El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Miércoles 9 Mayo de 2.012.
La Gloriosa Revolución VII
Por Rubén Vicente
En
1625, su alteza, el duque de Edimburgo, Tte. Gral. RW ® Dr. sir Charles Stuart
(a) El Cripto Papista, fue coronado monarca del reino francés de Escocia y del
gran reino de Inglaterra, comenzando a gobernar bajo el nombre nobiliario de
Carlos I, siendo reincorporado al cuerpo escocés (the scotih royal army) del
ejército sacro imperial (das reich wehrmatch), al sólo efecto de ser ascendido
al grado de mariscal de campo, operándose su pase a retiro. [3]
Por
la vía materna (Los Oldenburg), Carlos I era descendiendiente directo por
consanguineidad de la dinastía ex templaria normanda sacro imperial de Los
Plantagenet, lo cual era vivido como una amenaza sin cuento a los intereses
vitales de los nobles anglosajones-hospitalarios y de sus aliados políticos
plebeyos. Conste.
Inmediatamente
después, Carlos I fue nombrado prior general planetario (el gran nasi = el gran
nazi) de los hospitalarios y pontífice máximo de las iglesias nacionales
británicas (la presbiteriana y la anglicana).
Tres
años más tarde (1628), envió a la
cámara de los lores un proyecto de ley que fue aprobado con el nombre de El
Acta de Derechos (The Bill of Rights), en cuya virtud, los derechos, las
libertades, las prerrogativas y las garantías estatutarias de que hasta
entonces sólo gozaban los miembros de la nobleza, fueron extendidos a todos los
súbditos británicos (escoceses e ingleses), pero no a los plebeyos de las colonias norteamericanas que,
jurídicamente hablando, quedaron siendo algo así como los súbditos de segunda
(léase: los kelpers). Right?
Desde
entonces, se formaron dos grandes clubes políticos plebeyos (léase: los dos
grandes partidos políticos informales británicos), que aún hoy día son el de
los partidarios de la monarquía nacional teocrática absoluta (el despotismo) en
la que, paradógicamente, el monarca reina pero no gobierna (los conservadores =
los tories) y el de los partidarios de un despotismo que gobernara para el
pueblo pero sin el pueblo (el despotismo ilustrado = los liberales =
the whigs).
Asimismo,
fue instaurada una cámara de los magnates plebeyos (los de las comunas = los
comuneros = los comunes = la cámara de los comunes), integrada por diputados de
los tories y de los whigs elegidos libremente por los restantes súbditos de
Escocia y de Inglaterra, conformando un auténtico parlamento británico
bicameral, donde la cámara de los lores comenzó a jugar el papel de la corte
suprema de justicia de ambos reinos y donde la cámara de los comunes comenzó a
cumplir la función de poder legislativo delegado por su magestad,
estableciendo el control político sobre el poder ejecutivo, es decir, sobre
el gobierno de su majestad.
Otra
gran innovación institucional que trajo aparejado The Bill of Rights fue la
consagración del principio tributario de que no sería válido ningún impuesto,
tasa, contribución, multa, canon o gabela aduanera sin el consentimiento
expreso de la cámara de los comunes a través de la aprobación del proyecto de
ley respectivo (léase: no tax without representation), aplicable
exclusivamente a los reinos británicos (Inglaterra y Escocia), pero no a las colonias inglesas de
América del Norte.
Además,
la presidencia delegada del directorio de La Compañía Inglesa quedaría
directamente conectada con la corona, a través de un nuevo organismo, que
recibió el nombre de El Consejo del Comercio y de las Plantaciones (The Board
of Commerce and Plantations) conformado, exclusivamenente, por miembros del
consejo privado de su majestad, integrantes de la cámara de los lores, pero de
la más entera confianza del monarca (léase: los gomías del quía).
De
esa manera, las colonias inglesas de América del Norte dejaron de estar bajo el
control del parlamento y del gobierno, para depender exclusiva y directamente
de la corona, a través del Board y de La Compañía Inglesa.
En
el plano internacional, durante el reinado de Carlos I concluyó la primera guerra
mundial, es decir, La Guerra de los Treinta Años (1618-1648), luego de la cual,
El Imperio Francés (Le Grand Francé) quedó posicionado como la nueva primera
potencia mundial, desplazando a España a un dignísimo segundo plano,
quedando tercera en el orden mundial Portugal seguida, en orden decreciente,
por Inglaterra, por Rusia, por Austria, por Alemania, por Escandinavia y por
Holanda. Conste.
En
ese contexto, las grandes potencias sacro imperiales influyeron para que España
reconozca la soberanía de Inglaterra sobre las colonias inglesas de la costa
este de América del Norte, convirtiendo a Inglaterra en un gran reino
bicontiental, que era tanto europeo como norteamericano, y cuyo epicentro
neurálgico quedó situado justo en el centro de El Atlántico Norte. [4]
Pero
el gran problema político interno del reinado de Carlos I fueron los anglicanos
extremistas anti calvinistas (léase: los puros = los puritanos = los cabezas
redondas = the roundheads = los almas de acero = the ironsides), que no
querían saber nada con los intentos secretos del monarca británico de
reincorporar a Inglaterra y a Escocia al sacro imperio y a la iglesia católica
apostólica romana; quienes optaron por fundar las nuevas colonias inglesas
puritanas norteamericanas (léase: cuáqueras) de Dellawere y de New Jersey,
mientras el monarca motorizaba el proyecto de instaurar las nuevas colonias de
la commonwealth británica de Nueva York, de Carolina y de Maryland, esta última
especialmente pensada para ser habitadas por ingleses y por escoceses creyentes
que fueran creyente de la religión verdadera (el catolicismo apostólico romano),
con capital en la villa de Baltimore.
Y
sucedió lo que inevitablemente tenía que suceder algún día, cuando la cámara de
los comunes votó a favor de someter a su magestad, nada más ni nada menos, que
a el juicio político, bajo el cargo de alta traición a las dos naciones
británicas protestantes sobre las que reinaba (Inglaterra y Escocia).
Carlos
I los miró de reojo y les hizo saber que eso que llamaban con el nombre de el
juicio político, es aplicable a todos los que están debajo de la ley (under the
low), pero no a él, que estaba sobre la ley (up de low), y además, les dijo que
el cargo criminal de alta traición que se le prentendía imputar a él era
inaplicable, por la sencilla razón de que no podía ser que él fuera, a la vez,
sujeto activo y sujeto pasivo del mismo delito, porque eso era un contrasentido
lógico, obvio.
Y
ahí no más, Carlos I ordenó la clausura por tiempo intermindado del
parlamento, pasándose por el centro de tuje La Declaración de Derechos de 1628
y pretendiendo gobernar la commonwealth británica (Inglaterra y Escocia) como
si él fuera un jefe de estado de facto, o algo por el estilo, iniciándose
entonces la etapa de su reinado luego conocida bajo los nombres alternativos de
La Dictadura Carlotina o bien, de La Tiranía Carolina, lo mismo da,
obvio.
Y
nada. Los anglicanos extremistas anticalvinistas (los puritanos = los cabezas
redondas = the roundheads = los alma de acero = the ironsides) pusieron todo el
oro que tenían acobachado y financiaron un ejército privado que se convirtió en
la milicia del parlamento disuelto (léase: the covennant),
enfrentada contra el ejército angloescocés (the british army), estallando no
una sino dos guerras civiles (2),
que duraron en total unos once años (1638-1649), siendo derrotadas las fuerzas
pro monárquicas.
Fue
entonces, cuando el parlamento se autoconvocó ilegítimamente y se
posicionó como el verdadero poder gobernante de La Commonwealth
anglo-escocesa, sometiendo al monarca a juicio político y condenándolo a muerte
por el crimen de alta traición, justamente, contra el parlamento. ¿Cómo?
¡Ah no!
Y
se cumplió su destino de matar o morir, y Carlos I murió en forma infamante
en la horca (léase: la pena de muerte angligana). Sin embargo, paradógicamente,
él sería el primer británico de la historia universal en ser elevado a
los altares anglicanos y presbiterianos, bajo el nombre eclesiástico de San Carlos Estuardo de Edimburgo, y nada
más, claro está. [5]
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para
uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente
posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si
ocurriera sería catastrófico.
[3] Charles Stuart nació en la capital escocesa (Edimburgo) el miércoles
diecinueve de noviembre del año 1600, con el sol en la constelación del
escorpión (escorpio) y la luna en la casa de la rata (léase: aries).
Consecuentemente, desde el punto de vista astrológico, estaba diseñado para
tener una vida signada por la doble
guerra a vida o muerte, es decir, a matar o morir. Conste.
[4] Ese fue el embrión de
la OTAN. Right?
[5] Me digan lo que me
digan, a mi no me saca nadie de la cabeza que, en absoluto secreto mortal (la
omertá) debe haber muchísima gente que hoy venera a San Carlos Estuardo de
Edimburgo como el verdadero santo
patrono martir de
Gran Bretaña.
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