martes, 14 de febrero de 2012

158 Geopolítica (Mundial)

Año I – Primera Edición – Editorial: 00000158 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 13 de Febrero de 2.012.



Son Todo Corazón
Por Rubén Vicente

En el comercio mundial existen unos certificados que documentan apuestas sobre el precio futuro de lo que sea (gemas, piedras preciosas, metaldes industriales, hidrocarburos, cultivos, maderas, monedas, acciones, bonos,, etc., etc.). Se emiten sin límites, sin repaldo en nada y sin control alguno; recibiendo el nombre técnico de los derivativos.

A principios del siglo veinte, los primeros derivativos comenzaron a circular en la bolsa de cereales de Chicago, funcionando como auténticos precios sostén privados de los commodities, porque les aseguraban a los productores rurales un ingreso mínimo por sus cosechas, derivando las pérdidas o las ganancias extraordinarias a los acopiadores y especuladores bursátiles, que eran los que asumían el riesgo por el resultado especulativo de la producción agrícola.
Pero luego de que Nixon decretara la salida de la convertibilidad monetaria entre el oro y el dólar (1971), a unos cuantos jóvenes graduados en finanzas, justamente, en la Universidad de Chicago (léase: Los Chicago Boy), que trabajaban en las mesas de dinero de los grandes bancos estadounidenses (JP Morgan Chase, City Group, Bank of America, Wells Fargo y Lehman Brother´s = Los Portaviones), se les ocurrió la peregrina idea de comenzar a incursionar en el negocio de los derivativos vinculados con los commodities, pero además, con todo lo otro (gemas, metales nobles, metales industriales, hidrocarburos, maderas, monedas, acciones, bonos, etc., etc.) y, gracias a ellos, los portaviones empezaron a ganar cientos de millones de dólares por año, aunque no siempre les reconocieron a esos pibes sus geniales ocurrencias financieras. [3]
Obvio, todos los que estaban en iguales condiciones hicieron exactamente lo mismo y, de buenas a primeras, pulularon los hedge funds y el mercado mundial de los derivativos nominados en dólares comenzó a quedar cada vez más en manos de chicos jóvenes relativamente desconocidos en Wall Street, Londres, París, Frankfort, Milan, Tokio, etc.
Uno de los perdedores de la carrera eliminatoria por la cima fue el Lic. Frank Partnoy, que para consolarse escribió un libro titulado con el nombre de Codicia Contagiosa (Ed. El Ateneo, 2003), donde sostuvo que los derivativos son el cáncer irreversible del sistema financiero internacional del capitalismo de la era de la globalización.
Y, razón no le faltó, porque luego del estallido de la segunda crisis mundial (2008-2012), el monto total de derivativos nominados en moneda estadounidense alcanza a ciento cincuenta billones de dólares (150 BD´s), equivalentes a diez veces el PBI de la hiperpotencia planetaria (10).
Semejante excedente monetario (léase: la inflación) está siendo, justamente, monetizado, mediante la impresión a lo pavote de bonos del tesoro norteamericano, que son entregados a los portaviones a cambio de los malditos derivativos (léase: los activos tóxicos). El resultado es bancos saneados y gobierno quebrado, pero le siguen dando sin asco, hasta que alguno se canse y diga basta, y entonces, se irá todo, pero todo, al jocara mal.
Nadie para la timba, ni aunque el Foro Económico Mundial (FEM) haya condenado expresamente a "… los especuladores irresponsables de la emisión de derivativos vinculados con los commodities de la agricultura, mientras la tonelada de arroz alcanza un precio record de mil dólares, garantizándole la muerte por inanición a casi cien millones de indigentes del Africa Subsahariana" (sic). [4]
En otras palabras, por un lado, gente que no para de llenarse los bolsillos en la bolsa y, por el otro, gente que no tiene ni una bolsa para llenarse la panza, y ya sabemos lo que decía Don José Larralde, que el hambre es un gusano que hace perder la paciencia.
Dicho de otro modo, esto así no va, y hay que hacer lo que hay que hacer, que es declarar la caducidad de los derivativos y prohibir absolutamente su emisión a nivel mundial, bajo todo tipo de nominación monetaria.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.





[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Haciendo cuentas, a uno le implicó un bonus de tres millones de dólares (3 MD´s), pero le dijeron que era mucho para un muchacho nuevo, y lo arreglaron con sólo trescientos mil dólares (300 md´s), y da gracias que te dejamos seguir trabajando en nuestro banco. El flaco renunció y se puso su propia inversora de fondos de alto riesgo (the hedge fund), obvio. Hoy es uno de los grandes del mercado bursatil mundial, y pito catalán con esos viejos carcamanes.
[4] Le Monde Diplomatic de Febrero 2012.

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