El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 29 de Junio de 2.012
No Para
Por Rubén Vicente
“… Tengo confianza… Tengo confianza… Hay que preservar
las instituciones, y por eso les digo a algunos políticos que me están mirando.
Si ustedes siguen haciendo las cosas que están haciendo, yo voy a seguir acá
todo el tiempo posible para seguir jodiendo… (risas), y también para cuidarlos…,
y para preservarlos de la máquina de cortar boludos … (carcajadas), porque si
pusiéramos la máquina de cortar boludos dentro de la máquina del tunel tiempo,
y nos pusiéramos a cortar boludos históricos con retroactividad, otra sería la
historieta hoy… (más carcajadas y aplausos...) Y a mis querídos chichipios les
digo a laburar, papas fritas con vermut y good show” (1990).
Treinta años se cumplían ese día
de estar en el aire, con los desarrollistas, con los radicales, con los
militares, con los peronistas, otra vez con los militares, otra vez los
radicales y otra vez con los peronistas, pero menemistas excepto, claro está,
entre 1975 y 1979, que estuvo prohibido por López Rega y por s. ¡Puajj!
Y no cambió absolutamente nada,
pero nada, porque veintitres años más tarde, él ya no está para hacernos
reflexionar como nación, pero la máquina de cortar boludos no para, y no para, y no para… Veamos
un ejemplo concreto:
Históricamente la guerra fue
siempre una cuestión de hombres, en la cual las mujeres no participaban. Sin
embargo, la homosexualidad masculina en los ámbitos castrenses fue más que
evidente.
En su libro titulado con el nombre
de Vida de los Doce Césares, su autor (Cayo Suetonio Sempronio), dice de uno de
los más grandes generales romanos (Augusto) que él era “… el hombre de todas las mujeres
de Roma, y también, la mujer de todos los hombres de Roma” (sic).
Y también cuando era el primer
lord del almiratazgo, sir Winston Churchill golpéo el escritorio y rebuznó: “No
me hable de la marina de guerra británica. Son todos unos borrachos y unos
maricones…” (sic).
Quizás por eso haya sido que Woodrow
Wilson logró que el congreso de los EEUU haya aprobado una ley de admisión de
las mujeres en las fuerzas armadas de la Unión, para cumplir el roll de
enfermeras, o que durante la presidencia de John Kennedy, se haya aceptado a
las féminas como combatientes en La Guerra de Vietnam, o que durante la gestión
de Bill Clinton se autorizara la incoporación de los homosexuales y de las
lesbianas a las fuerzas armadas de la hiperpotencia planetaria,
escalofriantemente humillada en Afganistán, en Irak y en Somalía, y yo me pregunto
si por algo será. ¿Verdad?
Y todavía más. Desde los tiempos
de Gordon Brown, la policía comunitaria de Gran Bretaña acepta en sus filas a
personas del llamado género trans, es decir, a los transvestidos (los travestis
= los trabas) y a los transexuales (los transformistas = los capados = los sin
pelotas = los sin cojones).
Como nosotros no podíamos ser
menos, resulta que a la inefable Nilda Garré se le ocurrió la idea progre de
emitir la Resolución MS. N° 1.181/11, del veintinco de noviembre de 2011, donde
se emplean expresiones tales como: 1)
De acuerdo con la percepción que tengan de si mismas; 2) La identidad de género autopercibida; y 3) El derecho de cada uno a ser quién es.
Bajo esa percepción, las fuerzas
de seguridad de la nación argentina están siendo obligadas a estipular las
condiciones de servicio paramilitar adecuadas (ej.: la vestimenta, el uniforme,
las instalaciones físicas diferenciadas en vestuarios y baños, etc.), sin que sea exigible la cirugía de
reasignación sexual ni un tratamiento hormonal (sic).
Pobre Nilda. Ella se olvidaba que
los tiempos de Ausgusto, de Churchill, de Bill Clinton o de Gordon Brown fueron,
justamente, los últimos días de los imperios romano, británico y
americano, pero no importa, porque ella es progre. ¿Vistes?
Qué manía de profundizar el modelo
de la corrupción, de la inflación, de la inseguridad y de la degeneración, como
si esas cuatro lacras no fueran los pilares de la decadencia nacional
deliberada, que más que progresista, es aunténticamente involucionista,
es decir, re-ac-cio-na-ria, en la más pura acepción técnica del término.
Y si, porque la
indiferenciación sexual subyacente en ese proyecto político de sacralizar
la degeneración, no es más que la puerta del infierno de la civilización, que
dejará de ser tal, para convertirse en la barbárie; que dejará de ser tal, para
convertirse en el salvajismo; que dejará de ser tal, para convertirse en
la bestialidad; que dejará de ser tal, para convertirse en la
ferocidad, digna de la negación
misma de la teoría de la evolución de Darwing, que hablaba de la ley de
la selección natural de las especies, que dicho de en cristiano, es la segregación de los
inútiles todo servicio (léase: Los
ITS´s), claro está.
Porque no está bien la
discriminación, en ningún sentido, pero la segregación de
los enfermos contagiosos, es una medida de profilaxis, que hasta el más tarado
puede entenderla objetivamente
razonable, menos ciertos personajes políticos psicóticamente encumbrados, que
dan que pensar que ellos, en realidad, trabajan
para el enemigo, y por eso, deberían ser juzgados por mal desempeño
de su cargo, condenados al otracismo y andate a tu casa y no jodas más, por
favor, ah, pero antes, devolvé lo que te afanastes en el registro de la
propiedad automotor ese que vos sabés. ¿Verdad
Pero no, porque parece que estamos
en el horno, y la máquina de cortar boludos nunca para de funcionar a destajo
en esta bendita patria, ahora supuestamente indignada, nada más que
porque Agustín Rossi nombró a César Milani, que es del arma de inteligencia,
como nuevo jefe del estado mayor general del ejército argentino, que a ver si
así, se vuelve a poner un cachito las pilas, y cumple cabalmente con la misión
que le encomienda la constitución nacional.
¿A quién quería Victoria Donda
como jefe del ejército? ¿A Marley? ¿A Ricardo Fort? ¿O a Florencia de la V?
No, si es lo que yo digo. La máquina
de cortar boludos está a la orden del día, y no para.
Y si me dijeran que estoy muy
equivocado, respoondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la
segura circulación de la información contenida en el presente documento se
halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina
de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N°
26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno
de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
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