miércoles, 22 de febrero de 2012

Año I – Primera Edición – Editorial: 00000167 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Miércoles 22 de Febrero de 2.012.



Reconstruyendo de La Gran Tartaria
Por Rubén Vicente

Ya lo dije varias veces en los artículos de El Cisne Negro, pero creo fervientemente que hay que machacar con esta idea, pues de su cabal comprensión depende buena parte de la buena interpretación de lo que está sudeciendo actualmente, y sobre todo, sobre cómo será el mundo del mañana.
Después de La Batalla de Kozovo (1385), el mundo entero (orbis) pertenecía a El Gran Imperio Tártaro (La Gran Tartaria), con capital en la actual ciudad uzbekistana de Samarkanda, gobernado por la dinastía alawita de los Khan. [3]
Bajo esa comprensión, la humanidad vivía en un mundo tártaro (de mundis tartarensis), rodeada de cuatro perfisferias (4), que eran América, Oceanía, El Africa Subsahariana y La Europa Cristiana. [4]
Por lo tanto, el mundo tártaro de finales del siglo catorce era un mundo bipolar, cuya frontera se situaba en los ríos Oder y Danubio, con epicentros geopolíticos globales en Samarkanda y Viena. Right?
La supremacía mundial de Tartaria duró exactamente doscientos sesenta y nueve años (269), hasta que en mil seiscientos cincuenta y cuatro, como consecuencia de las cruzadas del oriente organizadas por Rusia, sobrevino la fractura, quedando conformados dos grandes imperios igualmente tártaros.
El primero fue El Imperio Tártaro Oriental, también conocido como El Imperio Mongol (La Gran Mongolia), extendido desde El Pacífico hasta el río Indo, abarcando todo El Lejano Oriente, con capital en la ciudad de Pekín, que continuó gobernado por la dinastía de Los Khan, que abandonaron la religión oficial del alawismo y abrazaron la nueva del zen, decretando no obstante la libertad de cultos para todos los súbditos. [5]
El segundo fue El Imperio Tártaro Occidental, también conocido como El Imperio Turco (La Gran Turquía), extendido desde el río Indo hasta El Estrecho de Gibraltar, abarcando todo El Cercano Oriente, con capital en la ciudad de Estambul, gobernado por la dinastía anatólica de Los Otmánidas (léase: los otomanos), que abandonaron la religión oficial del alawismo y abrazaron la islámica primitiva (el sunnismo), decretando no obstante la libertad de cultos para todos los súbditos.
Desde entonces (1654), quedó configurado un mundo tripolar, conformado por tres grandes imperios (Mongolia, Turquía y Alemania), con epicentros geopolíticos en Pekín, Estambul y Viena. [6]
Ya en El Congreso de Viena de 1815, las grandes potencias europeas (Gran Bretaña, Francia, Suecia, Rusia, España y Portugal), acordaron conformar una suerte de primer organismo internacional, que recibió el nombre de La Santa Alianza, liderada por Rusia y por Gran Bretaña, que examinaron un problema crucial, como era La Cuestión de Oriente, es decir, la decadencia geopolítica global de El Lejano Oriente (Mongolia) y de El Cercano Oriente (Turquía).
Paralelamente, sobrevino la fractura de El Imperio Mongol (La Gran Mongolia), sucediéndole dos grandes estados mongoles, como fueron La India y China, aunque la India luego fuera completamente conquistada, colonizada, evangelizada e institucionalizada por Gran Bretaña, formándose La India Británica, con capital en la ciudad de Calcuta, que se convertiría en un dominio del imperio británico y luego en una republica federal independiente, pero que forma parte de la comunidad económica de las naciones británicas (the british commonwealth of nations).
Por su parte, durante todo el siglo diecinueve, China intentó ser la gran heredera del poder tártaro medieval y del poder mongol moderno, pero el avance de los dos grandes imperialismos cristianos (Rusia y Gran Bretaña) evitaron la concresión de ese designio y provocaron la decadencia china, que concluyó en una de las más espantosas guerras civiles que recuerde la historia universal, causante de la destintegración, en cuyo contexto se suscitaron dos revoluciones, una capitalista (1911) y la otra comunista (1949), mientras en su perisferia oriental nacía un nuevo gigante asiático (Japón).
Mientras tanto, El Imperio Turco (La Gran Turquía) iba siendo fagocitado palmo a palmo por Rusia y por Gran Bretaña, conformándose los imperios turcos de Persia, Arabia Saudita y Egipto, hasta que en el centro neurálgico de Turquía, es decir, en la península de Anatolia (léase: El Asia Menor), estallaron dos revoluciones que se combinaron con la gran guerra mundial (1914-1918), para dar origen a la actual república islámica de Turquía, con capital en la ciudad de Ankara.
Desde entonces (1921), Turquía intentó recuperar su influencia tártara medieval en todo El Cercano Oriente, compitiendo con Persia, con Arabia Saudita y con Egipto, aliándose primero con Alemania (1921-1945) y luego con los EEUU (1945-2003), tratando infructuosamente de convertirse en un estado miembro de La Unión Europea (UE), liderada por Alemania, y transformándose en un estado miembro de La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderada por los EEUU.
Pero en 1978, el nuevo jefe del estado chino (Deng Xiao Ping), inició una nueva era de gradual abandono de las estructuras totalitarias, para dar origen a un nuevo sistema mixto, que se ha dado en llamar con el nombre de el comunismo de mercado, que le ha permitido a China ser considerado como el gigante asiático que, a la vez, es el estado lider de la Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y la cuarta potencia mundial, después de los EEUU, del Japón y de Alemania.
En ese período (1978-2012), China ha proyectado su poder económico, diplomático y militar (léase: el poder geopolítico) al mundo entero (orbis), ocupando importantes posiciones, justamente, en El Cercano Oriente (léase: La Ex Gran Turquía), especialmente en Pakistán, Libia, Sudán y Somalía. [7]
Paralelamente, Turquía también ha proyectado su poder económico, diplomático y militar (léase: el poder geopolítico) al mundo entero (orbis), registrando una creciente influencia, justamente, en El Lejano Oriente (léase: La Ex Gran Mongolia), alentando subrepticiamente, nada más ni nada menos, que el separatismo musulmán en la región china occidental del Zinkiang, que los geógrafos llaman con los nombres alternativos de La Zingaria, de El Altai Oriental, de La Tartaria China, de El Turkestán Chino o, incluso, de La Turquía China.
En ese mismo contexto, las fuerzas armadas turcas tienen participación en la coalición occidental ocupante de Afganistán, que colinda con El Zinkián, afectando los intereses vitales de China en El Asia Central.
En otras palabras, a través de China y de Turquía, la ex Mongolia y la ex gran Turquía pugnan por proyectar sus influencias sobre todo el Asia, aunque tanto Pekín como Ankara sepan que hay otra forma de solucionar La Cuestión de Oriente, y es uniéndose para reformular el poder mundial tártaro, vigente hace sólo seiscientos veintisiete años atrás que, históricamente hablando, son algo así como seis segundos y medio, y nada más, claro está.
Quizá por eso sea que, en la víspera, se celebró La Conferencia de Estambul, progatonizada por el presidente de la república islámica de Turquía, Dr. Abdullah Gul y el vicepresidente de la república popular de China, Dr. Xi Jinping, cuyo objetivo explícito general es estrechar las relaciones bilaterales xino-turcas, pero cuyo propósito específico es solucionar La Cuestión del Zinkián de modo satisfactorio para ambas naciones asiáticas.
Una fórmula aceptable tanto para Pekín como para Ankara sería que Turquía deje de fogonear el separatismo musulmán, a cambio de lo cual, China le otorgaría a su región occidental del Zinkián un mayor grado de autonomía religiosa, política y económica, convirtiéndola subrepticiamente en la zona de descanzo de los talibanes de Pakistán y de al qaeda de Afganistán, a cambio de que Turquía declare su decisión de abandonar gradualmente Afganistán y de fogonear subrepticiamente el separatismo musulmán en la región india noroccidental de Cachemira que, junto a Pakistán, a Afganistán y a Zinkiang, se transformaría en el futuro de mediano plazo (circa 2050), nada más ni nada menos, que en una suerte de gran condominio xino-turco (léase: neo tártaro), y nada más, claro está.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.







[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Las cuatro grandes vertientes de la religión de la sumisión (el islam) son el sunnismo, el shiismo, el alawismo y el wahabbismo. El alawismo es la versión laicista del islam de la sangre (el shiismo) y el wahabbismo es la versión laicista del islam de la tradición (el sunnismo).

[4] En ella regía El Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana (La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los Mil Años = 800 a 1815 = La Europa Cristiana = La Primera Proto Unión Europea), con capital en la ciudad de Viena, gobernado por la dinastía católica apostólica romana de Los Hagsburg.

[5] El zen es una mezcla de islamismo, hinduismo, budismo, taoismo y confusionismo, en la que predomina el budismo.

[6] Las naciones europeas de la edad moderna (1453-1789) eran todas integrantes de El Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana (La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los Mil Años = 800 a 1815 = La Europa Cristiana = La Primera Proto Unión Europea), con capital en la ciudad de Viena, gobernado por la dinastía católica apostólica romana de Los Hagsburg. La Gran Alemania recién se extinguió oficialmente en 1815, luego del final de la quinta guerra mundial (léase: las guerras napoleónicas), con decisión de las grandes potencias (Rusia y Gran Bretaña), adoptada en El Congreso de Viena. Conste.

[7]Todo el armamento convencional, misilístico y nuclear de Pakistán en de origen y procedencia china. Las reservas monetarias de la república árabe de Libia, constituídas en lingotes de oro, está depositada en las arcas del Banco Central de China (BCCh). Sudán es el principal proveedor de petróleo de China. Las fuerzas armadas chinas están desplegadas en El Cuerno de Africa, con el pretento de estar cooperando con la comunidad internación en la guerra contra el terrorismo (léase: la segunda guerra fría), neutralizando las operaciones ilegales de Los Piratas de Somalía.

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