sábado, 8 de septiembre de 2012

366 Geopolítica (Argentina)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000366 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 8 de Septiembre de 2.012.





La Honestidad
Por Rubén Vicente 

Una mujer es un homo sapiens femenino, creado por Dios para ser el complemento del varón, en la misión sagrada de participar de la vida eterna, contribuyendo con el designio de instaurar el reino divino en la tierra (de regnum dei).  

La belleza de su cuerpo y la sencibilidad de su alma la hacen particularmente apta para engendrar los hijos que el varón concibe en su vientre. Su inteligencia emocional la vuelve ideal para criarlos y educarlos en la lactancia, la infancia, la niñez y la adolencia, siendo grandes consejeras y amigas durante la juventud, la adultez y la madurez.  

Pero ese espíritu yin también las prepara para muchas de las tareas que el varón desarrolla fuera del hogar, aportándole a la sociedad civilizada un toque de humanidad, para que el yang cazador y guerrero del varón baje un cambio cuando se pasa de rosca. 

Salvo raras excepciones contra natura, a nivel mundial, ellas son las pacifistas y misericordiosas, y su justicia se basa en la aceptación y en la tolerancia, es decir, en la resistencia frente a la adversidad. 

Por eso las grandes religiones las han dignificado como personas; los órdenes jurídicos civiles han consagrado el derecho al honor femenino (léase: la honestidad), y las legislaciones criminales reprimen toda forma de violencia de género.  

Sin embargo, la cruda realidad demuestra que no pocas de las que viven en la miseria, en la ignorancia, en la explotación y en el marginamiento, es decir, en la indigencia, se lanzan a la perdición de la prostitución, fundamentalmente, por desesperación, pero también, que la mayoría se bancan la que venga con actitud ética y moral, prefiriendo ganar mierda, pero andando por la vida con la cabeza bien alta, aunque aparentemente no sirva para nada. 

Ese coraje de vivir honestamente es una de las máximas virtudes femeninas, y no es sólo patrimonio de las mujeres adultas, sino también, de muchas adolecentes, cuya misericordia las lleva a ganarse la vida cuidando a la gente mayor, que no puede valerse por si misma, o que necesita un poco de afecto legítimo (léase: las acompañantes de los gerontes).

Pregunta: ¿Qué hay que hacer con una bestia feroz, que entra a la casa de una mujer mayor a robar, y que cómo no encuentra suficiente dinero, se saca la bronca violando a su acompañante gerontológica de sólo diecisiete años? 

No es la primera vez que lo digo, ni será la última. En mi ley, el asesinato, el secuestro, la violación y el robo a mano armada, merecen que el sospechoso sea buscado, detenido, juzgado por el jurado y, si el veredicto es culpable, imponerle la pena de muerte por fusilamiento en acto público ejemplarizador (léase: el paredón democrático), y andá a la pmqtp. ¿Capito?  

Sin asesinos, sin secuestradores, sin violadores y sin ladrones, las cárceles serán sanas y limpias, como lo manda la constitución nacional, que sólo declara la abolición de la pena de muerte por causas políticas. Atenti. 

Por excepción excepcionalísima, y para que no haga falta cambiar la ley fundamental de nuestra nación, que le reconoce rango constitucional a El Pacto de San José de Costa Rica y a otras convenciones internacionales de derechos humanos, que deben ser aplicadas por los jueces del fuero criminal con equidad, para los condenados a muerte por esos cuatro únicos crímenes aberrantes, que ninguna sociedad civilizada puede aceptar ni debe tolerar en el siglo veintiuno, que es el primero del tercer milenio, yo propongo lo siguiente. 

Que el congreso nacional apruebe un proyecto de ley del poder ejecutivo, en cuya virtud sea instaurada La Legión Argentina, con un tipo de organización calcada de La Legión Extranjera Francesa, a la que sean invitados a incorporarse todos los condenados a muerte. 

Y mandarlos a pelear las guerras argentinas de baja intensidad que disponga el gobierno, a pedido de una gran potencia mundial de la cual la Argentina se considere aliada, en la defensa irrenunciable del capitalismo, liberal, democrático, patriótico y cristiano, es decir, de la ideología del occidente (léase: el occidentalismo). 

Ahí que maten, secuestren, violen y roben todo lo que quieran, y que vuelvan cargados de gloria, si es que no los matan en el intento. Total, no estamos hablando de seres humanos, a los que les deban ser reconocidos y aplicados los derechos humanos. Estamos hablando de seres infernales, que son auténticas bestias feroces, cuyas atrocidades le han hecho ganarse, justamente, la condena a la pena de muerte, de modo tal que, si los matan, sólo se estaría cumpliendo la sentencia judicial que los convirtió en convictos de los cuatro únicos crímenes aberrantes, por decisión popular, y nada más, claro está. 

No hay que cambiar la constitución nacional para reimplantar la pena de muerte. Sólo hay que sancionar una ley que regule su reinstauración, el juicio por jurados y el modo de ejecución de la sentencia. 

Y así se comenzarán a restaurar los valores occidentales en el campo jurídico (léase: los derechos humanos, el estado derecho y la democracia constitucional), incluyendo el derecho al honor de la mujer (léase: la honestidad). 

Porque no hay derecho de que le arruinen la vida a una chiquita. ¿Verdad? 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
 

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