martes, 6 de agosto de 2013

653 Geopolítica (El Lejano Oriente)


Año II – Primera Edición – Editorial: 0000653 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 6 de Agosto de 2.013.




El Fin del Principio
Por Rubén Vicente

En la gélida tarde londinense de la navidad del año de Nuestro Señor Jesucristo de 1942, Winston Churchill pronunció un discurso ante la cámara de los comunes del parlamento de su magestad británica. 

“Las fuerzas militares soviéticas han logrado concretar la hazaña histórica de frenar el avance militar aleman, forzando a los germanos a dejar de asediar Moscú y a empezar a replegarse exhaustos, sin petrechos, ni suministros, ni víveres… No les puedo prometer que este sea el principio del fin de la segunda guerra mundial, pero si les puedo decir que este es el fin del principio (sic). 

Desde hace un poco más de cuarenta años (40), el sistema monetario internacional carece de todo parámetro racional de valor objtivo, desde que la moneda del comercio mundial (el dólar) dejó de ser convertible con el oro a una paridad fija y estable de treinta y cinco dólares por cada onza troy (35:1). 

Desde entonces, comenzó la impresión creciente y sistemátiza de dólares sin respaldo en absolutamente nada (léase: la inflación), determinando el constante aumento de los precios, de los salarios, de las tarifas, de los cánones, de las multas y de los tributos en los EEUU (léase: la carestía interna). 

Y como el dólar basura es la moneda de reserva monetaria de casi todos los bancos centrales del mundo, y a la vez, es la moneda del comercio internacional, todos los paises empezaron a padecer el cáncer de la inflación exógena (en dólares), mientras los commodities y los productos industriales empezaron a experimentar el efecto diabólico de la carestía del mercado mundial. 

El dólar ya no guarda referencias con el oro, pero el oro sigue siendo la referencia técnica del dólar, que es la referencia monetaria mundial. Y esta verdad se traduce en el hecho de que despúes de un poco más de cuatro décadas del big bang, la onza troy cotiza a mil trescientos dólares (1.300:1). 

Eso significa una devaluación del billete verde frente al metal amarillo del orden del tres mil setecientos por ciento (3.700%) entre 1971 y 2013, que equivale, en promedio, al noventa por ciento anual (90%/A), y al siete por ciento mensual (7%/M). 

Dicho de otro modo, hace cuarenta años que las cifras nominales no para de subir un siete por ciento mensual promedio en forma acumulativa; y hace cuarenta años que el valor real de todas las cosas, empezando por el trabajo, no paran de bajar en un promedio del siete por ciento mensual. 

Expresado en otros términos, desde hace cuatro décadas, cada trabajador se obnubila con la fantasía de que gana cada vez más dinero, pero se estrella contra la cruda realidad de que vive cada vez peor, porque para conservar su calidad de vida, debe trabajar cada vez más, y si rebasa su capacidad de aumentar el esfuerzo, inevitablemente debe empezar a recortar gastos y a renunciar a crecer. 

En los casos extremos, queda expuesto al desempleo, y en los paises pobres, a la miseria, a la ignorancia, a la explotación y al marginamiento (léase: la exclusión), mientras las naciones ricas se empobrecen, y las pobres se vuelven indigentes, llevando a todo el sisteme económico internacional al desastre, al colapso, a la implosión, a la guerra total, a la destrucción y a la exintinción de la raza humana. 

Y todo el problema radica en una causa única, de la que derivan absolutamente todos los demás efectos, que es el dólar basura. 

La historia le está demandando a la hiperpotencia planetaria, el deber moral de detener la locura ella ha desatado hace cuarenta años, pero como no se detiene, ni parece que se vaya deterner, el curso de los acontecimientos tomará un derrotero inevible y defintivo, es decir, irreversible. 

En medio del apocalipsis en curso, cada invididuo, ong, empresa, banco, gobierno u organismo internacional hace lo que puede para evitar lo inevitable, en la esperanza de que la sumatoria de iniciativas, opere el milagro de la detente de prepo. 

Para ver esta verdad desde el punto de vista macro, baste con ver cómo los grandes bancos centrales no paran de comprar oro físco, mientras hacen circular crecientes candidades crecientes de oro virtual, de billetes, de letras, de acciones y de bonos nominados en dólares o en divisas que basan su valor en el dólar (léase: los activos tóxicos). 

Y desde el punto de vista micro, una apreciable y creciente minoría de individuos, en los cinco continentes, trata de adquirir oro físico, desprendiéndose de los activos tóxicos que obran en su poder. 

En semejante contexo de sálvese quien pueda, el banco central del reino de Tailandia, acaba de decretar la prohibición absoluta del libre ejercicio de la facultad de emitir, distribuir, comercializar y exportar oro virtual (léase: los bit coints). 

De ahora en más, en Tailandia no circulan más los bitcoints. Esta medida anti apocalipsis, es la primera que se detecta en todo El Lejano Oriente. Puede que no sea el principio del fin de la locura, pero yo creo que bien podría ser el fin del princio, no sé si … 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos, y pronto lo sabremos.                                            


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 

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