lunes, 27 de febrero de 2012

172 Geopolítica (Argentina)

Año I – Primera Edición – Editorial: 00000172 [1]


El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 27 de Febrero de 2.012.





El Valle de Buenos Aires
Por Rubén Vicente

Exactamente en 1717, las ramas francesa y española de la dinastía de Los Borbón firmaron El Pacto de Familia. Aunque del texto no surja en forma evidente, lo cierto es que la práctica histórica posterior demuestra que ese fue un tratado de anexión del imperio ibérico por parte del imperio galo, incluyendo sus posesiones, colonias y dominios ultramarinos de Las Indias Occidentales.

Desde entonces, la política económica, diplomática y militar, es decir, la geopolítica de Madrid se empezó a decidir en París, y bajo esa comprensión, cada vez más funcionarios indianos eran nacidos y criados en los dominios franceses de los cinco continentes (Oceanía, Asia, Africa, Europa y América), y muchos españoles adoptaron sus virtudes y sus vicios (los afrancesados).

Sólo trece años más tarde, esos afrancesados firmaron El Tratado de Asiento, en cuya virtud autorizaron el amarre de buques de bandera británica en los puertos indianos, como así también, el otorgamiento de licencias a sus comerciantes para que organicen la importación y venta en subasta al mejor postor de esclavos africanos (los emporios).

Desde entonces, vía contrabando, los negreros británicos de Buenos Aires comenzaron a ingresar maderas y herramientas que emplearon para instalar los primeros establecimientos de faenamiento de vacunos (los corrales, los mataderos, los saladeros, las graserías, las jabonerías y las curtiembres), comenzando entonces el desarrollo de las agroartesanías, a vista y paciencia de los funcionarios ibéricos virreynales (los godos). [3]
Cuarteles y templos liderados por oficiales y por sacerdotes godos; estancias pertenecientes a los criollos; esclavos y establecimientos agroartesanales cuyos propietarios eran británicos, y oficinas públicas que estaban a cargo de funcionarios franchutes o afrancesados. Esto era El Virreinato del Río de la Plata del último cuarto del siglo dieciocho (el siglo de las luces).

Por eso, nada debe extrañar que durante la primera revolución francesa (1789-1793), el francés, naturalizado español, Santiago de Liniers y Bremond, haya sido elegido para ser el primer maestre de La Hermandad de Los Hijos de Hirán; ni tampoco que, durante la segunda revolución francesa (1793-1799), el irlandés James Florence Burke (a) El Paraguero fuera elegido para ser el primer maestre de La Hermandad del Infierno. [4]
Desde entonces, azules y colorados se entreveraron en la guerra esotérica rioplatense, comenzando ganar influencia política progresiva y, para principios del siglo diecinueve, ya controlaban a voluntad el proceso de toma de decisiones de los estamentos virreinales, tanto eclesiásticos como militares y seculares (léase: gubernamentales), teniendo ambas facciones esotéricas mucho que ver en Las Invasiones Inglesas (1806-1807) y en La Revolución de Mayo (1810).

Luego, La Hermandad del Infierno se convirtió en La Hermandad de la Libertad, liderada por Carlos María de Alvear (a) El Cipayo, y La Hermandad de los Hijos de Irán se transformaría en La Hermandad de Lautaro, liderada por José Francisco de San Martín (a) El Libertador.
De ambas hermandades esotéricas rioplatenses surgirían las facciones políticas visibles de los unitarios y los federales, que bregaron juntos por la declaración de independencia de Las Provincias Unidas de Sudamérica (1816), pero de ahí en más, mientras los colorados lautaristas federalistas de San Martín marchaban a conquistar la libertad de América del Sur, los azules infernales unitarios de Alvear se quedaban con el control económico, diplomático y militar de Las Provincias Unidas del Río de Sudamérica, que cayó en la anarquía y en la desintegración (1820-1826).

Los caudillos provinciales del interior del país eran azules, infernales y unitarios en sus propios feudos, y por eso, no aceptaron que San Martín fuera director supremo (léase: el presidente de la nación), y combatieron a Bernardino Rivadavia que, me digan lo que me digan, para mí, era un francmasón colorado lautarista sanmartiniano de aquellos, que se sobrepuso a todo y fue el primer presidente de la Argentina, claro que debiéndole hacer concesiones a los redactores unitarios azules de la carta magna de 1826 pues, de lo contrario, sencillamente, no habría Argentina.
Y vino Rosas, y San Martín le entregó a él y sólo a él el sable corvo, y La Hermandad de Lautaro se convirtió en El Gran Oriente Federal Argentino (GOFA), que destrozó el poder localista de La Liga Unitaria Argentina (LUA) del Gral. Paz y forjó la unidad nacional argentina a palos, porque estaba visto que de otra forma no se podía con los salvajes unitarios azules de La Hermandad de la Libertad, convertida en La Hermandad del Plata, liderada por Juan Lavalle  y exhiliada en Montevideo, que empezó a recibir apoyo anglo-francés; mientras la Argentina se debatía en la guerra civil entre unitarios y federales, mientras se aliaba con Chile, para ganarle a guerra a La Confederación Peruano Boliviana, quedándose los chilenos con Arica, Antofagasta y Atacama, y nosotros con Jujuy.

Paralelamente, nos quitaron Las Malvinas y vinieron los bloqueos anglo franceses, que cesaron en 1849, cuando en París gobernaba El Nieto de Napoleón. Ganamos, y para mitad del siglo diecinueve, la Argentina se había convertido en una nación grande, unida y respetada, mientras Gran Bretaña, Francia, los EEUU y el Brasil, masticaban la rabia de no haber podido doblegarnos nunca. [5]
Pero ya se sabe, que a la sombra de los grandes árboles, crecen como parásitos los hongos que habrán se socavar sus raices. Y entonces, los federales del interior se alinearon con Urquiza contra el rosismo, provocando la escisión del GOFA, formando La Hermandad del Supremo Grado Treinta y Tres (SG-33), que era igualmente representativa, republicana, federal y presidencialista, pero que no era proteccionista, sino más bien, librecambista, y partidaria de una alianza estratégica de la Argentina con la primera potencia mundial (Gran Bretaña); a la que se incorporaron los masones vueltos del exhilio, dejando conformada una hermandad estérica federal-unitaria y conservadora-liberal a la vez, que sería la forjadora de La Organización Nacional (1852-1916). [6]

Todos los presidentes argentinos (Urquiza, Derqui, Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Juarez Celman, Pellegrini, Saenz Peña, Uriburu, Figueroa Alcorta, Quintana, Saenz Peña (h) y De La Plaza) fueron venerables hermanos rojiazules de la SG-33; hasta que se les dividio el frente, con la aparición en la escena política nacional del nuevo gran maestre del GOFA, Dr. Hipólito Yrigoyen (a) El Pelado, que fue presidente durante La Era Radical (1916-1930).
La GS-33 se divolvió. Los conservadores pro británicos se incorporaron a La Gran Logia Unida de los Masones Argentinos (GLUMA), que ya existía desde mediados del siglo diecinueve, pero que ese año (1916), eligió como maestre al Dr. Marcelo Torcuato de Alvear (a) El Peludo, que partiría en dos a la Unión Cívica Radical (UCR); que también llegaría a ser presidente de la nación (1922-1928); y que sería el gran artífice de la alianza táctica de los radicales antipersonalistas con los conservadores, con los demócrata progresistas y con los socialistas, para forjar La Concordancia (léase: el contubernio), que instigó el golpe de estado de 1930, y sobre todo (supra tutto), que instauró el régimen de facto pseudo constitucional de el fraude patriótico (1930-1943). [7]

En el seno de la GLUMA se formó una logia estrictamente militar, que recibió el nombre de El Dragón Verde, liderada por el Gral. Rawson, pero del seno del GOFA surgió otra logia esotéricamente adversaria, conocida con el nombre de el Grupo Obra de Unificación (GOU), también conocida como el Grupo de los Oficiales Unidos, liderada por el Gral. Ramirez.
Exactamente en 1940, cuando ya había comenzado La Segunda Guerra Mundial (1939-1940), conspicuos miembros de la GLUMA que, a la vez, eran dirigentes de la Unión Cívica Radical Antipersonalista (UCRA), acordaron con conspícuos miembros del GOFA que, a la vez, eran dirigentes de la Unión Cívica Radical Personalista (UCRP) que, muertos Yrigoyen y Alvear, convenía generar la reunificación de la UCR, bajo el liderazgo nacional del Dr. Amadeo Sabatini, con el prósito de reemplazar gradualmente el fraude patriótico por el juego limpio de la democracia constitucional.

Lo demás es bastante conocido, así que ni vale la pena seguir hablando, porque desde 1945 hasta 1974, el hombre más importante del país fue el siguiente maestre del GOU, luego gran maestre del GOFA y, finalmente, prior de La Hermandad de Anael, que fue Juan Perón, y nada más, claro está. [8]
Desde que Orlando Riviere publicó sus dos tomos sobre la historia de la masonería, que debería ser un libro de texto para los estudiantes de ciencias políticas, de relaciones internacionales, de derecho y de comunicación social de toda América Latina, no tuve ni procesé más información sobre el esoterismo vernáculo, obviamente, abunda, pero es profusa, difusa y confusa, tanto sobre los azules como sobre los colorados, de acá y del mundo entero (orbis), y por eso, tengo que aplicar lo que aprendí de historia y de esoterismo a los últimos años (1974-2012), para saber si cuando estoy frente a un nuevo presidente de la nación, más allá de que sea radical o peronista, él o ella son masones azules o francmasones colorados.

Bajo esa comprensión, yo digo que fueron masones azules Videla, Viola, Bignone, Alsonfín y Duhalde; y fueron franmasones colorados Galtieri, Menem, De La Rúa, Rodriguez Saá, Néstor Kirchner y Cristina Fernandez de Kirchner.
Sin embargo, a veces, a Cristina le veo hacer tantas concesiones a la contra, es decir, a los masones azules, varios de los cuales militan en propio kirchnerismo que, realmente, se me genera una duda políticamente existencial a su respecto, por llamarla de algún modo.

Y si porque, por ejemplo, cuando veo cómo los deja a los cipayos pro británicos azules, salir a decir públicamente que la Argentina debe garantizar el derecho a la autodeterminación de los kelpers (sic), además de que me agarra la chiripiorca, yo me pregunto por  qué no los querella ipso facto, por el crimen de sedición, porque está más que claro que son subversivos disfrazados de pensadores argentinos, y andá a saber si no son agentes secretos del MI-6, o algo por el estilo, y nada más, claro está.
No sé, quiero pensar que Cristina anda ocupada con La Masacre del Sarmiento, o con algo más importante que ni me imagino qué podrá ser, porque si no, tendría que fulminarlos ante la justicia de la nación, obvio, para que El Valle de Buenos Aires no se convierta en un valle de lágrimas. [9]

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respoondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Ellos fueron los primeros que empezaron a verter residuos agroindustriales en las cañadas, los arroyos, los ríos y las lagunas bonaerenses, como así también en el río Uruguay, en el río Paraná y en el río de la Plata. Por ende, la contaminación ambiental en nuestro país es un invento británico, claro está. Conste.

[4] Con el correr del tiempo, La Hermandad de los Hijos de Hirán se enrolaría en el movimiento esotérico global de la francmasonería universal (la venerable hermandad roja = la masonería colorada = la masonería escocesa = la masonería francesa = la masonería franca = la franca masonería = la francmasonería = la masonería católica = la masonería papista = la masonería sagrada = la masonería divina), que brega por el éxito de El Plan Divino de Salvación. Paralelamente, La Hermandad del Infierno se enrolaría en el movimiento esotérico global de la masonería mundial (la venerable hermandad azul = la masonería inglesa = la masonería anticatólica = la masonería antipapista = la masonería diabólica = la masonería satánica), que brega por el fracaso de El Plan Divino de Salvación.

[5] Si, es cierto, Rosas fue el hombre que hizo que la Argentina fuera una nación grande, unida y respetada; pero al precio de que la misma fuera un país aislado, atrasado y tiranizado. Por ello, el futuro era forjar una nación que, además de ser grande, unida y respetada fuera, además, insertada en el mundo, moderizada y democratizada. Esos intereses nacionales se alcanzarían con La Organización Nacional (1853-1916).

[6] La minoría unitaria tradicional, que no quería saber nada de transar con los federales y que prefirió mantener su pureza esotérica y política azul, disolvieron La Hermandad del Plata del Gral. Lavalle y conformaron La Hermandad de la Gran Logia Unida de los Masones Argentinos (GLUMA), cuyo primer gran maestre fue el Dr. Roque Pérez. A pesar de que en la misma militaban distinguidísimas personalidades de la cultura y de la política, que se encumbraron aún más en los estamentos gubernamentales de los muncipios, como así también, de la legislatura, de la suprema corte de justicia y tribunales inferiores, y de los ministerios del gobierno de la provincia de Buenos Aires, lo cierto es que, a nivel nacional, tanto el GOFA ultra federal colorado como la GLUMA ultra unitaria azuel, quedaron ecliptados por la influencia de la fraternidad mixta rojiazul, unitaria-federal, conservadora-libertal, pero librecambias y pro británica de La Hermandad del Supremo Grado Treinta y Tres (SG-33), cuyo primer gran maestre fuera, justamente, el Gral. Urquiza, claro está.

[7] El alvearismo representaba los intereses de los ganaderos de la provincia de Buenos Aires, de la Sociedad Rural Argentina (SRA), de los dos grandes frigoríficos británicos (La Blanca y La Negra), de los ferrocarriles, de los bancos, de las aseguradoras y de las navieras británicas en nuestro país, a través del control de El Grupo Azul, que era el núcleo duro de la Unión Civica Radical Antipersonalista (UCRA), aliada informalmente con los conservadores, con los demócratas progresistas y con los socialistas en La Concordancia (el contubernio) que era la expresión política de la GLUMA azul masónica argentina. Tanto la GLUMA como La Concordancia se harían visibles y se organizarían formalmente como bloque parlamentario nacional en el período 1930-1943.

[8] La Hermandad de Anael es la rama latinoamericana de La Hermandad de la Segunda Propagación de la Fe (léase: La Propaganda Due = La P-2), que era la rama italiana de La Hermandad de la Santa Cruz, que es la hermana mayor de la franmasonería universal (léase: los colorados), liderada por su eminencia reverendísima, el señor arzobispo de la arquidiócesis de Venecia, cardenal del ordinariato norte de Italia y presidente de la conferencia episcopal italiana de la iglesia católica apostólica romana, Msr. Dr. Dn. Albino Lucciani (a) Risita, que luego gobernaría la iglesia bajo el nombre eclesiástico de Juan Pablo I (1978); sucedido por otro francmasón colorado, como fue Juan Pablo II (1978-2005); sucedido por el prior de La Hermandad de la Gracia Plena, que es la rama vatiana de la masonería mundial (léase: los azules), Msr. Dr. Dn. Joseph Ratzinger (a) Benedicto XVI (a) Panzer (a) Petrus Romanus).

[9] Tanto masones azules como francmasones colorados suelen llamar con el nombre de valles a las ciudades a las que envían correspondencia esotérica (ej.: El Valle de Buenos Aires).

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