El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 15 de Junio de 2.013.
No Hay Nada Nuevo Bajo El Sol II
Por Rubén Vicente
Si
vos eras un romano, tu vida era sencillísima. O trabajabas la tierra o hacías
la guerra. Pero las guerras civiles romanas, del siglo primero antes de nuestra
era, lo cambiaron todo de una vez y para siempre, porque se vino la reforma
agraria.
La
república ya abarcaba los proconsulados de Italia, de Hispania, de Cartago (léase:
Ifryquia = Africa = Magreb), de Grecia,
de Anatolia (léase: Asia) y de Siria. Cuando el senado dijo que el sistema
latino de la tierra se extendía a todos lados, se armó el quilombo, y el
ejército se puso contra el senado.
Y
si, porque los senadores patricios se querían quedar con todo, en el sagrado
nombre de los dioses latinos, pero el ejército era el que había tenido que
poner las pelotas, para conquistar unas tierras donde los espíritus eran
gobernados por otros dioses, que no eran latinos, obvio.
Y
los milicos dijeron que si la guerra era para conquistar tierras ajenas,
nosotros también queremos tierras para nosotros, para nuestras mujeres, para
nuestros hijos, para nuestra posteridad, y para todos y todas.
Te
la hago corta. Fueron ochenta años de sangre, sudor y lágrimas (80), hasta que el senado aflojó, y puso
en vigencia la lex poetalia papiria, es decir, la reforma agraria romana. ¿A ver?
Desde
entonces, las únicas estancias que existieron fueron las de El Lacio (léase: los latifundios), pero el
resto de los proconsulados romanos, se convirtieron en un gigantezco números de
chacras y hasta de granjas, cada una con un milico administrador, donde la
capataza era la mujer, y los labradores eran los hijos, comenzando la
agricultura familiar que le dicen.
Eso
si, si había que salir a conquistar otras tierras no romanas, tenía que ir el
milico, y la familia quedaba a cargo del campito, debiéndole pasar una parte de
la producción a los dioses latinos de Roma, por más que vivieran muy lejos de
la capital de la república del Tiber, o si no, podían pagarle el tributo a los
dioses latinos en oro, y listo.
Por
eso, la reforma agraria romana implicó el surgimiento de la pequeña propiedad
rural (el minifundio), de las monedas de oro, y del comercio de materias primas
de exportación, desde los proconsulados hacia la ciudad de Roma y viceversa,
apareciendo las aduanas imperiales, que regulaban todo el movimiento de las mercancías
y del oro, al mejor estilo Guillermo Moreno, ja ja já.
La
guita era para los sacerdotes de los dioses romanos, que eran los senadores
patricios del senado, que financiaban la construcción de los templos, de las
fortalezas, de los cementerios, de los baños públicos, de los circos y de sus
residencias particulares (los palacios); y las materias primas eran para
usarlas como insumos de las artesanías urbanas de la alimentación, de la
indumentaria, de la construcción, y de los medicamentos. Por eso, la reforma
agraria romana significó riqueza, trabajo y bienestar, para todos y todas.
Y
por eso, al final de las guerras civiles romanas, apareció un tipo que dijo
vamos por todo, y salió a conquistar las tierras no romanas de Las Galias, de Germania
y de Egipto; y cuando concluyó la faena, lo mataron, pero el sobrino lo vengó,
haciendo que lo nombren pontífice máximo del nuevo dios plebeyo de toda La
Cuenca del Mediterráneo (Júpiter), pero también, primer monarca de El Imperio
Romano (léase: La Magna Roma), bajo el nombre de Augusto I César, y con el
tratamiento espiritual de su santidad. ¿Esa la tenías?
Y
los sucesores en el trono del imperio romano conquistaron las tierras de
Arabia, de Mesopotamia, de Persia, de La India, de China, de Yakutia, de Altai,
de Siberia y de Mosca (léase: Moscovia), es decir, casi todo el mundo entero
(orbis), extendiendo la reforma agraria romana a todos y a todas, en todas
partes.
Pero
claro, le duró muy poco, porque en la segunda mitad del siglo segundo de
nuestra era, apareció un tal Bellomario, que era un tipo del proconsulado de
Siberia, que le junto la cabeza a todos los no romanos, y armó un bruto
ejército bárbaro, con el que conquistó China, India, Yakutia, Altai, Siberia y
Mosca, provocando la primera derrota del glorioso ejército romano en novencientos
años (900), que dijo ya está bien,
porque igual ya tenemos bastante tierra y riquezas de la tierra, y que las que
ellos conquistaron, que se las metan en el tor, y listo. Total…
Si,
pero el problema no estaba afuera del imperio, con los bárbaros (léase: los no romanos)
tratando de avanzar sobre Europa, sino que el problema estaba con esos idiotas,
que adoraban a un médico brujo que fue crucificado, por dársela de rey
palestino, y que había pretendido que lo coronaran a él, que era nadie, nada más ni nada menos, que como emperador,
y su maldita iglesia escenia, que pretendía ser tan universal como el imperio romano,
diciendo que ella era la representación en la tierra, del reino divino de los
cielos, y qué se yo que otras tantas pelotudeses por el estilo.
La
crisis del siglo tercero de la era cristiana (200 a 300 d.C.),
comenzó cuando los báraros empezaron a invadir los proconsulados romanos
europeos, y se bautizaron en la fe de ese turro, al que le daban el insolente
tratamiento de su santidad.
Pero
los romanos la hicieron fácil, porque le dieron tierras a los invasores
bárbaros, los convirtieron en solados del ejército, les reconocieron la
ciudadanía romana, y los dejaron que profesen el cristianismo, pero con la
condición de que protegieran las fronteras imperiales contra nuevos ataques
extranjeros, y de que respetaran la investidura política del emperador, que ellos
creían que era el hijo de los dioses.
Si,
pero no sirvió de mucho, porque aparecieron los generales bárbaros convertidos
al cristinismo, que empezaron a derrocar a los emperadores latinos y paganos,
hasta apareció Dioclesiano y se acabó la música, porque hubo goma para todos y
todas, pero hasta que apareció Constantino, que venció a Dioclesiano; que entró
a Roma; que fue coronado emperador por el senado; que cerró las puertas de El
Templo de Júpiter, y que declaró que el cristianismo era la nueva religión
oficial del imperio romano; que se convirtió en el imperio sagrado, o si
preferís, en el sacro imperio, y el nieto (Teodosio), reconoció que el
papa tenía el gobierno espiritual, mientras el emperador conservaba el gobierno
material; consolidando de esa manera, nada más ni nada menos, que la revolución cristiana, que
como te darás cuenta, se hizo desde arriba, no sé si ...
¿Entonces
Marx no fue el inventor de la reforma agraria …? ¡Ché Chino, sabés que?¡Mañana
te voy a ver a Ciudad Evita, porque hay cosas de lo que nos dijistes, que no me
están cerrando¡ ¿Sabés?¡Dejate de joder pelotudo¡ ¿No ves que todavía estamos
con lo de las inundaciones en La Plata?
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1] La libre
expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente
documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la
República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete
Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
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