El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 10 de Mayo 2.013.
Ahí Va El Capitán Beto Por El
Espacio
Por
Rubén Vicente
Creo que ya dije que un nano es la millonésima parte de algo, y que la
tecnología es la ciencia de los descubrimientos y de los inventos, y por eso,
la nanotecnología es la tecnología, pero a la escala de la millonésima. ¡No!
¿Otra vez? ¡Qué plomo?
La nanotecnología es una frontera tecnológica, en la que sólo progresan las
grandes potencias, mientras las demás naciones sólo avanzan tecnológicamente
sobre la base de las tecnologías extranjeras y cautivas, porque las grandes
potencias te transfieren su alta tecnología, pero a cambio de que vos les
pagues los royalties bien pero bien caros, pero además, de que te comprometas a
no copiarla sin autorización expresa de ellas. Okey?
Fijate vos. Mientras ellas les transfieren a los demás la nanotecnología,
ellas ya han traspasado otras dos fronteras tecnológicas más, que son la del pico,
que es la millonésima del nano, y la del femto, que es la millonésima del pico,
incursionando en las dos nuevas ramas de la picotecnología y de la
femtotecnología que, sinceramente, sólo ellas saben bien de qué se trata la
cosa, y qué se puede hacer con eso, mientras el resto mira sin entender unca,
pero miran, porque no sería la primera vez que un pais pedorro se entere por si
mismo, alcanzándolas e, incluso, sobrepasándolas.
Y los chinos están queriendo saber qué es la picotecnología y la femtotecnología
de los estadounidenses, de los rusos y de los alemanes, pero mientras tanto, no
pierden tiempo, porque están comercializando sus conocimientos
nanotecnológicos, bajo la forma de los satélites orbitales de observación
climática, que lanzan al espacio ellos mismos, con sus propios misiles
balisticos, ponéndolos en órbita sideral, para los países que los compran.
De este tipo de negocios nanotecnológicos, los chinos ya han cerrado y
concretado más de cincuenta (50),
y el primero en América Latina en tener un nanosatélite en órbita sideral es la
república del Ecuador, y el segundo es México.
Lo lógico hubiera sido que el siguiente fuera Brasil, pero no, porque hasta
ahora, los brazucas no parecen interesados en tener nanosatélites chinos de
observación del clima.
Entonces, el tercer país de América Latina es La
Argentina de Cristina, que igual que Ecuador y que México, está
empleando la estructura del ministerio de ciencia, técnica e innovación
tecnológica de la nación, para que los tecnólogos vernáculos se metan con el
tema de los nanosatélites, aprendiendo a manejarlos, para que nos empiecen a
suministrar información sobre el clima en estas latitudes del planeta.
La idea de Cristina es venderle la información que obtiene el nanosatélite
argentino, a Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú y a Chile, es decir, a los paises
límitrofes del cono sur, logrando el autofinanciamiento de ese programa
espacial, antes que Brasil entre en el negocio.
Y si se lograra el objetivo político cristinista, el paso siguiente sería
negociar con los chinos, que nos dejen hacer las modificaciones que creamos
convenientes para mejorar el producto de ellos,
a modo de baja tecnología de perfeccionamiento de algo que ya existe en
el mercado mundial (léase: the
argentine low tech).
Hasta donde se tiene sabido en círculos muy bien informados, la idea es
hacer que los nanosatélites chinos de observación climática, se conviertan en
los futuros nanosatélites argentinos de comunicaciones,
terrestres, marítimas, aéreas y espaciales.
Eso nos pondría a la vanguardia nanotecnológica satetelital en América
Latina, y sin depender de los EEUU, dejando bien atrás al Brasil que, en esa
maneria, no sería o pais mais grande du mundo. ¿Verdad?
Ya sé que lo único que interesa es a cuánto está el dólar blue, o en el
mejor de los casos, cómo va la reforma judicial, la discusión sobre el patacón
verde o la campaña electoral, pero la verdad, es que hay cosas muy importantes,
que nos están sobrevolando la cabeza sin que les demos bola, y que yo creo que
alguien tiene que salir a reivindicar como positivo, y más, algunos días
después de que todo haya entrando en la siénaga de lo todo negativo. ¿No?
Y mirá si tendrá importancia este programa espacial, que el nanosatélite
chino comprado por Cristina, fue rebautizado con el nombre de El Capitán Beto, por la canción de El
Flaco Spinetta; haciendo de un satélite, que es un misterio sólo comprensible
por la elite vernácula del know kow, sea concibido como una especie de amuleto
de la cultura popular, que nos mira desde el cielo, como el flaco.
La idea es que cada vez que pensemos en el satélite, pensemos en el flaco,
y vicerversa, mezclando en nuestras cabezas el pasado cultural con el futuro
tecnológico, de una manera ciertamente original y, sobre todo, tan nuestra como
el dulce de leche, el mate, el truco, el futbol o las minas.
¿Qué quieren que les diga? A mi estas cosas me emocionan, porque me
demuestran, contra toda evidencia que, efectivamente, no todo está perdido para
nosotros, los argentinos y las argentinas. ¿Verdad?
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos,
veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en
el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional
de la República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia
(Solón) El Cisne Negro es un hecho
teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si
ocurriera sería castastrófico.
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