El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 8 de Octubre de 2.012. [3]
La
Izquierda Nacional III.b
Por Rubén Vicente
A su regreso a la Argentina
(1906), el Lic. Leopoldo Lugones Arguello (a) Leopoldo Lugones (a) Gil Paz (a)
Carlos Martel (32), ya no era más ateo ni socialista internacionalista, pero
contradictoriamente admirador del conservadorismo.
Las incógnitas de su ecuación
idelógica personal se habían despejado, su mente ya estaba clara y su corazón
ya estaba políticamente sereno. En cuerpo y alma, Leopoldo Lugones se había
definido a favor de las ideas de el socialismo nacional (léase: el
nazismo). [4]
Y es evidente que su intención
era propagar en la Argentina el ideario nazi, a través de dos vías (2). La primera era repasar la
historia argentina, pero empezándola a analizar y evaluar en clave nazi.
Y la segunda era mostar lo que el nazismo podía significar para nuestro
país, en términos económicos, sociales, culturales, institucionales, diplomáticos
y militares, en decir, en clave geopolítica vernácula.
En otras palabras, a pesar de
que, como ya lo hemos visto en los primeros cuatro artículos de esta serie
dedicada a la izquierda nacional, Esteban Echeverría fue el primer pensador
nazi argentino, y de que German Llemant fue el primer tipo que lo llevó a la
práctica concreta y efectiva en nuestra tierra, la verdad es que está
cristalinamente claro que Leopoldo Lugones se había propuesto que la clase
dirigente argentina de principios del siglo veinte, se convenciera de que el antibiótico
nazi, era la gran solución celeste y blanca que neutralalizaría los
virus del capitalismo y del comunismo.
Por eso, comenzó escribiendo y
publicando Historia de Sarmiento, dejando claro que, en el dilema de
civilización o barbárie, él estaba del lado de la civilización, pero también,
que esa civilización debía basarse en el amor a la patria que, en su
concepción política explícita, debía ser federal, como la quería Facundo
Quiroga.
Y siguió escribiendo y
publicando obras literarias y artículos periodísticos, hasta que en 1913,
ofreció una serie de conferencias en El Teatro Odeón de Buenos Aires,
vinculadas con la temática de el payador, a la que se sintió atraído, nada más
ni nada menos, que el presidente de la nación, Dr. Roque Saenz Peña. Right?
Dos años más tarde (1915),
publicó El Elogio de Ameghino y El Problema Feminista, pronunciándose a favor
del cultivo de las ciencias y de la igualdad cívica de la mujer.
Y en 1916, ya en el marco de La
Gran Guerra Mundial (1915-1918), Lugones volvió a ofrecer otro ciclo de
conferencias en El Teatro Odeón de Buenos Aires, vinculadas con El Martín
Fierro, a quien calificó como el paradigma de la nacionalidad argentina.
En esa ocasión declaró que Facundo y Recuerdos de Provincia son nuestra Ilíada
y nuestra Odisea, como así también, que Martín Fierro es nuestro romancero
(sic); evidenciando, según la prensa, una fuerte predilección por lo que en ese
momento se dio en llamar con el nombre de el nacionalismo popular, nada
más que porque socialismo era todavía una palabra políticamente incorrecta.
En 1920, cuando el mundo entero (orbis), ya
estaba en paz y la comunidad internacional ya empezaba a solucionar sus problemas
y conflictos por la vía de su organización y pertenencia a La Sociedad de la
Naciones (SN´s), liderada por la Gran Bretaña, vencedora de Alemania, Lugones publicó
Mi Beligerancia.
Allí dejó patentizada en forma ya expresa e
inequívoca su predilección por la confluencia doctrinaria del socialismo
con el nacionalismo (léase: el socialismo nacional = el nazismo), que es
cristiano, y más precisamente, católico apostólico romano, pero cuya versión yavista
del nazismo judío, ya era llamado en ese momento con el nombre de el sionismo.
[5]
Desde entonces, desde la páginas del diario La
Nación de Buenos Aires, Lugones comenzó a formular una crítica sistemática de
la corrupción, a la que calificó como viceral en la democracia
constitucional (sic), insinuando que la Argentina necesitaba un goberno
fuerte (sic), pero sin explicar en qué radicaría la fortaleza de ese
gobierno hipotético que él imaginaba y con el que empezaba a soñar. Por eso, a
partir de ese momento, Logones comenzó a ser leido con mucha atención por el
ala nacionalista del ejército, para la que todavía la palabra socialimo seguía
siendo políticamente incorrecta.
En 1922, publicó El Tamaño del Espacio, donde
dejó claro que las ciencias básicas (las matemáticas, la física y la química),
como así también, las ciencias aplicadas (la cosmología, la geología, la
biología y la antropología), eran los nuevos objetos de sus intereses
particulares de carácter intelectual, pero en función de su cada vez más
evidente nazismo ideológico. Meses más tarde, publicó Las Horas Doradas.
En 1923, Lugones ofreció una nueva serie de
conferencias en El Teatro Coliseo de Buenos Aires, tituladas con el nombre de
La Doble Amenaza, en cuyo contexto explicó que el capitalismo británico y el
comunismo soviético se proponían destruir la nacionalidad de la sociedad argentina
(sic). Luego de la conferencia final, Alfredo Palacios lo calificó públicamente
las ideas de Lugones como chauvistas (sic). [6]
Esa descalificación puso en blanco y negro las
diferencias, entre la postura favorable al socialismo nacional con predominio civil
(léase: civilizado) de Palacios y el socialismo nacional predominantemente militar
(léase: militarizado) de Lugones.
En 1924, a instancias del ejercito
norteamericano (the us army), se llevó a cabo La Conferencia de los Ejércitos
Americanos, en la capital peruana (Lima). Con motivo de ese evento, desde las
páginas del diario La Nación de Buenos Aires, Lugones publicó un artículo
editorial titulado con el nombre de La Hora de la Espada.
En él, Lugones, ya sin ningún pelo en la lengua,
abogó a favor de la necesidad de que las repúblicas latinoamericanas combatieran
el avance del comunismo soviético, pero también, del capitalismo anglo-americano,
organizando golpes de estado, instauradores de gobiernos militares nazis,
virando desde el nazismo original decimonónico (el grünismo), hacia la
versión totalitaria del siglo veinte (léase: el fascismo mussolinista = el
hitlerismo). [7]
Sin embargo, a diferencia del fascismo, Lugones no
sólo no
era antisionista, sino que se autodefinía, coherentemente, como pro sionista. [8]
En 1925 publicó Romancero y La Organización de
la Paz, y en 1926 publicó El Angel de la Sombra, Poemas Solariegos y Cuentos
Fatales, incursionando en el género del misterio. Al final de ese año, fue
galardonado, nada más ni nada menos, que con El Premio Nacional de Literatura
implicando, en los hechos, que su pensamiento político nazi ya era el
dominante en la elite de la cultura vernácula.
A finales de 1927, el presidente radical anti
personalista de la nación (Alvear) firmó un decreto en cuya virtud dispuso el
nombramiento del Dr. Leopoldo Lugones Agudelo (a) Polo (30) como nuevo director
de un instituto correccional de menores. Pocas semanas más tarde, Polo fue
detenido, procesado y condenado, bajo el cargo criminal de violación de un
menor de edad (sic). Ups.
Ni bien asumió la presidencia de la república su
sucesor radical personalista (Hipolíto Yrigoyen – 1928-1930), el padre
de Polo interpuso toda su influencia esotérica francmasónica colorada, para que
El Peludo emitiera un decreto de indulto. Y claro, porque favor con favor se
paga, y una mano lava la otra, obvio. [9]
Y tras cartón, a Leopoldo Lugones lo eligieron para ocupar el cargo de tesorero
de La Sociedad Argentina de Escritores (SAE).
Y a principios de 1930, el Lic. Leopoldo Lugones
Arguello (a) Leopoldo Lugones (a) Gil Paz (a) Carlos Martel (56), publicó La Patria
Fuerte y La Grande Argentina, posicionándose como el gran defensor literario
del gobierno militar de Felix Evaristo Uriburu (a) El Chancho, que era más nazi
que Hitler, no jodamos.
En repudio a su nazismo totalitario, es decir, a
su hitlerismo sin cuento, los escritores de la SAE, la mayoría de los
cuales eran partidarios de el nazismo en su vertiente democrática
(léase: el social cristianismo = la social democracia = el laborismo), acordaron la expulsión de Lugones,
pero El Chancho compensó a la familia Lugones, emitiendo un decreto en cuya
virtud nombró como nuevo jefe de la policía nacional, nada más ni nada menos,
que al Dr. Leopoldo Lugones Agudelo (a) Polo (a) El Violador de Menores (35).
Durante su gestión (1931-1932), Polo Lugones
introdujo el uso de la picana eléctrica, importada por la delegación
local del FBI, mientras el ministerio del interior le reconocía la
personería jurídica y política de una nueva asociación civil sin fines de
lucro, que comenzó a funcionar bajo la razón social de El Partido Nazi Argentino (PNA), liderado por su primer secretario general, es decir, por el
Tte. Cnel. EA ® Ing. Dn. Emilio Kinkelín (45).
Antes de que concluyera la presidencia de
Uriburu, Leopoldo Lugones publicó La Política Revolucionaria y El Estado
Equitativo, contribuyendo a convencer a la opinión pública sobre la necesidad
de concretar el objetivo político nazi de la justicia social.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado,
respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en
el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional
de la República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de
Grecia (Solón) El Cisne Negro es la
alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] Aniversario
del centécimo décimo noveno aniversario del nacimiento de Juan Domingo Perón.
[4] Para
ver el origen y la evolución de el socialismo nacional (léase: el
nazismo), véase El Cisne Negro (Editorial 28).
[5]
Para el origen y la evolución histórica del socialismo nacional yavista (léase:
el nazismo judío = el sionismo),
véase la serie de artículos titulada con el nombre de El Pueblo Elegido,
de El Cisne Negro (Editoriales 292 a 303).
[6]
Ver El Cisne Negro (Editorial 239).
[7]
Para los orígenes decimonónicos del nazismo y su evolución hasta 1904, véase El
Cisne Negro (Edictorial 28).
[8] Vuelvoi
a recomendar la lectura de El Cisne Negro (Editoriales 292 a 303 – El Pueblo
Elegido).
[9] Aunque
no está comprobajo, dicen algunas malas lenguas que a Yrigoyen le gustaban
mucho las adolecentes del interior (léase: las negritas = las chinitas =
las chiruzitas), y que tenía dos proveedores de esa mercancía humana, que eran
Carlos Gardel y Polo Lugones. Conste.
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