El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 25 de Julio de 2.013.
El Dueño del Pueblo XX
Por Rubén Vicente
Todo había terminado de la peor
manera, y para decírlo rápido, cuando entregó el mando, dejaba tras de si, nada
más ni nada menos, que el país en llamas, por la corrupción, por la
inseguridad, por la hiperinflación, y la verdad, por todo, porque la gente estaba
más que harta de escucharlo decir boludeces; de no hiciera nada; y de que
encima se mandara cagada tras cagada.
Todo se empezaba a desvanecer,
eclipsado por el sol rampante que asomaba en el horizonte, de la revolución
productiva y del salariazo, que había prometido durante la campaña electoral,
su excelencia, el flamante señor presidente francmasón-justicialista de la nación, Dr.
Dn. Carlos Saúl Menem (a) El Yiojano (a) Facundo Quiroga (a) El Patilludo (a) El
Turco (a) El Mesías (59), que en su
discurso inaugural ante la asamblea legislativa nacional, encima dijo que lo
suyo sería cirugía mayor sin anestesia (sic), como para que no quedaran
dudas de que, efectivamente, pensaba cambiar la historia, pero de verdad
(¿¿¿???).
Yo que había votado por
Angeloz, para que le corrigiera todos los defectos a la república recuperada,
tenía que sorportar a mis adultos treinta y cuatro años de edad (34), que ese negro patilludo del
interior, que se veía a la legua que era un payaso, y que yo no podía entender
cómo era posible que este pueblo de mierda del que me siento parte, lo hubiera
votado; estaba estupefacto, viéndolo todo por televisión con mi mujer de
aquel entonces (Betina Martelli (a) La Gordi Querida – Cáncer – 29), y
preguntándome a dónde carajo se iría a parar lo poco que habíamos avanzanzado
como pueblo y como nación, cuando concluyera el mandato de ese Menem (1989-1995), que aunque yo fuera un
peronista, que había votado dos veces por los radicales (2), pero que era paradígicamente
liberal en muchas cosas, y no tenía ni cero por ciento de confianza ni
esperanza (0%),
y sólo me disponía a ver cómo desaparecía una nación entera. Right?
Lógicamente, después de ese viernes
ocho de julio, venía el nueve, y la verdad, ni pelota que le dí al centésimo
septuagésimo tercer aniversario de El Día de la Independencia de nuestra
patria, porque estaba mal, triste, mufado, y no quería saber nada de desfiles
militares, ni de veladas de gala por tevé, ni de declaraciones políticas.
Es más, ese finde largo, hice
introversión y retrospectiva, vinculada con lo que para mi había sido y significado La Administración Alfonsín (1983-1889).
Y empecé a pensar, que la
verdad, por increíble que pudiera parecer, para mi, y digo, para mi, el
gallego había hecho un gobierno poco menos que sobresaliente.
Y si, porque había agarrado el
país hecho trizas, y aunque haya dicho que su prioridad era lo político, en
realidad, desde el primer instante, Raúl Alfonsín comenzó a construir los cimientos económicos de la
nación, empezando por lo primerísimo que había que empezar, que era la moneda, porque sin plata, ni
hablemos, vos sabés.
Y tuvimos moneda sana, y aunque
todo se hubiera ido al joraca mal, por la expresión vernácula de la crisis del
oro de 1982, que ya se había llevado puesto a México (1983), a Brasil (1987) y
a La Argentina (1989), la hiper,
como le llamamos acá, fue como el nunca más de la economía, porque a
todos, pero a todos, nos quedó más que cristalinamente claro, que sin una
moneda sana y sin unas finanzas sólidas, no habrá jamás economía real pujante, ni floreciente, ni
unca, y de salariazo, mejor esperate sentado, porque parado te vas a cansar. ¿Si?
Digo, Alfonsín sembró la
semilla de la ortodoxia monetaria, que necesita tener cualquier nación
civilizada, y eso no era moco de pavo, en un país que había vivido setenta
años de keynesianismo (70), y que
había padecido diez mega devaluaciones (10), y para coronar, tres defaults en su historia casi
bicentenaria (3). ¿Me
explico?
Pero además, Raúl Afonsín fue
el autor político del sistema financiero sólido y solvente, que supimos
conseguir, con la concentración del capital. Si, ya sé que el tsunami de la
hiper se llevó todo puesto, pero nadie podrá negar jamás, que los bancos
privados argentinos, que el alfonsismo redujo a su expresión racional, serían los
muros de roca que sostendrían el techo económico del hogar nacional, cuando
la crisis dicen que dejó Alfonsín hubiera concluido.
Y digo, moneda sana y
finanzas sólidas. Esas dos ideas liminares (2), nos las metió en el alma Raúl Alfonsín, y nadie más que Raúl Alfonsín,
no jodamos. Pero claro, ningún gran país como debe ser La Argentina, se hace en
seis años (6), y menos con el
recontra quilombazo mundial de la crisis del oro de 1982 (léase: la hiper
argentina del ochenta y nueve). ¿Verdad?
No seamos ignorantes e
ingratos, que la verdad es la única realidad, y la verdad, es que no hay
proyecto de ningún orden que no empiece por las ideas, y en eso, Alfonsín
fue ma-gis-tral, aunque la cosa no le haya salido como él quería.
Fue el gran sembrador de las
ideas, que la historia quiso que sembrara en el pantano global, del cual
nuestra patria no era ni podía ser la excepción, porque no sé si sabés, pero te
cuento que nosotros no tenemos coronita, como no la tiene absolutamente
nadie, off course.
Y te la sigo mañana, porque se
me acabó el espacio. ¿Dale?
Y si me dijeran que estoy muy
equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre
expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente
documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la
República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete
Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
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