El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 7 de Septiembre de 2.012.
Avellaneda V
Por Norberto Pedemonte
En
el cierre de las sesiones parlamentarias de 1879 el presidente Avellaneda
abordará el tema de La Capital de la Nación, solicitando que sea tratado en las
del año entrante. Según su opinión, Buenos
Aires debía ser la capital federal de la República. Después de un tiempo adecuado de información
a la opinión pública, que ésta se manifieste en favor o en contra.
Para
fin de año la tensión entre Roca y Tejedor sube. Buenos Aires amenaza
nuevamente con la seseción y promete apoyo a los que quieran levantarse contra
los gobernadores adictos a Roca.
Se
reunen Avellaneda y Tejedor, y aprueban el retiro de las tropas de la ciudad y
la desmovilización de las milicias bonaerense.
El pacto se cumple parcialmente. Días más tarde, con violencia hacia la
oposición, el gobernador triunfa en las elecciones y ahora posee mayoría en
ambas cámaras.
El
11 de abril se vota para presidente en todo el país. Roca consigue 161 electores contra 61 de
Tejedor.
El
18 de abril rifleros de Tejedor tirotean la casa de Avellaneda. Pocos días
después el presidente dirigirá un mensaje al ejército: “El ejército no obedece al hombre, no tiene pactos con los partidos, sino
que pertenece a la Nación para defender su integridad, su gobierno y sus
leyes”.
Para
mayo, el legislativo provincial autoriza al ejecutivo para gastar 50 millones
de pesos para la compra de armas para las milicias bonaerenses. Para tener una idea de este monto baste decir
que las rentas de todo el año del gobierno nacional fueron de 18 millones
(1879).
Los
diputados nacionales son amenazados, tiroteados y golpeados. El 28 de ese mes
se repatrían los restos de San Martín.
Ante el colosal recibimiento el Presidente destacó: “Los
despojos mortales del Gran Capitán, que vienen desde lejanas regiones,
conducidos por la gratitud de su pueblo.
Están cubiertos, no con el paño del sepulcro, sino con la bandera que su
brazo tremoló victoriosa en los Andes y que es el sudario de su gloria... Señor, proteged la independencia de nuestra
patria y la Santa integridad de su territorio contra todo enemigo extraño. ¡Que vuestro brazo invisible trace murallas
de fierro en las fronteras para que la bandera que hicisteis flamear en
las cumbres más excelsas de la tierra,
no sea jamás uncida al carro de un vencedor!”
El
1° de junio, Tejedor trae desde Montevideo, 5000 fusiles y 500.000 cartuchos.
El 2, Avellaneda se traslada hasta la Chacarita de los Colegiales, donde se
halla acampado el Regimiento 1 de Infantería del Ejército Argentino, al mando
de Manuel Campos.
Al
día siguiente se instala en el barrio de Belgrano junto con los Reg. 1 y 11, y
proclama. “El gobernador de Buenos Aires se ha alzado abiertamente en armas
contra las leyes de la Nación y sus poderes públicos...Pero debo evitar también
que la Nación y su gobierno desaparezcan
por la desobediencia de sus leyes y por la rebelión manifiesta... Voy a
mover los hombres y las armas de la Nación, a fin de hacer cumplir y respetar
sus leyes. Después de haber empleado pública y privadamente cuanto esfuerzo
estuvo a mi alcance para pacificar los espíritus y contener a todos, dentro de
los lindes de la Constitución, que no puede ser abiertamente violada sin que
desaparezca la paz de los pueblos.”
Y
todo esto es cierto. Movió cielo y
tierra para hallar una solución pacífica y hasta fue despreciado por las partes
al querer evitar un derramamiento de sangre. Pero todo tiene un tope. Es así que va constituir gobierno en
Belgrano.
El
general Arredondo, personaje nefasto, que había recibido el perdón de
Avellaneda cuando debió ser fusilado, le sugiere a Tejedor atacar a las tropas
en Belgrano. El gobernador felizmente se
rehusa.
También
para las tropas bonaerenses figuraban los coroneles I. Arias y Julio Campos.
Por orden de Avellaneda se convoca a los regimientos de todo el país. Los trenes eran insuficientes para
transportar tanta tropa.
Roca
envidia a Avellaneda por la gloria que le espera por una victoria segura. A Avellaneda se lo nota sereno, firme, pero
también, un poco melancólico. Las luchas se iniciaron el 12 de junio, pero el
apogeo del combate se registra el 21, con alrededor de 3.000 bajas en ambos
bandos. Las tropas nacionales rodean a
las milicias bonaerenses. Mitre asume el
mando del ejército porteño. Ahora el
éxito es 100 % seguro.
Por
sugerencia de Mitre, Tejedor decide rendirse.
El 30 de junio renuncia como gobernador y acepta el desarme. Se dejan cesantes a los legisladores que
permanecieron en Buenos Aires durante el conflicto. Se interviene la provincia
de Corrientes, copartícipe del alzamiento.
El
11 de agosto el congreso nacional, disuelve la legislatura porteña. El 12 Avellaneda renuncia al sentirse
desautorizado. El 13 su renuncia es
rechazada. Veta la ley de disolución,
pero el congreso rechaza el veto.
En semejante contexto de conflicto de poderes
nacionales, de Dr. Avellaneda escribe: “El
jefe actual de la Nación puede haber cometido muchos errores en sus actos
políticos o en sus resoluciones administrativas, porque no pretende una
infabilidad que nadie tuvo ejerciendo estas mismas funciones. Pero está seguro de dejar con honor el alto
puesto que ha desempeñado, siempre con patriotismo elevado y con conciencia severa,
en medio de las situaciones más azarosas”.
El
24, presenta el proyecto de Capital
definitiva para la República. “Es inútil preguntar si es o no oportuno, lo
que es inevitable y necesario.”
El
20 de septiembre se aprobó el proyecto de Buenos Aires, Capital de la República
Argentina. El
26 se vota en la provincia para elegir a
las nuevas autoridades legislativas.
Su Continuación en la Función Pública
El
12 de octubre de 1880, a las 14 hs., asume Julio Argentino Roca como Presidente
de la República. Había finalizado el
mandato de Avellaneda: “Una luz entre dos tormentas”, ya
que se inició con una guerra y finalizó con otra.
El
4 de diciembre, Roca promulga la ley provincial que cede el territorio de la
Capital al gobierno nacional.
Avellaneda
estaba enfermo. Demasiados trabajos en
tantos años lo habían desgastado. Eso, aunado a las tensiones de las
revoluciones, y a los desórdenes alimentarios, le causó El Mal de Bright
(léase: nefritis crónica), que incluía un sinfín de síntomas desagradables.
Pero
el ex presidente sigue trabajando, y en enero de 1881, es designado conjuez de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En marzo se lo elige rector de la
ahora nacionalizada Universidad de Buenos Aires. En dos meses comenzará a cambiar las
facultades, otorgándoles nuevos planes y materias, restablece las estadísticas
universitarias, fija los requisitos para la admisión de estudiantes extranjeros
y presenta al ejecutivo el presupuesto anual que incluye un aumento de sueldo
para los docentes.
En
una palabra, quiere cambiar todo. La
autonomía universitaria, con sus estatutos, las atribuciones del rectorado, la
elección de profesores por concurso, y
la creación de un fondo para la autogestión.
“Son estas clases de
establecimientos la gloria de la Nación, porque dan testimonio de su progreso
intelectual y de su vivo interés hacia la humanidad”.
En
julio de 1882 es enviado extraoficialmente a Brasil para solucionar las
asperezas que surgen entre los dos países por la delimitación de Misiones. Avellaneda se entrevista con el emperador y
logra aflojar las tensiones existentes.
Allí
declarará: “Pero lo que sabemos y
palpamos es la necesidad de la paz; pero no la paz armada del viejo mundo, que
consume estérilmente la savia nacional.
En la mano de Brasil y la Argentina está implantarla en el derecho
americano. La cuestión Misiones es la
prueba peligrosa de la discresión de las dos naciones: Un paso en falso y queda
perdido el afán de medio siglo por la causa de la civilización.”
Tanto
es así que el emperador lo cita diciendo:
“El porvenir de la América es
un misterio y hay que descifrarlo con la concordia y la paz”. Para
luego agregar: “Lleve Ud. esta promesa mía: mientras viva no consentiré la guerra;
necesitamos salvar medio continente y lo salvaremos.”
El
6 de noviembre es elegido senador nacional por la Provincia de Tucumán.
En
enero de 1883 escribe un ensayo sobre Fray Mamerto Esquiú. Es una obra que refleja su madurez
intelectual y literaria. En abril presenta sus ya acostumbradas memorias
anuales sobre lo que se hizo y lo que se debe hacer en la UBA. Ya el fondo universitario cuenta con 15.000
pesos. Además, se está buscando a pedido
de Avellaneda un nuevo predio para la construcción de un nuevo edificio
universitario.
Cuando
asume como senador pide permiso para seguir como titular de la UBA. Como no es empleado nombrado por el
ejecutivo, sino por asamblea, se lo deja continuar como rector.
A
pesar de estar cada vez más enfermo continúa haciendo varios trabajos. Además del de senador y rector, funge como
abogado, periodista, escritor de ensayos y orador en congresos, reuniones
importantes y funerales. Su capacidad de
trabajo es asombrosa, pero su llama se extingue.
Para
mayo presenta en el senado el proyecto de ley de organización de las
universidades nacionales, que contiene todos los aportes creados por él y
las personalidades involucradas en la universidad. En una palabra, se busca la autogestión, para
elaborar los procedimientos, estatutos, otorgamientos de títulos, cuestiones
disciplinarias, elección de autoridades y concurso de profesores, firma de
convenios, etc.. Es simple, porque va a
ser la universidad quien dirija la universidad.
También
de esa época es el proyecto de ley del censo escolar de la República
Argentina. Proyecta que los censos
sean regulares, que se controlen la administración de fondos y, con los
resultados, se pueda ir mejorando la educación: “Vamos a buscar no sólo a los niños en las escuelas, sino fuera de
ellas, los niños que debieran estar en las escuelas.”
Se
decide a compilar su obra de artículos periodísticos , ensayos y escritos
inéditos. Con respecto a la religión en las escuelas no se opone, sino la ve
como algo beneficioso. A lo único que se
oponía era a enseñárselas a los que no profesaban el culto cristiano.
En
el año de 1884 insiste para que el ejecutivo le construya una sede a la
universidad donde pueda albergar a todas las facultades. El fondo universitario
asciende a 40.000 pesos, pero se ve forzado a empezar a tomar licencias por
enfermedad.
Sin
embargo, en 1885 es vuelto a nombrar rector de la universidad. No logra imponer su criterio sobre la
designación de catedráticos. Su postura
es que luego del concurso sea designado el ganador. La del ejecutivo (fogueado por el ministro E.
Wilde) es que el consejo presente el trío de candidatos y aquel elegiría entre
ellos.
El
2 de junio presenta su renuncia a la banca del senado. El 9 viaja a Europa buscando una cura. Lo reciben Carlos Pellegrini, José C. Paz y
A. Del Valle.
Los
médicos que consulta dicen que no hay cura, pero Avellaneda no se entera. Los argentinos en Europa se turnan para
cuidarlo y levantarle el ánimo. El 5 de
noviembre se embarca de regreso acompañado por Del Valle.
Fallece
el 25 de noviembre de 1883, a las 17.45, y sus últimas palabras fueron: “Muero
tranquilo pues nunca he manchado mis manos, ni en la vida pública ni en la
privada, no obstante de las calumnias que he sido objeto. No dejo fortuna. No dejo nada, sino el patrimonio de mi
señora.”
Lucio
V. Mansilla diría de él: “Era pues, este argentino eminente,...el
cerebro quizá más vigoroso del momento en que vivía, el espíritu más amplio, de
radio intelectual más vasto, con más potencia imaginativa y más noción clara de
la ciencia del gobierno y del porvenir de su país.”
Paul
Groussac diría: “Profesor conciensudo y abogado eminente, orador vibrante y eficaz,
ministro dirigente de Alsina y Sarmiento, estadista, por fin, tan amplio como
sagaz, cuya prudencia envolvió siempre en terciopelo su oportuna energía, y con
rara economía de gestos violentos, realizó los actos más graves de la historia
contemporánea: Avellaneda se impuso.”
Queridos
lectores: Espero que lo escrito más
arriba, nos sirva para conocer el pensamiento y la obra de este patriota, y de
alguna manera, nos ayude a pensar para el futuro...
Y
para el presente, les dejo esta perlita de Nicolás Avellaneda: “¿Qué
se saca con las mentiras, con las calumnias, con la imputación recíproca, con
no admitir intención noble, con rechazar por celos todo pensamiento que salga
de lo vulgar? Vamos mal e iremos peor en este camino de las intrigas, de las
pasiones personales y de los cubiletes; empequeñecemos el carácter nacional.”
Bibliografía
Groussac,
Paul. “Los que pasaban” Edit.
Taurus Bs. As. 1972Heras, Carlos. “Presidencia de Avellaneda. Ac. Nac. De Historia. Bs. As. 1964.
Páez de la Torre(h), Carlos. “Nicolás Avellaneda, una biografía. Planeta. Bs.As. 2001.
Santos
Sáez, Carlos; Groussac, Paul y otros.
“Nicolás Avellaneda. Un rayo de luz entre dos tormentas” Edic. Del nuevo encuentro. Bs. As, jun. 2009.
[1]La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]Para uno de Los
Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero
que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería
catastrófico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario