jueves, 13 de junio de 2013

607 Historia (Argentina)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000607 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 13 de Junio de 2.013.





El Nacionalismo Argentino IV
Por Rubén Vicente 

Antes de 1930, el nacionalismo argentino ya estaba configurado, desde los puntos de vista filosófico, político y jurídico, pero su primera expresión emergente, es decir, el golpe de estado que instauró el primer gobierno militar de la historia argentina, fue económicamente liberal y culturalmente elitista. 


Económicamente liberal, porque al gobierno de Uriburu, se lo llevó puesto La Gran Depresión (1929-1935), y culturalmente elitista, porque el partido militar no aceptó, jamás, la nueva realidad social argentina. 


El país necesitaba abandonar urgentemente el modelo agroexportador pro británico, para pasar lo más rapidamente posible al modelo industrial de mercado interno pro alemán. 


Y en ese nuevo modelo industrial que se necesitaba, había que integrar, no sólo a la clase obrera, fundamentalmente inmigrante, anarquista, socialista, comunista y combativamente sindicalizada, sino también, a los que vivían en la miseria, en la ignorancia, en la explotación y en marginamiento tierra adentro, es decir, a los indigentes del interior, que querían una mejor vida, pero también, dignificación política. 


El yrigoyenismo lo comprendió perfectamente, pero lo mató La Crisis del Treinta, y el partido militar, nacionalista, liberal y elitista, sólo estaba dispuesto a evolucionar desde una colonia agropecuaria exportadora pro británica, en el mejor de los casos, hacia una colonia agroindustrial y pro estadounidense (y no industrial y pro alemana), para darle trabajo a los indigentes del interior, pero manteniéndolos en el interior, y sin participación política ninguna. 


En síntesis, el nacionalismo argentino, militarista, liberal, elitista y pro estadounidense, al persistir en su liberalismo económico y en su elitismo cultural, demostró que no supo, que no pudo, o que no quiso ,abrirse al pueblo argentino, justamente, para nacionalizarlo en cuerpo y alma. 


Ahora bien, una cosa es el nacionalismo argentino, y otra cosa muy diferente,  es el nazismo argentino. En efecto, el nacionalismo argentino, igual que el nacionalismo alemán, era psicológicamente individualista, económicamente liberal, y culturalmente elitista. En cambio, el nacionalismo socialista (léase: el socialismo nacionalista = el nacionalismo social = el socialismo nacional = el nacional socialismo = el nazismo) era un movimiento filosófico, una doctrina política, y una corriente jurídica, que era esencialmente bur-gue-sa, y no elitista. Okey?  


Siendo burguesa, la nueva doctrina de el nazismo argentino de la década del treinta del siglo veinte (léase: el siglo de la tecnología), igual que la del nazismo alemán, era urbana, industrialista y obrerista por antonomasia, y por ello, lejos de pretender seguir excluyendo a la clase obrera, y estimatizando el anarquismo, el socialismo y el comunismo de la dirigencia sindical combativa, privilegiaba la integración de la clase obrera a un sindicalismo ideológicamente cercano a la doctrina social de la iglesia, y más dado a la paz social, mediante la negociación con la patronal de las convenciones colectivas de trabajo. 


Así concebidos, el nacionalismo y el nazismo, siendo ambos partidarios de la defensa de la nación ante el imperialismo extranjero, quedaron irreconciliablemente enfrentados, en torno a la cuestión social, en la cual, el nacionalismo optaba por la represión, mientras el nazismo bregaba por la integración económica y por la participación política. 


Pero, ni los nacionalistas argentinos, ni los nazis argentinos, pensaban realmente en los indigentes del interior (léase: los negros = la negrada = los cabecitas negras = los pardos = el pardaje). Ambas doctrinas políticas sentían asco y miedo de la negrada de tierra adentro, optando los nacionalistas por ignorarla olímpicamente, mientras que los nazis, la visualizaban como un tema para abordar recién en el siglo veinitiuno, o algo por el estilo, no sé. 


Y si, porque a los ojos de los nacionalistas argentinos, los nazis argentinos, que empezaron a ocupar los puestos claves de la estructura de las fuerzas armadas y del partido militar durante la segunda guerra mundial (1939-1945), eran unos zurdos muy peligrosos (sic), que querían domesticar al sindicalismo (léase: la nazificación del movimiento obrero organizado), que tarde o temprano, en opinión de los conservadores, de los liberales y de los nacionalistas, viraría a la ultra izquierda stalinista, emulando el modelo absolutamente estatista de La Unión Soviética, expropiando las estancias de los generales nacionalistas de la sociedad rural, y entonces, Dios nos libre ché. 


Y a los nazis argentinos, que terminaron formando parte de el partido militar alternativo, nucleado en El Grupo de los Oficiales Unidos (GOU), les encantaba la idea de El Pacto Militar Sindical, pero con un movimiento obrero organizado exclusivamente blanco y de ascendencia europea, y no negro y de raiz amerindia, no sé si …  


Bajo es comprensión, que no debe dejar de tenerse presente, a la hora de comprender cómo evolucionaba el pensamiento político del partido militar alternativo durante la segunda parte de la década del treinta del siglo pasado, se destacaba el hecho de que, el único miembro del GOU, que hizo la apertura mental, hacia la confluencia del nazismo argentino del Cap. Emilio Kinkelín, con el indianismo de Teodoro García, fue el Agte. FDC C-3 Cnel. EA ® Dr. Dn. Juan Domingo Perón Sosa (a) Juan Perón (a) Giussepe Palomari (a) El Pocho (52). [3 


En efecto, Perón fue el numen  solitario de la indianización del nazismo argentino, forjando la síntesis superadora de el nazismo indiano, es decir, de el justicialismo (léase: el peronismo). 


Se le opusieron los sindicalistas zurdos del anarquismo, del socialismo y del comunismo. Se le opusieron los grandes empresarios. Se le opuso la iglesia católica apostólica romana de nuestro país. Se le opusieron mayoría de los radicales. Y se le opusieron los militares, fueran conservadores, liberales, radicales, nacionalistas o, inclusive, nazis ortodoxos. 


Y los nacionalistas fueron los organizadores de los golpes de estado de 1951, de  1952 y de 1953, mientras los nazis ortodoxos fueron los que armaron la junta militar, que le exigió la renuncia a la presidencia de la nación en 1955; forzándolo a llevarse al exhilio el nazismo indiano (léase: el nazismo heterodoxo = el justicialismo = el peronismo). 


Cuando se instauró La Revolución Libertadora (1955), el liberalismo de Aramburu y Rojas, buscó el apoyo del ala nacionalista del partido militar, disponiendo la liberación de los presos por causas políticas, y restituyéndoles los grados militares perdidos y abonándoles los salarios caídos, pero raleándolos de la conducción política nacional. 


Pero, increiblemente, la resurrección del nacionalismo militar vendría de la mano de la designación del jefe del ejército frondizista (Toranzo Montero), que el fue el numen del plan conintes, y que luego protagonizó el enfrentamiento de azules y colorados, que concluyó con la derrota de los colorados toranzistas, partidarios del ultra anti peronismo, a manos de los azules onganiistas, proclives al pacto militar sindical, pero sin el peronismo (léase: El Peronismo Sin Perón), lo cual no era nazismo, sino más bien, nacionalismo elitista convenientemente maquillado, y nada más, claro está. [4] 


Por eso, durante la década del sesenta del siglo pasado, el ala nacionalista del partido militar, y sus agentes secretos de los servicios, organizaron la rama civil (léase: tacuara), que después, se fue al carajo mal, cuando se alió con el trotzysmo (léase: el movimiento nacionalista revolucionario tacuara), que después de varias reorganizaciones, terminó  desembocando en el nacionalismo comunista (léase: el stalinismo) de los montoneros. 


El canto del cisne del nacionalismo argentino tuvo su ícono viviente en las personas del procer genocida (Videla) y del teniente general borracho (Galtieri), que hicieron mierda el país, y lo humillaron en la guerra malvinera, respectivamente. 


No obstante, ese canto del cisne del nacionalismo argentino tuvo una última floración gloriosa (Carlos Castro Madero), que es el tipo de la foto que ilustra este artículo, y que le dejó en herencia a la nación, nada más ni nada menos, que las altas tecnologías del plutonio y de los misiles de mediano alcance (léase: el condor dos), que no son poca cosa, por cierto. 


Y ese nacionalismo argentino castromaderista tiene, hasta hoy, una ambigua derivación, tanto civil como democrática, pero sólo porque no le queda otro remedio, en la persona del diputado nacional Fernando Solanas (a) Pino (77), que hace pocos días atrás dejó ultra claro, que su nacionalismo argentino es tan antinegro y tan anperonista, pero también, tan psióticamente liberal y elitista, como el de absolutamente todo el nacionalismo argentino del partido militar ortodoxo y de sus grandes numenes (José Félix Uriburu, Agustín Pedro Justo,  Luciano Benjamín Menedez, Isaac Francisco Rojas, Pedro Eugenio Aramburu, Juan Carlos Ongania, Francisco Manrique, Jorge Rafael Videla y Carlos Castro Madero). [5] 


En síntesis, con tods sus defectos y sus virtudes, con todos sus aciertos y sus fracasos, con todos sus errores y sus horrores, y con todas sus grandezas y miserias, el nacionalismo argentino puede considerarse a si mismo como un hijo dilecto del nacionalismo alemán, que contribuyó como nadie para formar el partido militar ortodoxo que, equivocado o no, quería la grandeza de la nación, que es la negación del imperialismo, claro está. 


Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 
[3] Para el origen y la evolución de el nazismo argentino ortodoxo, véase El Cisne Negro (Editorial 401), y para el origen y la evolución de el nazismo indiano, véase El Cisne Negro (Editorial 402). Si llegás a leer el segundo de ambos editoriales, por favor, no dejes de ver el séptimo pie de página. Right?
 
[4] Igual que Perón, el Tte. Gral. EA Federico Toranzo Montero, era miembro de un taller operativo (léase: político), dependiente de La Hermandad del Gran Oriente Federal Argentino (GOFA), que es la rama vernácula de la francmasonería universal (léase: la venerable hermandad roja = la masonería colorada = la masonería escocesa = la masonería francesa = la franca masonería = la francmasonería = la masonería católica = la masonería sagrada = la masonería  divina), que brega por el éxito del plan divino de salvación. Sin embargo, Toranzo Montero era un nazi ortodoxo (léase: un kinkelista), que aceptaba El Pacto Militar Sindical, para nazificar al movimiento obrero organizado, purgándolo de sus componentes anarquistas, socialistas y comunistas. Incluso, hasta toleraba la influencia del movimiento obrero organizado en la política, igual que Perón y que Lonardi. Pero, a diferencia de Perón, y en línea con Lonardi, Toranzo Montero rechazaba la intención peronista de democratizar a la iglesia católica apostólica romana de la nación argentina, mediante la politización del credo (leáse: la razón de mi vida), y a través de la ley del divorcio vincular, y de la ley reguladora de la prostitución. La única gran diferencia entre Perón por una lado, y de Lonardi y Toranzo Montero por el otro, fue en torno a la cuestión re-li-gio-sa, y sus derivaciones políticas, y nada más.
 
[5] Por favor, más allá de las apariencias, que siempre fueron puros espejismos, nunca te olvides que Pino fue el sobrino carnal del ex jefe del estado mayor general (JEMG) del ejército argentino bajo el gobierno de La Revolución Liberadora, Tte. Gral. EA ® Dn. Héctor Solanas Pacheco (1905-1997), que fue un masón y nacionalista, que era consecuentemente ultra anti peronista, y por eso, que no te extrañe que su nueva aliada táctica Lilita Carrió, que es otra hija dilecta de la venerable hermandad azul, de la que formaron parte Videla, Alfonsín, y Duhalde. Right?

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