El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la
Geopolítica
Miércoles 6 de Febrero de 2.013.
El Diario de la Revolución VIII
Por Rubén
Vicente
El miércoles quince de
abril de 1789, por la mañana, sobrevinó la renuncia de su alteza, el
duque de Copet y, a la vez, primer ministro del gobierno francés (el secretario
de estado = el canciller imperial), Cnel. Gral. RW ® Dr. Dn. Matias Jacques
Necker (a) El Suizo (a) Abal Medina (a) Tengo un Plan (64).
Jurídicamente hablando,
correspondía que la corona nombrara un reemplazante. Sin embargo, sólo dos
horas más tarde (2), la asamblea
nacional de la nación francesa, procedió a la designación de su alteza, el
duque de Mulon y, a la vez, alcalde de la capital (léase: La Comuna de París),
Tte. Gral. RW ® Dr. Jean Silvain Bailly (a) El Astrónomo (a) Macri (54), nada
más ni nada menos, que como nuevo primer ministro del gobierno de su majestad
(?).
Inmediatamente después de
asumir su función, El Duque de Mulon emitió su primer decreto gubernamental,
autodesignándose como nuevo jefe del estado mayor general (JEMG) del cuerpo
francés (l´ armée) del ejército sacro imperial (das reich wehrmatch),
autoasignándose con el grado de mariscal de campo en actividad, exigiendo a los
efectivos destacados en EL Palacio de las Tullerías que declaren su fidelidad
(de fidelitas) al nuevo gobierno revolucionario, lo cual fue increiblemente
acatacado en forma inmediata (?).
Bajo esa comprensión, lo
único que debía esperar el Mcl. Bailly es que la sede del gobierno
revolucionario que él presidía, es decir, El Palacio de las Tullerías, más
rápido que volando, se convirtiera en una gran hoguera contrarrevolucionaria,
pero con todos sus miembros adentro, para que ardan en las llamas puricadoras
del infierno, pues estab claro que son agentes del maligno (léase: los demonios),
y nada más, claro está.
Aro, aro. No. No son demonios,
sino ángeles, porque operaban
el plan divino de salvación, es decir, la revolución francesa, contra Luis XVI, es decir,
contra el satanista (el gran demonio = belzebú). Conste.
Cinco días más tarde, en
El Palacio de Versalles, su majestad, el monarca de El Gran Imperio Francés (Le
Plus Grand France), Gn. Mcl. RW ® Dr. Dn. Luis XVI Borbón (a) Le Roi (a) El
Mayordomo Sacro Imperial (a) El Satanista (34), emitió un decreto imperial (de
raescriptum = elrescripto), nombrando como nuevo primer ministro (el secretario
de estado = el canciller imperial) a su alteza, el
duque de Tayllerand, conde de Villafranca, barón de Perigord y marqués de La
Dordona y, a la vez, obispo de la dióecesis de La Dordona, arzobispo de la
arquidiócesis de Guayana y cardenal del ordinariato occidental de Aquitania de
la iglesia católica apostólica romana de la nación francesa (léase: la hija
mayor de la santa sede romana), Tte. Cnel. Gral. RW ® Msr. Dr. Dn. Charles
Maurice Delacroix (a) Anibal Fernandez (a) El Rengo (48), ordenando su
reincorporación al cuerpo francés (l´ armée) del ejército sacro imperial (das
reich wehrmatch), al sólo efecto de ascenderlo al grado de mariscal de campo en
actividad.
En síntesis, hay dos
primeros ministros (2), uno legal
y el otro ilegal que eran, a la vez, mariscales campo en actividad, uno
legal y el otro ilegal y, los dos (2),
jefes del estado mayor general (JEMG´s)
del cuerpo francés (l´ armée) del ejército sacro imperial (das reich
wehrmatch), uno legal y el otro ilegal.
Dicho de otro modo,
fractura política oficializada o, si se prefiere, el golpe de estado (léase:
le coup d´etat) y, por supuesto, la incipiente guerra civil aún no declarada,
claro está.
Bajo esa comprensión,
inmediatamente después de asumir su función, El Cardenal Tayllerand emitió su
primer decreto gubernamental, estableciendo la censura pública, el estado de
sitio, la ley marcial y el toque de queda, durante toda la noche (la emergencia
militar = el estado de guerra interna = el estado de excepción = la guerra
civil declarada), en absolutamente todo el principado borgoñón del Sena,
que rodeaba a la capital francesa (París), dando instrucciones a el ejército
leal para que organizara la recuperación, pero a sangre y fuego, de El
Palacio de las Tullerías, en poder de los insurrectos (léase: el ejército
rebelde = el ejército insurgente = el ejército revolucionario), y nada más, claro
está.
Bajo esta comprensión,
está bien claro que El Cardenal Tayllerán, sencillamente, jamás pensó en
fogonear la constitución y que, únicamente, pretendía trampear a la
aristocracia (el estado llano = el tercer estado = la izquierda = la gauche
= los progresistas y los radicales),
para que legitimara el empréstito forzoso, y nada más.
En otras palabras,
señoras y señores, acababa de nacer, nada más ni nada menos, que la contrarrevolución francesa, obviamente, liderada
por El Cardenal Tayllerand, obvio.
Bajo esa comprensión, la
nueva guerra civil francesa, es decir, la guerra de la revolución,
enfrentó a la derecha (la droite = los conservadores y los liberales) contra
la izquierda (la gauche = los progresistas y los radicales).
De ese modo, es evidente
que el liberalismo es decididamente contrarrevolucionario, y nada más,
claro está. [3]
Y así terminó el
tormentoso mes de abril de 1789, y empezó el mes mayo, prometiendo la
primavera, no sólo meteorológica, obvio.
Sieno así, la historia
demuestra inequívocamente que, durante los primeros cuatro meses del año
mil setecientos ochenta y nueve (4),
en los campos y en las calles de absolutamente todo el imperio frances (léase:
las colonias, la metrópolis y la capital) no había pasado absolutamente nada
fuera directamente percibido y vivenciado en concreto por las masas francesas
(léase: el pueblo = le peuple). Right?
En ese contexto, un grupo
de magnates plebeyos, que no ostentaban títulos de nobleza morganática, por no
profesar la religión verdadera (léase: el catolicismo apostólico romano), es
decir, que no eran caballeros imperiales, esto es, que no formaban parte de el
patriciado, sino que se posicionaban en la escala social francesa como los
de las comunas (los comuneros = los comunes), pero que profesan,
exclusivamente, la religión yavista en sus distintas vertientes (léase: los sefaradíes,
los ashkenazíes y los hassídicos = los judíos = les juif), se reunieron
para conformar una nueva asociación civil sin fines de lucro, que comenzó a
girar bajo la razón social de La Humanidad (Le Humanite), cuyo primer
presidente de la comisión directiva es el Dr. Aarón Goldberg, de sesenta y años
de edad.
Los objetivos de la nueva
entidad eran:
1) Comenzar a
escribir, editar, imprimir, publicar, distribuir, comercializar y, si fuera el
caso, exportar, un semanario, bajo el nombre de la asociación (léase: Le
Humanite = La Humanidad); y
2) Contribuir, a
través de sus páginas, al afianzamiento progresivo de la doctrina de la
libertad, de la igualdad y de la fraternidad entre todos los franceses, sin distinciones telúricas, raciales, linguísticas
ni religiosas (léase: las distinciones étnicas), ni tampoco, económicas,
sociales, culturales, institucionales, diplomáticas o militares (léase: las
distinciones políticas), tal como lo establece su manifiesto
peridístico, titulado con el nombre de La Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano que, según L´ Humanite, debería ser oficialmente aprobada
por la asamblea nacional (léase: el parlamento imperial revolucionario).
Consecuentemente, está
claro que la revolución francesa es un invento cristiano, y que la
declaración de los derechos del hombre y del ciudadano es un invento judío.
¿Verdad?
Y si me dijeran que estoy
muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura
circulación de la información contenida en el presente documento se halla
jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos
de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995
(Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de
2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente
posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera
sería castastrófico.
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