lunes, 5 de noviembre de 2012

421 Historia (Mundial)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000421 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 5 de Noviembre de 2.012.




El Racismo V
PorRubén Vicente 

El primero que llevó a la acción política, es decir, a la estrategia, las ideas biológicas, filológicas, etnológicas, filosóficas, sociológicas, artísticas y políticas teóricas (léase: ideológicas) del racismo, fue su alteza, el duque de Bismark y, a la vez, primer ministro (el canciller) de El Segundo Imperio Alemán (La Pequeña Alemania = Das II Reich), Tte. Gral. RW ® Dr. Otto Schonhausen (a) El Canciller de Hierro (75). 


En efecto, Bismarck desarrolló, por primera vez en la historia universal, una estrategia auténticamente racista, y lo hizo en el ámbito de El Congreso de Berlín de 1885, donde las grandes potencias europeas, lisa y llanamente, se repatieron El Africa, delimitando sus respectivas zonas de conquista, de colonización, de evangelización y de institucionalización (léase: de redención europea), es decir, los hiterlands. 


Bajo la impronta política del racismo de Bismarck, se prentendió legitimar la redención europea del continente negro, aunque para que la misma fuera viable, se requiriera del exterminio masivo de la población autóctona (léase: el genocidio), que los europeos llamaban con el nombre de la pacificación; que fue la primera expresión del racismo, bajo la forma extrema de la discriminación que, como ya lo explicamos en el segundo artículo de esta serie, implica la negación de la condición de ser humano de los individuos (los varones, las mujeres, los niños y los ancianos). 


Trístemente paradigmáticos de la discriminación racial fueron los genocidios alemanes, franceses y británicos en Dahomei, Congo, Benin, Nabimia, Madagscar y Marruecos. 


Bajo esa comprensión, la ideología era el racismo, la doctrina era la discriminación, la estrategia era el genocidio y la institución era el imperialismo blanco europeo en las tierras negras africanas. 


Pero en 1886, un periodista alemán, de ideología socialista (Wilhelm Marr), empleó por primera vez en la historia universal la idea de el racismo anti judio, llamándolo con el nombre de el antisemitismo 


Lo que Marr no dijo, fue lo que todos sabían, y es que hay judíos que no son semitas (léase: los asiáticos = los morochos = los sefaradíes), sino que son arios (léase: los judíos europeos = los judíos blancos, rubios, rosados y de ojos azules = los judíos nórdicos = los ashkenazies, like Gerardo Sofovich), y respecto de ellos, no existía odio racial alguno, obvio. Right? 


Y lo que Marr tampoco dijo, fue que, los más furibúndamente antisemitas eran, justamente, los ashkenazíes, que odiaban a los sefaradíes más que a los goi (sic), claro está; motivo por el cual, ellos fueron alternativamente conocidos como los judíos anti judíos (léase: los zainos). Okey? 


Desde entonces (1890), en los EEUU comenzó a hacerse referencia a la nueva doctrina política de el norteamericanismo, según la cual, ser estadounidense, es ser blanco, anglo sajón y protestante (léase: white anglo saxon and protestant = wasp), y todo lo demás, no es ser estadounidense, sirviéndo el nortamericanismo como fundamento de la doctrina militar del llamado racismo popular, que fue el fundamento de la pretendida legitimidad estadounidense, para lanzarse a la conquista (sic) de América Latina. Right? 

Pero indudablemente, 1899 fue el año de la cristalización de la ideología política del racismo. Ese año, el militar y escritor británico Rudyard Kiplin (1865-1936), publicó una obra titulada con el nombre de La Carga del Hombre Blanco, por la que ganó, nada más ni nada menos, que El Premio Nobel de Literatura, por recomendar a los pueblos blancos y a sus gobiernos democráticos, que tomaran en su cargo el sagrado deber racial (sic) de conquistar, de colonizar, de evangelizar y de institucionalizar, es decir, de provocar la redención blanca de los paises y de los pueblos no blancos. ¡Ajá! ¿Y vos decís que le dieron El Nobel democrático? 

Y remató el politólogo británico Houston S. Chamberlain (1855-1927), quien publicó otra obra titulada con el nombre de Los Fundamentos del Siglo Veinte (1909), donde sostuvo que La Invasión de los Pueblos del Mar sobre El Antiguo Egipto, del año 1.220 a.C., fue el punto de inflexión racial, que marcó el momento en que empezó el debilitamiento, posterior declive, suscesiva decadencia y final desaparición de la supremacía semita, como así también, el inicio del fortalecimiento, del ascenso, de la consolidación y del triunfo definitivo de la supremacía aria sobre el mundo entero (orbis). 


Chamberlain hablaba del mundo germano-escandinavo (léase: el mundo gran alemán = el mundo nórdico), en el cual, “… los elementos extraños serán hundidos como si fueran barcos piratas (sic). 


Para tener una leve idea de cómo funcionaba la ideología política del racismo en la práctica, base con decir que en La Feria Mundial de París de 1907, se organizaron sendas exhibiciones etnológicas, una de nubios y la otra de inuits, encadenados (sic), y que ese mismo año, La Sociedad Zoológica de los EEUU, organizó otra exhibición etnológica, de simios y de pigmeos, pero juntos y enjaulados (sic).  


Y en 1908, el presidente de esa entidad norteamericana (Madison Grant) publicó su primera obra literaria (de opera prima), titulada con el nombre de La Teoría Eugenésica, recomendando a los gobiernos blancos, el exterminio masivo de los negros africanos, para evitar que se reproduzcan, y que superen a los blancos, constituyéndose en un problema insoluble para los EEUU. 


Pero el broche de oro del racismo fue Henry Ford, que en 1920 publicó su obra insigne, titulada con el nombre de El Judío Internacional. 


En otras palabras, al concluir La Gran Guerra Mundial (1914-1918), la ideología racista ya estaba perfectamente elaborada y políticamente consagrada, en las más grandes potencias mundiales, y no sólo en Alemania, claro está. 


Siendo así, verdaderamente no me puedo explicar, por qué la propanda sistemática e insidiosa contra el racismo de los nazis, que lo único que hicieron fue interpretar los sentimientos más profundos de la raza blanca, tanto europea como norteamericana, es decir, de la raza blanca del occidente, y nada más, claro está. 


Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
 

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