domingo, 16 de junio de 2013

610 Historia (Argentina)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000610 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 16 de Junio de de 2.013.



 

No Hay Nada Nuevo Bajo El Sol III
Por Rubén Vicente 

La estructura teopolítica de El Sacro Imperio Romano, espiritualmente gobernado por el papa y materialmente gobernado por el emperador, casi no se modificó durante los siglos cuarto y quinto de la era cristiana, salvo que los bárbaros de afuera, terminaron provocando la secesión de los proconsulados de Persia, de Germania y de Las Galias. 

Pero todo alrededor de La Cuenca del Mediterráneo siguió siendo romano y cristiano, pero el emperador cambió la capital política a la ciudad anatólica de Bizancio, rebautizada como Constantinopla, mientras el papa se quedaba en la ciudad italiana de Roma, con su palacio pontificio justo al lado de La Basílica de San Juan de Letrán. 

Pero en la segunda mitad del siglo quinto, se fue todo al jocara mal, porque los germanos y los galos conquistaron los proconsulados romanos de Hispania y de Cartago, que había cambiado el nombre, por el nuevo de Magreb, y desde ahí, conquistaron Italia, y provocaron la caída de Roma.  

Quedó en pie El Imperio Romano del Oriente, que se empezó a llamar Bizancio, con los proconsulados bizantinos de Arabia, de Mesopotamia, de Siria, de Palestina, de Anatolia, de Grecia y de Egipto, con centro en El Mediterráneo Oriental. 

Pero El Imperio Romano del Occidente, directamente, no existía más, y como los nuevos reinos bárbaros de Europa Occidental se empezaron a matar entre ellos, hasta no dejar piedra sobre piedra, y hasta no dejar títere con cabeza, se vino todo abajo, y no quedó más nada, del antiguo esplendor material y espiritual romano de los siglos pasados. 

Una verdadera lástima, y por eso, dicen que ahí terminó la edad antigua, y empezó la edad media, es decir, el medioevo, que no era más que un inmenso revoltijo de escombros y de cadáveres, y nada más, claro está. 

Eso si, a la iglesia cristiana le tenían flor de julepe, desde que el papa León lo convenció a Atila, de que la única manera de gobernar sobre la nada europea occidental, era aceptar que los conquistadores bárbaros fueran coronados por su santidad, y que así, todos los antiguos romanos, que ya eran mayoritariamente cristianos, los obedecieran, y no incurrieran en rebelión. 

Pero nada, porque siguió el quilombo, hasta que aparecieron los musulmanes, amenazando con conquistar toda La Europa Cristiana, pero eso fue hasta que apareció Carlos Martel, y se acabó la cumbia islámica, porque pasó de degüello a todos y a todas, y no jodieron nunca más al sur de Los Pirineos. 

Y así fue posible que, en la navidad del año ochocientos de la era cristiana (800 d.C.), luego de más de trecientos años de no poder armar nada que durara ni que valiera la pena (300), sobrevino la instauración de El Sacro Imperio Romano Germano, con capital espiritual en la ciudad latina de Roma, y con capital material en la ciudad germana meridional (léase: bávara) de Aquisgrán. 

Cien años después, se agregó el gran reino bárbaro de Escandinavia, y entonces (910 d.C.), el sacro imperio siguió siendo romano por la iglesia romana, pero como se había vuelto germano-escandinavo, empezaron a decir era alemán, y por eso cambio su nombre, por el nuevo de El Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana, también conocido como El Reich. 

¡Ah, como el III Reich de Hitler¡ ¿Y qué pasó con la reforma agraria? 

Te cuento. La chacras y las granjas (los minifundios), se las quedaron los curas buenos, es decir, los monjes, que hicieron como los milicos, y se construyeron unos fuertes que llamaron con el nombre de los monasterios; y los milicos, se armaron unas estancias con fortalezas en el centro, que llamaron con el nombre de los castillos. 

Y el sacro imperio declaró la libertad de todos los esclavos, pero con la condición de que se casaran con la tierra, que la llamaban con el nombre de la gleba, y por eso, los llamaban con el nombre de los siervos de la gleba, que pactaban con los milicos estancieros (los nobles) y con los generales de los monjes de las órdenes eclesiásticas (los abades), que ellos trabajarían la tierra y los mantendrían, si los nobles y los abades les garantizaban a ellos, que eran los que laburaban de verduski, la salud, la educación, la justicia, la seguridad interior y la defensa exterior. ¡Uy, como ahora? ¡Mirá que bien!

Ese era el pacto de vasallaje, que en latín se llamaba foedus, y de ahí viene el nombre de los feudos del medioevo, o si preferís, los señoríos feudales medievales. ¿Entendés? ¡Si! ¡Seguí que está bueno! 

Estaba todo muy lindo y era todo un cuento de hadas, pero hasta que el papa Urbano II dijo a la mierda con los musulmanes, y empezaron las cruzadas (1096-1271), que para que des una idea, era como la guerra mundial contra el terrorismo de ahora, o algo por el estilo. 

Y claro, los nobles se fueron a la guerra santa en El Cercano Oriente, y los señoríos feudales europeos quedaron al mando de nadie. Por eso, antes de partir a la tierra santa, firmaban unos documentos, que decían que ellos le daban la tierra de su feudo a los siervos de la gleba, pero hasta que volvieran, si volvían. A eso le llamaban con el nombre raro de la enfiteusis.   

Para que te hagas una idea de lo que era la enfiteusis, hacé de cuenta que es como un alquiler, pero que no es por tres años como establece la ley de alquileres, sino que es por tiempo indeterminado; y hacé de cuenta que no tenés que pagar con guita, sino con una parte de la producción, que se la tenías que dar a la mujer del noble que se fue a la guerra, y que cuando te digo que se la tenías que dar, digo que se la tenías de dar, o a ella o a la hija, no sé si … ¡Ah, mirá vos el siervo de la gleba¡ 

Eso si, cuando el tipo tenía la suerte de volver de la guerra, se invertía la ecuación, y el siervo le tenía que entregar a la mujer o a la hija, porque una mano lava la otra y las dos lavan el culo, obvio. ¿Verdad? 

Y a eso le empezaron a llamar con el nombre de el derecho de pernada, que siempre fue de la mano con el derecho de la enfiteusis. ¡Ah! ¿Swingerismo medieval? ¡Y, es lo que había¡ ¡Tampoco tenés por qué tomártelo así? 

En síntesis, monasterios, castillos, nobles, damas, monjes, monjas, siervos, siervas, sacro imperio, cruzadas, enfiteusis y pernada; y todo sin televisión, sin computadora, sin celular y sin la cuatro por cuatro, y la pasaban bien igual. De eso se trataba la reforma agraria de la edad media, que como podrás ver, poco tiene que ver con la reforma agraria de los romanos. ¿Verdad? 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.  

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 

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