martes, 25 de diciembre de 2012

467 Geopolítica (Mundial)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000467 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 25 de Diciembre de 2.012.




El Nuevo Frankenstein
Por Rubén Vicente 

En el marco general de La Guerra Fría (1946-1991), y en el especial de La Guerra Irak-Irán (1980-1988), el neokeinesianismo militar de los EEUU pretendió financiar La Iniciativa de Defensa Estratégica (léase: la guerra de las galaxias), con una giga emisión de dólares sin respaldo en metálico (léase: la hiperinflación), por un monto equivalente al PBI de ese entonces, desatando La Crisis del Oro de 1982. [3] 

Sobraban mega toneladas de dólares billete, tanto en los EEUU como en el mundo entero (orbis). Vía compras y contrataciones, el gobierno de Washington inyectaba la mayor parte en las empresas de producción para la defensa, pero el sobrante era invertido en la compra de bonos del tesoro, y la inflación interna era contenida vía el aumento de las tasas de interés. 

Esa estrategia monetaria causaba un efecto magia, porque los grandes inversores institucionales globales y los bancos centrales de los cinco continentes, quisieron creer la mentira de que el billete verde no se debitaría; empezando a cacarear que la demostración de que ello era así, era la fortaleza de la demanda de los bonos americanos, y remataban con el argumento del supuesto bajo nivel de crecimiento del índice de los precios al consumidor de la primera potencia capitalista (léase: la baratura). 

En otras palabras, la contextura intrínsecamente psicótica del neokeynesianismo militar, que hasta entonces había discurrido por el nivel mínimo de la demencia (léase: La QE), se agravó, alcanzando el grado intermedio de el delirio (léase: los derivativos), pero sin que nadie en el mundo lo supiera, estaba por alcanzar, muy rápidamente, el grado máximo y gravísimo de la locura (1983). 

En efecto, inmediatamente después de La Crisis del Oro de 1982, los grandes bancos estadounidenses (léase: los portaviones), dejaron de contratar historiadores y filósofos de mediana edad, como era tradicional desde los tiempos de George Washington, y empezaron a contratar a jóvenes matemáticos, especializados en análisis matemático, y ultra especializados en el análisis matemático de los sistemas cibernéticos. 

Querían que ellos, que eran nóbeles académicos de las universidades más prestigiosas, dejaran los claustros, para sumergirse en la apasionante galaxia del dinero, en la fascinante constelación de las finanzas, en el alucinante sistema solar de la bolsa, y en el planeta críptico los los fondos de inversión de alto riego (the hedge funds) que controlan el mercado mundial de los derivativos. 

No por casualidad, sino más bien, por causalidad, la mayoría eran egresados de la Warton Schooll, de la facultad de ciencias exactas de la Universidad de Pennsylavania, que era el cenáculo de pensamiento (the think tank) de la doctrina de la economía solar, que es la sucesora de la doctrina de la economía sin dinero de Karl Gessell, que provocó la hiperinflación alemana de mil novecientos veintitres. Ups. 

El resultado fue que esos pibes de La Warton diseñaron unos algoritmos, que les permitían a los portaviones intermediar en centenas de miles de operaciones de compra o de venta de derivativos, pero ya no más por día, sino por segundo. 

A esto, los periodistas especializados en el mercado bursatil norteamericano, lo empezaron a llamar con el nombre de las negociaciones de alta frecuencia (the hight frecuency trading =  Las HFT´s). 

El ente gubernamental regulador del mercado bursatil estadounidense (SEC), estaba controlado por ténicos de formación ultra monetarista, que no querían saber absolutamente nada con intervenir para regular, a pesar de que se daban cuenta de que las HFT´s, que se sumaban a el mercado de la nada (léase: los derivativos), eran las dos partes de un Frankenstein, que terminaría por independizar a los empleados de los portaviones de sus directorios, y a éstos de los accionistas. 

Y Frankenstein se levantó de la camilla muy rápido, causando las crisis bursátiles de 1987, de 1993, de 1995 y de 1997. Recién entonces, la SEC tomó cartas en el asunto, pero light, porque se limitó a exigir a los portaviones que explicaran cómo funcionaban las HFT´s y qué hacían con los derivativos. En base a esas explicaciones, que estuvieron a cargo de esos pibes matemáticos, la SEC emitió la primera resolución administrativa reguladora, que no tipifica prácticas delictivas ni establece penas, es decir, que no concibe a Frankenstein como un mounstruo, o en todo caso, lo considera un mounstro amigable. 

Es todo muy largo de explicar y arduo de entender para nosotros que somos los simples mortales, pero el que nos desaznó fue Frank Partnoy, cuando en 2002 publicó su libro titulado con el nombre de Codicia Contagiosa, que tiene un subtítulo que dice lo dice todo: La Plaga Que Amenaza Desde Sus Cimientos Los Mercados Financieros y La Economía Mundial (sic). ¿Está? 

Para hacerla corta, te digo que Las HFT´s y los derivativos (léase: el nuevo frankenstein bursatil global) es el gran reponsable de la quiebra de Lehman Brother´s, de la crisis mundial, y de los defaults de Islandia, de Irlanda, de Grecia, de Italia y de España, que se están haciendo enemas con los derivativos que les inyectaron los portaviones vía las HFT´s. 

Ah, y lo de la Libor es la nueva aparición de Frankenstein, pero no será la última, a menos que el futuro gobierno de los EEUU (léase: Barak Obama), haga algo para matar al mounstro que, evidentemente, ha dejado de ser amigable, obvio. 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 
[3] Ese año, en sólo cinco semanas (5), el oro pasó de treinta y cinco dólares la onza (1 OT= U$S 35,00) a ochocientos cincuenta dólares (1 OT = U$S 850,00), implicando una devaluación del billete verde contra el metal amarillo del dos mil cuatrocientos veintiocho por ciento (2.428%). Conste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario