El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 17 de Septiembre de 2.012.
Si Mi Ex Suegra
No Se Hubiera Muerto…
Por Rubén Vicente
Era
tal la perfección estética de obra escultórica (El David), que Miguel Angel
Buonaroti le pegó un martillazo en la rodilla, gritándole parla (sic). Y
las malas lenguas dicen que la estatua habló, o mejor dicho, que le rajó una
soberana puteada, ja ja já.
Y
desde entonces, los artístas creen que los personajes de sus obras tienen vida,
y que pueden sentir y razonar como los seres humanos que las crearon.
Esa
creencia migró hacia la alta tecnología de la primera mitad del siglo veinte,
cuando fue inventado el primer ordenador de la historia universal (coloso),
diseñado y construído por los tecnólogos del ejército británico (1944).
En
una de sus primeras aplicaciones prácticas, coloso logró descrifrar la clave de
encriptamiento de la máquina Enigma de los alemanes. El inventor del algoritmo
desencriptador fue un doctor en matemáticas, llamado Alan Touring.
Touring
estaba obsecionado con la idea de que los ordenadores serían capaces de llevar
a cabo operaciones lógicas, similares a las desarrolladas por los humanos
(léase: la inteligencia artificial).
En
1952 se inventó la válvula fría (léase: el transistor) y los circuitos
integrados (los chips), surgiendo una nueva rama de la alta tecnología,
conocida con el nombre de la electrónica.
Sólo
seis meses más tarde, la firma Toshiba Corporation PLC de Tokio, comenzó a usar
su primera computadora a transistores, que fue sometida a exámenes vinculados
con la determinación del coeficiente intelectual de la inteligencia artificial
de esas máquinas dotadas de motores que hacían el trabajo (léase: los robot),
en el marco de El Experimento Touring.
Se
sometieron a ciento cincuenta ordenadores (150) a unas conversaciones electrónicas
escritas (léase: los e mail) con seres humanos, en donde los segundos no
sabían que los primeros eran robots.
El
resultado de El Experimento Touring fue que el treinta por ciento de los
humanos fue engañado por los ordenadores, creyendo que conversaban con
otros humanos (30%).
Antes
de morir, Touring pronosticó que, hacia el año 2000, la inteligencia artificial
alcanzaría el cenit del ciento por ciento (100%), igualando a la inteligencia
humana.
La
alta tecnología ha avanzado tanto que, sesenta años más tarde (2012), los
robots computarizados han logrado engañar a los humanos al setenta por
ciento (70%), aplicándose a fines específicos tales como, por ejemplo, a los sistemas de posicionamiento geográfico
satelital, a los teléfonos celulares y a los motores de búsqueda de la
Internet.
Sin
embargo, el problema insoluble fue que los tecnólogos no lograban que las computadoras hablen, de modo
que puedan mantener con los humanos conversaciones orales (léase: no
pueden dialogar).
Pero
eso fue hasta el pasado sábado veintitres de junio de 2012, que fue el día en
que los tecnólogos de la facultad de ingeniería de la Universidad de Reading
(Condado de Burkeshire – Principado de Anglia), repitieron El Experimento
Tourging con robots capaces de dialogar con seres humanos, como si
fueran adolecentes de trece años de edad, engañando a los examinadoras a casi el
treinta por ciento (30%).
Esa
maravilla se ha logrado gracias a un nuevo algoritmo, inventado por tecnólogos
rusos, que ha recibido el nombre de Eugenio. Antes de que concluya el siglo
veintiuno, se estima que los robots alcanzarán un nivel de inteligencia
artificial del ciento por ciento (100%), con un grado de madurez adulto,
engañando a la totalidad de sus interlocutores humanos.
Qué
lástima que mi ex suegra, que tenía tan buen humor y con la que tan bien nos llevamos durante más de veinticinco años, murió hace casi siete años, porque si hubiéramos vivido
en el año dos mil cien, yo le hubiera regalado un robot para que converse todo
el día con ella, ja ja já. No sé si ….
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en
el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional
de la República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de
Grecia (Solón) El Cisne Negro es la
alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario