El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 16 de Junio de de 2.013.
No Hay Nada Nuevo Bajo El Sol III
Por Rubén Vicente
La
estructura teopolítica de El Sacro Imperio Romano, espiritualmente gobernado
por el papa y materialmente gobernado por el emperador, casi no se modificó
durante los siglos cuarto y quinto de la era cristiana, salvo que los bárbaros
de afuera, terminaron provocando la secesión de los proconsulados de Persia, de
Germania y de Las Galias.
Pero
todo alrededor de La Cuenca del Mediterráneo siguió siendo romano y cristiano,
pero el emperador cambió la capital política a la ciudad anatólica de Bizancio,
rebautizada como Constantinopla, mientras el papa se quedaba en la ciudad
italiana de Roma, con su palacio pontificio justo al lado de La Basílica de San
Juan de Letrán.
Pero
en la segunda mitad del siglo quinto, se fue todo al jocara mal, porque los
germanos y los galos conquistaron los proconsulados romanos de Hispania y de
Cartago, que había cambiado el nombre, por el nuevo de Magreb, y desde ahí,
conquistaron Italia, y provocaron la caída de Roma.
Quedó
en pie El Imperio Romano del Oriente, que se empezó a llamar Bizancio, con los
proconsulados bizantinos de Arabia, de Mesopotamia, de Siria, de Palestina, de Anatolia,
de Grecia y de Egipto, con centro en El Mediterráneo Oriental.
Pero
El Imperio Romano del Occidente, directamente, no existía más, y como los nuevos reinos
bárbaros de Europa Occidental se empezaron a matar entre ellos, hasta no
dejar piedra sobre piedra, y hasta no dejar títere con cabeza, se vino todo
abajo, y no quedó más nada, del antiguo esplendor material y espiritual romano
de los siglos pasados.
Una
verdadera lástima, y por eso, dicen que ahí terminó la edad antigua, y empezó la
edad media, es decir, el medioevo, que no era más que un inmenso revoltijo
de escombros y de cadáveres, y nada más, claro está.
Eso
si, a la iglesia cristiana le tenían flor de julepe, desde que el papa León lo
convenció a Atila, de que la única manera de gobernar sobre la nada europea
occidental, era aceptar que los conquistadores bárbaros fueran coronados por su
santidad, y que así, todos los antiguos romanos, que ya eran mayoritariamente
cristianos, los obedecieran, y no incurrieran en rebelión.
Pero
nada, porque siguió el quilombo, hasta que aparecieron los musulmanes,
amenazando con conquistar toda La Europa Cristiana, pero eso fue hasta que
apareció Carlos Martel, y se acabó la cumbia islámica, porque pasó de degüello
a todos y a todas, y no jodieron nunca más al sur de Los Pirineos.
Y
así fue posible que, en la navidad del año ochocientos de la era
cristiana (800 d.C.), luego de más
de trecientos años de no
poder armar nada que durara ni que valiera la pena (300), sobrevino la instauración de El Sacro Imperio Romano Germano,
con capital espiritual en la ciudad latina de Roma, y con capital material en
la ciudad germana meridional (léase: bávara) de Aquisgrán.
Cien
años después, se agregó el gran reino bárbaro de Escandinavia, y entonces (910 d.C.), el sacro imperio siguió
siendo romano por la iglesia romana, pero como se había vuelto germano-escandinavo,
empezaron a decir era alemán,
y por eso cambio su nombre, por el nuevo de El Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana,
también conocido como El Reich.
¡Ah,
como el III Reich de Hitler¡ ¿Y qué pasó con la reforma agraria?
Te
cuento. La chacras y las granjas (los minifundios), se las quedaron los curas
buenos, es decir, los monjes, que hicieron como los milicos, y se construyeron
unos fuertes que llamaron con el nombre de los monasterios; y los milicos, se
armaron unas estancias con fortalezas en el centro, que llamaron con el nombre
de los castillos.
Y
el sacro imperio declaró la libertad de todos los esclavos, pero con la
condición de que se casaran con la tierra, que la llamaban con el nombre de la
gleba, y por eso, los llamaban con el nombre de los siervos de la gleba, que pactaban con los milicos
estancieros (los nobles) y con los generales de los monjes de las órdenes
eclesiásticas (los abades), que ellos trabajarían la tierra y los mantendrían,
si los nobles y los abades les garantizaban a ellos, que eran los que laburaban de verduski, la salud, la educación, la justicia, la seguridad
interior y la defensa exterior. ¡Uy, como ahora? ¡Mirá que bien!
Ese
era el pacto de vasallaje, que en latín se llamaba foedus, y de ahí viene
el nombre de los feudos del medioevo, o si preferís, los señoríos feudales
medievales. ¿Entendés? ¡Si! ¡Seguí que está bueno!
Estaba
todo muy lindo y era todo un cuento de hadas, pero hasta que el papa Urbano II
dijo a la mierda con los musulmanes, y empezaron las cruzadas (1096-1271), que para que des una idea,
era como la guerra mundial contra el terrorismo de ahora, o algo por el
estilo.
Y
claro, los nobles se fueron a la guerra santa en El Cercano Oriente, y los
señoríos feudales europeos quedaron al mando de nadie. Por eso, antes de partir a la
tierra santa, firmaban unos documentos, que decían que ellos le daban la tierra
de su feudo a los siervos de la gleba, pero hasta que volvieran, si volvían. A eso
le llamaban con el nombre raro de la enfiteusis.
Para
que te hagas una idea de lo que era la enfiteusis, hacé de cuenta que es como
un alquiler, pero que no es por tres años como establece la ley de alquileres,
sino que es por tiempo indeterminado; y hacé de cuenta que no tenés que
pagar con guita, sino con una parte de la producción, que se la tenías que dar
a la mujer del noble que se fue a la guerra, y que cuando te digo que se la tenías
que dar, digo que se la tenías de dar, o a ella o a la hija, no sé si … ¡Ah,
mirá vos el siervo de la gleba¡
Eso
si, cuando el tipo tenía la suerte de volver de la guerra, se invertía la
ecuación, y el siervo le tenía que entregar a la mujer o a la hija, porque una
mano lava la otra y las dos lavan el culo, obvio. ¿Verdad?
Y
a eso le empezaron a llamar con el nombre de el derecho de pernada, que
siempre fue de la mano con el derecho de la enfiteusis. ¡Ah! ¿Swingerismo medieval? ¡Y,
es lo que había¡ ¡Tampoco tenés por qué tomártelo así?
En
síntesis, monasterios, castillos, nobles, damas, monjes, monjas, siervos,
siervas, sacro imperio, cruzadas, enfiteusis y pernada; y todo sin televisión,
sin computadora, sin celular y sin la cuatro por cuatro, y la pasaban bien
igual. De eso se trataba la reforma agraria de la edad media, que como podrás
ver, poco tiene que ver con la reforma agraria de los romanos. ¿Verdad?
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre
expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente
documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la
República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete
Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
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