martes, 30 de octubre de 2012

416 Geopolítica (Mundial)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000416 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 30 de Octubre de 2.012.




La Hora De La Verdad
Por Rubén Vicente 

Las campañas electorales norteamericanas, que son decisivas para el mundo entero (orbis), han entrado en la recta final, supuestamente, con un empate técnico entre los dos candidatos a la presidencia de la hiperpotencia global.
Se enfrentan dos proyectos (2), que son más de lo mismo, o el cambio. Más de lo mismo es el proyecto demócrata de Barak Obama, que implica seguir emitiendo dólares sin respaldo en metálico a destajo (léase: la inflación galopante). Con esas toneladas de nuevos billetes, financiar obras públicas y programas sociales, intentando como hasta ahora reactivar la economía y devolviéndole a la ciudadanía un nivel de empleo razonable.
La contrapartida es una mayor aún depreciación del billete verde ante el metal amarillo, con la consecuente reducción proporcional del producto bruto interno (pbi) en moneda constante e internaconal (léase: el oro).
En el marco interno, ello implicará más aumento constante de los precios, de los salarios, de las tarifas, de los cánones, de las multas y de los tributos (léase: la carestía). Y en el plano externo, la mayor debilidad del dólar traerá aparejada un aumento nominal de la capacidad exportadora de la economia nacional estadounidense (léase: la competitividad ficticia).
En síntesis, será la continuación de la ilusión óptica (léase: el espejismo) de que se está haciendo algo para salir de una crisis que ya lleva en vigencia siete años (2005-2012), que hasta el actual gobierno dice que continuará cinco años más (2013-2017). Pero también, será la realidad de que quebrarán cientos de miles de pymes, de que el desempleo continuará rondando el diez por ciento, de que el presupuesto federal seguirá exhausto, de que la deuda pública crecerá exponencialmente y de que habrá peligro de default (léase: la bancarrota nacional).
Y el dólar, que es la moneda mundial que, a la vez, es la moneda de reserva de casi todos los bancos centrales del mundo entero (orbis), al ser cada vez más débil, causará un constante aumento en el precio de los commodities y le hará perder valor real a las reservas monetarias de casi todos los paises, con el efecto de mayor carestía de sus importaciones y de mayor necesidad de devaluar las monedas nacionales frente al dólar, con el efecto de provocar inflación y carestía interna, además de recesión, desempleo y desestabilización política local.
Bajo esa comprensión, el triunfo de Obama podría llegar a ser un gran boomerang para los EEUU, si los grandes tenedores de bonos de la deuda pública norteamericana le perdieran la confianza al billete verde, y tomaran la decisión irreversible de pasar por ventanilla, a liquidar esas tenencias, al precio que sea, pero terminar de una vez y para siempre con la causa única de todos sus males locales, que es el dólar débil, obvio.
Y la guerra de monedas (el dólar débil), causará la guerra comercial (el proteccionismo), que a su vez provocará la a-me-na-za, y digo la a-me-na-za, de potencial estallido de la tercera guerra mundial (léase: el holocausto misilístico-nuclear = el armagedón = el apocalipsis = 2014-2017).
Será un enfrentamiento económico, diplomático y militar, es decir, geopolítico, de fisonomía similar a la suscitada como consecuencia de La Crisis de los Misiles Cubanos de 1962, con derribamiento de aviones espías y detonaciónes disuasivas de bombas atómicas en lugares perisféricos, mientras arde la diplomacia confrontativa y los medios de prensa internacionales difunden noticias confusas, profusas y difusas, pero no durante sólo trece días como fue aquella vez (13), sino más bien, durante cuatro años como será esta vez (2014-2017), según sostienen los expertos en estrategia global.
Esa confrontación hipotética le otorgará la victoria a los EEUU, pero la misma, no solamente será pírrica, sino que además, será la última, porque entre 2018 y 2030, pasaremos de vivir en un mundo estadounidense (de mundis americanensis) a vivir en un nuevo mundo japonés (de mundis japanensis), hasta bien entrado el siglo veintidos.
En ese contexto, la probable neutralidad de América Latina, le dará la chance de colocar sus commodities casi sin competencia estadounidense, pero cobrando en dólares cada vez más devaluados, frente a importaciones cada vez más costosas en moneda norteamericana (léase: empate económico = el desarrollo sólo nominal = el no crecimiento real).
Si por el contrario, triunfara el proyecto republicano de Mitt Romney, lo que deberíamos esperar, sería algo parecido a la restauración del patrón oro-dólar, estableciéndose un nuevo tipo de cambio fijo y no convertible de, aproximadamente, unos diez mil dólares estadounidenses billete por cada onza troy de metal amarillo (1 OT = U$S 10.000,00 = 10.000:1).
A partir de ese momento, quebrarían los portaviones financieros globales (JP Morgan Chase, City Group, Wells Fargo, etc.). Las pymes quebrarían en masa, y el desempleo alcanzaría los niveles del paroxismo, pero ya no habría más inflación monetaria, y ya no habría más carestía económica (léase: el saneamiento interno).
A ello se sumarían, por un lado, drásticos recortes presupuestarios en materia civil y feroces impuestazos, tendientes a equilibrar las cuentas públicas. Luego de un primer año de gobierno republicano que será inolvidable para los EEUU y para el mundo entero (orbis), la sensación global será la de que la hiperpotencia global ha hecho cirugía mayor, extirpando el cáncer que carcome los cimientos de su supremacía mundial.
Y sobre esa base, los EEUU estarán listos para reactivar sin cuento su economía y su mercado de empleo, a través del lanzamiento de la guerra contra Irán, y si se meten China y Rusia, también contra ellas, porque esto es a matar o morir, caiga quien caiga, obvio.
Después de cuatro años de sozobra planetaria (2014-2017), los dos gigantes extra hemisféricos serán vencidos; la paz se instaurará permanenetemente en todo el cercano oriente musulmán, desde el Brahmaputra hasta Gibraltar (2018-2100), e Israel verá extendidas sus fronteras, volviendo a abarcar la península del Sinaí, más el Líbano y Siria, o tal vez, Kuwait, Irak y Jordania, dependiendo de la suerte del conflicto bélico.
En síntesis, si ganaran los republicanos de Romney, los EEUU volverían a ser la hiperpotencia planetaria sin cuento, durante el resto del siglo veintiuno.
Y en ese contexto, las naciones latinoamericanas deberían esperar que por sus materias primas les paguen mucho menos que ahora, pero también, que sus importaciones se abaraten en forma proporcional.
Para aquellos paises que, desde ahora mismo, tengan sus cuentas públicas en orden y su deuda externa esté razonablemente refinanciada, el empate técnico que se vendrá con el supuesto de triunfo republicano, entre exportaciones mal pagadas e importaciones baratas, posibilitará la incorporación de ultramoderna tecnología estadounidense, mejorando significativamente el sistema de producción y de exportación de los commodities regionales.
Pero también, para los más perspicaces y previsores, como Chile, si desde ahora mismo, la reserva monetaria nacional se constituyera en oro, imitando al gobierno republicano estadounidense, se abrirá la  gran posibilidad histórica de desarrollar la propia alta tecnología, rural y urbana, civil y militar, achicándose significativamente la brecha con respecto no sólo a la hiperpotencia planetaria, sino también, en relación a los grandes bloques extrahemisféricos y a las naciones de la región latinoamericanas.
En síntesis, si triunfara el proyecto republicano de Mitt Romney, la situación se podría durísima para los EEUU y para el mundo, pero sólo por un tiempo relativamente corto, para después tener un siglo veintiuno de más supremacía mundial norteamericana, de ostencible debilitamiento chino-ruso, de hundimiento del mundo musulmán y de estabilidad, o de prosperidad real, según los casos, de los paises de América Latina.
Dicho en buen cristiano, en ambos escenarios, nosotros vamos a estar relativamente bien, pero mejor sería que gane Romney, porque el gran negocio argentino ha sido y será siempre ser neutrales en las guerras mundiales, no sé si…
Y por eso digo, que ha llegado la hora de la verdad.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
 

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