domingo, 2 de septiembre de 2012

360 Historia (Argentina)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000360 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 2 de Septiembre de 2.012.





Los Conquistadores V
Por Rubén Vicente 

En el año de 1530, en la ciudad española de Pontevedra, sobrevino el nacimiento de un varón católico apostólico romano (el primogénito) que fue bautizado bajo el nombre de Pedro Sarmiento y Gamboa.  

Se cree que curso la escuela primaria y el colegio secundario de su ciudad natal, obviamente, en un establecimiento confesional, que podría haber sido administrado por los dominicos, graduándose luego como licenciado en naútica, con diploma expedido por La Real Escuela Española de Navegación Oceánica. Por eso sabía cosmología y geología, que incluía conocimientos de geografía y de cartografía (1552). 

Se incorporó al cuerpo español (léase: la armada invencible) de la marina de guerra sacro imperial (das reich krieg marine), con el grado de guardiamarina, comenzando a prestar servicios en el arma de infantería naval, siendo destinado a la base naval de Pontevedra. 

Cuatro años más tarde (1556), lo ascendieron al grado de teniente de corbeta, siendo redestinado a la base naval neo española de Veracruz. Dos años más tarde (1558), no sabiéndose muy bien por qué, pero lo cierto es que habría estado bajo la mira de la sección neo española de El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, sus superiores habrían decidido su traslado a la base naval neo castellana de Lima. 

Diez años más tarde (1568), el Cap. Cta. RKM Lic. Dn. Pedro Sarmiento y Gamboa (38), lideró una de las naves de la flota española que tuvo a su cargo el cumplimento de la misión de descubrir y de explorar las ínsulas de El Pacífico Sudoriental, alcanzando los piélagos de Las Vanuatú y de Las Salomón, pertenecientes al reino neo aragonés de Las Marquesas, donde tomó contacto los maoríes (léase: los all blacks = los hawaianos), para luego regresar a La Nueva Castilla, por el puerto de El Callao (1569).

En los siguientes cinco años (1570-1575), le fue encargada la misión de recorrer todo el reino indiano de La Nueva Castilla, integrado por los principados de El Brasil Oriental, de El Perú, de El Alto Perú, de Chile, de El Tucumán y de El Río de la Plata, colectando datos geográficos, demográficos y económicos, con el objetivo de documentarlos, registrarlos, archivarlos y transmitirlos al gobierno de Santo Domingo. 

Por su cuenta, el Cap. Nav. RW Lic. Dn. Pedro Sarmiento y Gamboa escribió su primera obra literaria (de opera prima), titulada con el nombre de La Historia Incaica, cuyo original fue remitido a su majestad (Felipe II) en 1572. 

En 1579, Sarmiento y Gamboa fue comisionado para zarpar con dos navíos desde el puerto de Lima, con la misión de apresar la flota inglesa liderada por el Cap. ERN Dr. Francis Drake (36). Seis meses más tarde, regresó sin haber podido interceptarlo. 

Pero en 1580, su majestad, el monarca del reino indiano de La Nueva Castilla, Myr. Gral. RW ® DrDn Fernando Alvarez de Toledo (73), emitó un decreto (de pragmaticae = la pragmática) en cuya virtud dispuso el ascenso de Sarmiento y Gamboa al grado de vicealmirante, encomendándole la misión de explorar el marquesado rioplatense de La Patagonia, emplazando fortines en La Isla Grande de La Tierra del Fuego, otorgándole el título de primer adelantado. 

Partió en diciembre de 1581 con veinticinco navíos (25) y con dos mil quinietos efectivos (2.500) desde Lima. Hizo escalas en Valparaiso y en Valdivia, para luego proseguir hacia el sur, hasta alcanzar la boca occidental de El Estrecho de Magallanes. 

En la isla grande de La Tierra del Fuego hizo contruir dos fortines, que fueron bautizados bajo los nombres de En el Nombre de Jesús (léase: Río Grande) y de El Rey Don Felipe (léase: Ushuaia), repartiendo en ambos unos trescientos cincuenta efectivos (350).

Regresó a Lima en 1584, Sarmiento y Gamboa informó las novedades a las autoridades neo extremeñas, neocastellanas, indianas, españolas y sacro imperiales, que lo convocaron a Viena, donde fue ascendido al grado de almirante, encomendándosele la dirección general de El Sistema de Flotas y Galeones, que unía las ciudades de Cadiz, Santo Domingo, Veracruz, Acapulco, Honolulu, Manila, y viceversa.  

Pero falleció en alta mar, cerca de Lisboa, el diecisiete de julio de 1592. Dejó una memoria, que fue conservada por los frailes de la orden de los dominicos, en la cual el Alte. RKM Lic. Pedro Sarmiento y Gamboa relató una vivencia no declaró en sus informes oficiales. 

Dijo que, mientras exploraba La Patagonia, llegó a un muelle atlántico que se llamaba con el nombre de El Puerto de San Julián. Allí convivían pacíficamente ex tripulantes de las flotas de Magallanes y de Drake, que habían tenido hijos con indias tehuelches, que lo llevaron al interior, mostrándole una gran cueva, que ellos llamaban con el nombre de La Caverna de las Manos, donde el Alte. Sarmiento y Gamboa juró por Dios, por Nuestro Señor Jesucristo y por La Santísima Virgen María, que el jefe mestizo de esa patrulla le permitió contemplar, nada más ni nada menos, que el caliz sagrado de la última cena (léase: el grial sagrado = el santo grial). 

Realmente es un gran misterio de la historia universal, porque La Memoria de Sarmiento y Gamboa está oficialmente desaparecida, conociéndose su texto por las notas decimonónicas de su excelencia, el señor cura de la parroquia francesa languedotina de Rennes Le Chateaux, Pe. Berenger Sauniere. 

La cuestión es que, gracias a cinco tipos que se la jugaron entera (5), como fueron Juan Díaz de Solís, Sebastián Caboto, Pedro de Mendoza, Juan Nuñez de Prado y Pedro Sarmiento y Gamboa, nosotros hoy podemos decir que fue por ellos que empezó la historia de esta nueva y gloriosa nación que es La Argentina, porque para los demás, que vinieron rezagados, la cosa fue mucho más fácil, y por eso les quise dedicar esta serie de artículos titulada con el nombre de Los Conquistadores, nada más, claro está. 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
 

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