El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 31 de Julio de 2.012.
El Anarquismo II
Por Rubén Vicente
Exactamente el viernes diecisiete
de octubre de 1760, con el sol en la constelación de la balanza (libra) y la
luna en la casa del caballo (léase: virgo), mientras la cristiandad celebraba
la festividad de San Ignacio de Antioquía, en su castillo feudal borgoñon-picardiano,
su alteza, el duque de Rouvroy y conde de Saint Simón, Cap. Gral. RW ® Dr.
Gaspard Henry Babeuf, de cuarenta años de edad, junto a su mujer plebeya, Mlle.
Jaquelline Caravel, de sólo dieciseis años de edad (léase: hijita querida, ja
ja já), se convirtieron en los felices padres de mellizos católicos apostólicos
romanos (léase: los pájaros de mal agüero) que, por orden de llegada al
mundo, son fueron bautizados bajo los nombres de Claude Henry Caravel Babeuf y de
François Noel Caravel Babeuf.
El mayor (Claude Henry)
haría la primaria y el secundario con los ex jesuítas expulsados ma non tropo
(léase: los molotinos) y luego se graduaría como licenciado en filosofía, con
diploma expedido por la Universidad de París (Le Sorbone). [3]
Desde entonces, como si
algo malo le hubiera sucedido durante sus años en la facultad, el Lic. Babeuf
regresó a su castillo familiar de La Picardía y no salió de allí por varios
años, hasta que murió su padre, heredando sus bienes patrimoniales y sus
títulos de la baja nobleza (léase: la hidalguía), convirtiéndose entonces en El
Conde de Saint Simón, que fue una de las personalidades más interesantes
del período de la revolución francesa.
Siguiendo las
enseñanzas de su filósofo favorito (René Descartes), El Conde de Saint Simón
fue el primero que aplicó la filosofía al estudio sistemático de la
comunidad de los individuos (los varones, las mujeres, los niños y los
ancianos) que trabajaban como siervos es su propiedad feudal, pero también, a
los burgueses con los que convivió mientras estudió en la capital francesa.
Y en ese contexto, a
sus estudios, completamente despojados de valoraciones éticas, morales,
políticas, jurídicas y religiosas, los llamó con el nombre de el dogma de la
comunidad, que posteriormente sería rebautizado como la ciencia de la
sociedad, es decir, la sociología,
claro está. ¿Qué?
Es cierto, Saint Simón
fue el primero de los tres precursores de la sociología, junto con su
dilecto alumno (Augusto Compte) y con el discípulo (Pierre Prohudom).
Eso cualquier
estudiante de sociogía lo sabe desde primer año; pero ni en esa carrera
universitaria contemporánea, ni en la historia de la revolución francesa, se
sabe mucho acerca de la vida, obra y milagro de el hermano menor de Saint
Simón, es decir, del Lic. François Noel Caravel Babeuf (a) Graco. [4]
Igual que su hermano
mayor (Saint Simón), Graco también hizo la primaria y el secundario con los
molotinos de La Picardía, para luego graduarse como licenciado en derecho civil
(de ius civile) en La Sorbona, para después volver al castillo familiar; pero
hasta que se pudrió de vegetar leyendo esas boludeces que tanto le aspasionaban
al hermano, optando él por pedirle a su padre un par de bolsas de oro,
renunciando a toda pretensión hereditaria; y se marchó de su hogar, contento y
feliz de la vida, rumbo a París, pues su objetivo era salir a conocer el mundo
entero (orbis), porque él se sentía, sinceramente, un hombre de acción, aunque la
idea de la guerra le diera cosita.
Pero en el trayecto ecuestre,
Graco paró en una posada del pequeño ducado de Péronne, en donde se hospedó esa
noche. Tomó la habitación, dejó sus cosas, bajó al comedor y la sirvienta le
puso frente suyo cerdo asado, endivias hervidas y vino tinto. Después de
contemplar las ancas de la risueña jovencita, empezó a cenar tranqui, hasta que
se le sentó en la mesa un viejo, muy grande y fornido, con cara de loco pero muy
simpático, que le empezó a contar una sarta de pavadas verdaderamente
antológicas.
Que había peleado en La
Guerra de los Siete Años (léase: la cuarta guerra mundial); que lo capturó el
enemigo; que lo tuvieron dos años preso; que allí aprendió a comer comida de
esclavos; que también le convidaron para que fume el elixir del oriente (léase:
el opio); que desde que lo liberaron se retiró del cuerpo francés (l´ armée)
del ejército sacro imperial (das reich wehrmatch); que ahora vivía de su retiro
militar y de lo que le dejaba la posada; que se movía a la mocosa que sirve la
mesa, y no sé qué otras cosas que a Graco, verderamente, lo dejaron fascinado.
Ah, el tipo decía que
él era amigo personal de su magestad, el monarca de El Gran Imperio Francés (Le
Plus Grand France), Gn. Mcl. RW ® Dr. Luis XVI Borbón (a) Le Roi (a) El Sacro
Emperador (a) El Satanista (31), al que le había elevado un documento de su
autoría proponiéndole llevar a cabo algunos de sus proyectos de gobierno.
Cuando Graco quiso
saber quién era, el viejo se paró, se cuadró, taconeó y le gritó como un
desaforado, como si estuviera de uniforme, pero mirándole el traste a la
posadera con los ojos desorbitados: "Oh,
discúlpeme, detesto las formalidades, pero me presentaré como corresponde. Señor,
está usted frente a su alteza, el duque de Péronne, conde de Montdidier y
marqués del Somme, Myr. Gral. RW ® Arq. Antoine Agustin Parmentier (Clase 1737),
encantado" (sic). ¡Fáaah…!
La verdad, es que Graco
estaba deslumbrado con El Marqués del Somme, pero el día había sido largo y se
sientía ferozmente cansado, pero nada, porque el viejo seguía como un loro
barranquero, contándole su proyecto de organizar en su marquesado el cultivo de
las especies americanas del centeno, el maíz, las papas, las batatas y la mandioca,
que comen los indios; agregando que también pensaba financiar la construcción de
un establecimiento artesanal, destinado al faenamiento de ganado vacuno y
porcino, que produciría carne salada secada al sol (léase: el tasajo = el
charque), para su provisión regular al cuerpo francés (la marine de guerre) de
la armada sacro imperial (das krieg marine), que alimenta a sus marineros con
esa comida espantosa, ah, y también quería ver la forma de extraer azúcar de
las remolachas … ¿Cómo?
Graco ya estaba
descompuesto del sueño, pero El Marqués del Somme lo despiertó cuando le
preguntó a qué se dedicaba. La verdad, es que era una muy buena pregunta,
porque en realidad, Graco no hacía nada de nada, ni sabía muy bien qué era lo
que quería hacer con su joven vida, salvo rascarse el higo, y por eso, le salió
de inventar que él se quería irse a vivir a París, para convertirse en el
hombre más rico del mundo, y así tener el dinero suficiente para hacer lo mismo
que hicieron los romanos en el siglo primero antes de Cristo, que fue la
reforma agraria.
El viejo se quedó
atónito, explicándole que su proyecto era convencer a Luis XVI de llevar a
cabo, justamente, la reforma agraria, asegurándole que la memoria que le
ha enviado la firmó con el pseudónimo de Graco, que es el sobrenombre de Graco,
pero mirá vos qué casualidad, oh lá lá.
Y si me dijeran que
estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] Luego de
ser expulsados de los imperios francés, español y portugués, los jesuitas se
transladaron a los países protestantes del norte del viejo continente y al
oriente (cercano y lejano), donde aprendieron el arte del cultivo de la
ampapola adormidera y de la agroartesanía de el opio. Pero en Francia fingieron abandonar los hábitos,
uniéndose para conformar una nueva asociación civil sin fines de lucro, que
comenzó a girar bajo la razón social de Los Hermanos Molotinos, con domicilio
legal en la capital francesa; obteniendo luego una concesión pública de
refacción y de administración de la ex basílica jesuítica de San Jacobo de
París, de donde a la rama parisina de los molotinos les vendría el nombre de los
jacobinos quienes, como es bien sabido, fueron los númenes de la segunda
revolución francesa (léase: la revolución republicana terrorista de
Robespierre). Conste.
[4] En el
año cien antes del principio de la era cristiana, estalló la guerra civil
romana, entre los patricios y los plebeyos, siendo estos últimos liderados por
Los Gracos, que bregaban por la
reforma agraria. Ups.