domingo, 23 de diciembre de 2012

465 Geopolítica (Mundial)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000465 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 23 de Diciembre de 2.012.




Antes del Big Bang
Por Rubén Vicente 

Albert Einstein elaboró la teoría de la relatividad, que explica absolutamente todos y cada uno de los fenómenos que se suscitan en el cosmos, filosóficamente definido como el todo ordenado (1905).  

Sin embargo, Maxiliam Plank (a) Max, que fue discípulo de Einstein, justamente, desmintió a Einstein, demostrando matemáticamente que existen ciertas zonas del universo donde no se cumplen los postulados de la teoría de la relatividad, y donde el todo ordenado (el cosmos) es exactamente lo contrario, es decir, el todo desordenado (el caos).  

Plank sostenía que la teoría de la relatividad no se cumplía a nivel de las partículas elementales, que forman la materia integrante de los protones, de los neutrones y de los electrones, que forman parte de los átomos, de los que se componen las moléculas, que integran los polímeros, que forman parte de los cristales, que conforman las sustancias, ya sea que las mismas se presenten bajo el estado gaseoso, líquido o sólido. [3]  

Él centró su atención en las distintas clases de partículas elementales conocidas hasta entonces (ej.: los muones, los piones, los fotones, los bosones, los leptones, etc.), agrupándolas bajo la denominación genérica de los quantos, nombre que inspiró La Física de Max Plank, es decir, La Física Quántica (léase: cuántica), sin la cual, hubiera sido matemáticamente imposible concebir el uso civil y militar de la energía nuclear (1931).

Bajo esa compresión, la teoría de la relatividad de Einstein y la teoría cuántica de Max Plank son matemáticamente excluyentes entre si, de modo tal que una invalida a la otra. [4] 

No obstante, desde 1960, un grupo de científicos [5] , liderados por el Prof. sir Roger Penrose, de la facultad de ciencias exactas y naturales de la Universidad de Oxford, comenzaron a trabajar sobre una idea aparentemente irracional, como es la de aplicar las leyes de la física cuántica, que sólo es válida a nivel de las partículas elementales, al campo extra particular de los átomos, de las moléculas, de los polímeros, de los cristales y de las sustancias que componen la materia de nuestro planeta y de todo el universo, es decir, a la física einsteiniana. 

Hasta entonces, el fenómeno de la diferencia que surge entre las fuerzas de la atracción (la gravedad) y las de repulsión (el magnetismo) recibía el nombre tradicional de el electromagnetismo, obviamente derivado de la teoría de la relatividad.  

Sin embargo, cuando se comenzó a aplicar la teoría cuántica, surgió un concepto matemático enteramente nuevo, que recibió el nombre de la electrogravedad, es decir, de la electricidad no surgida de los neutrones, que tienen carga negativa, sino más bien, de los protones, que tienen carga positiva.  

Llevadas las ecuaciones matemáticas correspondientes al campo de la física, dio como resultado el surgimiento de la nueva rama de la protónica. 

En otras palabras, la electrogravedad y la protónica son la base de la levitación, de toda clase de objetos materiales, sean terrestres, marítimos, aeronáuticos y espaciales. Estudia el comportamiento de la energía en el vacío (léase: los agujeros negros). Por eso, la electrogravedad también es conocida como la energía punto cero 

Sobre esa base, se pueden elaborar modelos matemáticos, capaces de describir cómo era el universo antes del big bang. Esto tiene que ver con el fenómeno de la luz a distancias siderales. Si un fotón, situado en el centro de La Vía Láctea, se desmaterializa en unos pocos nanosegundos, entonces, no es posible que llegue a nuestro planeta, y sin embargo, ello es justamente lo que ocurre.  

La protónica sostiene que ello es posible gracias a la electrogravedad (la levitación), que provoca la ultra-asceleración del tiempo. Hipotéticamente, el proceso inverso permitiría a un astronauta llegar al centro de nuestra galaxia en unos pocos nanosegundos. 

En la actualidad, la protónica está siendo aplicada a los campos específicos de el pensamiento a distancia (la telepatía), de la generación de imágenes tridimensionales (la holografía) y de el control mental (la psicotrónica). 

En 1999, los Dres. Grichka Bogdanov (a) El Matemático, y su hermano, el Dr. Igor Bogdanov (a) El Físico, ambos graduados en la Universidad de Borgoña y que, a la vez, son presentadores de programas televisivos de divulgación científica y de ciencia ficción, desataron El Escándalo Bogdanov, al cuestionar las ideas de Max Plank sosteniendo que, antes del big bang, el espacio vacío era un cosmos puramente matemático, integrado por los números cero (la nada) y uno (el todo), es decir, el cosmos binario, integrante de la información geométrica que, al convertirse primero en radiación, luego en energía y finalmente en materia, provocó paralelamente la gran explosión generadora del universo (léase: el big bang). 

En la práctica, la firma Lockheed Martin Corporation NV de Nueva York, matriz del Lockheed Group de los EEUU, empleó la electrogravedad para diseñar y desarrollar sistemas laser de detección de las distorciones que causa el viento en los aeropuertos. 

Los científicos de las grandes potencias estudian la electrogravedad y la protónica, para averiguar qué había antes del big bang, pero también, para experimentar con los fenómenos de la levitación, de la telepatía, de la holografía y del control mental, con el objetivo de viavilizar los viajes espaciales intergalácticos. 

Es auténtica y legítimamente maravilloso todo lo que están haciendo, pero ellos saben más que nadie que, el hecho de ruptura, sería que dos o más gobiernos, censurados por los medios masivos de comunicación social internacionales y por las grandes potencias occidentales, por sus supuestas intenciones de usar o de construir bombas atómicas (ej.: Corea del Norte, Irán y/o Venezuela), podrían poner a trabajar a sus matemáticos, a sus físicos y a sus químicos, es decir, a sus especialistas en ciencias básicas (los científicos), en el estudio de la protónica, de la electrogravedad y de sus fenómenos derivados (la levitación, la telepatía, la holografía o el control mental), para contar con armas desconocidas, planteando una amenaza global. 

Y si, porque nada más barato que agarrar papel y lapiz, y ponerse a garabatear ecuaciones matemáticas, sobre todo, empezando por entender lo que los mortales no entendemos aunque esté todo en Internet, que es la teoría de la relatividad, la teoría cuántica, la electrogravedad, la protónica, la levitación, la telepática, la holografía o psícotrónica, a ver qué les da a ellos, porque acordate que el fuego no lo inventó Stephen Hokins, sino El Hombre de Neanderthal. Right? 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155). 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico. 
[3] Cuando los átomos están separados, la sustancia adopta la forma de un gas (el estado gaseoso de la materia), pero cuando están juntos, la sustancia gaseosa toma la forma de un líquido (el estado líquido de la materia) y, cuando los átomos de un líquido se pegan unos a otros, sin dejar espacios entre sí, formando una unión inextricable, la sustancia líquida adopta la forma de un sólido (el estado sólido de la materia).
 
[4] En esencia, el universo es un descomunal conjunto de rayos y de ondas (la radioactivad), que se transforma en las diferentes manifestaciones de la materia (luz, calor, sonido, fuerza motriz, etc.) que, cuando adquiere masa, peso y volumen, se convierte en materia. Las partículas elementales de Max Plank son porciones de materia inestable, cuya existencia dura unos pocos nanosegundos, para luego desmaterializarse, reconvirtiéndose en energía o en radioactivdad.
 

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