sábado, 25 de mayo de 2013

588 Historia (Argentina)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000588 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 25 de Mayo de 2.013.





¿O Lo Vamos a Negar?
Por Rubén Vicente 

Imaginate que viajás en el tiempo, para ver cómo estaba la situación en ese momento. Yo ya lo imaginé, y te cuento lo que ví. 

Era un verdadero quilombo, porque para empezar, teníamos la quinta guerra mundial (léase: las guerra napoleónicas), que eran mundiales sin joda, porque había enfrentamientos armados en los cinco continentes, y en los tres grandes océanos. ¡Anotá! [3] 

En ese contexto, desde hacía cuatro años (4), que las invasiones inglesas de 1806 y de 1807 habían hecho que la sociedad rioplatense estuviera dividida contra si misma, entre las facciones de los godos y de los criollos.
Encima, tanto Carlos IV como Fernando VII no estaban en España, y en su lugar, gobernaba su majestad, el Mcl. RW ® Dr. Dn. José I Bonaparte (a) El Hermano de Napoléon (a) El Franchute (a) Pepe Botellas (42), y acá nadie tenía claro a quién había que serle fiel.
Y como si eso no fuera suficiente, resultaba que había una junta de goberno en Sevilla y otra en Montevideo, enviando a Buenos Aires órdenes contradictorias al cabildo, diciendo que el que mandaba seguía siendo El Virrey Elío, mientras acá se acaba de instalar El Virrey Cisneros.
Por eso, el viernes dieciocho de mayo, Cisneros (65) se chivó fulería, y convocó a la parte sana de la sociedad (sic), que eran los quinientos tipos más ricos, más cultos, más prestigiosos y más influyentes, es decir, los quinientos quías más eminentes de la capital de El Virreinato Rioplatense (500), para reunirlos en El Cabildo Abierto del 22 de Mayo de 1810. 
No había ningún misterio. Eso era lo que establecían las leyes del imperio español, desde la edad media, que decían que cuando las cosas no estaban políticamente claras, las autoridades debían consultar a las clases dirigentes locales, discutiendo, decidiendo y resolviendo lo que no estaba claro, justamente, para que estuviera claro, y se pudiera seguir ordenadamente. Total, el rey siempre se reservaba el derecho de disponer después lo que creyera conveniente.
Y se reunieron los quinientos, en El Cabildo Abierto del 22 de Mayo de 1822. Y obviamente, aunque todavía no había llegado hasta acá la revolución industrial británica, igual dijeron una cantidad verdaderamente industrial de pelotudeses, porque los políticos siempre dijeron cosas idiotas, sobre todo, antes de ponerse las pilas en los momentos raros, en que hay mar de fondo, ya se sabe, no es nuevo.
Y terminaron decidiendo algo que estaba perfectamente previsto en las leyes, y que no era ninguna novedad institucional, ni nada por el estilo; que fue armar una junta ejecutiva, como la de Sevilla, y como la de Montevideo, pero en Buenos Aires, y para la provincia de Buenos Aires, y nada más, claro está.
Lógicamente, el presidente de la junta fue El Virrey Cisneros, y algunos godos y criollos, que eran los que la tenían más larga, no sé si …
Pero a la la medianoche, cuando todo ya estaba super claro, Martín Rodriguez, Manuel Belgrano y Juan José Castelli, recibieron de contrabando en sus domicilios, los diarios que había traído un barco portugués, que habían sido interdictados esa misma noche, por orden de Cisneros, que no quería blanquear que los franceses habían ocupado Sevilla, y que la junta de gobierno local, había tenido que salir como rata por tirante para Cadiz, que era lo mismo que meterse en una bóveda y cerrar la puerta con candados y cadenas.
Acefalía. No gobierno. Anarquía. Eso fue lo que aterrorizó a Cisneros. No era ningún tarado, y por eso, la hizo bien fácil, haciendo de cuenta que, directamente, no había pasado absolutamente nada, y listo. Total …
Y se fue a dormir lo más pancho, y los únicos tres tipos de todo el virreinato que estaban enterados, también se fueron a dormir, pero no pudieron pegar un ojo, obvio, porque les hervía la sabiola, lógico.
Y a la mañana siguiente, se levantaron bien temprano, y se juntaron en lo de Castelli a tomar unos mates con galleta marinera, y al mediodía salieron para el regimiento de los patricios, a discutir el plan que tenían, con El Coronel Saavedra, que seguía filtradícimo, porque se la había pasado toda la noche con La Perichona, que era una señora francesa de la alta sociedad porteña, pero que era como Graciela Alfano, porque no dejaba títere con cabeza, ja ja já. De ahí debe venir la letra del cantito infantil de la farolera. ¿Te acordás?
No había nada que hacerle ni vueltas que darle. Dijeran lo que dijeran, en Madrid, y en todos lados, la cosa siempre fue igual, y siempre lo sería, porque a la hora de los bifes, los únicos que hacen lo que tienen que hacer, son los milicos, y todo lo demás era, es y será pura cháchara, no jodamos.
Y al día siguiente, es decir, el veinticuatro, sin que nadie tuviera la más pálida idea de lo que estaba sucediendo, porque todavía no estaba El Gordo Lanata para destapar la holla, en el cuartel de los patricios, El Coronel Saavedra se la pasó conversando con los oficiales del estado mayor rioplatenses, para convencerlos de que lloverían bolsones de oro para quien apoyara su idea de romper todo, y de convertir a El Virreinato del Río de la Plata, directamente, en una colonia británica, con él como rey, obvio, y al carajo. Right?
Por eso, en la madrugada del viernes veintinco, los patricios ya habían rajado a los milicos gallegos del fuerte; ya lo habían tomado por asalto; y ya tenían cercada La Plaza de La Victoria, y sus alrededores.
Desde el amanecer, aunque no hubiera Internet, se empezó a correr la bola de que había una fragata británica fondeada en el puerto, y todos se creyeron que era la tercera invasión inglesa, o algo por el estilo, pero no.
Era un maldito milico de mierda, liderando un golpe de estado pedorro, que era completamente anti k, pero que ya a la mañana, contaba con el apoyo de varios prominentes comerciantes británicos de la ciudad, supuestamente oficialistas, pero que se habían dado vuelta como buenos panqueques oportunistas, tipo Mac Lazard, tipo Mac Christobal, tipo Mac Berni, and like this. No sé si …
Y todo lo demás, ya lo sabés de memoria, pero no está mal que te acuerdes de cómo fue que empezó la cosa acá, en el culis mundis. ¿O lo vamos a negar?
Y si se dejeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 
[3] La primera guerra mundial fue La Guerra de los Treinta Años (1618-1648). La segunda guerra mundial fue La Guerra de Sucesión Española (1702-1715). La tercera guerra mundial fue La Guerra de Sucesión Austríaca (1740-1748). La cuarta guerra mundial fue La Guerra de los Siete Años (1756-1763). Y la quinta guerra mundial fueron Las Guerras Napoleónicas (1793-1815). La Gran Guerra Mundial (1914-1918) y La Gran Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fueron grandes guerras mundiales, justamente, porque fueron los dos primeros enfrentamientos armados en que se usaron, a destajo, las armas de destrucción masiva, primero químicas y luego nucleares. Muchos sostenen que La Guerra Fría (1946-1991), en realidad, también fue la gran tercera guerra mundial, porque se sumaron las armas bacteriológicas y las armas misilísticas. Conste.

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