El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 22 de Julio de 2.013.
El Dueño del Pueblo XVII
Por Rubén Vicente
En el mes de octubre de 1988,
su excelencia, el señor presidente masón-social
demócrata de la nación, Dr. Dn. Raúl Ricardo Alfonsín Fulkes (a) Raúl Alfonsín
(a) Don Rául (a) Raúl (a) Raulete (a) Alfonso Carrido Lura (a) Unamuno (a) El
Gallego (62), estaba exultante,
con la gestión económica, social, cultural, política y diplomática de su
gobierno, pues para él, a pesar de todas las dificultades, el balance le daba
como resultado un puntaje de cinco sobre diez.
Y si, porque las cinco
cosas que no le gustaban de su propio gobierno (5), era cómo marchaban las cosas con las fuerzas armadas, con la
iglesia católica, con el movimiento obrero organizado, con los pequeños
empresarios nacionales y con la corrupción.
Alfonsín sabía que lo que
estaba haciendo era bueno, pero le disgustaba profundamente la respuesta
insidiosa de las corporaciones, a cada una de sus propuestas e iniciativas,
resignándose ante la exasperante demora de la administración pública nacional,
para comenzar a ejecutar el plan nacional de el traslado de la capital
federal desde Buenos Aires, hasta el complejo urbano de Carmen de
Patagones-Viedma-Guardia Mitre; que iba a ser su gran legado material para la posteridad.
Pero burlando todo el sistema
de inteligencia, de seguridad y de defensa nacional, el jueves primero de
diciembre, un grupo de cincuenta efectivos de la prefectura naval
argentina, que eran comandos de elite, nucleados en El Grupo Albatros (50), tomaron su cuartel, trasladándose
luego a las instalaciones de la guarnición militar más importante del país
(Campo de Mayo), extendiéndose la sublevación al aeropuerto de cabotaje
metropolitano Jorge Newberry, obviamente dependiente de la fuerza aérea
argentina, y a varias guarniciones militares del interior, culminando en un
enfrentamiento armado, del que resultó un muerto (1), en el marco de lo que posteriormente se cononció con el nombre
de El Levatamiento de Villa Martelli.
En esa oportunidad, el lider de
la azonada ya no era el Tte. Cnel. EA Dn. Aldo Luis Rico (45), que había
solicitado su pase a retiro a finales de 1987; que había sido iniciado en un
taller operativo (léase: político) dependiente de la masonería mundial azul, y era el numen de un nuevo
partido político aún no inscripto, como era El Movimiento de la Dignidad Nacional
(léase: El Modín); sino más bien, el representante argentino ante La Junta
Interamericana de Defensa (JID) de El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR), Agte. DIA C-3 Cnel. EA Dn. Muhammad Alí Seineldín (a) El Turco (55),
que es fulano cuya fotografía ilustra este artículo. [3]
El alerta amarilla permanente
en el que vivía la república recuperada, se transformó, de la noche a la mañana,
en el nuevo alerta naranja, porque ese tercer intento fallido de abortar el
proyecto de resurrección nacional, no tuvo como reacción, la respuesta del pueblo, de los
medios masivos de comunicación social, ni de los partidos políticos con
representación parlamentaria.
Era la muestra evidente de la
cruda realidad, de que la nación quería cambios, pero de que a la vez, no estaba
suficientemente preparada para absorverlos a tanta velocidad histórica, y
sencillamente, había que parar la moto, y nada más, por eso de la fatiga institucional
que le dicen, claro estaba.
Por eso, ni bien concluyó la
crisis, pero como si nada hubiera pasado, el presidente Alfonsín se concentró
en la preparación para las elecciones generales del año siguiente, porque
obviamente, su idea era ganar, o que si perdía, fuera con toda dignidad,
es decir, por poco (léase: por un pelo), porque él quería volver a La Casa
Rosada, para completar su obra política, en el período 1995-2002. Right?
Por eso, nombró como nuevo
ministro del interior al secretario general masón-social
demócrata de La Junta Cordinadora Nacional (JCN) de El Movimiento de Renovación
y Cambio (MRC) de La Unión Cívica Radical (URC), Dr. Dn. Enrique Nosiglia (a)
El Coti (39), que en realidad, era el
monje negro del alfonsinismo, que sería el gran armador de la fórmula del
oficialismo, integrada por su excelencia, el señor gobernador francmasón-radical
de la provincia de Córdoba, Dr. Dn. Eduardo Angeloz (58), secundado por su excelencia, el señor gobernador francmasón-radical
de la provincia de Buenos Aires, Dr. Dn. Juan Manuel Casella (a) El Primo
Sugundo de Alsonsín (48).
Y la verdad era que El Coti
Nosiglia demostró que era un verdadero maestro de la política, porque
convenció al presidente Alfonsín de que apoyara, nada más ni nada menos, que a la
alternativa justicialista (¿¿¿???), de su excelencia, el señor
gobernador francmasón-peronista
de la provincia de La Rioja, Dr. Dn. Carlos Saúl Menem (a) Facundo Quiroja (a)
El Patulludo (58), calificándolo públicamente como “ … el mejor gobernador de la
Argentina” (sic). ¿Cómo?
Eso hizo estallar de rabia a dos
tipos (2), que eran su excelencia, el
señor vicepresidente masón-radical
de la república, Dr. Dn. Victor Martinez (64),
y el candidato radical a la presidencia de la nación (Angeloz), porque se
dieron cuenta de que Alfonsín, a esa altura, se había convencido de lo que no quería
convencerse, y era de que, contra todo lo racionalmente esperable, el pueblo
argentino ya se había hinchado las pelotas con tanta transformación
alfonsinista, y quería aunque sea un cachito de peronismo, es decir, de
involución al pasado, y nada más.
¿Qué? ¿Te volvistes loco Raúl?
¿Vos no sabés lo que son los peronistas querido? ¡Luchastes toda la vida contra
esa lacra maldita! ¿Y ahora resulta que lo querés al turco en la rosada?
Y si, porque era cierto que
hacía dos años atrás, la francmasonería (léase: Menem) le había ganado la conducción
interna del justicialismo a la masonería
(léase: Cafiero), pero no lo era menos, que el patilludo, no sólo era sinónimo de el interior peronista, que no
comprendería jamás lo que significaba la república recuperada de verdad,
sino que además, reinvindicaría todo el nazismo indiano histórico de Perón
(léase: el justicialismo), refortalenciendo a las fuerzas armadas, a la iglesia
católica, al movimiento obrero organizado y al empresariado nacional, deshaciendo
absolutamente todo lo hecho por el alfonsinismo, obvio.
En otras palabras, Victor
Martinez y Eduardo Angeloz no querían entender lo que ya entendían con dolor
Alfonsín, Nosiglia y hasta Casella, y era que la historia gobierna el mundo,
más allá de la voluntad de los hombres, y que ella es la única dueña, de
los tiempos de evolución, y de los tiempos de la involución, que existen porque
el puro cambio es tan nosivo como el puro no cambio, y la armonía surge
del equilibrio de los extremos. ¿Verdad?
No hay nada que hacerle ni
vueltas que darle. La Argentina de Alfonsín estaba empezando a aprender
la primera lección política que se le debe meter en el corazón y en la cabeza a
toda democracia constitucional que se precie de tal, que es, justamente, el
lema sempiterno de la francmasonería universal, que es que todo debe cambiar, pero para que nada
cambie en realidad (léase: el gatopardismo). ¿Verdad?
Y si me dijeran que estoy muy
equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre
expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente
documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la
República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete
Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
[3]
DIA es la sigla de la defense
intelligence agency, que es el servicio de inteligencia del estado mayor
general conjunto de las fuerzas armadas de los EEUU. Desde 1962 hasta 2013, la
DIA tiene La Estación Buenos Aires, físicamente situada, nada más ni
nada menos, que El Piso Trece,
del Edificio Libertador, que es asiento físico
del estado mayor general del ejército argentino. Right?
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