El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 7 Mayo de 2.012.
La Gloriosa
Revolución V
Por Rubén Vicente
A la muerte de la monarca del gran reino de Inglaterra, lady
María I Trastamara Tudor (42), su viudo, es decir, su magestad, el monarca del
Imperio Español (La Gran Iberia), Gn. Mcl. RW ® Dr. Dn. Felipe II Hagsburg (a)
El Sacro Emperador (a) El Kaiser (31), ejerciendo su prerrogativa a la regencia
testamentaria, pero respetando la ley de sucesión del trono, autorizó la
coronación de la primogénita del segundo matrimonio de Enrique VII, es decir,
de lady Elisabeth Bolena Tudor (a) La Colo (25), con cargo a convertirse a la
religión verdadera (el catolicismo apostólico romano), a contraer santo
matrimonio y a generar descendencia masculina, pero lo más rápido posible;
comenzando a reinar bajo su nombre nobiliario de Isabel I. [3]
Al año siguiente (1559), las grandes potencias sacro
imperiales suscribieron El Tratado de Chateaux Cambresis, en cuya virtud todas
ellas se regirían, de ahí en adelante, por la religión oficial vigente en sus
respectivos dominios.
Bajo esa comprensión, se ratificaba la obligación de Isabel I
de Inglaterra de abjurar del anglicanismo y de convertirse a la religión
verdadera (el catolicismo apostólico romano), pues ese era el culto oficial de
Inglaterra a la muerte de su predecesora.
Pero La Colo comenzó a demorarse en el cumplimiento de su
obligación internacional mientras que, públicamente, era reconocida por la
cámara de los lores como nueva pontífice máxima de la iglesia anglicana (léase:
la papisa), que volvió a convertirse en la religión oficial inglesa, entrando
en ostencible rebeldía frente a la santa sede romana (léase: sacrilegium
est = sacó los pies del plato).
Además, Isabel sistematizó la práctica de otorgar patentes de
corso a favor de armadores ingleses que, más rápido que volando, pusieron toneladas
de oro para financiar el diseño, la construcción y la botadura de ultra
modernos buques mercantes artillados (los navíos), formando una gran flota
corsaria, paralela a la royal navy, que se lanzó a los siete mares europeos a
tomar presas, en nombre y por cuenta del gobierno de su magestad, inaugurando la
primera piratería de estado de la historia moderna. Ups.
Como si eso fuera poco, resulta que Isabel I rechazó una
oferta de matrimonio de Felipe II, quien hizo valer su influencia para que la
santa sede romana convocara El Concilio de Trento (1562-1569), que resolvió la
excomunión de La Colo que, de puro jodida no más, volvió a declarar la
existencia material, la constitución formal, la soberanía interior y la
independencia exterior del gran reino de Inglaterra respecto del Sacro Imperio
Romano de la Nación Alemana (La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los
Mil Años = 800-1815 = La Europa Cristiana = La Primera Proto Unión Europea). ¡Qué
yegua!
En ese entonces, el derecho de gentes vigente entre las
potencias sacro imperiales (léase: el proto derecho internacional público
europeo) se regía por el principio de que los pactos deben ser observados
(pacta sunt servanda), pero Isabel I aclaró que ello era así, sólo mientras duraran
las condiciones en que fueron celebrados (rebuc sic stantibus), lo cual, en
buen criollo, significaba que se puede borrar con el codo lo que se escribe
con la mano, y andá a la pmqtp,
claro está. [4]
En otras palabras, loca como una yegua rayada (léase: la
cebra), La Colo le declaró, nada más ni nada menos, que la guerra al sacro imperio, quedándose sola frente al mundo,
pero la verdad, era que sólo dos grandes potencias se dedicieron a responderle
el insolente desafío (2), como eran la primera potencia mundial (España) y la
cuarta potencia mundial (Francia), porque el resto, se declaró neutral
en la contienda, por la sencilla razón de que sus monarcas no comían vidrio,
obvio.
En ese contexto, Isabel logró fracturar la unidad de El
Imperio Español (La Gran Iberia), al apoyar abiertamente la rebelión
nederlandesa de las provincias orientales de Los Paises Bajos Españoles,
que diera origen a la formación de Holanda (1581).
Desde entonces, la nueva reina de los siete mares europeos,
comenzó a ser conocida como La Gran Ramera de Satanás y, la verdad, es que algo
de razón tenían al llamarla de ese modo, porque resulta que le otorgó patente
de corso a su alteza, el duque de Devon, Alte. ERN ® Dr. sir Walter Raleigh (a)
Guantarral, que lideró la primera expedición furtiva a la costa centro
este de América del Norte que, sin embargo, no fue efectivamente ocupada en
ninguno de sus puntos geográficos (1584). [5]
Y contra ella se organizó La Armada Invencible, integrada por
los cuerpos español y francés de la armada sacro imperial (das reich krieg
marine) que, gracias a Lucero del Alba (El Angel Caído = Lucifer), o a quien
corno haya sido, mientras intentaba rodear las islas británicas, fue
literalmente destrozada por los tremendos temporales del invierno boreal,
mientras sus restos fueron hechos puré por los navíos de la armada inglesa (the
english royal navy) dejando, de hecho (in fact) a Inglaterra con el control
exclusivo y excluyente de la totalidad de El Atlántico Norte; comenzando
desde entonces a hacerse referencia a la nación inglesa como La Pérfida Albión,
mientras los fanáticos isabelinos prefirieron llamarla con el nombre más amable
de La Rubia Albión (1588).
Sólo ocho años más tarde (1596), únicamente Inglaterra reconoció oficialmente la declaración
de independencia del gran reino de Holanda, nombrando un embajador en
Amsterdam, que negoció la firma de un tratado de paz, amistad, navegación,
comercio y alianza estratégica (defensiva y ofensiva) de Holanda con Inglaterra
que, en la práctica, le significó a La Pérfida Albión el regreso geopolítico
a Europa Continental, perdido hacía ya casi cuarenta años (Calais).
Paralelamente, La Colo seguía soltera pero, literalmente, se
pasaba por el traste a todos sus pretendientes, que eran los altos funcionarios
o los corsarios de su magestad (like
sir Francis Drake, sir Walter Raleigh, sir William Cecil, etc., etc.), que
empezaron a tomar presas españolas y francesas tanto en el Atlántico como en el
Pacífico, desbordando las arcas reales inglesas de oro ajeno, a cambio del
otorgamiento de títulos de la baja nobleza (la hidalguía). Sin embargo, el
pueblo inglés la empezó a llamar por el apodo de La Reina Virgen (léase:
Virginia). [6]
Al morir sin haberse casado jamás ni haber gestado
descendencia masculina (1603),
Isabel I Tudor concluyó un histórico reinado de más de cuarenta años (40), que convirtieron a Inglaterra, no
sólo en la primera potencia naval mundial, sino también, en la cuarta
potencia económica y diplomática planetaria, después de España, de Portugal
y de Francia; superando claramente a Rusia, a Escandinavia, a Alemania, a
Austria y a Holanda.
De acuerdo con la ley de sucesión del trono, fue suedida por
su magestad, el monarca del reino francés de Escocia, Tte. Cnel. Gral. RW ® Dr.
sir Jacob James Charles VI Stuart, de treinta y seis años de edad.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos,
veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948
(Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art.
14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y
el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para
uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente
posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si
ocurriera sería catastrófico.
[3] Elisabeth Bolena Tudor nació en la villa de Greenwich, cercana a Londres,
el día lunes siete de septiembre de 1533, con el sol en la constelación de la
virgen (virgo) y la luna en la casa de caballo (léase: virgo).
Consecuentemente, desde el punto de vista astrológico, Isabel estaba destinada
a tener una vida signada por la rebeldía
fríamente calculada. Conste.
[4] pmqtp. Abreviatura de la puta madre que te parío. Right? Y después dicen de
Cristina que no respeta la seguridad jurídica, por favor, no me hagan reir que
me agarra dolor de panza, ja ja já.
[5] Como sabemos, desde
1510, la santa sede romana había autorizado a Francia a conquistar, colonizar,
evangelizar e institucionalizar (léase: la redención) las tierras y mares no
cristianos de Oceanía, de Asia, de Africa y de América, pero en nombre y por
cuenta (léase: en representación) de las coronas del Portugal y de España. Bajo
esa comprensión, los franceses organizaron expediciones navales a Las Tierras
de Colón (léase: La Colombia = El Nuevo Mundo = América). En ese contexto, de
las expediciones francesas a la costa centro este de América del Norte, le surgió
a esa zona no efectivamente ocupara por España, que es La Cordillera de los
Apalaches, el nombre francés de El Pie del Monte (Le Piedmont = El
Pedemonte). Conste.
[6] El concepto antiguo y
cercano oriental de la virginidad, es comparable al concepto occidental
romano de la vestalidad, o al medieval europeo de la nobleza.
Por ello, en realidad, todo monarca (varón o mujer), pertenece a la comunidad
de aquellos por cuyas venas fluye la sangre sagrada (le sangue graal = el santo
grial), es decir, a la comunidad de la virginidad, de la vestalidad o, si se
prefiere, de la nobleza, lo mismo da. De ese modo, decir que Isabel es una
reina virgen es una tautología, comparable a la de hacer alusión al caballo
blanco de San Martín diciendo que es blanco. La idea de llamarla reina virgen
quizá de debió a la intención de debilitar la percepción católica apostólica
romana de su origen extra matrimonial (léase: bastardo). O tal vez, fuera
simplemente alusivo a su condición astrológica, doblemente virginiana.
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