lunes, 17 de diciembre de 2012

459 Geopolítica (Argentina)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000459 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 17 de Diciembre de 2.012.




Acababa de Caer Rosas
Por Rubén Vicente 

Y La Confederación Argentina, que en veinte años se había transformado en un país grande, unido y respetado, que a la vez, exhibía su condición de ser una nación paradógicamente aislada, atrasada y tiranizada. 

Ya lo dijo Cicerón, que un imperio no es la obra de un solo gobernante, ni el sacrificio de una sola generación (sic). 

Terminaba una era y comenzaba otra, que era la de La Organización Nacional, que fue posible, gracias a un proceso que culminó con la entrada en vigencia de la carta magna de los argentinos. 

El alma mater fue Juan Bautista Alberdi, que dijo que cuando la razón se hace carne se convierte en ley (sic). Y bajo su influjo inmortal, los gobernadores de las provincias argentinas dieron su respaldo político a la firma de El Acuerdo de San Nicolás, y tuvimos una constitución nacional, con declaraciones, con derechos y con garantías bien pero bien claritas, para que a nadie le quedaran dudas acerca de cómo sería la cosa de ahí en más. 

Y una de las cosas que quedaron claras desde el vamos fue que el pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes y de las autoridades constituídas. Y la representación del pueblo en el juicio por jurados, le reservó el poder de decir culpable o inocente, en las causas criminales del fuero judicial ordinario que correspondía las provincias o a la nación, según donde se ventilaran las cuestiones en forma local. 

Y todo eso bajo presión, claro está, porque nadie podrá negar que sin Rosas, este país carecía del mando único, fuerte y soberano que se requería en ese entonces para lidiar con las ambiciones de Gran Bretaña, de Francia, de los EEUU, del Brasil y de Chile, sobre porciones enteras de nuestro territorio, o sobre sectores completos de nuestra economía.  

Las presiones no eran cuento y, sin embargo, no por ello La Argentina se aprestaba a enfrentar el futuro incierto sin la institución del juicio por jurados. Y nadie podrá negar tampoco que, sencillamente, estaba todo por hacer, para convertir a La Argentina en el país que, sin dejar de ser grande, unido y respetado, fuera además, la nación integrada al mundo, avanzada y plenamente institucionalizada, que debíamos, podíamos y queríamos ser, a partir, justamente, de la constitución nacional. 

Por eso, sinceramente, no se entiende cómo es posible que haya una diputada de la nación macrista (Laura Alonso), que salga a decir que no se puede elaborar y aprobar un proyecto de ley federal de juicio por jurados a las apuradas (sic). 

¿De qué apuradas estará hablando esta mujer? Si ya hacen casi ciento sesenta años que el pueblo espera que se cumpla el mandato de nuestros constituyentes (160). ¿Cómo puede ser posible que, habiendo tanta corrupción en las altas esferas de la codicia, y tanta inseguridad en las calles salvajes de la locura, está mujer no se de cuenta de la urgencia que la hora impone, de sentar el orto no más de un día, y de redactar el puto proyecto perfectible de ley de juicio por jurados? 

Es el onanismo mental sempiterno, de los que desempeñan la función pública o las magistraturas parlamentarias, sin tener una base mínima de conocimiento. Es el hueveo eterno a que nos quieren seguir teniendo sometidos, los que faltaron a la escuela, al colegio y la facultad, el día que enseñaron historia argentina e instrucción cívica. Es la maltita pedorrada garantista de la boca para afuera, que sólo quiere garantizarse la impunidad para ellos mismos, porque saben que si los paran enfrente del jurado, los pasan a deguello, pero sin ningún miramiento. 

No quieren, no saben y no pueden, pero les tenemos que andar bancando la dieta, para que digan pelutudes a destajo, y gratis, porque si por lo menos hicieran algo por la patria, el pueblo jamás los odiaría como los odia. 

Y el cerebro de mosquito de Zafaroni, que anda diciendo con la corte tiene un poder de controlar la constitucionalidad de las leyes que es un poco problemático porque es difuso (sic). 

Difuso le va a quedar el ano, el día que tenga que rendir cuentas ante el jurado popular, por sus operaciones de rufianería, completamente incompatibles con la integridad, con la probidad y con la coherencia que debe tener en su conducta el ministro de la corte de cualquier nación que pretenda preciarse de tal.  

Lo dije la semana pasada y lo tengo que voler a decir en esta, en que estoy un tanto contrariado. ¡Basta de pelotudismo, por favor! 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, mientras me rajan del laburo y me ponen las esposas, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario