El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 14 de Julio de 2.013.
El Dueño del Pueblo IX
Por Rubén Vicente
El año 1983,
comenzó con la percepción mundial de que los EEUU, a través de la guerra de las
galaxias, finalmente terminarían ganando la guerra fría, aunque esa fuera una
victoria pírrica, fundamentalmente, en función de la giga devalución del billete
verde ante el metal amarillo, que causaría a la corta o a la larga, un
estallido hiperinflacionario, y un aumento proporcional del nivel de la
carestía interna de los precios, de los salarios, de las tarifas, de los
cánones, de las multas y de los tributos estadounidenses, y posteriormente
mundiales.
Pero esas
expectativas económicas globalmente sombrías, deslucían las expectativas
militares planetariamente alagueñas para el occidente, fundamentalmente, porque
la guerra de las galaxias era un proyecto concreto, pero que no estaría operativo sino hasta tres años más
tarde (léase: 1986), y mientras tanto, la realidad concreta era que la
carestía ya empezaba a hacerse sentir con toda su fuerza en los EEUU, donde
empezaron a quebrar las pymes a los pavote, dejando sin trabajo a mucha gente,
y encima, desde allá lejos, seguían lloviendo los efectos negativos de la
guerra fría (1946-1991), de la segunda crisis energética mundial (1980-1989),
de la guerra irakí-iraní (1980-1988), y de la ocupación soviética del
territorio afgano (1979-1989); convenciendo a los norteamericanos, de
que la victoria llegaría, pero a largo plazo.
Y los rusos,
convencidos de que la derrota era inevitable, y de que por ende, algo había que
hacer para que se obrara el milagro de que se diera vuelta la partida, para
cerrarla en tablas, o algo que le se pareciera.
Y las medidas
adoptadas por la administración del presidente Reagan, para evitar lo
inevitable, eran malabarismos, que sólo aliviaban el dolor, mientras el cáncer no cesaba de ramificarse a gran velocidad; operando en la
práctica, como un drástico aumento de los tributos, que allegaban fondos al
tesoro, para evitar incumplientos transitorios, y también, a través de un
drástico aumento de las tasas de interés, para allegar dinero a los bancos,
para que no quebraran.
Pero esos
paleativos provocaban, en los hechos (in fact), el traslado de los peores
efectos de la crisis del oro del año anterior hacia el exterior de los EEUU,
haciendo que la crisis financiera global quedara disimulada en el
contexto bélico y energético mundial, haciendo polvo las reservas monetarias de
todos los bancos centrales del mundo, porque estaban constituídas en
dólares que nada valían, obvio.
Y en semejante
contexto, la hecatombe no se hizo esperar, porque sobrevino el default
mexicano, y quedó planteada la crisis de la deuda externa, en los
cinco contientes (Oceanía, Asia, Africa, Europa y América).
Y
específicamente en La Argentina, la ignominia de la primera derrota militar
de la historia nacional, quedaba eclipsada por la expectativa política del
retiro de los militares del poder, y por las expectativas creadas por el
proceso electoral en ciernes, donde quedaba claro que, ganara quien ganara, iba
a tener que bailar con la más fea, en absolutamente todos los sentidos
que vos te puedas imaginar.
En ese
contexto, comenzó la campaña electoral, enfrentando al candidato del justicialismo
(Italo Argentino Luder), con el de La Unión Cívica Radical (Raúl Alfonsín),
porque el resto de las fuerzas políticas, no
tendrían chances contra los dos gigantes históricos, que se enfrentaban a matar
o morir.
Bajo esa comprensión, Raúl Alfonsín denunció, nada más ni nada menos, que
El Pacto Militar Sindical, frente a lo cual, Luder respondió denunciando
los nexos del alfonsinismo con el capital estadounidense (sic). Era
mentira, porque si bien era cierto que la firma Coca Cola de Argentina SA
financió la campaña radical, no lo era menos que, la filial vernácula del
gigante mundial de las gaseosas, no le
pertenecía a la matriz estadounidense, sino más bien, a la logia del
directorio. ¿Qué? [3]
Una semana antes del comició, más o menos a las dos y media de la tarde,
yo (27), salía de mi trabajo en Gas del Estado, y me metí en la peluquería de
Angelo Milano. Al salir, en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Lima, me quedé
extupefacto, viendo ahí paradito, lo más pancho y sin custodia, nada más ni
nada menos que a Raúl Alfosín. ¿Qué
gordo? ¿No me digas que vos lo vistes a Afonsín?
Lo miré, le tendí la mano, y me presenté, como el hijo de Alberto Vicente
de Gas del Estado. Pensó un segundo y le cayó la ficha, y cambiamos unas
palabras que ni recuerdo, porque tenerlo frente a frente, era muy fuerte,
porque yo, en ese entonces, sólo era un pibe de Castelar, que lo más jodido que
había hecho en la vida, hacía más de diez años atrás (1972), era haber llenado
una ficha de adherente a El Partido Socialista de los Trabajores (PST), nada
más que porque estaba ré caliente por una pendejaíta revolucionaria de El Club
Setenta y Siete de Morón, no sé si ….
Lo que si me acuerdo es de la despedida, que comencé yo, diciéndole
mientras le estrechaba la mano, que yo pensaba que en esas elecciones, el
radicalismo haría la mejor elección de toda su historia, aunque ganara el
justicialismo.
Con una sonrisa franca, que trasparentaba dulzura, me apretó más fuerte
la mano, y me dispidió diciéndome:
“No crea Vicente. Vamos a ganar los radicales. Y para que
se convenza, le propongo que vaya a nuestro acto de cierre, y va a ver que le
digo la verdad” (sic).
En el acto de cierre de campaña, el justicialismo reunió a medio
millón de personas en La Avenida Nueve de Julio (500.000),
destacándose la quema de un féretro, que adentro, contenía un cartel
propagandístico de la coca cola, por parte del secretario general del sindicato
de los trabajadores del gremio metalúrgico, y a la vez, candidato a la
vicepresidencia de la república, Cro. Dn. Herminio Iglesias (a) El Ojo de
Vidrio (a) El Impresentable (a) Conmigo o Sinmigo (…).
Eso lo vi por televisión, porque yo era un peronista como mi viejo,pero a
diferencia de él, yo me había afiliado a La Unión del Centro Democrático
(Ucede), no por Alzogaray, que ni sabía quién era, sino por Adelina Dalesio de
Viola, porque me cautivó con su discurso liberal, pero con su paradógico look de
Eva Perón, en el acto de cierre de La Federación de Box, al que fui porque
quedaba a la vuelta de mi bunker de solterito y sin apuro, no sé si …
Pero la invitación me hizo tener ganas de ver con mis propios ojos el
acto del cierre de campaña del radicalismo. Y me quedé maravillado con el
millón de personas que juntó Alfosín en El Obelisco de La Plaza de La
República (1.000.000), bajo el lema de Ahora Alfonsín, convenciéndome
de tenía razón, y no me pregunten por qué, pero lo voté (sic).
¿Gordo? ¿Quién te entiende? ¡Eras peronista, pero te
afiliastes al trotskymo, y después a la ucedé, pero lo votastes a ese radical,
que era un comunista disfrazado de aquellos? ¡Al final, vos sos un chanta¡
¡Tanto que decís que te gusta la historia, y teminastes votando cualquier
verdura! ¡Me cago en la coherencia! ¡Tu viejo te debe haber retirado el saludo,
no? ¡Por favor …¡
Y el domingo treinta de octubre, las elecciones generales de La
Argentina, le otorgaron la victoria a la UCR (51,2%), consagrándose la
fórmula electa (Raúl Alfonsín – Victor Martinez), que asumieron sus cargos el sábado
diez de diciembre.
La realidad electoral demostraba que el peronismo controlaba la mitad de
los municipios (50%), doce provincias (12) y la mayoría en la
cámara de senadores del congreso nacional; y que los radicales controlaban la
otra mitad de los municipios (50%), diez provincias (10), la
mayoría de la cámara de diputados del congreso nacional, la vicepresidencia de
la república y la presidencia de la nación.
Bajo esa comprensión, era obvio que La Argentina se volvía a configurar
como una nacion políticamente bipartidista, que era historicamente
peronista-radical, pero que a partir de ese momento, era radical-peronista,
claro está.
En ese contexto, había concluído la tercera guerra civil argentina
(1955-1983). Los militares nazis ortodoxos (léase: los hitleristas = los
kinkelistas), absolutamente desprestigiados, se batían en retirada táctica,
mientras los guerrilleros erpianos y montoneros, vencidos en la guerra
contra la subversión, directamente, no existían
más.
Sin embargo, sus restos mortales, entusiasmados con la victoria del
alfonsinismo, creyeron que, a través de las ong´s defensoras de los derechos
humanos; de los partidos políticos de izquierda, y hasta del propio gobierno
constitucional, lograrían que se operara el milagro de la resurrección
política, y hasta de la reivindicación histórica, de su lucha armada y
derrotada.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre
expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente
documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la
República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete
Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
[3]
Para examinar lo que es La Hermandad de El
Directorio, véase El Cisne Negro (Editorial 90).
[4]
Véase El Cisne Negro (Editorial …..)
No hay comentarios:
Publicar un comentario