El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 6 de Agosto de 2.013.
El Fin del Principio
Por Rubén Vicente
En la gélida tarde londinense de la navidad del año de Nuestro Señor Jesucristo de 1942, Winston Churchill pronunció un discurso ante la cámara de los comunes del parlamento de su magestad británica.
“Las
fuerzas militares soviéticas han logrado concretar la hazaña histórica de
frenar el avance militar aleman, forzando a los germanos a dejar de asediar
Moscú y a empezar a replegarse exhaustos, sin petrechos, ni suministros, ni
víveres… No les puedo prometer que este sea el principio del fin de la segunda
guerra mundial, pero si les puedo decir que este es el fin del principio”
(sic).
Desde
hace un poco más de cuarenta años (40),
el sistema monetario internacional carece de todo parámetro racional de valor
objtivo, desde que la moneda del comercio mundial (el dólar) dejó de ser
convertible con el oro a una paridad fija y estable de treinta y cinco
dólares por cada onza troy (35:1).
Desde
entonces, comenzó la impresión creciente y sistemátiza de dólares sin respaldo
en absolutamente nada (léase: la inflación), determinando el constante aumento
de los precios, de los salarios, de las tarifas, de los cánones, de las multas
y de los tributos en los EEUU (léase: la carestía interna).
Y
como el dólar basura es la moneda de reserva monetaria de casi todos los bancos
centrales del mundo, y a la vez, es la moneda del comercio internacional, todos
los paises empezaron a padecer el cáncer de la inflación exógena (en
dólares), mientras los commodities y los productos industriales empezaron a
experimentar el efecto diabólico de la carestía del mercado mundial.
El
dólar ya no guarda referencias con el oro, pero el oro sigue siendo la
referencia técnica del dólar, que es la referencia monetaria mundial. Y esta
verdad se traduce en el hecho de que despúes de un poco más de cuatro décadas
del big bang, la onza troy cotiza a mil trescientos dólares (1.300:1).
Eso
significa una devaluación del billete verde frente al metal amarillo del orden
del tres mil setecientos por ciento (3.700%) entre 1971 y 2013, que equivale, en promedio, al noventa
por ciento anual (90%/A), y al siete
por ciento mensual (7%/M).
Dicho
de otro modo, hace cuarenta años que las cifras nominales no para de subir un
siete por ciento mensual promedio en forma acumulativa; y hace cuarenta años
que el valor real de todas las cosas, empezando por el trabajo, no paran de
bajar en un promedio del siete por ciento mensual.
Expresado
en otros términos, desde hace cuatro décadas, cada trabajador se obnubila con
la fantasía de que gana cada vez más dinero, pero se estrella contra la cruda realidad
de que vive cada vez peor, porque para conservar su calidad de vida, debe
trabajar cada vez más, y si rebasa su capacidad de aumentar el esfuerzo,
inevitablemente debe empezar a recortar gastos y a renunciar a crecer.
En
los casos extremos, queda expuesto al desempleo, y en los paises pobres, a la
miseria, a la ignorancia, a la explotación y al marginamiento (léase: la
exclusión), mientras las naciones ricas se empobrecen, y las pobres se vuelven
indigentes, llevando a todo el sisteme económico internacional al desastre, al
colapso, a la implosión, a la guerra total, a la destrucción y a la exintinción
de la raza humana.
Y
todo el problema radica en una causa única, de la que derivan
absolutamente todos los demás efectos, que es el dólar basura.
La
historia le está demandando a la hiperpotencia planetaria, el deber moral de
detener la locura ella ha desatado hace cuarenta años, pero como no se detiene,
ni parece que se vaya deterner, el curso de los acontecimientos tomará un
derrotero inevible y defintivo, es decir, irreversible.
En
medio del apocalipsis en curso, cada invididuo, ong, empresa, banco, gobierno u
organismo internacional hace lo que puede para evitar lo inevitable, en la
esperanza de que la sumatoria de iniciativas, opere el milagro de la detente de
prepo.
Para
ver esta verdad desde el punto de vista macro, baste con ver cómo los grandes
bancos centrales no paran de comprar oro físco, mientras hacen circular
crecientes candidades crecientes de oro virtual, de billetes, de letras, de
acciones y de bonos nominados en dólares o en divisas que basan su valor en el
dólar (léase: los activos tóxicos).
Y
desde el punto de vista micro, una apreciable y creciente minoría de
individuos, en los cinco continentes, trata de adquirir oro físico,
desprendiéndose de los activos tóxicos que obran en su poder.
En
semejante contexo de sálvese quien pueda, el banco central del reino de
Tailandia, acaba de decretar la prohibición absoluta del libre ejercicio
de la facultad de emitir, distribuir, comercializar y exportar oro virtual
(léase: los bit coints).
De
ahora en más, en Tailandia no circulan más los bitcoints. Esta medida anti
apocalipsis, es la primera que se detecta en todo El Lejano Oriente. Puede que
no sea el principio del fin de la locura, pero yo creo que bien podría
ser el fin del princio, no sé
si …
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos, y pronto lo
sabremos.
[1] La libre
expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente
documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la
República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete
Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
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