El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 3 de Noviembre de 2.012.
El Racismo IV
Por Rubén Vicente
Ya dijimos antes de ahora que el
racismo es una ideología política, basada en el sentimiento del odio
que sienten los blancos por los negros, por los rojos y por los amarillos,
considerándolos enfermos de alta peligrosidad, que requieren aislamiento profiláctico
(la segregación) o amenazas letales, a las que debe negárseles la condición de
personas (la discriminación).
Los biólogos del siglo dieciocho (el siglo de la
ilustración), diferenciaron los conceptos de la especie humana y de sus variedades
(las razas), en el campo de la antropología física (léase: la etnología).
Paralelamente, los linguistas (léase: los filólogos), distinguieron las lenguas
arias (el sánscrito indostaní y avéstico persa), asignándoles el rol de
ancestros filológicos del griego, del latín, del celta, del germano y del
escandinavo.
Sobre esa base, biológica-etnológica-filológica, el filósofo
alemán Friedrich Schlegel (1772-1829) escribió que las lenguas europeas,
derivan del avéstico persa y del sáncrito indostaní, que están emparentadas en una
lengua madre desconocida, hablada por un pueblo desconocido, que él
referenció con el nombre de los arios, cuya patria primigenia fue Aria
(léase: Arián = Arán = Irán). [3]
El primer filósofo de la historia universal, considerado como
el numen del racismo, fue el Dr. Joseph Arthur de Gobineau (1816-1882),
que publicó una obra literaria titulada con el nombre de Ensayo Sobre La
Desigualdad de las Razas Humanas (1855).
Allí dice que en las diez principales civilizaciones
de la historia (10), se destaca el
componente homogéneo y dominante de la raza blanca, mientras que su
decadencia se originó en las mezclas con otras razas, causando la
degeneración genetica de la raza superior.
Dentro de la raza blanca, Gobineau decía que están las
variedades camita, semita y aria, siendo esa última la única genéticamente
pura, motivo por el cual, es la única auténticamente poseedora de la
fuerza, de la belleza y de la inteligencia (sic). Y concluye que, los únicos
realmente arios, son los germanos y los escandinavos (léase: los del norte = los
nórdicos = los normandos).
Pero, la verdad, es que muy pocos biólogos, filólogos, etnólogos
y filósofos pensaban de esa manera, hasta que apareció Charles Darwing, con su
obra insigne, titulada con el nombre de El Origen de las Especies (1859).
Ese naturalista británico demostró que las especies
microbióticas, vegetales y animales evolucionan conforme a la ley de la
selección natural, basada en el principio de la adaptación de los más
aptos a los cambios genéricamente geológicos.
Para Darwing, los más aptos son seleccionados por la
naturaleza para sobrevivir. Esto es lo dijo, y es lo que nosotros compartimos,
y así lo dijimos en el primer artículo de esta serie.
Ahora, lo que Darwing no dijo, fue que la teoría de la evolución fuera
aplicable a los seres humanos, de modo tal que los blancos fueran más aptos que
los negros, que los rojos o que los amarillos. Rigth?
Pero no importa porque, desde la sociología, dijeron que las
demostraciones científicas de Darwing, a ellos les servían, para elaborar la
nueva doctrina sociológica de el darwinismo social, que es la pseudo
ciencificación de la filosofía racista de Schlegel, de Gobineau y
compañía.
El numen del darwinismo social fue el Dr. Herbert Spencer
(1820-1903), que es el tipo de la foto que ilustra este artículo, y que fue el
autor de una obra titulada con el nombre de La Educación Física, Intelectual
y Moral (1871). Y atenti, que
Spencer era un filósofo británico, de ideología li-be-ral, partidario de la
doctrina del liberalismo extremo (léase: el radicalismo). Okey?
Y sobre la base del darwinismo social de Spencer, se montó
Richard Wagner (1813-1883), que le dio forma artística al racismo
filosófico de Schlegel, de Gobineau y de Spencer, en su obra titulada con el
nombre de El Anillo del Nibelungo (1876).
Y de ahí, a llevarlo a la política, hay sólo un paso, pero se
los cuento en el artículo que viene, porque ya por hoy es suficiente.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos,
veremos y pronto lo sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en
el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional
de la República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de
Grecia (Solón) El Cisne Negro es la
alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] En
realidad, Schlegel se refería al noreste de la antigua Persia, es decir, a Sry
Daria (léase:
Afganistán). Conste.
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