El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 29 de Julio de 2.013.
Y Andá a Cantarle a
Francisco
Por Rubén Vicente
Dios
creó al hombre a su imagen y semejanza. Varón y hembra los creó, dicen los
santos evangelios, y tanto Nuestro Señor Jesucristo como su santa iglesia
católica apostólica romana condenaron siempre, tanto la homosexualidad como los
desvíos de la fe, es decir, las hejerías, que si son sexuales, se convierten en
casos de adoración del diablo, es decir, de la apostasía.
En
ese contexto, sólo los varones probadamente heterosexuales y sólo las mujeres
probadamente heterosexuales, están en aptitud de contraer matrimonio católico,
sea ordoxo griego o ruso, o bien, apostólico romano.
Asimismo,
sólo los varones probadamente heterosexuales pueden ejercer el ministerio de la
fe católica, es decir, el sacerdocio, mientras que sólo las mujeres
probadamente heterosexuales pueden formular los tres votos sagrados, de la
castidad, de la probreza y de la obediencia, convirtiéndose entonces en las
esposas de Cristo, es decir, en las monjas.
Por
excepción, los varones probadamente heterosexuales pueden formular esos tres
votos sagrados, convirtiéndose entonces en los siervos de Cristo, es decir, en
los monjes. Y sólo por excepción, dentro del catolicismo, están los sacerdotes
casados, pero eso mejor, lo dejamos para otro momento, y sólo te pido que
retengas en tu cabeza que son excepciones, que no confirman la regla. ¡Si!
Sin
embargo, hace unos quince años atrás, la iglesia anglicana tomó la decisión
trascendental de considerar la homosexualidad, tanto másculina como la
femenina, no como una enfermendad del alma desquiciada por el mal, sino más
bien, como una simple, espontánea y no compulsiva elección del objeto del deseo
carnal.
Y
sobre esa base, los anglicanos aceptan que las mujeres ejerzan el sacerdocio,
criterio que fue imitado por los bautistas estadounidenses. Pero hasta ahí
llegaron, y no fueron más allá.
Ah,
me ovidaba, que ese mismo año, Benedicto XVI aceptó la conversión a nuestra
religión, de varios sacerdotes anglicanos.
Pero
en el mes de mayo de 2009, la parroquia de Aberdeen, de la iglesia cristiana de
la nación escocesa, es decir, de la iglesia presbiteriana, por
trescientos veintiseis votos a favor (326) contra doscientos sesenta y siete
votos en contra (267), tomó la decisión de ordenar sacerdote al Dr. Scott
Rennie (36), aunque el mismo fuera públicamente homosexual, a punto tal que
tenía un novio, con el que acababa de formar una unión civil (léase: el
matrimonio igualitario = el casamiento gay), de que les dijeron a sus amigos
que pensaban adoptar varios bebés, de ambos sexos, para formar una familia, como
Dios manda (sic).
El
asunto de El Padre Rennie fue expuesto en 2011 en un sínodo espiscopal
presbiteriano, que tomó la decisión de ordenar la formación de una comisión de
teólogos destinada a formular, con la mayor claridad posible, tanto las
opiniones a favor como en contra de que los homosexuales, de ambos sexos,
puedan ser ordenados sacerdotes presbiteanos, aunque sean gay, e
incluso, ser nombrados canónicos, capellanes, presbíteros, obispos, arzobispos
y cardenales, incluso, la dignidad de el cardenal primado, o de la cardenal
primada, obvio.
En
base a ese informe teológico, publicado en 2012, acaba de celebrarse El
Sínodo de Edimburgo, en cuyo contexto, los cardenales presbiterianos
escoceses resolvieron que, en el mes de mayo de 2014, la asamblea
general de obispos de la iglesia presbiteriana escocesa, tratará el proyecto de
norma canónica, que regula la institución del sacerdocio homosexual, tanto
masculino como femenino.
En
otras palabras, si sos varón o mujer, pero sos gay, no sólo te podés casar por
civil y adoptar chicos, o alquilar semen o vientres, sino que además, podés ser
ordenado sacerdote o sacerdotiza, y ascender en la jerarquía, hasta la dignidad
de cardenal primado, o de cardenala primada, para decirlo en clave cristinista.
A
la luz de nuestra fe católica, sea griega, rusa y romana, la verdad es que eso
del sacerdocio de las mujeres, ya sonaba feito, pero esto del sacerdocio gay de
los presbiterianos escoceses, sinceramente, nos hace muchísimo ruido.
Sobre
todo a mi, que juro por Dios, por La Virgen María, y por la memoria de mis
padres, que no me olvido de lo que me dijo mi amigo ex seminarista, que dejó
por ser gay, que fue que una vez, en El Seminario de Villa Devoto, se les
apareció un domingo a la tarde, su eminencia reverendísima, el señor arzobispo
de la arquidiócesis de Buenos Aires, y cardenal primado de la iglesia católica
apostólica romana de la nación argentina, Msr. Dr. Dn. Jorge Bergoglio (a) El
Profesor Carucha (77), que entre mate y mate, mientras escuchaba el partido de
San Lorenzo, con la mirada pícara que esconde, y con la voz dulce que pone
cuando te va a bajar línea, les dijo a él y a sus compañeros, mirándolos fijo a
los ojos, y como quien no quiere la cosa, que:
“Muchachos…
Acá en la iglesia, la cosa es muy simple. Si sos sacerdote, no podés ser puto,
y si sos puto, no podés ser sacerdote” (sic).
No
sé si se entendió lo que opina El Papa Francisco del sacerdocio gay de los
presbiterianos escoceses, ja ja já.
Y
no es que me ría de los putos o de las lesbi. Es que sólo digo que el
sacerdocio gay en la iglesia católica apostólica romana, never in the puta
life. Y si no se entendió, entonces aprovechá, y andá a cantarle a Francisco. ¿Capito?
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1] La libre
expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente
documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la
República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete
Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
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