lunes, 1 de octubre de 2012

389 Geopolítica (Argentina)


Año II – Primera Edición – Editorial: 0000389 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 1° de Octubre de 2.012.





Le Doy La Derecha
Por Rubén Vicente 

Además de ser un patricio que fue miembro de senado romano, Cicerón era un gran jurista y, sobre todo, un filósofo de la cosa pública, es decir, de la res publicae (léase: la república), de la que Aristóteles decía que es un sistema de gobierno del estado que combina, de manera equilibrada, elementos propios de las formas puras de la monarquía, de la aristocracia y de la democracia, porque aclaraba que si sólo fuera democracia, en realidad, sería demagogia. 

Como si supiera de la república romana no iba más, después del magnicidio del primer emperador que no llegó a ser coronado (César), mientras intentaba restaurar los antiguos valores del gobierno no personalista, se ve que Cicerón tuvo un lapsus linguae, o algo por el estilo, porque se le escapó una frase que, para mi, lo hizo inmortal: “Un imperio no es la obra de un solo hombre, ni el sacrificio de una sola generación” (sic). 

Él hablaba de Roma, pero la verdad es que esa idea es auténticamente válida en todo tiempo y lugar, siéndole aplicable tanto a Irán como a la Argentina, obvio. 

Irán, que es Irán desde 1923, porque siempre fue Persia, tiene una historia dos veces y media milenaria, y sólo en los últimos treinta y tres años (33), es decir, en el último uno coma treinta y dos por ciento de su historia (1,32%) es una república sagrada, gobernada por la ideología del marxismo islámico (el islamismo marxista = el fundamentalismo = el salafismo). 

Y la Argentina nació de la amalgama de los pueblos orginarios de América con la nación española, dando como producto evolutivo una síntesis que Juan Agustín García dio en llamar con el nombre de la ciudad indiana, es decir, la polis hispanoamericana, donde lo americano es el componente indígena, obvio. 

Y está más que claro que la nación argentina, medida en tiempos históricos, está en la infancia, y por eso, no le podemos exigir a una chiquita, que está en la etapa de aprender cómo es la cosa probando si es o no es divertido jugar con sus juguetes, que ya mismo sea adulta y responsable. ¿Verdad? 

Y si, porque la madurez viene con el aprendizaje y, a veces, se aprende a los golpes, y en la historia argentina ya hubo varios, empezando por la revolución de mayo que nos vio nacer, claro está, igual que en Persia, que en Roma y que en todos lados porque, repito con Cicerón, que un imperio no es la obra de un solo hombre, ni el sacrificio de una sola generación. 

Pero la Argentina, a pesar de estar en la infancia, tiene una gran madre bendecida por la divina providencia, que es su tierra, y tiene un gran padre rector, que sabiamente equilibra el personalismo de los caudillos, con la participación de los notables y con libertad del pueblo, que es el estatuto fundamental (léase: la constitución nacional). 

Y la constitución dice, desde hace casi ciento sesenta años (160), que no es mucho, pero tampoco es poco, que el gobierno federal debe afianzar relaciones de paz y comercio con todas las potencias extraneras (sic). 

Por eso, ni bien se pudo, Irán y la Argentina establecieron relaciones económicas, diplomáticas y militares, es decir, relaciones geopolíticas, reguladas por tratados y por convenciones internacionales, con arreglo al derecho de gentes, que se basa en los principios de igualdad soberana de los estados y de no ingerencia de ningún estado en los asuntos internos de otros estados. 

Argentina está indirectamente relacionada con Irán (léase: Persia) desde que Persia era un sultanato del imperio turco (léase: el imperio otomano), en el siglo diecinuve y, directamente, desde su independencia, coetania con la gran guerra mundial (1914-1918). 

Ambas naciones formaron parte del Movimiento Solidarista Mundial (MSM), con sede en la ciudad sueca de Mälmo, primero liderado por los EEUU y luego por Alemania (1921-1945), y ambas naciones se incorporaron a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), liderada por los EEUU, secundados por La Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia y China. 

Y desde 1959, Irán y Argentina, sin dejar de ser miembros de la ONU, se incorporaron al Movimiento de los No Alineados (MNA), también conocido como El Grupo de los Setenta y Siete (G-77), primero liderado por La Francia Gaullista y después por La China Maoista. 

En ese contexto, durante el gobierno radical de Arturo Humberto Ilia (a) La Tortuga (1963-1966), su magestad, el monarca del imperio iraní, Mcl. IRA ® Dr. Dn. Muhammad Reza I Pathlevy Ariamehr (a) El Shah, fue recibido en visita oficial por La Tortuga. 

Se firmaron convenios económicos, de provisión de carnes, cereales y miel argentina a cambio de petróleo iraní, que empezabamos a necesitar, porque se había perdido el autoabastecimiento energético, por la denuncia de los contratos de concesión a empresas privadas estadounidenses, británicas y francesas. 

Pero lo decisivo de esa visita histórica fue que el shah le contó a la tortuga que la nación de los persas, había lanzado, nada más ni nada menos, que El Plan Nuclear Iraní (PNI), destinado a la producción de electricidad y de radioisótopos de uso agronómico y médico (léase: los fines pacíficos); que ya requería pasar a la etapa tecnológica de la ingeniería nuclear, pidiéndole a la tortuga que los primeros físicos nucleares iraníes se formaran en las aulas de la UBA y de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). 

Desde entonces, Irán y la Argentina están unidas por un tema que es clave para todas las naciones subdesarrolladas, como es la energía atómica, garantizadora no solo del autoabastecimento energético, sino tambén, de la independencia económica de ambos paises, frente a la sempiterna dependencia imperialista del primer mundo, obvio. 

Y en 1979, el gobierno militar argentino (Videla), lanzó El Plan Nacional Satelital (PNS), que implicaba aprovechar toda la experiencia tecnológica exclusivamente nativa, en el proyecto de diseño, de construcción de las piezas, de ensamble de las mismas, de prueba experimental y de posterior fabricación industrial de un misil de alcance intermedio, destinado a la puesta en órbita de los propios satélites argentinos de comunicaciones y de meteorología. 

Ya durante el gobierno radical de Raúl Alfonsín (1983-1989), la crisis del oro de 1982, que forzó una drástica reducción del gasto público militar en materia de investigación y desarrollo (I+D), que se paleó coyunturalmente de una manera brillante, en base a la cooperación sur sur, firmándose convenios con las repúblicas de Irán, de Irak, de Siria y de Egipto, tendientes a convertir el futuro misil argentino en uno nuevo, de carácter pentanacional. 

Misiles lanzadores de satélites y energía nuclear. Dos temas de importancia crítica, si de lo que se trata, es de zafar del subdesarrollo que nos pretende imponer el imperialismo. 

Lamentablemente, la hiper de 1989, dejó al país sin manera de sostener con su propia guita los proyectos tecnológicos liberadores de nuestra nación, y bajo Memen, hubo que hacer el sacrificio patriótico de renunciar a las aspiraciones misilísticas compartidas con esas cuatro naciones musulmanas del cercano oriente, cancelándose El Proyecto Misil Condor II.

Y recién entonces, luego de más de un siglo de fructíferas relaciones, vinieron los atentados terroristas de 1992 y 1994 (léase: La Embajada y La Amia), y les puedo asegurar con pleno conocimiento de causa, que hoy por hoy, no existe ni una sola prueba indubitale y fehaciente, que demuestre palmariamente que el gobierno salafista de Irán fue el que decidió ambos atentos. 

Más bien, hay indicios graves, precisos y concordantes, que autorizan a fundar válidamente la presunción de que los operadores de los atentados de Buenos Aires fueron miembros del grupo secesionista beluche iraní oriental de Los Muhaidines del Pueblo (Mohahedin El Kuods = MEK) que, según refieren todas las publicaciones especializadas, no son musulmanes, sino mazdeistas, y reciben, desde 1979, apoyo en información, dinero y armamentos provenientes de El Mossad y de La CIA. Right?  

Siendo así, es obvio que aunque la colectividad judía de la Argentina esté que trina por la decisión de Cristina de inciar charlas diplomáticas informales con el gobierno salafista de Irán, la Argentina debe honrar el mandato constitucional (no cristinista) de afianzar relaciones de paz y comercio con todas las potencias extranjeras (sic), en base a tratados y convenios regidos por el derecho de gentes (léase: de ius gentium = el derecho internacional público).

Lo que se busca es recrear la confianza que debe reinar entre dos naciones civilizadas, que son miembros de la ONU, y que tienen pendiente de resolución satisfactoria, una cuestión que, justamente, obsta a la confianza internacional, que son los procesos judiciales argentinos, que involucran al gobierno de Irán, aunque la verdad sea que lo único cierto es la duda de si fue el gobierno salafista de Teherán o la oposición secesionista guerrillera del Beluchistán, ayudada por quienes no aman a Irán. 

Si las charlas informales prosperaran, se podría comenzar a conversar formalmente, sobre la propuesta argentina de tramitar el juicio en un tercer país neutral, dándonos la oportunidad histórica de saber la verdad, y si la verdad fuera que el gobierno salafista de Irán es inocente, restablecer la relación bilateral sobre la base de la reconciliación de las dos naciones, y que se caguen Israel y los EEUU si no les gusta, porque de estas charlas informales, que recién se inician, podría surgir una verdad sumamente desprestigiante para esas dos potencias misilístico nucleares anti iraníes. No sé si… 

Así que, que me disculpe la gente de la cole, pero yo, que no soy kirchnista ni lo querio ser, a Cristina, en esta, le doy la derecha, porque ya lo decía Cicerón, que un imperio no es la obra de una sola mujer, ni el sacrificio de una sola generación. ¿Verdad? 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario