viernes, 17 de mayo de 2013

580 Historia (Italia)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000580 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 17 de Mayo de 2.013.






La Locura al Poder VII
Por Rubén Vicente 

En 1925, su excelencia, el señor jefe del estado mayor general (JEMG) de la milicia de Los Fascios de Combate (léase: I Fasci di Commbatimento), como así también, secretario general de El Partido Fascista Italiano (PFI) y, a la vez, primer ministro del gobierno de su majestad (léase: el canciller) de El Imperio Italiano (léase: La Gran Italia), Agte. MI-6 C-3 Gn. Mcl. FDC Lic. Benito Amilcare Andrea Mussolini Maltoni (a) Benito Mussolini (a) Baggio Maturana (a) Byron Melanchston (a) Espartaco (a) The Creazy Horse (a) Nerón (42), se presentó ante el parlamento imperial. 

Allí, Mussolini anunció la decisión de su gobierno de prohibir el funcionamiento de los sindicatos, de las cámaras empresariales, de los centros estudiantiles, de los medios masivos de comunicación social y de los partidos políticos no expresamente autorizados, dejando instaurada, nada mas ni nada menos, que la dictadura fascista. ¡Ah, bueno¡ ¿Y después dicen que Perón era un facho?  

Posteriormente, Mussolini logró la aprobación de un paquete de proyectos que, en la práctica, implicaban la puesta en vigencia de los derechos sociales. Luego lanzó El Plan Agrícola Nacional, tendiente a lograr el autoabastecimiento alimentario y a reducir al máximo las importaciones de carne y de cereales, que eran la causa del cincuenta por ciento del deficit de la balanza comercial (50%). ¿Y los tanos no le compraron más a La Argentina de las vacas gordas? 

Luego, en el cuarto congreso fascista, Mussolini convocó todos a abandonar la violencia sistemática (sic). Después, Italia y Yugoslavia fijaron el límite de sus territorios en la costa dálmata. Inmediatamente después, Mussolini lanzó la guerra total contra el crimen organizado en Sicilia. 

¡Bien¡ ¿Sabés una cosa? ¡Soy fascista! ¡Qué tanto joder con la democracia constitucional¡ ¡Si lo único que teníamos era corrupción, inflación, inseguridad, indigencia y dependencia? 

En 1926, Mussolini formuló públicamente la distinción entre la democracia constitucional y la dictadura corporativista (léase: el fascismo), llamándola con el nombre de la democracia total (léase: el totalitarismo). ¡Como sea! ¡Soy totalitario! 

Desde entonces, Mussolini lanzó programas gubernamentales de formación física, intelectual y moral de los niños, de los adolecentes, de los jóvenes y de los adultos, de ambos sexos, siguiendo el modelo de La Juventud Católica Italiana (JCI). ¡Tá bien! ¡Italia es una nación católica! 

Inmediatamente después, Mussolini puso en vigencia la nueva moneda nacional (léase: la nueva lira), que era íntegramente respaldada en oro (100%), y que cotizaba a razón de noventa liras por cada libra esterlina británica (90:1). Desde entonces, en un segundo, desapareció la inflación y su consecuencia (léase: la carestía). ¡No te dije! ¡Yo a este Mussolini lo voto hasta que me muera! 

Al año siguiente (1927), el ministro de finanzas británico, Winston Churchill, llevó a cabo una visita oficial a Italia. Allí fue ratificada la alianza estratégica de Italia con la primera potencia mundial.  

En abril, con el propósito de hacer crecer la población, Mussolini estableció el impuesto al celibato, mientras que, paralelamente, fijaba excenciones tributarias y otorgarba créditos inmobiliarios blandos a los casados. ¡Mirá vos! ¡Este tipo es un fenómeno! 

Seguidamente, Mussolini lanzó un programa de formación cultural y política para la futura clase dirigente fascista. En junio, aprobó La Carta del Lavoro, instaurando el corporativismo económico. En octubre, Mussolini declaró que los tratados celebrados después de la gran guerra mundial eran válidos, pero aclaró que no eran eternos, y que eran modificables. ¡Si carajo! ¡Vamos por todo los fachos! 

El once de febrero de 1928, Mussolini firmó El Tratado de Letrán, en cuya virtud, la iglesia católica apostólica romana renunció a su soberanía sobre los territorios de los ex estados pontificios, mientras que Italia la reconocía a favor de la iglesia en La Ciudad Estado del Vaticano, y aceptó abonarle a la santa sede una indemnización que, en mayo de dos mil trece, sería equivalente a la friolera de seiscientos mil millones de dólares (600 MMD´s = 0,6 BD´s). 

¡Ché gordo¡ ¿Y vos decías que Mussolini era comunista? ¡Ja ja já! ¡Si es más católico que el papa! ¿No te das cuenta vos? 

Y además, La Santa Sede aceptó que la lira italiana fuera la moneda nacional de El Vaticano, y que la policia imperial italiana (léase: los carabinieri) guardaran la seguridad exterior de la sede pontificia, mientras La Guardia Suiza quedaría a cargo de la inteligencia y de la seguridad interior de los edificios y todo el personal militar, eclesiástico y secular de la iglesia.  

Sobre el final del año, Mussolini convocó elecciones parlamentarias, triunfando el fascismo, con el noventa y ocho por ciento de los votos (98%), y sin fraude. ¡Gordo! ¡Anotá! ¡Para vos y tus amigos, que dicen que el facismo no es democrático! 

En otras palabras, sobre el final de la década del veinte del siglo pasado (el siglo de la tecnología) Italia era gobernada por una monarquía imperial fascista, que tenía una moneda dura, que estaba desarrollando la revolución alimentaria, que estaba reorganizando las relaciones entre el capital y el trabajo (léase: la doctrina social de la iglesia) y que tenía territorios en el sur de Europa y en el norte de Africa, motivo por el cual, como si eso fuera poco, tenía garantizada la autosuficiencia en materia energética. ¿Qué tull los tanos? 

Y encima, seguía siendo oficialmente aliada de la primera potencia mundial (Gran Bretaña). Por eso, a Italia le pasó por un costado La Gran Depresión (1929-1935). 

¡Basta para mi! ¡La próxima dinastía imperial tiene que ser la de Los Mussolini! ¿Me entendés? 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 

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