viernes, 4 de mayo de 2012

240 Historia (Gran Bretaña)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000240 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 3 de Mayo de 2.012.



La Gloriosa Revolución I
Por Rubén Vicente

La dinastía normando-templaria de Los Plantagent fue vencida en La Guerra de las Dos Rosas (1455-1485), siendo coronado como nuevo monarca del reino de Inglaterra, su alteza, el duque de Lancaster y conde de Lancastershire, Cap. Gral. RW ® Dr. Henry Tudor, de veintiocho años de edad, que fue reincorporado al cuerpo inglés (the english army) del ejército sacro imperial (das reich wehrmatch), el sólo efecto de ser ascendido al grado de teniente coronel general, operándose su segundo pase a retiro, y comenzando a gobernar bajo el nombre nobiliario de Enrique VII, inaugurando de ese modo la nueva dinastía anglosajona-hospitalaria de los Tudor. [3] 

Gobernó Inglaterra, que comprendía los principados de Anglia, de Gales y de Irlanda, durante casi veintinco años (25), que fueron decisivos para la historia de su país pues, bajo su reinado, comenzarían las transformaciones que llevarían a su nación a convertirse, casi tres siglos y medio más tarde, en la primera potencia económica, diplomática y militar (léase: la primera potencia geopolítica) del mundo entero (orbis). 

Al comienzo de su reinado, Inglaterra era un reino católico apostólico romano, dependiente del gran reino de Francia, que era el quinto en importancia del Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana (La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los Mil Años = 800-1815 = La Europa Cristiana = La Primera Proto Unión Europea), luego de Austria, de Alemania, de Portugal y de España. 

En ese momento, las arcas públicas estaban exhaustas y toda la alta nobleza (la grandeza) y la baja nobleza (la hidalguía), que había financiado la guerra, no tenía ni una guinea de oro. Las tierras, las actividades económicas y las armas estaban en manos de la nobleza normando-templaria vencida. 

Por eso, Enrique VII se alió políticamente con la iglesia católica apostólica romana de la nación inglesa, para persuadir y exhortar a los señores feudales perdedores a parcelar sus tierras, a venderlas a cambio de oro y a saldar sus deudas con la corona.

Los centenarios latifundios normando-templarios se convirtieron en los nuevos minifundios adquiridos por la baja nobleza (la hidalguía) anglosajona-hospitalaria (los duques, los condes, los barones y los marqueses) y por la pequeña burguesía de las ciudades (los de las comunas = los comuneros = los comunes), aumentando exponencialmente el número de las propiedades, reduciéndose drásticamente la superficie de las mismas, y multiplicándose el número de los propietarios (léase: la democratización de la tierra = la reforma agraria). 

Paralelamente, Enrique VII declaró la abolición de la esclavitud en el campo y de la servidumbre en las ciudades, convirtiendo a los desposeídos en la primera clase trabajadora de la historia universal (léase: los proletarios) a la que, sin embargo, no le fueron reconocidos los derechos políticos, ni activos ni pasivos. 

El poder de los señores feudales se debilitó considerablemente, y comenzaron a ganar importancia política las guildas económicamente emergentes, es decir, los gremios de artesanos, las corporaciones de mercaderes, las cofradías de financistas, los ayuntamientos municipales y las universidades, haciendo todo lo posible por aliarlas con la corona, estableciendo los primeros impuestos, tasas, contribuciones y gabelas aduaneras pagaderas en metálico, disponiendo las excenciones correlativas y volviendo solventes y líquidas las finanzas reales (léase: argentum in manu asinum in terra = plata en mano, culo en tierra = de fiscum = la caja). 

Sobre esa base, reformuló el cuerpo inglés (the english army) del ejército sacro imperial (das reich wehrmatch), convirtiéndolo en el mejor armado de todo el sacro imperio, desplegándolo permanentemente en todo el reino, aventando de ese modo toda idea de organizar rebeliones de la nobleza normando-templara vencida, destinadas a restablecer el poder de Los Plantagenet, y encumbrando en los altos mandos de la infantería, de la caballería y de la artillería a la nobleza anglosajona-hospitalaria vencedora.  

Mantuvo relaciones de paz, amistad, navegación y comercio con todas las naciones europeas, pero manifestó abiertamente su disidencia con La Bula Intercaetera de 1493, en cuya virtud, su santidad, el papa, Msr. Dr. Dn. Alessandro VI Borgia, le otorgó a Portugal la prerrogativa, exclusiva y excluyente, de la conquista, la colonización, la evangelización y la institucionalización (léase: la redención) de Asia y de Africa, como así también, a España, en América y en Oceanía, dejando afuera a las demás potencias sacro imperiales. 

Y protestó formalmente (léase: la protesta) ante los gobiernos de Lisboa y de Madrid, por la firma de El Tratado de Tordesillas de 1493, en cuya virtud Portugal le cedió a España su soberanía sobre Las Filipinas, a cambio de que España le cediera a Portugal su soberanía sobre El Brasil Oriental, otra vez, dejando afuera a todas las demás potencias cristianas europeas, excepto a Rusia que, bajo la impronta espiritual del catolicismo ortodoxo ruso, se disponía a empreder La Santa Cruzada Rusa, con el objetivo de conquistar, colonizar, evangelizar e institucionalizar La Siberia Tártara (léase: la redención rusa del oriente asiático musulmán). 

De esa manera, Enrique VII convirtió a Inglaterra en una nación económicamente próspera, gobernada por la monarquía absoluta (léase: el despotismo) y, al morir (1509), sus bienes patrimoniales, su grado militar y sus títulos de la alta nobleza (la grandeza) fueron heredados por su primogénito, también llamado Henry.  

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Enrique VII nació el veintiocho de enero de 1457, con el sol en la constelación del aguador (acuario) y la luna en la casa del búfalo (léase: tauro). Consecuentemente, desde el punto de vista astrológico, estaba diseñado para ser un acumulador de riqueza en base a métodos innovadores. Conste.

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