El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 25 de Mayo de 2.013.
¿O Lo Vamos a Negar?
Por Rubén Vicente
Imaginate
que viajás en el tiempo, para ver cómo estaba la situación en ese momento. Yo
ya lo imaginé, y te cuento lo que ví.
Era
un verdadero quilombo, porque para empezar, teníamos la quinta guerra
mundial (léase: las guerra napoleónicas), que eran mundiales sin joda, porque
había enfrentamientos armados en los cinco continentes, y en los tres grandes
océanos. ¡Anotá! [3]
En ese contexto, desde
hacía cuatro años (4), que
las invasiones inglesas de 1806 y de 1807 habían hecho que la sociedad
rioplatense estuviera dividida contra si misma, entre las facciones de los
godos y de los criollos.
Encima, tanto Carlos IV
como Fernando VII no estaban en España, y en su lugar, gobernaba su
majestad, el Mcl. RW ® Dr. Dn. José I Bonaparte (a) El Hermano de Napoléon (a) El
Franchute (a) Pepe Botellas (42), y acá nadie tenía claro a quién había que
serle fiel.
Y como si eso no fuera
suficiente, resultaba que había una junta de goberno en Sevilla y otra en
Montevideo, enviando a Buenos Aires órdenes contradictorias al cabildo,
diciendo que el que mandaba seguía siendo El Virrey Elío, mientras acá se acaba
de instalar El Virrey Cisneros.
Por eso, el viernes
dieciocho de mayo, Cisneros (65) se chivó fulería, y convocó a la parte sana
de la sociedad (sic), que eran los quinientos tipos más ricos, más cultos,
más prestigiosos y más influyentes, es decir, los quinientos quías más eminentes
de la capital de El Virreinato Rioplatense (500), para reunirlos en El Cabildo Abierto del 22 de Mayo de
1810.
No había ningún
misterio. Eso era lo que establecían las leyes del imperio español, desde la
edad media, que decían que cuando las cosas no estaban políticamente claras,
las autoridades debían consultar a las clases dirigentes locales, discutiendo,
decidiendo y resolviendo lo que no estaba claro, justamente, para que estuviera
claro, y se pudiera seguir ordenadamente. Total, el rey siempre se reservaba el
derecho de disponer después lo que creyera conveniente.
Y se reunieron los
quinientos, en El Cabildo Abierto del 22 de Mayo de 1822. Y obviamente, aunque
todavía no había llegado hasta acá la revolución industrial británica, igual dijeron
una cantidad verdaderamente industrial de pelotudeses, porque los políticos
siempre dijeron cosas idiotas, sobre todo, antes de ponerse las pilas en los
momentos raros, en que hay mar de fondo, ya se sabe, no es nuevo.
Y terminaron decidiendo
algo que estaba perfectamente previsto en las leyes, y que no era ninguna
novedad institucional, ni nada por el estilo; que fue armar una junta ejecutiva,
como la de Sevilla, y como la de Montevideo, pero en Buenos Aires, y para la
provincia de Buenos Aires, y nada más, claro está.
Lógicamente, el
presidente de la junta fue El Virrey Cisneros, y algunos godos y criollos, que
eran los que la tenían más larga, no sé si …
Pero a la la
medianoche, cuando todo ya estaba super claro, Martín Rodriguez, Manuel
Belgrano y Juan José Castelli, recibieron de contrabando en sus domicilios, los
diarios que había traído un barco portugués, que habían sido interdictados esa
misma noche, por orden de Cisneros, que no quería blanquear que los franceses habían
ocupado Sevilla, y que la junta de gobierno local, había tenido que salir como
rata por tirante para Cadiz, que era lo mismo que meterse en una bóveda y
cerrar la puerta con candados y cadenas.
Acefalía. No gobierno.
Anarquía. Eso fue lo que aterrorizó a Cisneros. No era ningún tarado, y por
eso, la hizo bien fácil, haciendo de cuenta que, directamente, no había pasado
absolutamente nada, y listo. Total …
Y se fue a dormir lo
más pancho, y los únicos tres tipos de todo el virreinato que estaban enterados,
también se fueron a dormir, pero no pudieron pegar un ojo, obvio, porque les
hervía la sabiola, lógico.
Y a la mañana
siguiente, se levantaron bien temprano, y se juntaron en lo de Castelli a tomar
unos mates con galleta marinera, y al mediodía salieron para el regimiento de los
patricios, a discutir el plan que tenían, con El Coronel Saavedra, que
seguía filtradícimo, porque se la había pasado toda la noche con La Perichona,
que era una señora francesa de la alta sociedad porteña, pero que era como
Graciela Alfano, porque no dejaba títere con cabeza, ja ja já. De ahí debe
venir la letra del cantito infantil de la farolera. ¿Te acordás?
No había nada que
hacerle ni vueltas que darle. Dijeran lo que dijeran, en Madrid, y en todos
lados, la cosa siempre fue igual, y siempre lo sería, porque a la hora de los
bifes, los únicos que hacen lo que tienen que hacer, son los milicos, y
todo lo demás era, es y será pura cháchara, no jodamos.
Y al día siguiente, es
decir, el veinticuatro, sin que nadie tuviera la más pálida idea de lo que
estaba sucediendo, porque todavía no estaba El Gordo Lanata para destapar la
holla, en el cuartel de los patricios, El Coronel Saavedra se la pasó conversando
con los oficiales del estado mayor rioplatenses, para convencerlos de que lloverían
bolsones de oro para quien apoyara su idea de romper todo, y de convertir a
El Virreinato del Río de la Plata, directamente, en una colonia británica, con
él como rey, obvio, y al carajo. Right?
Por eso, en la
madrugada del viernes veintinco, los patricios ya habían rajado a los milicos
gallegos del fuerte; ya lo habían tomado por asalto; y ya tenían cercada La
Plaza de La Victoria, y sus alrededores.
Desde el amanecer, aunque
no hubiera Internet, se empezó a correr la bola de que había una fragata
británica fondeada en el puerto, y todos se creyeron que era la tercera
invasión inglesa, o algo por el estilo, pero no.
Era un maldito milico
de mierda, liderando un golpe de estado pedorro, que era completamente anti k, pero que ya a la mañana, contaba con
el apoyo de varios prominentes comerciantes británicos de la ciudad,
supuestamente oficialistas, pero que se habían dado vuelta como buenos
panqueques oportunistas, tipo Mac Lazard, tipo Mac Christobal, tipo Mac Berni, and
like this. No sé si …
Y todo lo demás, ya lo
sabés de memoria, pero no está mal que te acuerdes de cómo fue que empezó la
cosa acá, en el culis mundis. ¿O lo vamos a negar?
Y si se dejeran que
estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la información
contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la
Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los
Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
[3]
La primera guerra mundial fue
La Guerra de los Treinta Años (1618-1648). La segunda guerra mundial fue La
Guerra de Sucesión Española (1702-1715). La tercera guerra mundial fue La
Guerra de Sucesión Austríaca (1740-1748). La cuarta guerra mundial fue La Guerra
de los Siete Años (1756-1763). Y la quinta guerra mundial fueron Las Guerras
Napoleónicas (1793-1815). La Gran Guerra Mundial (1914-1918) y La Gran Segunda
Guerra Mundial (1939-1945) fueron grandes guerras mundiales, justamente,
porque fueron los dos primeros enfrentamientos armados en que se usaron, a
destajo, las armas de destrucción masiva, primero químicas y luego nucleares.
Muchos sostenen que La Guerra Fría (1946-1991), en realidad, también fue la
gran tercera guerra mundial, porque se sumaron las armas bacteriológicas y
las armas misilísticas. Conste.
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