El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 31 de Mayo de 2.013.
Somos Mansos,
Tranquilos y Obedientes
Por Rubén Vicente
Desde
el mismísimo momento en que las velas de la naos espoñolas de Sebastián Caboto
asomaron en el horizonte del río de las aguas de color león, para los de abajo,
las cosas jamás fueron fáciles, aunque en unas contadas ocasiones, de bastante
poca duración, sintieran que la vida era un tanto menos dificil que lo habitual.
Y si, porque desde la
pestilencia de los mosquitos del riachuelo y la ferocidad de los malones de los
querandíes del país natural del Tuyú, pasando por las guerras civiles y las
internacionales, por las revoluciones y los golpes de estado, y terminando con
las bancarrotas nacionales, con el fraude electoral y con la corrupción
endémica, jamás tuvieron una paz y una prosperidad que fueran verdaderamente
auténticas, y sobre todo, duraderas.
Y sin embargo, las
masas de estas tierras siempre fueron mansas, tranquilas y obedientes, con todo
lo que le pareciera estable,
incluso, aunque fuera malo, y por eso, tanto los golpes de estado como las
revoluciones, directamente, les pasaron por un costado, reduciéndose a cosas de
poca gente, sin arraigo en la mayoría.
La primera vez que las
masas argentinas empezaron a encontrar el camino de la paz y de la prosperidad,
fue cuando empezó la organización nacional (1853-1916). Ya sabían que la
economía, que la política y que la guerra eran cosas de las clases dirigentes,
y que la cosa para la gente de abajo era trabajar, tener un rancho, darle de
comer a los hijos, y callarse la boca.
Hasta que vinieron los
radicales (1916), y los de abajo vieron a los inmigrantes gringos y a la clase
media criolla encumbrarse, convirtiéndose en los profesionales independientes,
en los pequeños y medianos empresarios, y en los empleados públicos, mientras
ellos seguían agachando el lomo.
Y vieron la luz por
primera vez con Perón y su mujer, que los llevaron dos veces por año a la
plaza, pero también, les facilitaron las cosas, dándoles créditos para
comprarse lindas casitas, bien construídas, y a pagar en treinta años, como
debe ser, en el conurbano de las grandes ciudades argentinas.
Y recién entonces, con el hospital cerca, con los hijos en la
escuela y con ellos en el sindicato, empezó a tener sentido la política, y esto
de la ideología nacional y popular que le dicen.
Y ahí si que les dolió
la cosa, cuando vieron cómo echaban a patadas en el culo al único tipo que les
había enseñado lo que es la dignidad, y que todo depende de ellos, y de nadie
más, porque los demás, sólo llevarán agua para su molino, obvio.
Fueron los primeros años
dorados (1943-1955), en que se sintieron argentinos en cuerpo y alma, tanto
que, sin abandonar su estilo manso, traquilo y obediente, se animaron a anhelar
paz y prosperidad para siempre, aunque el país se viera envuelto en la tercera
guerra civil argentina (1955-1983), y ellos ya entendieran que la misma tenía
todo que ver con la guerra fría (1946-1991), metiéndoseles en el fondo del
corazón y de la cabeza que ellos no eran ni yankies ni marxistas, sino argentinos,
y peronistas, y nada más.
Y por eso apoyaron la
democracia constitucional (1983-2013), aunque vieran que La Argentina de
Alfonsín, de Menem, de De La Rúa y de Dualde, caía otra vez en la corrupción,
en la inflación y en la inseguridad, pero hasta que llegaron Néstor y Cristina,
que no eran Perón y Evita, pero por lo menos, se le parecían, en eso de
repartir lo poco que hay, obvio.
Pero Néstor se murió, y
Cristina está cada día más insorpotable, haciéndolos caer en la cuenta de que
mejor que Evita se murió, porque si no, ellos tendrían que haber dejado de ser
mansos, tranquilos y obedientes, y salir a las calles con el fierro, y entrar a
dar, y a dar, y a dar, y el que queda, queda, y no hay derecho que sea así la
cosa, porque es un pueblo que sólo quiere paz, pan, trabajo, dignidad social y
orgullo nacional, porque lo demás va y viene. ¿Verdad?
Y por eso le andan
rezando a Francisco, para que se tranquilicen los ánimos de los chorros y de
los asesinos, de arriba y de abajo, y para que haya un cacho de justicia, para
todos y todas, y no sólo verso crispado al recontra pedo, y nada más. ¿Se
entiende la idea?
Digo, el futuro depende
sólo de Cristina. Si baja un cambio, se va a canzar de estar en La Rosada, pero
si sigue agudizando las contradicciones, hasta los mansos, los tranquilos y los
obedientes, nos vamos a calentar feo, y vamos a ir todos juntos a la plaza como
una marabunta enloquecida, a sacarla a patadas en la chacón, y que vaya al
Calafate, por no decirle otra cosa, no sé si …
Que se fije que los
negros peronistas ya estamos dejando que los blancos de la clase media radical
salgan a las calles a protestar por lo que está mal, sin cuento, mientras nosotros,
de casa al trabajo y del trabajo casa, a mirar la novela y el futbol para
todos, aunque nos haga cada vez más ruido lo de ese Baez, y aunque estemos con
los huevos al plato, de ver a la pendejada de La Cámpora diciendo vamos por
todo, y por lo único que van, es por la guita y por los votos comprados, pero por nada más, porque no
quieren a nadie, ni a la madre, y se les nota, obvio.
Es muy pero muy triste,
porque tenemos un país tan lindo, y la mayoría de la gente es tan sencilla, tan amiga y tan aguantadora, que sería una verdadera pena, tener que dejar de ser mansos, tranquilos
y obedientes, para salir a quemar todo, hasta que se vayan todos, y hasta que
no quede ni uno sólo, pero de verdad, y que se vaya todo al ré jocara mal. ¿Verdad?
Por eso digo, que somos mansos, tranquilos y obedientes,
pero no abuses Cris, porque ya somos grandes, y va a tronar el escarmiento. ¿Sabés?
Y si me dijeran que
estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete
Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
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