lunes, 19 de noviembre de 2012

435 Geopolítica (Argentina)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000435 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 19 de Noviembre de 2.012.





No Tan Neutrales
Por Rubén Vicente 

Durante La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), La Argentina adoptó una posición diplomática de neutralidad. Sin embargo, primero la democracia constitucional viciada por el fraude de la década infame, y luego, el gobierno militar, desarrollaron diversas posturas neutrales, conforme la evolución del conflicto bélico, y de la reacción de los partidos políticos y de las camarillas militares, que tutelaban el sistema político argentino, fuera indirecta o directamente. 

Roberto Marcelo Ortíz fue electo para gobernar por seis años (1938-1943). Al estallar la guerra (1939), declaró la neutralidad de nuestra nación. En ese momento, el oficilialismo civil estaba representado por La Concordancia, de los conservadores, los radicales antipersonalistas, los demócratas progresistas y los socialistas, dejando fuera del sistema a los radicales personalistas, a los anarquistas y a los comunistas. 

Ese oficalismo que apoyaba a Ortiz (léase: la concordancia) estaba espiritualmente cerca del bando de los aliados (Gran Bretaña y Francia). Y los grandes referentes eran dos ex presidentes de la nación, como era el Dr. Marcelo Torcuato de Alvear (a) El Pelado y el Tte. Gral. EA ® Austín Pedro Justo (a) Justito. 

Las cosas empezaron a cambiar dramáticamente en junio de 1940, cuando el presidente Ortíz se vio obligado a tomar licencia por enfermedad, asumiendo la conducción del estado el vicepresidente masón-conservador, Dr. Ramón Castillo (a) El Catamarqueño. 

En Europa Occidente, el III Reich era una aplanadora, mientras la Italia fascista de Mussolini había conquistado todo el norte del Africa, con La Unión Soviética y los EEUU en la posición de neutrales. 

El espectro militar vernáculo estaba representado por partidarios del nacionalismo, del conservadorismo, del radicalismo antipersonalista y del radicalismo personalista (léase: los militares yrigoyenistas). En la práctica, eran los nacionalistas pro alemanes versus el resto, agrupados en la facción de los llamados liberales pro aliados. El gran lider de los militares liberales era el Gral. Justo, y el de los naconalistas era el Gral. Juan Bautista Molina. 

En ese contexto, el presidente Castillo mantuvo la neutralidad formal, pero en el fondo, empezó a tomar distancia de los aliados y a acortar distancia con las potencias totalitarias (Alemania, Italia y Japón), actuando como un aliado no beligerante de los gobiernos de El Eje Roma-Berlín-Tokio. 

La situación volvería a cambiar drásticamente, en diciembre de 1941, a partir del ataque japonés a Perl Harbour, y de la declaración de guerra de los EEUU a El Eje. Rápidamente, Washington convocó una conferencia hemisférica en Río de Janeiro, tendiente a garantizar la defensa continental contra la agresión nazi-fascista; logrando que todos los países de América Latina declararan la ruptura de las relaciones econónicas, diplomáticas y militares con Alemania, Italia y Japón, excepto la Argentina, que mantuvo la neutralidad, aclarando que consideraría a los EEUU como si fuera un país no beligerante (¿¿¿???).  

Una ong llamada con el nombre de La Acción Aliada, apoyada por la embajada americana en Buenos Aires, motorizó un denuncia de espionaje nazi-facista en la Argentina, logrando que el parlamento creara La Comisión de Actividades Antiargentinas (CAA), liderada por el diputado radical Damonte Taborda, propietario del díario pro aliado Crítica. 

El presidente Castillo la dejó funcionar, pero paralelamente, empezó a negociar la compra de armamento alemán para las dos fuerzas armadas argentinas (léase: el ejército y la marina), especialmente tanques, submarinos, aviones, municiones y explosivos, mientras creaba la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM) y los Astilleros y Fábricas Navales del Estado (AFNE), puestas a cargo de altos oficiales pro alemanes; que lograron que Castillo decrete el estado de sitio y el cierre del consejo deliberante metropolitano, como así también, la intervención federal de las provincias de Buenos Aires y de Corrientes; y la destitución del ministro de guerra, Tte. Gral. EA Tonazzi. 

Las muertes del ex presidente Ortiz, del ex presidente Alvear y del ex presidente Justo (1942), le dejaron el camino libre a Castillo, quien a principios de 1943, declaró su adhesión a la candidatura presidencial convervadora del presidente del senado de la nación, Dr. Robustiano Patrón Costas. 

Paralelamente, Castillo nombró el jefe del arma de caballería del ejército, Gral. Brig. EA Pedro Pablo Ramirez como nuevo ministro de guerra pro alemán, mientras confirmó al ministro de marina pro alemán (León Scaso). 

Coetáneamente, el Gral. Molina pactaba por debajo de la meza una alianza con el nuevo presidente del comité nacional de la Unión Cívica Radical (Amadeo Sabattini), contra Patrón Costas. 

El Gral. Ramirez operó para que el jefe del arma de artillería, Gral. Brig. EA Arturo Rawson organizara un golpe de estado contra Castillo, con la intención de establecer en nuestro país un régimen totalitario pro alemán, pero neutral. 

Sólo cinco días más tarde, Rawson renunció, asumiendo Ramirez, con la intención de romper las relaciones económicas, diplomáticas y militares de la Argentina con los aliados (Los EEUU, Gran Bretaña, Francia, China y La Unión Soviética), quedando nuestra nación geopolíticamente enfrentada con el Brasil, que había entrado a la guerra del lado de Washington, Londres, París, Pekín y Moscú). 

También Brasil fue considerado como un país no beligerante (¿¿¿???), evitando una guerra sudamericana para la que La Argentina no estaba preparada.

Pero en marzo de 1944, cuando el mundo entero (orbis) ya percibía claramente la inversión de la ecuación militar de la segunda guerra mundial y el no lejano triunfo de los aliados, Ramirez fue derrocado por otro golpe militar, que puso en La Casa Rosada al Tte. Gral. EA Edelmiro Julián Farrell, que hizo exactamente lo contrario a Ramirez, cuando declaró la ruptura de las relaciones económicas, diplomáticas y militares con Alemania y con Japón; pero manteniendo formalmente la neutralidad de La Argentina. 

Y en abril de 1945, Farrell declaró finalmente la guerra a las dos potencias totalitarias, cuando restaban veinte días para la rendición de Alemania (20), y ciento veinte días para las bombas atómicas norteamericanas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki (120). 

Pero mientras tramitaban Los Juicios de Neuremberg, el ministro de guerra y vicepresidente de facto de la nación (Perón), le suministraba apoyo subrepticio a La Operación ´Ave Fenix´, en cuya virtud, el oro, la alta tecnología militar, los líderes políticos y militares del III Reich se radicaban en La Patagonia Argentina. 

Paralelamente, La Argentina se incorporaba a La Organización de las Naciones Unidas (ONU), liderada por los EEUU, al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), liderado por los EEUU y a La Organización de los Estados Americanos (OEA), liderada por los EEUU. 

Todo ello mientras, después de El Diecisiete de Octubre, por órdenes de Roosevelt, el embajador norteamericano en Buenos Aires (Braden), motorizaba la coalición de los conservadores, los radicales, los demócratas progresistas, los socialistas y los comunistas en La Unión Democrática (UD), que apoyó la fórmula Tamborini-Mosca. 

La Argentina se encaminaba hacia la restauración de la democracia constitucional sin fraude, mientras en el campo cívico militar, la camarilla de los nacionalistas pro alemanes continuaba controlando las fuerzas armadas y apoyando la coalición de tres nuevas formaciones políticas, como fueron El Partido Conservador Independiente (PCI), La Unión Cívica Radical Junta Reorganizadora (UCR-JR) y El Partido Laborista Argentino (PLA). 

Estas tres nuevas fuerzas políticas apoyaron el candidato nacionalista pro alemán del gobierno militar (Juan Perón), que sepultó a la UD de Braden y Tamborini, sacando el doble de los votos. 

Desde que Perón asumió la presidencia de la nación (1946), los objetivos de La Nueva Argentina fueron la independencia económica, la justicia social, la soberanía política, la integración latinoamericana y la tercera posición internacional, equidistante del comunismo soviético y del capitalismo estadounidense en la guerra fría.  

En otras palabras, La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) había concluído, y el mundo entero (orbis) era norteamericano, aunque amenazada la supremacía global de los EEUU por La Unión Soviética y por el comunismo. 

En ese contexto, México y El Brasil se posicionaron como los gerentes generales de los intereses vitales de los EEUU en nuestra región latinoamericana. 

Bajo esa comprensión, desde entonces, La Nueva Argentina de Perón, aunque fuera una democracia constitucional, oficialmente neutral en La Guerra Fría (1946-1991), seguiría siendo visualizada por Washington como un país espiritualmente nazi, que materialmente, era formalmente aliado continental de los EEUU, pero materialmente aliado de La Unión Soviética,  de Stalin y de Krushev, es decir, como la nación rebelde d América Latina (léase: la oveja negra del patio trasero). 

Y en La Segunda Guerra Fría (2001-2014), La Argentina mantiene incólumes sus objetivos nacionales, con la única aclaración de que la tercera posición internacional, ya no es equidistante entre el comunismo soviético y el capitalismo estadounidense, sino más bien, entre la globalización unipolarista norteamericana y la antiglobalización multipolarista china, rusa, saudita y francesa,  y que quiera entender que entienda, y el que no, que se siga equivocando en sus análisis internacionales, regionales y nacionales. Total… 

Y por eso yo digo que siempre fuimos neutrales, pero no tan neutrales. ¿Verdad?
 
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos. 

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
 

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