El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 1° de Octubre de 2.012.
Le Doy
La Derecha
Por Rubén Vicente
Además
de ser un patricio que fue miembro de senado romano, Cicerón era un gran
jurista y, sobre todo, un filósofo de la cosa pública, es decir, de la res
publicae (léase: la república), de la que Aristóteles decía que es un sistema
de gobierno del estado que combina, de manera equilibrada, elementos
propios de las formas puras de la monarquía, de la aristocracia y de la
democracia, porque aclaraba que si sólo fuera democracia, en realidad, sería
demagogia.
Como
si supiera de la república romana no iba más, después del magnicidio del primer
emperador que no llegó a ser coronado (César), mientras intentaba restaurar los
antiguos valores del gobierno no personalista, se ve que Cicerón tuvo un lapsus
linguae, o algo por el estilo, porque se le escapó una frase que, para mi, lo
hizo inmortal: “Un imperio no es la obra de un solo hombre, ni el sacrificio de una
sola generación” (sic).
Él
hablaba de Roma, pero la verdad es que esa idea es auténticamente válida en
todo tiempo y lugar, siéndole aplicable tanto a Irán como a la Argentina,
obvio.
Irán,
que es Irán desde 1923, porque siempre fue Persia, tiene una historia dos veces
y media milenaria, y sólo en los últimos treinta y tres años (33), es decir, en
el último uno coma treinta y dos por ciento de su historia (1,32%) es una república sagrada,
gobernada por la ideología del marxismo islámico (el islamismo marxista = el
fundamentalismo = el salafismo).
Y
la Argentina nació de la amalgama de los pueblos orginarios de América con la
nación española, dando como producto evolutivo una síntesis que Juan Agustín
García dio en llamar con el nombre de la ciudad indiana, es decir, la
polis hispanoamericana, donde lo americano es el componente indígena, obvio.
Y
está más que claro que la nación argentina, medida en tiempos históricos, está
en la infancia, y por eso, no le podemos exigir a una chiquita, que está en la
etapa de aprender cómo es la cosa probando si es o no es divertido jugar con
sus juguetes, que ya mismo sea adulta y responsable. ¿Verdad?
Y
si, porque la madurez viene con el aprendizaje y, a veces, se aprende a los
golpes, y en la historia argentina ya hubo varios, empezando por la revolución
de mayo que nos vio nacer, claro está, igual que en Persia, que en Roma y que
en todos lados porque, repito con Cicerón, que un imperio no es la obra de un
solo hombre, ni el sacrificio de una sola generación.
Pero
la Argentina, a pesar de estar en la infancia, tiene una gran madre bendecida
por la divina providencia, que es su tierra, y tiene un gran padre rector, que
sabiamente equilibra el personalismo de los caudillos, con la
participación de los notables y con libertad del pueblo, que es el estatuto
fundamental (léase: la constitución nacional).
Y
la constitución dice, desde hace casi ciento sesenta años (160), que no es mucho, pero tampoco es
poco, que el gobierno federal debe afianzar relaciones de paz y comercio con todas las potencias
extraneras (sic).
Por
eso, ni bien se pudo, Irán y la Argentina establecieron relaciones económicas,
diplomáticas y militares, es decir, relaciones geopolíticas, reguladas
por tratados y por convenciones internacionales, con arreglo al derecho de
gentes, que se basa en los principios de igualdad soberana de los estados y de
no ingerencia de ningún estado en los asuntos internos de otros estados.
Argentina
está indirectamente relacionada con Irán (léase: Persia) desde que Persia era
un sultanato del imperio turco (léase: el imperio otomano), en el siglo
diecinuve y, directamente, desde su independencia, coetania con la gran guerra
mundial (1914-1918).
Ambas
naciones formaron parte del Movimiento Solidarista Mundial (MSM), con sede en
la ciudad sueca de Mälmo, primero liderado por los EEUU y luego por Alemania
(1921-1945), y ambas naciones se incorporaron a la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), liderada por los EEUU, secundados por La Unión Soviética, Gran
Bretaña, Francia y China.
Y
desde 1959, Irán y Argentina, sin dejar de ser miembros de la ONU, se
incorporaron al Movimiento de los No Alineados (MNA), también conocido como El
Grupo de los Setenta y Siete (G-77), primero liderado por La Francia Gaullista
y después por La China Maoista.
En
ese contexto, durante el gobierno radical de Arturo Humberto Ilia (a) La
Tortuga (1963-1966), su magestad, el monarca del imperio iraní, Mcl. IRA ® Dr.
Dn. Muhammad Reza I Pathlevy Ariamehr (a) El Shah, fue recibido en visita
oficial por La Tortuga.
Se
firmaron convenios económicos, de provisión de carnes, cereales y miel
argentina a cambio de petróleo iraní, que empezabamos a necesitar, porque se
había perdido el autoabastecimiento energético, por la denuncia de los
contratos de concesión a empresas privadas estadounidenses, británicas y
francesas.
Pero
lo decisivo de esa visita histórica fue que el shah le contó a la tortuga que
la nación de los persas, había lanzado, nada más ni nada menos, que El Plan
Nuclear Iraní (PNI), destinado a la producción de electricidad y de radioisótopos
de uso agronómico y médico (léase: los fines pacíficos); que ya requería pasar
a la etapa tecnológica de la ingeniería nuclear, pidiéndole a la tortuga que
los primeros físicos nucleares iraníes se formaran en las aulas de la UBA y de
la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
Desde
entonces, Irán y la Argentina están unidas por un tema que es clave para todas
las naciones subdesarrolladas, como es la energía atómica, garantizadora no solo
del autoabastecimento energético, sino tambén, de la independencia económica de
ambos paises, frente a la sempiterna dependencia imperialista del primer mundo,
obvio.
Y
en 1979, el gobierno militar argentino (Videla), lanzó El Plan Nacional
Satelital (PNS), que implicaba aprovechar toda la experiencia tecnológica
exclusivamente nativa, en el proyecto de diseño, de construcción de las piezas,
de ensamble de las mismas, de prueba experimental y de posterior fabricación
industrial de un misil de alcance intermedio, destinado a la puesta en órbita
de los propios satélites argentinos de comunicaciones y de meteorología.
Ya
durante el gobierno radical de Raúl Alfonsín (1983-1989), la crisis del oro de
1982, que forzó una drástica reducción del gasto público militar en materia de
investigación y desarrollo (I+D), que se paleó coyunturalmente de una manera brillante,
en base a la cooperación sur sur, firmándose convenios con las repúblicas
de Irán, de Irak, de Siria y de Egipto, tendientes a convertir el futuro misil
argentino en uno nuevo, de carácter pentanacional.
Misiles
lanzadores de satélites y energía nuclear. Dos temas de importancia crítica, si
de lo que se trata, es de zafar del subdesarrollo que nos pretende imponer el
imperialismo.
Lamentablemente,
la hiper de 1989, dejó al país sin manera de sostener con su propia guita los
proyectos tecnológicos liberadores de nuestra nación, y bajo Memen, hubo que
hacer el sacrificio patriótico de renunciar a las aspiraciones misilísticas
compartidas con esas cuatro naciones musulmanas del cercano oriente, cancelándose
El Proyecto Misil Condor II.
Y
recién entonces, luego de más de un siglo de fructíferas relaciones, vinieron
los atentados terroristas de 1992 y 1994 (léase: La Embajada y La Amia), y les
puedo asegurar con pleno conocimiento de causa, que hoy por hoy, no existe ni una
sola prueba indubitale y fehaciente, que demuestre palmariamente que el
gobierno salafista de Irán fue el que decidió ambos atentos.
Más
bien, hay indicios graves, precisos y concordantes, que autorizan a fundar válidamente
la presunción de que los operadores de los atentados de Buenos Aires fueron
miembros del grupo secesionista beluche iraní oriental de Los Muhaidines del
Pueblo (Mohahedin El Kuods = MEK) que, según refieren todas las publicaciones
especializadas, no son musulmanes,
sino mazdeistas, y reciben, desde 1979, apoyo en información, dinero y
armamentos provenientes de El Mossad y de La CIA. Right?
Siendo
así, es obvio que aunque la colectividad judía de la Argentina esté que trina
por la decisión de Cristina de inciar charlas diplomáticas informales con el
gobierno salafista de Irán, la Argentina debe honrar el mandato constitucional
(no cristinista) de afianzar relaciones de paz y comercio con todas las
potencias extranjeras (sic), en base a tratados y convenios regidos por el
derecho de gentes (léase: de ius gentium = el derecho internacional público).
Lo
que se busca es recrear la confianza que debe reinar entre dos naciones
civilizadas, que son miembros de la ONU, y que tienen pendiente de resolución
satisfactoria, una cuestión que, justamente, obsta a la confianza
internacional, que son los procesos judiciales argentinos, que involucran al
gobierno de Irán, aunque la verdad sea que lo único cierto es la duda de
si fue el gobierno salafista de Teherán o la oposición secesionista guerrillera
del Beluchistán, ayudada por quienes no aman a Irán.
Si
las charlas informales prosperaran, se podría comenzar a conversar formalmente,
sobre la propuesta argentina de tramitar el juicio en un tercer país neutral, dándonos
la oportunidad histórica de saber la verdad, y si la verdad fuera que el
gobierno salafista de Irán es inocente, restablecer la relación bilateral sobre
la base de la reconciliación de las dos naciones, y que se caguen Israel y los
EEUU si no les gusta, porque de estas charlas informales, que recién se
inician, podría surgir una verdad sumamente desprestigiante para esas
dos potencias misilístico nucleares anti iraníes. No sé si…
Así
que, que me disculpe la gente de la cole, pero yo, que no soy kirchnista ni lo
querio ser, a Cristina, en esta, le doy la derecha, porque ya lo decía
Cicerón, que un imperio no es la obra de una sola mujer, ni el sacrificio de
una sola generación. ¿Verdad?
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de
Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero
que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería
catastrófico.
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