Lunes 6 de Mayo de 2.013.
Buenos, Pero Crispados y Pedorros
Por Rubén Vicente
Igual
que una minoría iluminada del nuevo continente, Alfredo Palacios sabía
exactamente lo que quería, que era la dignificación de la clase trabajadora,
pero la verdad, es que sus ideas, no cuajaron en la sociedad en la que le tocó
vivir, a principios del siglo veinte.
Fue
recién en 1919, que el mundo entero tomó debida nota de que existían los
derechos sociales, que se consagraron por primera vez, con la constitución
nacional de La Alemania de Weimar.
Desde
entonces, además de tener clara la teoría socialista, los gobernantes de los
cinco continentes, tuvieron ultra claro no sólo el qué, sino también, el cómo
de hace (the know how), pues sólo debían leer la ley fundamental weimariana, y
prestarle atención a lo que hacían el parlamento y a los fallos de los
tribunales del nuevo fuero judicial del trabajo y de la seguridad social de la
nación germana.
Digo,
sólo tenían que copiar en sus paises un modelo que ya estaba inventado y
probado en la práctica y la experiencia extranjera.
Y
lo mismo le pasó a Perón después de La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), que
no sólo sabía de memoria las ideas nazis de Karl Grün (1840-1887), sino que,
además, sólo debía copiar un modelo probado en la experiencia del
hitlerismo alemán, del fascismo italiano, del franquismo español, del
salazarismo portugués y del cardenismo mexicano, para llamarlo con el nombre
argentino de el justicialismo.
Sin
embargo, la verdad era que, en La Argentina, la legislación social de Palacios
nunca se había aplicado en la práctica concreta del día a día, y por eso, el
justicialismo, a los ojos de quienes no eran justicialistas, parecía una cosa
de los feos, sucios y malos.
Casi
cincuenta años después de la revolución justicialista, vemos en acción al
justicialismo de izquierda, es decir, al kirchnerismo que, verdaderamente, es
evidente que quiere cosas muy pero muy buenas para el país, como es la
vigencia, amplia e irrestricta, de los
derechos humanos, que no son poca cosa, por cierto, porque son los derechos
fundamentales que hacen a la dignidad humana de absolutamente todas las
personas, sin excepción.
Sin
embargo, bien no se sabe por qué, pero lo cierto es que el kirchnerismo genera asco
arriba y miedo abajo, porque arriba, dicen que es autoritario, y abajo, la
verdad, es que no sólucionan cosas que son angustiantes, como son la
corrupción, la inflación y la inseguridad.
Se
van en declamaciones, en descalificaciones y en tergiversaciones, ninguneando
todo y a todos, pero de resultados concretos, la verdad, poco y nada. Eso sí,
lo que dicen que quieren hacer, está bueno, no jodamos. Y si quieren cosas
buenas, necesariamente, tienen que ser buenos. ¿O no?
Si,
pero lo que hacen, lo hacen con la crispación de los que se creen que son los
únicos dueños de la verdad, y en una forma auténticamente pedorra, que la gente
siente que está bien, pero sólo en las intenciones, y no cuando
bajan esas buenas intenciones a la realidad. ¿Verdad?
No
se puede andar usando a los niños como soldados militantes, cual psicóticos dictadores
norcoreanos, pero mal. No se puede estar más de quinientas horas en mafioso silencio
mortal, permitiendo que sea enlodada la imagen el eternauta. Y no podés ufanarte
de haber ganado un pleito en Italia, mientras dejás que circulen rumores de que
la bala le entró por el pómulo izquierdo y le voló el lóbulo derecho, porque son
cosas que hay que aclarar, porque el pueblo quiere saber la verdad, toda la verdad
y nada más que la verdad, o no los van a votar. ¡Tá?
Y
por eso, yo digo que, si los peronistas son feos, sucios y malos, los
peronistas de izquierda (léase: los kirchneristas), verdaderamente, y no se
ofendan muchachos de la cámpora, pero ustedes están luciendo como los buenos, pero crispados y pedorros. Right?
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1]
La libre expresión y la
segura circulación de la información contenida en el presente documento se
halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de
1995 (Art. 14), la Ley Nacional N°
26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia
(Solón) El Cisne Negro es un hecho
teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si
ocurriera sería castastrófico.
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