El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 17 de Diciembre de 2.012.
Acababa de Caer Rosas
Por Rubén Vicente
Y
La Confederación Argentina, que en veinte años se había transformado en un país
grande, unido y respetado, que a la vez, exhibía su condición de ser una nación
paradógicamente aislada, atrasada y tiranizada.
Ya
lo dijo Cicerón, que un imperio no es la obra de un solo gobernante, ni el
sacrificio de una sola generación (sic).
Terminaba
una era y comenzaba otra, que era la de La Organización Nacional, que fue
posible, gracias a un proceso que culminó con la entrada en vigencia de la
carta magna de los argentinos.
El
alma mater fue Juan Bautista Alberdi, que dijo que cuando la razón se hace
carne se convierte en ley (sic). Y bajo su influjo inmortal, los
gobernadores de las provincias argentinas dieron su respaldo político a la
firma de El Acuerdo de San Nicolás, y tuvimos una constitución nacional, con
declaraciones, con derechos y con garantías bien pero bien claritas, para que a
nadie le quedaran dudas acerca de cómo sería la cosa de ahí en más.
Y
una de las cosas que quedaron claras desde el vamos fue que el pueblo no
delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes y de las autoridades
constituídas. Y la representación del pueblo en el juicio por jurados, le
reservó el poder de decir culpable o inocente, en las causas criminales del
fuero judicial ordinario que correspondía las provincias o a la nación, según
donde se ventilaran las cuestiones en forma local.
Y
todo eso bajo presión, claro está, porque nadie podrá negar que sin
Rosas, este país carecía del mando único, fuerte y soberano que se requería en
ese entonces para lidiar con las ambiciones de Gran Bretaña, de Francia, de los
EEUU, del Brasil y de Chile, sobre porciones enteras de nuestro territorio, o
sobre sectores completos de nuestra economía.
Las
presiones no eran cuento y, sin embargo, no por ello La
Argentina se aprestaba a enfrentar el futuro incierto sin la institución del
juicio por jurados. Y nadie podrá negar tampoco que, sencillamente, estaba todo
por hacer, para convertir a La Argentina en el país que, sin dejar de ser
grande, unido y respetado, fuera además, la nación integrada al mundo, avanzada
y plenamente institucionalizada, que debíamos, podíamos y queríamos ser, a
partir, justamente, de la constitución nacional.
Por
eso, sinceramente, no se entiende cómo es posible que haya una diputada de la
nación macrista (Laura Alonso), que salga a decir que no se puede elaborar y
aprobar un proyecto de ley federal de juicio por jurados a las apuradas (sic).
¿De
qué apuradas estará hablando esta mujer? Si ya hacen casi ciento sesenta
años que el pueblo espera que se cumpla el mandato de nuestros
constituyentes (160). ¿Cómo puede
ser posible que, habiendo tanta corrupción en las altas esferas de la codicia,
y tanta inseguridad en las calles salvajes de la locura, está mujer no se de
cuenta de la urgencia que la hora impone, de sentar el orto no más de un día, y
de redactar el puto proyecto perfectible de ley de juicio por jurados?
Es
el onanismo mental sempiterno, de los que desempeñan la función pública o las
magistraturas parlamentarias, sin tener una base mínima de conocimiento. Es el
hueveo eterno a que nos quieren seguir teniendo sometidos, los que faltaron a
la escuela, al colegio y la facultad, el día que enseñaron historia argentina e
instrucción cívica. Es la maltita pedorrada garantista de la boca para afuera,
que sólo quiere garantizarse la impunidad para ellos mismos, porque saben que
si los paran enfrente del jurado, los pasan a deguello, pero sin ningún
miramiento.
No
quieren, no saben y no pueden, pero les tenemos que andar bancando la dieta,
para que digan pelutudes a destajo, y gratis, porque si por lo menos hicieran
algo por la patria, el pueblo jamás los odiaría como los odia.
Y
el cerebro de mosquito de Zafaroni, que anda diciendo con la corte tiene un
poder de controlar la constitucionalidad de las leyes que es un poco
problemático porque es difuso (sic).
Difuso
le va a quedar el ano, el día que tenga que rendir cuentas ante el jurado
popular, por sus operaciones de rufianería, completamente incompatibles con la
integridad, con la probidad y con la coherencia que debe tener en su conducta
el ministro de la corte de cualquier nación que pretenda preciarse de tal.
Lo
dije la semana pasada y lo tengo que voler a decir en esta, en que estoy un
tanto contrariado. ¡Basta de pelotudismo, por favor!
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, mientras me rajan del laburo y me ponen
las esposas, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en
el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional
de la República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de
Grecia (Solón) El Cisne Negro es la
alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente
improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
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