El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 6 de Mayo de 2.012.
La Gloriosa Revolución IV
Por Rubén Vicente
Muerto Eduardo VI sin dejar descendencia masculina, la ley de
sucesión del trono decía que la corona debía ser ceñida por la hija legítima
católica de Enique VIII (María Trastamara Tudor), pero nada, porque la
cámara de los lores (léase: el parlamento de la nobleza), en connivencia con el
gobierno, tomaron la decisión políticamente ilegítima (léase: patearon
el tablero) de coronar a lady Johanna Brandon Grey, que se murió a los nueve
días de comenzar a reinar (9),
dejando la corona acéfala por segunda vez en menos de dos semanas. [3]
Era una crisis política sin precedentes en la muy
joven historia de la Inglaterra independiente de Los Tudor. Entonces, nos les
quedó otra chanche que cumplir la ley de sucesión, aprobando la coronación de
María Trastamara Tudor, previa conversión al anglicanismo y con cargo a volver
a casarse y a tener descendencia masculina, comenzando a gobernar bajo el nombre
nobiliario de María I. [4]
Inmediatamente después de su coronación, María I declaró
públicamente la abjuración de su flamante anglicanismo y su impávida reconversión
al catolicismo apostólico romano, nombrando a su eminencia reverendísima, el
señor arzobispo anglicano de Canterbury como nuevo pontífice máximo de la
iglesia inglesa (el papa anglicano), declarando como la nueva religión
oficial de Inglaterra, la del catolicismo apostólico romano tradicional. Ups.
Como si eso fuera poco, María I maniobró magistralmente para
concertar su segundo matrimonio católico apostólico romano con su alteza sacro
imperial, Dn. Felipe Hagsburg (a) El Hijo de Carlos V, siendo que ella ya era
una mujer adulta de treinta y ocho años de edad, mientras el muchacho era un
joven de sólo veintisiete años (léase: le decían la roba cunas, ja ja já). ¿Qué
tull Maruca, eh?
Sobre esa base, María I proclamo la reincorporación del reino
de Inglaterra al Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana (La Gran Alemania =
Das Reich = El Imperio de los Mil Años = 800-1815 = La Europa Cristiana = La
Primera Proto Unión Europea), pero logrando que su suegro (Carlos V) le
concediera a Inglaterra el rango geopolítico de gran reino, compuesto
por los ex principados y ahora nuevos reinos ingleses de Anglia, de
Gales y de Irlanda, igualando a los grandes reinos de Europa Continental (Rusia,
Escandinavia, Alemania, Austria, Italia,
Francia, España y Portugal). ¡Guau!
No contenta con ello, María Tudor maniobró muy habilmente
para celebrar un tratado de paz, amistad, navegación, comercio y alianza
(defensiva y ofensiva) de Inglaterra con España, pero hasta ahí llegó el amor,
porque resulta que Felipe dijo públicamente que su parte del pacto estaba
cumplida, y ahí no más, empezó a meterle los cuernos con cuanta jovencita de la
nobleza española le abriera las castísimas piernitas católicas.
Mientras tanto, María languidecía en Londres, teniéndose que
ocupar de aplastar rebeliones políticas protestantes, que consideraban
que su política de estado convertía a Inglaterra, de hecho (in fact), en un
gran reino del Imperio Español (La Gran Iberia), que era el estado lider del
sacro imperio, sin ningún beneficio evidente, pues quedó muy claro que Carlos V
no quería saber nada con los ingleses, para ayudar a los españoles con
la redención de Oceanía, de Asia, de Africa y de América, y no se hable ni una
palabra más del asunto (léase: in re contra futui = la recontra jodieron).
Pero no importaba, porque a ella su marido la tenía loca de
amor, convenciéndola de lanzarse a la guerra contra Francia, que le significó a
Inglaterra no sólo su segunda derrota militar y la bancarrota
nacional, sino también, la pérdida de su
último dominio en el continente europeo (Calais – 1558).
A los pocos meses, sin pena ni gloria, sobrevino el
fallecimiento de María I Trastamara Tudor (a) La Reina (a) The Queen, a los
cuarenta y dos años de edad que, evidentemente, murió de tristeza y de amor por
un marido que jamás la amó, pero que fue nombrado regente testamentario
de Inglaterra, mientras su padre (Carlos V) abdicaba los tronos español y sacro
imperial a su favor; quedando enfrentado a la ley de sucesión inglesa, que
establecía que, en caso de no dejar descendencia masculina la soberana muerta,
la corona debía ser ceñida por su hermanastra anglicana, lady Elisabeth
Bolena Tudor (a) La Colo.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos,
veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para
uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente
posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si
ocurriera sería catastrófico.
[3]
La hermana menor de Enrique VIII era su alteza, la duquesa
de Suffolk, lady Mary Tudor. Ella fue la mentora del matrimonio anglicano de su
hija (Francis Tudor Brandon), con su alteza, el marqués de Dorset, Alte. ERN ®
Dr. sir Henry Grey. Ellos se convirtieron en los felices padres de una niña
anglicana (la primogénita), que fue bautizada bajo el nombre de Johanna Brandon
Grey, que era la sobrina nieta
de Enrique VIII. Conste.
[4] Enrique VIII
Tudor contrajo matrimonio católico apostólico romano a la infanta aragonesa,
missia Catalina Trastamara, convirtiéndose ambos en los felices padres de una
niña inglesa (la primogénita), que fue bautizada en la religión verdadera (el
catolicismo), bajo el nombre de María Trastamara Tudor, nacida el dieciocho de
febrero de 1516, con el sol en la constelación del aguador (acuario) y la luna
en la casa de la rata (léase: aries). Consecuentemente, desde el punto de vista
astrólogico, María Trastamara Tudor nació para tener una vida signada por una mente abierta y astuta, pero
afectivamente solitaria (léase: onanista, ja ja já). Conste.
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