes de la aristocracia del interior de Francia (La France), sentándose todos al lado de sus pares parisinos, quedando todos juntos sentados a la izquierda del trono vacío del monarca (la gauche) representando, desde ahora, la mayoría calificada del cuerpo (66%), mientras los grandes estamentos feudales (la nobleza y el clero = la corte y la curia = el consejo de estado = el parlamento de la elite = la oligarquía vernácula = la derecha = la droite) queda siendo la primera y única minoría (33%) que, ahora si, luego de este pequeño incidente pretende, lógicamente, liquidar la orden del día (la agenda), pero en el día y, si fuera posible, antes del almuerzo, para luego clausurar sus nuevos estados generales, y que se den por satisfechos, claro está.

En ese contexto, creyendo que ha recuperado el control de la sesión, es decir, que se ha despertado y que se ha puesto las pilas, Necker aclara que, de todas maneras, él deja establecido que cada diputado, sea del estamento que sea (la nobleza, el clero o la aristocracia), deberá formular su voto de manera in-di-vi-dual, es decir, a título personal, y no en representación de su estamento de pertenencia (léase: de su bancada), por lo que no serán necesarios ni cuartos intermedios ni reuniones paralelas (léase: los conciliabulos) para fijar una posición estamentaria (léase: sobre tablas).

Inmediatamente después, Necker da lectura a la orden del día (la agenda). Sólo cinco minutos más tarde (5), sabiendo que hay que pasar a votación inmediata, otra vez, insólitamente confundido por el espíritu santo (léase: la verdadera mano invisible), Necker, muy tranquilo y seguro de si mismo, increiblemente, declara un receso hasta mañana las nueve de la mañana (?).

Gradualmente y, obviamente, muy contrariados, los más prominentes diputados de la alta nobleza (la corte) y de el alto clero secular (la curia), esto es, de el consejo de estado (el parlmamento de la elite = la oligarquía vernácula = la derecha = la droite) se acercan al presidente alterno de los estados generales (Necker), nada más que para preguntarle si, verdaderamente, está en su cabales o, si por el contrario, se volvió completamente loco de remate.

Luego de escuchar sus reproches y hasta sus insultos en voz baja, Necker los mira son suficiencia, aclarándoles que él sabe, muy pero muy bien lo que está haciendo, por la sencilla razón de que, directamente, tiene un plan (?), dejando a todos convencidos de que, evidentemente, tiene un plan (?) y nada más, claro está.

En otras palabras, mejor que tenga un plan porque, si no, se va todo al diablo, claro está. Pero nada porque, en realidad, Necker, directamente, no tiene nada creyendo que, al ganar tiempo, increiblemente, podrá elaborar algún plan, sencillamente, para salir de las arenas movedizas en que ha caído su estrategia personal. ¿Quién este mogólico? ¿El tátara chozno de Abal Medina? ja ja já.

Al día siguiente, a las nueve de la mañana, en el recinto de La Cámara de San Luis de la casa de gobierno (léase: El Palacio de las Tullerías), se abre la segunda sesión de la segunda convocatoria de los estados generales de el imperio francés, bajo la presidencia alterna de Necker

Inmediatamente después, Necker anuncia llamado a votación uninominal. Uno por uno, los diputados de la alta nobleza y de el alto clero secular (la corte y la curia = el consejo de estado = el parlamento de la elite = la oligarquía vernácula = la minoría = la derecha = la droite), sencillamente, votan por la afirmativa (33%).

Por su parte, obviamente, la aristocracia (la pequeña nobleza + el clero regular + el bajo clero secular + el patriciado = el estado llano = el tercer estado = la izquierda = la gauche), vota por la negativa (66%).

Listo… Ya está … Se acabó … No hay ninguna posibilidad de arreglo… Por eso, sintiendo que está a punto de sufrir un ataque cardíaco, completamente entristecido, Necker, antes de clasurar los estados generales, sencillamente, pide un vaso de agua, por favor. ¡Mejor dale cianuro a este infeliz!

Mágicamente, ese momento es aprovechado por su alteza, el duque de Mulon y, a la vez, alcalde de la capital imperial (La Comuna de París), Tte. Gral. RW ® Dr. Jean Silvain Bailly (a) El Astrónomo, de cincuenta y cuatro años de edad, para pedir, en nombre de toda la aristocracia (el estado llano =  el tercer estado = la izquierda = la gauche) que, antes de clausurar los estados generales, se declare la necesidad de elaborar un proyecto de la ley fundamental, es decir, de la constitución nacional francesa (?).

Está más que claro que su pedido será denegado, por la sencilla razón de que Necker, directamente, no está facultado a autorizar semejante pretensión, esto es, no tiene un plan, como él cría demencialmente que tenía.

Sin embargo, está visto que Dios, sencillamente, aprieta pero no ahorca porque, porque justo entonces, pide la palabra su alteza, el duque de Tayllerand, conde de Villafranca, barón de Perigord y marqués de La Dordona y, a la vez, obispo de la dióecesis de La Dordona, arzobispo de la arquidiócesis de Guayana y cardenal del ordinariato occidental de Aquitania de la iglesia católica apostólica romana de la nación francesa (léase: la hija mayor de la santa sede romana), Msr. Dr. Dn. Charles Maurice Delacroix (a) El Rengo, de cuarenta y ocho años de edad (léase: El Cardenal Tayllerand = Anibal Fernandez), que es el tipo cuya imagen ilustra este artículo.

En ese estado, Tayllerand, en nombre y por cuenta de la alta nobleza, a la que no pertenece (la corte) y de el alto clero secular, al que pertenece (la curia),  es decir, arrogándose el liderazgo político de todo el consejo de estado (el parlamento de la elite = la oligarquía vernácula = la minoría = la derecha = la gauche), insólitamente, propone una fórmula de transacción (?).

De acuerdo con su propuesta, los estados generales procederán a una nueva votación afirmativa, que le otorgue legitimidad al empréstito forzoso de su magestad (Luis XVI), a cambio de formular una declaración, en cuya virtud, los estados generales, directamente, dejen de ser un cuerpo no permanente, convirtiéndose en un cuerpo permanente, es decir, en algo así como en el nuevo parlamento imperial francés. ¡Ah¡ ¡Eso estaría bueno¡

A partir de esa nueva situación hipotética, explica Tayllerand, el parlamento francés sancionaría, inmediatamente, una ley de conformación de la comisión de asuntos constitucionales, destinada a elaborar un proyecto de ley fundamental, es decir, una constitución nacional, que será sometida a consideración y eventual aprobación por parte de su majestad (Luis XVI), para luego solicitar un cuarto intermedio hasta mañana a las nueve de la mañana, antes de decir si se acepta o no se acepta su propuesta.

Sintiéndose al borde del desmayo, despatarrado en su banca central, sólo levantando su mano derecha, Necker deja claro que está de acuerdo con El Cardenal Tayllerand y, entonces, se levanta la sesión.

Comienza la desconcentración en silencio, mientras El Cardenal Tayllerand cruza su mirada con la de Necker (?).

En otras palabras, le pregunta telepáticamente El Cardenal Tayllerand a Necker: ¿Vos sabés lo que podés hacer con tu plan, no?

Expresado en otros términos, la iglesia católica apostólica romana de la nación francesa (léase: la hija mayor de la santa sede), a través de El Cardenal Tayllerand, acaba de evitar, nada más ni nada menos, que el estallido de la guerra civil francesa, y nada más, claro está.

Siendo así, a pesar de todo, la conclusión es que está todo bien. ¿Verdad?

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario