El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 12 de Agosto de 2.013.
La Guerra Por La Supervivencia II
Por Rubén Vicente
Hace doce mil años atrás, concluyó la última era
glacial corta, comenzando la última era interglacial, que terminará cuando
empiece la próxima fase fría, dentro de no se sabe a ciencia cierta cuándo será
eso.
En aquel entonces, el mundo entero (orbis) estaba
congelado, excepto la zona central del planeta, entre los trópicos de cáncer al
norte y de capricornio al sur, con eje central en la línea imaginaria del
ecuador, que pasa por la penísula del arabistán (léase: Arabia).
Poco a poco, la temperatura empezó a ascender; la
humedad comenzó a descender; bajó la presión atmosférica; soplaron los vientos;
subieron los mares; bajaron las aguas continentales; y los mangles se
convirtieron, primero en las junglas, luego en las selvas, posteriormente en
los bosques, después en las sabanas, luego en las praderas, posteriormente en
las estepas y finalmente, en los desiertos, tachonados con los oasis, en lenta
extinción por desecamiento gradual de las tierras.
Pero el gigantezco valle recorrido por los grandes
ríos Tigris y Eúfrates, que nacen en las montañas del país natural de la península
de La Anatolia, y que desembocan en El Canal del Shat Al Arab, que a su vez,
desagua en El Golfo Pérsico, dejaron conformado el país natural de El Entre
Ríos (léase: tá mesopotamos = la mesopotamia asiática).
Todo el valle de La Mesopotamia era hace siete mil
años atrás una extensa pradera llana (léase: la llanura) apta para la
agricultura, para la ganadería y para la explotación forestal, que
históricamente, recibe el nombre de El Creciente Fertil, también conocido
como La Media Luna Vital, tal como puede apreciarse en el mapa que
ilustra este artículo.
Sucesivamente, las tierras de la media luna vital
fueron poseídas por los imperios sumerio, acadio, caldeo, asirio, babilónico,
medo, persa, griego, romano, bizantino, musulmán, sarraceno, tártaro y turco.
Y a principios del siglo diecinueve, el norte de la
mesopotamia asiática, formaba parte del khanato turco de La Gran Siria,
con capital en la ciudad de Damasco, que comprendía los sultanatos de Siria,
del Líbano y de Palestina.
Toda La Gran Siria dependía para su subsistencia de
la agricultura y de la ganadería del norte de la Mesopotamia, pues el resto del
khanato, ya se había desecado, pasando a formar parte de la zona asiática de El
Desierto del Sahara.
Por eso, las únicas grandes ciudades eran Damasco,
Beirut y Jerusalén, mientras se destacaban las medianas ciudades comerciales y
portuarias de la costa mediterránea, de Alepo, de Biblos, de Sidón, de Tiro, de
Trípoli y de Hafa (léase: Haifa).
Entre Alepo y Damasco, ambas pertencientes al
sultanato de Siria, está la pequeña ciudad de Hama, surcada por el río Orontes,
que posibilita el desarrollo de la agricultura y de la ganadería en pequeña
escala, aún estando situada en una zona ya devorada por el desierto.
Y cerca de Hama está la villa de Yabrud,
poblada por las familias, integrantes de los clanes, que forman parte de la
tribu campesina árabe (léase: beduina) de Los Selyúcidas.
Los cinco clanes más importantes de la tribu
(5), son Los Al Kassar, Los Al
Gazal, Los Al Menehem, Los Al Akil y Los Al Yoma, que vivían del cultivo de la
amapola adormidera, de la producción artesanal de la leche cuajada de la
amapola adormidera (léase: el mekonio), y del horneado del mekonio (léase: la
carbonilla = el opio), como así también, de su distribución, de su
comercialización y de su exportación a los otros sultanatos de La Gran Siria, y
a los otros khanatos del imperio turco.
Eran gente riquísima y muy piadosa del islam de la
tradición (léase: la sunna = el sunnismo = los sunnitas), varios de cuyos
descendientes hicieron la primaria, el secundario y la universidad, en Alepo,
en Damasco, en Beirut, en Jerusalén y hasta en Estambul, enrolándose luego en
el ejército imperial turco, pero sin perder jamás sus tradiciones culturales
beduinas.
Pero la gran cadaga, era que el avance del desierto
sobre sus tierras, los empobrecieron y, para colmo de males, La Gran Guerra
Mundial (1914-1918), los diezmó, siendo ahogados por la competencia planteada
por la ocupación francesa, creadora de las repúblicas árabes de Siria y de El
Líbano.
La guerra por la supervivencia,
forzó a algunos miembros de los cinco clanes del oasis casi extinto de Yabrud a
emigrar hacia el occidente cristiano, tanto europeo como norteamericano, como
así también, hacia América Latina (léase: el nuevo mundo), principalmente a El
Brasil y a La Argentina, que para tanta gente en todo el mundo (orbis), eran
tierras de promisión, a donde comenzar una nueva vida, trayendo consigo toda
esa tradición cultural en los genes.
Acá empezarían a ser gradualmente otra cosa, pero
sin dejar de ser jámás lo que fueron y lo que seguirían siendo durante varios
siglos más.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado,
respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en
el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional
de la República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2]
Para uno de Los
Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
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