El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 6 de Septiembre de 2.012.
Avellaneda IV
Por Norberto Pedemonte
La Segunda Parte de su Gobierno
Comienza
el año 1877, que trae aparejada la intervención federal a Jujuy. Habían surgido diferencias entre el
gobernador y sus diputados en el nombramiento de un senador. Sólo se interviene si hay un pedido expreso
de uno de los poderes provinciales. Avellaneda
es claro en su posición: “Las intervenciones nacionales son por
naturaleza conservadoras. Van a reponer o sostener, según el texto
constitucional, no a trastornar o subvertir, y no deben por regla general
apartarse de estas condiciones”.
Nuevos
problemas en las elecciones de Buenos Aires, con muertos y heridos. Los alsinistas se hallan divididos. Son separados de sus empleos el diputado Alem
(se le quita la jefatura del Regimiento 7 de la guardia nacional) y a su
sobrino, Hipólito Yrigoyen (se le quita el comando de la policía nacional en el
distrito porteño de Balvanera).
Continúan
los desacuerdos con Chile, que rechaza un tratado con la Argentina.
Para
abril, Avellaneda firma una proclama para juntar fondos y poder, de esta
manera, repatriar los restos de San Martín: “Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden la conciencia de sus
destinos, y los que se apoyan sobre tumbas gloriosas son los que mejor preparan
el porvenir”.
También
en ese mes inaugura una estatua de Mariano Moreno. El Presidente sigue “echando las bases” para
la unión de los argentinos, resaltando las actitudes de sus héroes.
En
su mensaje al Congreso, manifestará: “No podemos decir al adversario: Entre nosotros y vosotros nada hay común
fuera de la tierra que nos sustenta... La caridad es humana, la fraternidad
es patriótica, y la conciliación es un deber cívico, cuando sólo se trata de
vivir en paz, bajo el imperio de la misma ley, puesto que caben
sobradamente dentro de ella todos los disentimientos legítimos.”
La
Reconciliación Nacional
Por
primera vez en la corta historia constitucional de la república, un Presidente
intenta la paz política. Para ello admitirá “sin condiciones” la vuelta
de todos los exiliados y la restitución de los grados militares. Es un acto de grandeza, pero muchos piensan
que la propuesta es demasiado generosa para quienes derramaron la sangre de sus
hermanos.
Pero
este hombre está decidido a llevar a la Nación a lo más alto. Hasta se le atribuirá el no ser muy valiente
por este comportamiento, en un país acostumbrado a obtener las cosas por la
fuerza de las armas. Así lo expresaban sus detractores, como Posse o Arredondo,
incluso Roca diría algo así como: Todos
sabemos que nuestro Presidente no es hombre de pelo en pecho, pero es uno de
las pocas personas que me tienen algo de cariño.
Sin
embargo, las siguientes actitudes presidenciales demostrarán todo lo contrario.
En reunión con Mitre, llegan a un acuerdo.
Se propone entonces integrar al partido nacionalista (léase: mitrista) a
la lucha electoral y al gobierno constitucional, entregándole dos ministerios.
Entonces la conspiración mitrista cesa.
Le
encomienda a su ministro de guerra y jefe del partido más numeroso de la
Provincia de Buenos Aires (Alsina), que se reuna con su principal opositor en
ese distrito (Mitre). Le escribe las
siguientes instrucciones: “Todo lo que sea requerido por parte del
Gobierno Nacional para afianzar la paz pública, garantir los derechos comunes y
asegurar el ejercicio de las instituciones puede decirlo y prometerlo en mi
nombre, para cumplirlo en la medida de nuestas fuerzas”.
Entretanto,
otra tentativa de acuerdo es rechazada por Chile, que intentará aproximarse a
Brasil, rival de siempre de la Argentina. El autonomismo de Alsina se halla
fragmentado, pero el grueso del partido se mantiene con el lider, quien logra
que se proclame un fórmula consensuada con los mitristas (Tejedor-Frías).
No
se imagina Avellaneda lo que va a significar el ascenso de su antiguo
adversario en la legislatura provincial, a quien más de una vez lo derrotó en
las compulsas legislativas.
El
7 de octubre de 1877 se realiza la fiesta de conciliación. Los enfrentados Mitre y Alsina caminan juntos
hasta la casa de gobierno. Allí habla
Avellaneda: “Aunque la pasión nos ciegue, no
volvamos a efectuar actos que caven abismos entre nosotros. No pronunciemos, a
propósito de disensiones transitorias, palabras irreparables. Pero sabed que aunque los actos de gobierno
se elaboran en acuerdo, no son conspiraciones, sino actos generosos, actos
nobles, actos dignos... El pueblo no delibera ni gobierna por sí mismo, ni el
gobierno delibera en presencia de las reuniones del pueblo”.
Para
completar el cuadro por sugerencia de
Alsina, Avellaneda decide intentar la reducción pacífica de los aborígenes. En
diciembre de 1877 se vota en la Provincia de Buenos Aires y triunfa la fórmula
Tejedor-Frías, de la conciliación, quienes vencen a la ahora oposición de los
escindidos (Aristóbulo del Valle y Leandro Alem).
El
29 de diciembre muere Alsina. Al funeral asisten 50.000 personas. Allí expresará Avellaneda: “Había
por fin comprendido que las soluciones de partido no son un interés supremo, y
mucho menos un dogma, y que si es bueno el partido , es mejor la patria”.
Como
siguiente ministro de guerra nombrará al Gral. Brig. EA Dn. Julio Argentino
Roca (a) El Zorro, que va a cambiar radicalmente la política de Alsina con
respecto al indio, y en vez de hacer sucesivas líneas de frontera desperdigando
soldados y expediciones punitivas aisladas, formará una ofensiva hasta sus
mismas guaridas y los empujará más allá del ancho y profundo Río Negro
(sic).
En
febrero de 1878 se firma un nuevo acuerdo con Chile para intentar superar los
desacuerdos. Por primera vez Chile deplora el incidente del Jeanne Amélie y
expresa que no quiso ofender al gobierno argentino.
Estalla
la revolución en Corrientes y se pide la intervención de la Nación. Victorino
de la Plaza, enviado por Avellaneda, intenta mediar. El Presidente pide el desarme de las partes
en conflicto, y a pesar de la sugerencia de llamar de nuevo a elecciones, el
Congreso Nacional decide retirar la intervención. Las facciones en pugna vuelven a combatir y
la revolución triunfa. Se llama a
elecciones y vencen los liberales, que habían producido la revuelta.
El
tratado con Chile no prospera; ni siquiera es presentado al congreso de ese
país. Es entonces cuando el presidente Avellaneda dice: “No hay argentino que no comprenda, en estos momentos, en que somos
agredidos por las pretenciones chilenas, que debemos tomar posesión real y
efectiva de la Patagonia.”
El
ministro de guerra (Roca) ordena la realización de las primeras batidas en
territorio indígena. Capturan a cuatro
caciques, matan a 1250 indios y rescatan 300 cautivos.
Continúan
los desacuerdos con el gobernador Tejedor,
que quiere que Buenos Aires posea la Patagonia. Avellaneda inaugura los
nuevos trabajos en el Riachuelo y promulga la ley que reglamenta la libertad
de enseñanza.
En
septiembre de 1878, el gobierno federal interviene la Provincia de La Rioja,
por el enfrentamiento del gobernador con la legislatura.
En
mensaje a los industriales argentinos, el presidente Avellaneda aclara que
tendrá consideración por los nuevos emprendimientos y por los nuevos rubros de
actividad, pero sostiene que suprimer la libre competencia es dejar inánime
a la industria (sic).
El
20 de octubre de 1878, se sabe que Chile ha apresado al barco norteamericano
Devonshire, que poseía permiso de navegación otorgado por la Argentina en las
aguas de El Estrecho de Magallanes. Sin dudarlo, el Gral. Roca ordena el envío
de naves de guerra hacia el río Santa Cruz.
Se
está al borde de la guerra con Chile, que ha ido sucesivamente
despreciando los acuerdos firmados con la Argentina. En las conversaciones informales intervienen
los hijos de dos revolucionarios. Por el
lado de Chile, el ministro de guerra, Cornelio Saavedra (h). Por el lado de la Argentina, Manuel de
Sarratea (h).
A
Chile no le conviene abrir otro frente en el sur, pues en el norte, mantiene
conflictos graves con Bolivia, y devuelve la Devonshire. Avellaneda no
provocará conflictos y los evitará en lo posible, “pero no consentiré nuevos avances de las autoridades chilenas”.
Pondrá
una nave de guerra en la desembocadura del río Santa Cruz, protegiendo la
colonia allí existente, les enviará semillas y se preocupará por enviar más
inmigrantes a la zona. Un poco harto de
los desaires chilenos, se interesará por la adquisición de buques de guerra,
con la idea de mantener vigilado todo el litoral Atlántico de La Patagonia
Argentina.
Los
chilenos se están estableciendo en las márgenes del río Neuquén, y “comercian con los indios ladrones, y viven con
ellos, alentando y protegiendo sus invasiones”.
Entretanto,
se busca mejorar el puerto de Bahía Blanca para abastecer de ser necesario al
ejército argentino, y de construir escuelas normales en Tucumán y en Rosario, y
se decretan restricciones sobre la explotación de bosques naturales, para
evitar la extinción del arbolado, especialmente en los alrededores de las
poblaciones.
En
cuanto a los recursos de 1879, por primera vez superaron las estimaciones y se
ha mejorado la situación financiera del gobierno nacional. También por primera vez, el país se
autoabastece de cereales, y el azúcar y los vinos producidos en el país son
cada vez más consumidos por las diferentes regiones.
Con
respecto a las candidaturas presidenciales manifiesta: “No
haré pacto con ninguna candidatura, porque entre una candidatura que no es sino
una ambición y el ejercicio del gobierno que impone deberes austeros, hay una
verdadera incompatibilidad”.
Crea
dos subdelegaciones en Puerto Deseado y otra en Río Gallegos, coherente con su
manera de pensar sobre el litoral Atlántico y la Patagonia.
La
campaña al desierto fue todo un éxito.
Para mayo de 1879, las fuerzas armadas argentinas, lideradas por el
ministro de guerra (Roca), establecen la línea de frontera de ocupación
efectiva de la Argentina en el curso de El Río Negro, en el marco de La Segunda
Campaña del Desierto.
Al
acercarse las fechas de votación, el clima comienza a enrarecerse. El interior está con Roca. El otro candidato es Tejedor. Cuando puede,
Avellaneda publica alguna que otra columna en los diarios. “Si se creyera todo lo que se publica en la
prensa, la República arde por todos lados,
pero cuán diferente es la nación
verdadera, la nación de la realidad, la nación que vive y obra sin saber
siquiera lo que los politiqueros dicen y piensan. En época alguna la preocupación del trabajo
ha sido más fecunda.”
En
Buenos Aires un grupo armado atenta contra el coche en que supuestamente iba
Roca. Pero allí viajaban De La Plaza y
Cambaceres, que afortunadamente resultan ilesos. Sarmiento es nombrado ministro
del interior en lugar del renunciado el mitrista Laspiur, y garantiza elecciones
libres.
En
septiembre comienzan las primeras fintas entre Sarmiento y Tejedor, haciendo
cada uno muestras de fuerza con las tropas. El gobernador organiza las milicias
con 50.000 hombres. El ministro
Sarmiento presenta un proyecto de ley para evitar movilizaciones de los
milicianos bonaerenses. La legislatura provincial, con mayoría antitejedorista,
adhiere al proyecto nacional, pero el gobernador veta la ley.
Tanto
Laspiur en su momento como Sarmiento ahora, buscan que en las intervenciones
provinciales queden adeptos a su causa presidencial. El ministro no sólo quiere la intervención de
Jujuy sino también la de Salta. Tanto
uno como otro de los gobernadores eran simpatizantes de Roca. Advertido Avellaneda a tiempo por su ministro
de hacienda (Victorino De La Plaza), no
morderá el anzuelo puesto por Sarmiento.
El
Congreso de la Nación prohibirá los movimientos de milicias provinciales,
durante la inscripción electoral, sólo 8 meses antes de las elecciones, y sólo
intervendrá Jujuy para reponer al antiguo gobernador.
Sarmiento,
iracundo, irrumpirá en el recinto del congreso y manifestará que “tengo los
puños llenos de verdades” (sic), y demostrará cómo se estaba armando la
candidatura de Roca.
Ambos
ministros renuncian (Sarmiento y Roca), y Avellaneda aceptará las dos. Como la conciliación ya es un recuerdo,
integrará su gabinete con amigos y con
gente de su confianza. Salvo De La
Plaza, todos los ministros serán nuevos.
En interior irá Benjamín Zorrilla y en guerra, Carlos Pellegrini.
Avellaneda
promulgará la prolongación del FFCC Central-Andino y decretará que la corbeta
“Cabo de Hornos” pase a ser buque escuela.
[1]La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada
por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la
Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]Para uno de Los
Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero
que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería
catastrófico.
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