El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 4 de Octubre de 2.012.
La
Izquierda Nacional I
Por Rubén Vicente
En
las anteriores series de artículos dedicados a las ideologías de izquierda,
como el anarquismo, el socialismo y el comunismo, describí la evolución
histórica en su lugar de origen (Europa), porque su exposición extra europea
requiere tener presente, justamente, que tales ideologías se desarrollaron fuera
del viejo continente que las vio nacer de un modo distinta, adecuándose
a las diferentes circunstancias de modo, tiempo y lugar.
En
América Latina y particularmente en la Argentina, los fenómenos de la
inmigración, de la urbanización, de la industrialización y del origen y
evolución del movimiento obrero organizado, operados durante la segunda mitad
del siglo diecinueve (el siglo de la industria), tanto ideológicamente
anarquista, como socialista o comunista, se suscitaron con características propias,
diferenciándose de los originales europeos.
En
ese contexto, es válido referirse a la existencia y vigencia de la izquierda
nacional, cuyo primer numen
fue, sin duda alguna, el Dr. José Esteban Antonio Echeverría Espinosa (a)
Esteban Echeverría (1805-1851).
Echeverría
nació en un año (1805) que fue clave
para el mundo entero (orbis), pues para entonces, no solo ya estaban operadas
las revoluciones inglesa de 1688, norteamericana en 1776 y francesa de 1789
sino porque, ademas, promediaban las guerras napoleónicas, en cuyo
contexto tuvo lugar La Batalla de Trafalgar, que le hizo perder a Francia y a
España el control la navegación y del comercio en El Atlántico, en beneficio de
la segunda potencia mundial (Gran Bretaña), que ya estaba lista para comenzar a
ejecutar en el nuevo mundo, nada má ni nada menos, que El Plan Maitland.
Ups.
[3]
En
El Virreinato del Río de la Plata que vio nacer a Echeverría ya existían La
Hermandad del Infierno y La Hermandad de los Hijos de Hiram, que eran las
ramas rioplatenses de la masonería mundial azul
y de la francmasonería universal colorada, respectivamente. Azules y colorados: ¿Me seguís?
Hizo
la escuela primaria y el colegio secundario en un establecimiento confesional
administrado por los frailes de la orden de los salecianos de su barrio natal
porteño de San Telmo.
Inmediatamente
después de graduarse como bachiller, comenzó a trabajar como empleado de
comercio en un establecimiento perteneciente a la familia de Los Lezica,
convirtiéndose en el amante de una señora viuda de apellido italiano
(Calegari), causándole un gran disgusto a su madre, que murió de un infarto,
cuando él tenía tan sólo veinte años.
Esa
desgracia provocó la ruptura de la relación sentimental y su renuncia al
empleo, financiándole su padre una beca en Francia, donde se gradúo como
licenciado en filosofía y como doctor en letras, con diplomas expedidos por la
Universidad de París (La Sorbone). ¡Qué top!
Durante
esos cinco años, invirtió su tiempo libre en el estudio del derecho
constitucional y de la economía, pero justo antes de emprender el regreso a la
Argentina vivió in situ, nada más ni nada menos, que La Revolución Europea de
1830, que implicó el debut en política de la pequeña burguesía radical de
Europa Contiental, tácticamente aliada con las sociedades de la
resistencia obrera anarquistas.
Sobre
el final de ese año, el Dr. Esteban Echeverría (25) se volvió a radicar en
Buenos Aires, donde consiguió empleo en El Diario de La Tarde y en La Gaceta
Mercantil, para los cuales escribió versos, entre los que se destacan La Profecía
del Plata y Elvira o La Novia del Plata, que son consideradas actualmente como los
precursores del genéro literario de el romancisimo argentino.
Y
dos años más tarde (1834) publicó Los Consuelos, que fue el primer libro de
versos de la historia nacional, comenzando a participar de las reuniones y tertúlias
de El Salón Literario de Marcos Sastre.
En
1837 publicó dos obras literarias, tituladas bajo los nombres de La Cautiva y
La Apología del Matambre, donde aborda la temática de la cultura de los indios
y de los gauchos.
Al
año siguiente (1838), Echeverría se posicionó como el primer presidente de la
comisión directiva de una nueva asociación civil sin fines de lucro, que
comienzó a girar bajo la razón social de La Joven Argentina, inspirada en La
Joven Italia del italiano Giussepe Manzini (a) El Carbonario, que proclamaba la
necesidad de que los reinos austríacos y españoles del norte y del sur de la
península italiana se independizaran y se unieran para conformar El Reino de
Italia, para comenzar a reconstruir la antigua gloria del imperio romano,
obvio.
Desde
1840, Echeverría adquirió la propiedad de La Estancia Los Talas, en donde
comienzó a pasar los veranos, escribiendo y publicando El Matadero, que es una
doble crítica al unitarismo porteño y a la cultura gaucha urbanizada y
políticamente adherida a la causa del rosismo, básicamente, por ser demasiado
personalista para su gusto.
Pero
en 1846, La Joven Argentina cambió su razón social, por la nueva de La
Asociación de Mayo, destinada a exhaltar el nacionalismo argentino, pero
a través de la nueva ideología europea de el socialismo, forjando una
síntesis superadora de ambas ideologías teorícamente incompatibles, que coetáneamente
sería conocida en el viejo mundo con el nombre de el socialismo verdadero
(léase: el nacionalismo socialista = el socialismo nacionalista = el socialismo
nacional = el nacional socialismo = el nazismo decimonónico = el nazismo
original = el nazismo democrático = el laborismo = el grünismo =
el prohudonismo = la doctrina social de la iglesia). [4]
Y
en 1847 optó por radicarse en Montevideo, donde escribió El Angel Caído y El
Manual de Enseñanza Republicana, donde dejó inequívocamente consignada su
preferencia por la revolución impura (léase: la revolución democrática).
Desde
entonces, el ministro de hacienda uruguayo (Andrés Lamas) lo nombró presidente
del consejo nacional de educación pública, falleciendo en funciones, pero con
licencia por enfermedad, el domingo diecinueve de enero de 1851, es decir, sólo
un año antes de La Batalla de Caseros.
Y
por eso digo, afirmo y sostengo, aunque me maten, que la izquierda nacional,
que nació con Esteban Echeverría, es nazi, pero en el sentido en que yo entiendo al nazismo,
y no las pelotudeses que
dicen desde hace sesenta años, demostrando que no saben historia ni la quieren saber, porque no les interesa y no les conviene, obvio.
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en
el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional
de la República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de
Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero
que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería
catastrófico.
[3] El Plan Maitland, aprobado por el gabinete ejecutivo del gobierno de
su graciosa magestad, con obvio carácter ultra secreto, implicaba
desestabilizar a España, pero desde adentro, maniobrando con elementos nativos,
para sublevar las colonias del nuevo mundo contra la metrópolis con sede en
Madrid, estableciéndose estados independientes, pero alineados con Gran
Bretaña en lo económico, lo diplomático y lo militar, es decir, en materia
geopolítica. Por ello, El Plan Maitland no era otra cosa que la respuesta de
Londres a la pérdida de Las Trece Colonias Británicas de América del Norte (léase:
Los EEUU), que existen como tales, sólo gracias a la acción desestabilizadora
de Francia y de España. Conste.
[4] Para el análisis de la
ideología de el socialismo nacional, véase El Cisne Negro (Editorial
28).
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