viernes, 14 de junio de 2013

608 Historia (Argentina)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000608 [1]

 
El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 14 de Junio de 2.013.





No Hay Nada Nuevo Bajo El Sol I
Por Rubén Vicente 

Y dijo Dios …, hágase la luz …, y la luz se hizo …. Así empezó todo, en eso que hoy llamamos con el nombre de el universo, que incluye a nuestro planeta, que es la tierra.

Y los abogados nos metemos en cada cosa que, sinceramente, no le interesan a nadie, pero hasta que te rematan el terreno, que a vos te costó tantos años de trabajo, de privaciones, y de mala sangre, nada más que para mantenerlo a nombre tuyo, y para que nadie te lo saque. ¿Verdad? 

Digo, porque resulta que yo tengo un amigo en Facebook (Guillermo Andreau), que es profesor de derecho agrario y minero en la UBA, que le anda diciendo a quien quiera escucharlo, que hay que reeditar el derecho enfiteútico de la revolución de mayo. ¿Lo qué? 

El derecho enfiteútico, que regulaba la explotación de la tierra en la edad media, y que parece que Juan Bautista Alberdi decía que era el derecho auténticamente cristiano, que consagró la revolución de mayo, pero que fue  dejado de lado por la constitución nacional y por el código civil, que volvieron a imponer el antiquísimo derecho romano, que se basa en la propiedad privada de la tierra, y en el cobro del impuesto inmobiliario, que a vos te lo hace pagar Arba, o que te viene disimulado en el ABL, o que te llega con otro nombre de la Afip. ¡Ah¡ 

Y a mi lo que dice Guillermo me interesa, porque tiene que ver con la historia, que es mi gran pasión intelectual de casi toda la vida, y por eso, le pienso dar mis razones, porque vos ya sabés que mi lema es que los abogados siempre tenemos razón, a veces no tanta como la  que tiene la parte contraria, o como la que tiene el juez, la cámara o la corte, pero siempre tenemos razón, ja ja já. 

Y mis razones me llevan a recordar cómo empezó esta milonga de la tierra, y de quién es la tierra, y del impuesto inmobiliario, y de la enfiteusis, y de el derecho enfiteútico, y de la mar en coche. Y para eso, creo que nada mejor que empezar por el principio. ¡Si, mejor, porque si no es un quilombo¡ ¡Dale! 

Te cuento. Con el tema de la tierra, empezaron los sacerdotes, siguieron los milicos, y terminaron de joderlo los políticos, pero hasta que llegaron los abogados, y ahí recién se empezó a entender un poco la cosa, culminando el tema en la época de la república romana, cuyos juristas más destacados hicieron la primera formulación completa de el derecho de la tierra, que llamaron con el nombre de la jurisprudencia inmobiliaria. ¿La qué? 

La cosa quedó así. Toda la tierra es de los dioses, y los padres de la patria, es decir, los patricios, que se juntaban en el senado, eran los administradores generales, que la iban parcelando, para asignarle el uso de los lotes a los hombres libres, que eran los plebeyos, porque a los esclavos minga, obvio.  

Y en la práctica, los plebeyos eran los que tienen la tierra, y por eso, eran los terratenientes, que no te pienses que iban a laburar, porque para eso estaban los capataces, que eran los esclavos liberados (los libertos), pero nada más que para que tuvieran a los esclavos laburando como esclavos, partiéndose el lomo a sol y a sombra, día y noche, vos sabés. ¡Uff, si lo sabré!¡

Y a los capataces, los llamaban los clientes, y a los esclavos que trabajaban en el campo, los llamaban los labradores. Era un sistema bastante fácil, donde la tierra no tenía dueños humanos, pero donde parecía que si, y todo el mundo respetaba eso, porque venía del senado, que era el centro neurálgico del poder de la república romana de los padres de la patria (los patricios), que era El Lacio, y por eso, los patricios del senado (los senadores romanos) eran los lacianos, o mejor dicho, los latinos, que no eran los cinco latinos, sino que eran como mil. 

Mil tipos, que si no eran, por lo menos, parecían los dueños de todas las tierras latinas, pero que vivían en la ciudad capital de Roma (1000), y otros mil tipos, que eran los terratenientes plebeyos, que también vivían en Roma, y que cada tanto, se daban una vueltita por la estancia (1000), donde estaban siempre los más de diez mil capataces clientes (10.000), cagando la latigazos a los más de cien mil esclavos, para que agachen el lomo (100.000). 

Con ciento doce mil almas se manejaba todo, incluyendo la ganadería, la agricultura, la explotación forestal y la minería, tanto acuífera como lítica y metalífera. Una verdera maravilla. 

Pero claro, El Lacio no es más grande que el partido bonaerese de La Plata, y la cosa se encaraginó, cuando Roma empezó con las conquistas militares, primero de toda Italia, después de toda La Cuenca del Mediterráneo, y finalmente, del mundo entero (orbis). 

Y si, porque después de anexar toda Italia, la república romana conquistó el noroeste de Africa y la península ibérica, arrebatándole todas esas tierras a los púnicos, justamente, en el marco de las guerras púnicas, en las cuales se destacó el genio militar de Escipión El Africano, que si andanba choreándole las tierras a los púnicos, no podía estar lo más pancho en su campo del Lacio, ni rascándose el higo en Roma, o mirando las estrellas en la capital púnica (Cartago). ¿Verdad? 

Por eso, Escipión la hizo muy fácil, haciéndole votar al senado romano una ley, que decía que el sistema latino se extendería a Italia, a Cartago, a Hispania, y a todo El Mediterráneo Occidental, y listo.  

Pero Roma siguió conquistando Grecia, Anatolia y Siria, y ahí la cosa era tan refinada y civilizada como en la república latina, y por eso, no se podía joder tan fácilmente con los capos de esas nuevas tierras, con capitales tan fabulosas como Atenas, Bizancio o Alepo. 

Y fue por eso que, exactamente, en el año cien antes de nuestra era, estallaron las guerras civiles romanas, entre los patricios, que querían seguir con el sistema latino como si nada pasara, y los plebeyos, que decían que ellos querían, nada más ni nada menos, que la reforma agraria 

¿Qué? ¡Callate gordo, que vos no entendés nada¡ ¡Mirá si la reforma agraria va a ser romana¡ ¡Si la inventó Carlitos Mark¡ ¿O vos no sabías? ¡Cómo se ve que no sos de La Cámpora, eh gordo?¡No, si vos debés un gorila de Sciolli o de Macri¡ ¡Dejate de joder¡ 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 

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