El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 31 de Mayo de 2.012.
Los Vicepresidentes
Que Llegaron a Presidentes
IV
Por Norberto Pedemonte
Al asumir Luis Sáenz Peña como
Presidente contaba con 70 años; bastantes para una persona en esa época.
Pero el gran problema de este hombre
no era la edad, ni su honorabilidad, sino los apoyos con que contaba. En cierta
forma distanciado de Roca (no admitía de éste su intromisión), y despreciado
por el radicalismo al pactar su candidatura con los “conservadores-liberales”, carecía
de grupos de poder que lo sustentaran.
Trató de formar gobierno con hombres
y no con partidos. Para colmo, sus ministros de distintas ideologías no
lograban cohesión. Es así que en su acotado gobierno realizó 23 cambios de
ministros. [3]
La situación del país se tornó caótica y no
por culpa exclusiva del Presidente.
Germinaba en la Nación la conciencia revolucionaria implantada por el
radicalismo. No alcanzaba con el
“progreso” del país (entiéndase que la mayoría no lo disfrutaba) y, al errar en
un principio el rumbo económico, las injusticias se asentúan.
Surge el socialismo con “La
Vanguardia” como órgano de difusión y las huelgas son promovidas por los
primeros movimientos anárquicos. [4]
El radicalismo, como partido en extensión territorial y en ebullición, pugna
por acceder al poder en las distintas provincias.
Cuando Aristóbulo Del Valle es
nombrado ministro de guerra para intentar descomprimir la situación, trata de
hacer la revolución “desde arriba”, desactivando la reacción del ejército, que
hasta ese momento, era represor de los “díscolos” que no aceptaban al régimen
imperante, y por el otro lado, desarmar a los gobernadores para que su
movimiento tomara el poder en las provincias.
El resultado fue el caos, con
levantamientos en Rosario, Santa Fé, San Luis, Corrientes y Tucumán entre
otros. Poco duró el nombramiento de Del
Valle, tuvo que renunciar (12-8-93) a los 42 días de haber asumido. Se declara el estado de sitio. Aplastadas las revoluciones, los líderes
radicales huyen del país, perdiéndose este partido la oportunidad de realizar
los cambios democráticos en forma gradual.
Esta ceguera los alejará del poder por trece años, hasta la asunción de
Hipólito Yrigoyen (1916-1922), gracias al “sufragio universal”; ley promovida
por Roque Sáenz Peña, hijo del Presidente en cuestión.
Las terribles impaciencias e
intolerancias que poseemos los argentinos nos llevan a despreciar lo bueno que
tenemos adelante. Rasgo típico de
inmadurez del chico que quiere algo “ahora”, “ya”, y si no lo tiene, hace
berrinches.
Esto no es achacable solamente al
radicalismo. A lo largo de nuestra
historia sobran ejemplos de impaciencia, de intolerancia y de hacerle el juego
a “otros”, cuyos intereses no son el bien de la Patria. Lo peor de todo es el
“olvido” o el “ocultamiento” de los hechos, lo que significa lisa y llanamente
que no se aprende de los errores y que éstos se vuelvan a cometer.
La falta de apoyo político hace que a
Don Luis se le haga cada vez más difícil gobernar. Cuando el Congreso aprueba una ley de
“anmistía” para los revolucionarios en contra de su voluntad, decide renunciar.
El 23-1-95 asume como Presidente José
Evaristo Uriburu (o de Uriburu) (1831-1914). Político completo. Actuó como juez
federal en Salta, diputado nacional, presidente de la Cámara de Diputados,
ministro de Marcos Paz, Procurador del Tesoro (Sarmiento) y diplomático en
Brasil, Perú, Bolivia y Chile
(Roca). Árbitro exitoso para solucionar
los conflictos en la guerra del Pacífico (Chile vs. Bolivia-Perú - 1879-1884).
En resumen, un hombre preparado, que
tuvo el soporte de los políticos dominantes del momento (Roca, Pellegrini y
Mitre) y pudo gobernar en una Argentina nuevamente ordenada.
Entre las obras que se hicieron se
destacan: Comienzo de la construcción
del actual edificio del Congreso y del Museo Nacional de Bellas Artes, de las
Facultades de Medicina y de Filosofía y Letras, Escuela Industrial de la Nación
(Otto Krausse) y de Comercio; Creación de la Pefectura Nacional de
Puertos. La construcción de Puerto Belgrano y del ferrocarril a Neuquén,
obras que obedecieron a las disputas
limítrofes surgidas con Chile. A este respecto se llama por primera vez a
conscripción y se agrava la situación cuando Bolivia cede a la Argentina la
Puna de Atacama.
Uriburu, que conoce bien a los
chilenos, es al principio de su gobierno
optimista. Pero todos los esfuerzos de
paz son saboteados por los belicistas de uno y otro lado (especialmente en
Chile), que pretextan cualquier incidente para justificar la guerra. Los dos países se preparan para lo peor. Roca, que a pesar de estar a favor de la paz,
es el encargado en las sombras de facilitar el rearme gestionando el
ferrocarril o de obtener la construcción de barcos de guerra y armas en Europa.
El 17 de abril de 1896 se firma un
nuevo acuerdo y renace el optimismo. Pero a principios del año siguiente los
peritos siguen sin ponerse de acuerdo y la tensión renace. Esta situación crea
un ambiente propicio para la segunda asunción de Roca, donde se busca un
Presidente con experiencia militar. Quien mejor que él, que a los 31 años llegó
a general obteniendo todos los grados militares en combate (sólo uno en la
historia militar ostententaba ese carácter y era Lavalle).
El paso al costado dado por su
“socio” Pellegrini (3) a la candidatura nacional y la recomendación de éste para que sea Julio
Argentino Roca, nuevamente el Presidente de los argentinos, allanó el camino
para su reelección. [5]
Es así como el 12 de octubre de 1898
asume la fórmula: J. A. Roca-Norberto Quirno Costa.
Y si me dijeran que estoy muy
equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de
la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] (N. del A.) Sirva de ejemplo: Miguel Cané (Juvenilia) se
desempeñó en dos ministerios (Interior y Relaciones Exteriores) entre el 7 de
junio y el 2 de julio (25 días) de 1893.
[4] A diferencia del
radicalismo, el socialismo sostenía una polífica reformista, que aceptaba la
legalidad establecida y no recurría a la violencia para modificar el orden
social.
[5] (N. del A.) “Es preciso llevar a la presidencia a un gran
político y a un gran general(...) Con
Roca en la presidencia, en lugar de disparos de armas, oiremos el destapar de
botellas de champagne, festejando nuestro arreglo definitivo con Chile.”