El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 30 de Octubre de 2.012.
La Hora De La Verdad
Por Rubén Vicente
Las campañas
electorales norteamericanas, que son decisivas para el mundo entero (orbis),
han entrado en la recta final, supuestamente, con un empate técnico entre los
dos candidatos a la presidencia de la hiperpotencia global.
Se enfrentan dos
proyectos (2), que son más de lo mismo, o el cambio. Más de lo
mismo es el proyecto demócrata de Barak Obama, que implica seguir emitiendo
dólares sin respaldo en metálico a destajo (léase: la inflación galopante). Con
esas toneladas de nuevos billetes, financiar obras públicas y programas
sociales, intentando como hasta ahora reactivar la economía y devolviéndole a
la ciudadanía un nivel de empleo razonable.
La contrapartida es una
mayor aún depreciación del billete verde ante el metal amarillo, con la
consecuente reducción proporcional del producto bruto interno (pbi) en moneda
constante e internaconal (léase: el oro).
En el marco interno,
ello implicará más aumento constante de los precios, de los salarios, de las
tarifas, de los cánones, de las multas y de los tributos (léase: la carestía).
Y en el plano externo, la mayor debilidad del dólar traerá aparejada un aumento
nominal de la capacidad exportadora de la economia nacional estadounidense
(léase: la competitividad ficticia).
En síntesis, será la
continuación de la ilusión óptica (léase: el espejismo) de que se está haciendo
algo para salir de una crisis que ya lleva en vigencia siete años (2005-2012),
que hasta el actual gobierno dice que continuará cinco años más (2013-2017).
Pero también, será la realidad de que quebrarán cientos de miles de pymes, de
que el desempleo continuará rondando el diez por ciento, de que el presupuesto
federal seguirá exhausto, de que la deuda pública crecerá exponencialmente y de
que habrá peligro de default (léase: la bancarrota nacional).
Y el dólar, que es la
moneda mundial que, a la vez, es la moneda de reserva de casi todos los bancos
centrales del mundo entero (orbis), al ser cada vez más débil, causará un
constante aumento en el precio de los commodities y le hará perder valor real a
las reservas monetarias de casi todos los paises, con el efecto de mayor
carestía de sus importaciones y de mayor necesidad de devaluar las monedas
nacionales frente al dólar, con el efecto de provocar inflación y carestía
interna, además de recesión, desempleo y desestabilización política local.
Bajo esa comprensión,
el triunfo de Obama podría llegar a ser un gran boomerang para los EEUU, si los
grandes tenedores de bonos de la deuda pública norteamericana le perdieran la
confianza al billete verde, y tomaran la decisión irreversible de pasar por
ventanilla, a liquidar esas tenencias, al precio que sea, pero terminar de una
vez y para siempre con la causa única de todos sus males locales, que es el dólar
débil, obvio.
Y la guerra de monedas
(el dólar débil), causará la guerra comercial (el proteccionismo), que a su vez
provocará la a-me-na-za, y digo la a-me-na-za, de potencial estallido de la
tercera guerra mundial (léase: el holocausto misilístico-nuclear = el armagedón
= el apocalipsis = 2014-2017).
Será un enfrentamiento
económico, diplomático y militar, es decir, geopolítico, de fisonomía similar a
la suscitada como consecuencia de La Crisis de los Misiles Cubanos de 1962, con
derribamiento de aviones espías y detonaciónes disuasivas de bombas atómicas en
lugares perisféricos, mientras arde la diplomacia confrontativa y los medios de
prensa internacionales difunden noticias confusas, profusas y difusas, pero no
durante sólo trece días como fue aquella vez (13), sino más bien, durante cuatro
años como será esta vez (2014-2017),
según sostienen los expertos en estrategia global.
Esa confrontación hipotética
le otorgará la victoria a los EEUU, pero la misma, no solamente será pírrica,
sino que además, será la última, porque entre 2018 y 2030, pasaremos de vivir
en un mundo estadounidense (de mundis americanensis) a vivir en un nuevo mundo
japonés (de mundis japanensis), hasta bien entrado el siglo veintidos.
En ese contexto, la
probable neutralidad de América Latina, le dará la chance de colocar sus
commodities casi sin competencia estadounidense, pero cobrando en dólares cada
vez más devaluados, frente a importaciones cada vez más costosas en moneda
norteamericana (léase: empate económico = el desarrollo sólo nominal = el no
crecimiento real).
Si por el contrario,
triunfara el proyecto republicano de Mitt Romney, lo que deberíamos esperar,
sería algo parecido a la restauración del patrón oro-dólar, estableciéndose
un nuevo tipo de cambio fijo y no convertible de, aproximadamente, unos diez
mil dólares estadounidenses billete por cada onza troy de metal amarillo (1
OT = U$S 10.000,00 = 10.000:1).
A partir de ese
momento, quebrarían los portaviones financieros globales (JP Morgan Chase, City
Group, Wells Fargo, etc.). Las pymes quebrarían en masa, y el desempleo
alcanzaría los niveles del paroxismo, pero ya no habría más inflación
monetaria, y ya no habría más carestía económica (léase: el saneamiento
interno).
A ello se sumarían, por
un lado, drásticos recortes presupuestarios en materia civil y feroces
impuestazos, tendientes a equilibrar las cuentas públicas. Luego de un primer
año de gobierno republicano que será inolvidable para los EEUU y para el mundo
entero (orbis), la sensación global será la de que la hiperpotencia global ha
hecho cirugía mayor, extirpando el cáncer que carcome los cimientos de
su supremacía mundial.
Y sobre esa base, los
EEUU estarán listos para reactivar sin cuento su economía y su mercado de
empleo, a través del lanzamiento de la guerra contra Irán, y si se meten
China y Rusia, también contra ellas, porque esto es a matar o morir, caiga
quien caiga, obvio.
Después de cuatro años
de sozobra planetaria (2014-2017),
los dos gigantes extra hemisféricos serán vencidos; la paz se instaurará
permanenetemente en todo el cercano oriente musulmán, desde el Brahmaputra hasta
Gibraltar (2018-2100), e Israel verá extendidas sus fronteras, volviendo a
abarcar la península del Sinaí, más el Líbano y Siria, o tal vez, Kuwait, Irak
y Jordania, dependiendo de la suerte del conflicto bélico.
En síntesis, si ganaran
los republicanos de Romney, los EEUU volverían a ser la hiperpotencia
planetaria sin cuento, durante el resto del siglo veintiuno.
Y en ese contexto, las
naciones latinoamericanas deberían esperar que por sus materias primas les
paguen mucho menos que ahora, pero también, que sus importaciones se abaraten
en forma proporcional.
Para aquellos paises
que, desde ahora mismo, tengan sus cuentas públicas en orden y su deuda externa
esté razonablemente refinanciada, el empate técnico que se vendrá con el supuesto
de triunfo republicano, entre exportaciones mal pagadas e importaciones
baratas, posibilitará la incorporación de ultramoderna tecnología
estadounidense, mejorando significativamente el sistema de producción y de
exportación de los commodities regionales.
Pero también, para los
más perspicaces y previsores, como Chile, si desde ahora mismo, la reserva
monetaria nacional se constituyera en oro, imitando al gobierno republicano
estadounidense, se abrirá la gran
posibilidad histórica de desarrollar la propia alta tecnología, rural y
urbana, civil y militar, achicándose significativamente la brecha con respecto
no sólo a la hiperpotencia planetaria, sino también, en relación a los grandes
bloques extrahemisféricos y a las naciones de la región latinoamericanas.
En síntesis, si
triunfara el proyecto republicano de Mitt Romney, la situación se podría durísima
para los EEUU y para el mundo, pero sólo por un tiempo relativamente corto,
para después tener un siglo veintiuno de más supremacía mundial norteamericana,
de ostencible debilitamiento chino-ruso, de hundimiento del mundo musulmán y de
estabilidad, o de prosperidad real, según los casos, de los paises de América
Latina.
Dicho en buen
cristiano, en ambos escenarios, nosotros vamos a estar relativamente bien,
pero mejor sería que gane Romney, porque el gran negocio argentino ha sido y será
siempre ser neutrales en las guerras mundiales, no sé si…
Y por eso digo, que ha
llegado la hora de la verdad.
Y si me dijeran que
estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en
el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional
de la República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de
Grecia (Solón) El Cisne Negro es la
alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
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