El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 24 de Septiembre de 2.012.
El
Dinero V
Por Rubén Vicente
A
lo largo del siglo dieciocho (el siglo de las luces) se fue imponiendo
gradualmente el patrón plata – libra esterlina, mientras la santa sede,
el sacro imperio, los tesoros nacionales de Portugal, de España y hasta de
Francia iban perdiendo peso monetario, financiero y económico, siempre gracias
a la maldita emisión de billetes sin realdo en metálico (léase: la inflación),
y a su concecuencia, que era el aumento constante y exponencial de los precios,
los salarios, las tarifas, los cánones, los tributos y las multas (léase: la
carestía), que causaba la cesación de pagos, la cesación del crédito, la
quiebra industrial, el default financiero y el colapso político (léase: la
bancarrota nacional).
Eso
no ocurría en Gran Bretaña, y esa era la razón fundamental por la cual
la libra esterlina británica fue la moneda del comercio mundial a lo
largo de todo el siglo diecinueve (el siglo de la industria).
Y
además, el mundo entero (orbis) pagaba el libras esterlinas británicas los
productos industriales británicos, basados en la alta tecnología británica,
haciendo que la humanidad comprendiera que esta viviendo en un mundo
británico (de mundis britanensis).
Todos
lo entendieron, y por eso todos trataron de hacer exactamente lo mismo
que Gran Bretaña, en todos los órdenes materiales (léase: monetario, financiero
y económico), y por eso, fueron surgiendo competidores, como fueron
Japón, Rusia, Alemania y los EEUU.
Fue
entonces cuando se encontró oro en California, que fue a parar a los bancos
privados estaduales, que se unieron para conformar bancos privados
interestaduales de alcance regional, en número de doce (12), que se unieron
para formar un banco central estadounidense, conocido con el nombre de El
Sistema de la Reserva Federal (léase: La Fed).
La
Fed fue creada en 1913. Los doce presidentes que componen La Junta de
Gobernadores de la Fed (12), le proponen una terna formada por ellos mismos al
presidente de los EEUU, que nombra a El Presidente de la Junta de Gobernadores
de la Fed.
O
sea que La Fed es un banco central privado, pero cuyo presidente es elegido por el jefe del estado
norteamericano. Ah, y a además, el oro del pueblo estadounidense lo tine el
gobierno, guardado en Fort Knox, y no en La Fed, ojo.
Y
otra cosa más. El oro de Fort Knox respalda el valor de la moneda nacional
estadounidense (el dólar), que es es fabricado por cinco concesionarias
privadas del gobierno de Washington DC, que reparten los billetes, justamente,
en doce series (12), cada una con una letra identificatoria del banco regional
dependiente de La Fed que los pondrá en circulación.
Y
lo último. La Fed tiene poder para modificar las tasas, activas y pasivas, de
descuento y de redescuento, pero las nuevas emisiones de dólares billete y la
fijación del tipo de cambio entre el dólar y las monedas extranjeras las fija
el congreso de los EEUU.
Todo
eso, sumado la responsabilidad fiscal, a la libertad de mercado a ulranza y a
la alta tecnología norteamericana, que después de La Gran Guerra Mundial
(1914-1918) ya había superado a la británica em cantidad, calidad y precio, y
a todas, fueron los factores que hicieron que, luego de La Segunda Guerra
Mundial (1939-1945), el patrón plata – libra esterlina, fuera reemplazado por el
nuevo patrón oro – dolár estadounidenese.
Y
la libra esterlina británica de plata, que pesaba cuatrocientos sesenta y seis
gramos cada una (1 £ = 466 grs. c/u), fue
sustituída por la onza troy, de sólo treinta y uno, coma un gramos cada una (1 OT = 31, 1 grs.
c/u), estableciéndose una paridad entre el metal amarillo y el billete verde de
treinta y cinco dólares por cada onza troy (1 OT = U$S 1,00).
¿Y las
gemas? Bien gracias, porque quedaron siendo piezas de colección para las
mujeres de los magnates y para la artesanía de la orfebrería.
De esa manera, desde 1945, el mundo entero (orbis) ya
no es un mundo británico (de mundis britanensis), sino más bien, un nuevo
mundo estadounidense (de novus mundis americanensis).
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería
que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en
el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional
de la República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de
Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero
que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería
catastrófico.
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