El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 5 de Noviembre de 2.012.
El Racismo V
PorRubén Vicente
El primero que llevó a la acción política, es
decir, a la estrategia, las ideas biológicas, filológicas, etnológicas,
filosóficas, sociológicas, artísticas y políticas teóricas (léase: ideológicas)
del racismo, fue su alteza, el duque de Bismark y, a la vez, primer ministro
(el canciller) de El Segundo Imperio Alemán (La Pequeña Alemania = Das II
Reich), Tte. Gral. RW ® Dr. Otto Schonhausen (a) El Canciller de Hierro (75).
En efecto, Bismarck desarrolló, por primera vez en
la historia universal, una estrategia auténticamente racista, y lo hizo en el
ámbito de El Congreso de Berlín de 1885, donde las grandes potencias europeas,
lisa y llanamente, se repatieron El Africa, delimitando sus respectivas
zonas de conquista, de colonización, de evangelización y de institucionalización
(léase: de redención europea), es decir, los hiterlands.
Bajo la impronta política del racismo de Bismarck,
se prentendió legitimar la redención europea del continente negro,
aunque para que la misma fuera viable, se requiriera del exterminio masivo de
la población autóctona (léase: el genocidio), que los europeos llamaban
con el nombre de la pacificación; que fue la primera expresión del
racismo, bajo la forma extrema de la discriminación que, como ya lo
explicamos en el segundo artículo de esta serie, implica la negación de la
condición de ser humano de los individuos (los varones, las mujeres, los
niños y los ancianos).
Trístemente paradigmáticos de la discriminación
racial fueron los genocidios alemanes, franceses y británicos en
Dahomei, Congo, Benin, Nabimia, Madagscar y Marruecos.
Bajo esa comprensión, la ideología era el racismo,
la doctrina era la discriminación, la estrategia era el genocidio y la
institución era el imperialismo blanco europeo en las tierras negras africanas.
Pero en 1886, un periodista alemán, de ideología
socialista (Wilhelm Marr), empleó por primera vez en la historia universal la
idea de el racismo anti judio, llamándolo con el nombre de el
antisemitismo.
Lo que Marr no dijo, fue lo que todos
sabían, y es que hay judíos que no son semitas (léase: los asiáticos = los
morochos = los sefaradíes), sino que son arios (léase: los judíos europeos
= los judíos blancos, rubios, rosados y de ojos azules = los judíos nórdicos =
los ashkenazies, like Gerardo Sofovich), y respecto de ellos, no existía odio
racial alguno, obvio. Right?
Y lo que Marr tampoco dijo, fue que, los más
furibúndamente antisemitas eran, justamente, los ashkenazíes, que odiaban
a los sefaradíes más que a los goi (sic), claro está; motivo por el cual,
ellos fueron alternativamente conocidos como los judíos anti judíos (léase: los zainos). Okey?
Desde entonces (1890), en los EEUU
comenzó a hacerse referencia a la nueva doctrina política de el
norteamericanismo, según la cual, ser estadounidense, es ser blanco, anglo
sajón y protestante (léase: white anglo saxon and protestant = wasp), y todo lo demás, no es ser
estadounidense, sirviéndo el nortamericanismo como fundamento de la doctrina militar
del llamado racismo popular, que fue el fundamento de la pretendida
legitimidad estadounidense, para lanzarse a la conquista (sic) de
América Latina. Right?
Pero indudablemente, 1899 fue el año
de la cristalización de la ideología política del racismo. Ese año, el
militar y escritor británico Rudyard Kiplin (1865-1936), publicó una obra
titulada con el nombre de La Carga del Hombre Blanco, por la que ganó,
nada más ni nada menos, que El Premio Nobel de Literatura, por
recomendar a los pueblos blancos y a sus gobiernos democráticos, que tomaran en
su cargo el sagrado deber racial (sic) de conquistar, de colonizar, de evangelizar
y de institucionalizar, es decir, de provocar la redención blanca de los
paises y de los pueblos no blancos. ¡Ajá! ¿Y vos decís que le dieron El Nobel
democrático?
Y remató el politólogo británico Houston S.
Chamberlain (1855-1927), quien publicó otra obra titulada con el nombre de Los
Fundamentos del Siglo Veinte (1909), donde sostuvo que La Invasión de los
Pueblos del Mar sobre El Antiguo Egipto, del año 1.220 a.C., fue el punto de
inflexión racial, que marcó el momento en que empezó el debilitamiento,
posterior declive, suscesiva decadencia y final desaparición de la supremacía
semita, como así también, el inicio del fortalecimiento, del ascenso, de la consolidación
y del triunfo definitivo de la supremacía aria sobre el mundo entero
(orbis).
Chamberlain hablaba del mundo germano-escandinavo
(léase: el mundo gran alemán = el mundo nórdico), en el cual, “… los elementos extraños serán hundidos como si fueran barcos piratas” (sic).
Para tener una leve idea de cómo funcionaba la
ideología política del racismo en la práctica, base con decir que en La Feria
Mundial de París de 1907, se organizaron sendas exhibiciones etnológicas, una
de nubios y la otra de inuits, encadenados (sic), y que ese mismo año,
La Sociedad Zoológica de los EEUU, organizó otra exhibición etnológica, de
simios y de pigmeos, pero juntos y enjaulados (sic).
Y en 1908, el presidente de esa entidad
norteamericana (Madison Grant) publicó su primera obra literaria (de opera
prima), titulada con el nombre de La Teoría Eugenésica, recomendando a
los gobiernos blancos, el exterminio masivo de los negros africanos, para
evitar que se reproduzcan, y que superen a los blancos, constituyéndose en
un problema insoluble para los EEUU.
Pero el broche de oro del racismo fue Henry Ford,
que en 1920 publicó su obra insigne, titulada con el nombre de El Judío
Internacional.
En otras palabras, al concluir La Gran Guerra
Mundial (1914-1918), la ideología racista ya estaba perfectamente elaborada y
políticamente consagrada, en las más grandes potencias mundiales, y no sólo en
Alemania, claro está.
Siendo así, verdaderamente no me puedo explicar, por
qué la propanda sistemática e insidiosa contra el racismo de los nazis, que lo
único que hicieron fue interpretar los sentimientos más profundos de la
raza blanca, tanto europea como norteamericana, es decir, de la raza blanca
del occidente, y nada más, claro está.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado,
respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en
el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional
de la República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de
Grecia (Solón) El Cisne Negro es la
alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
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