lunes, 12 de agosto de 2013

655 Historia (Argentina)


Año III – Primera Edición – Editorial: 0000655 [1]

 

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 12 de Agosto de 2.013.





La Guerra Por La Supervivencia II
Por Rubén Vicente 

Hace doce mil años atrás, concluyó la última era glacial corta, comenzando la última era interglacial, que terminará cuando empiece la próxima fase fría, dentro de no se sabe a ciencia cierta cuándo será eso. 

En aquel entonces, el mundo entero (orbis) estaba congelado, excepto la zona central del planeta, entre los trópicos de cáncer al norte y de capricornio al sur, con eje central en la línea imaginaria del ecuador, que pasa por la penísula del arabistán (léase: Arabia). 

Poco a poco, la temperatura empezó a ascender; la humedad comenzó a descender; bajó la presión atmosférica; soplaron los vientos; subieron los mares; bajaron las aguas continentales; y los mangles se convirtieron, primero en las junglas, luego en las selvas, posteriormente en los bosques, después en las sabanas, luego en las praderas, posteriormente en las estepas y finalmente, en los desiertos, tachonados con los oasis, en lenta extinción por desecamiento gradual de las tierras. 

Pero el gigantezco valle recorrido por los grandes ríos Tigris y Eúfrates, que nacen en las montañas del país natural de la península de La Anatolia, y que desembocan en El Canal del Shat Al Arab, que a su vez, desagua en El Golfo Pérsico, dejaron conformado el país natural de El Entre Ríos (léase: tá mesopotamos = la mesopotamia asiática). 

Todo el valle de La Mesopotamia era hace siete mil años atrás una extensa pradera llana (léase: la llanura) apta para la agricultura, para la ganadería y para la explotación forestal, que históricamente, recibe el nombre de El Creciente Fertil, también conocido como La Media Luna Vital, tal como puede apreciarse en el mapa que ilustra este artículo.  

Sucesivamente, las tierras de la media luna vital fueron poseídas por los imperios sumerio, acadio, caldeo, asirio, babilónico, medo, persa, griego, romano, bizantino, musulmán, sarraceno, tártaro y turco. 

Y a principios del siglo diecinueve, el norte de la mesopotamia asiática, formaba parte del khanato turco de La Gran Siria, con capital en la ciudad de Damasco, que comprendía los sultanatos de Siria, del Líbano y de Palestina.  

Toda La Gran Siria dependía para su subsistencia de la agricultura y de la ganadería del norte de la Mesopotamia, pues el resto del khanato, ya se había desecado, pasando a formar parte de la zona asiática de El Desierto del Sahara. 

Por eso, las únicas grandes ciudades eran Damasco, Beirut y Jerusalén, mientras se destacaban las medianas ciudades comerciales y portuarias de la costa mediterránea, de Alepo, de Biblos, de Sidón, de Tiro, de Trípoli y de Hafa (léase: Haifa).  

Entre Alepo y Damasco, ambas pertencientes al sultanato de Siria, está la pequeña ciudad de Hama, surcada por el río Orontes, que posibilita el desarrollo de la agricultura y de la ganadería en pequeña escala, aún estando situada en una zona ya devorada por el desierto. 

Y cerca de Hama está la villa de Yabrud, poblada por las familias, integrantes de los clanes, que forman parte de la tribu campesina árabe (léase: beduina) de Los Selyúcidas. 

Los cinco clanes más importantes de la tribu (5), son Los Al Kassar, Los Al Gazal, Los Al Menehem, Los Al Akil y Los Al Yoma, que vivían del cultivo de la amapola adormidera, de la producción artesanal de la leche cuajada de la amapola adormidera (léase: el mekonio), y del horneado del mekonio (léase: la carbonilla = el opio), como así también, de su distribución, de su comercialización y de su exportación a los otros sultanatos de La Gran Siria, y a los otros khanatos del imperio turco. 

Eran gente riquísima y muy piadosa del islam de la tradición (léase: la sunna = el sunnismo = los sunnitas), varios de cuyos descendientes hicieron la primaria, el secundario y la universidad, en Alepo, en Damasco, en Beirut, en Jerusalén y hasta en Estambul, enrolándose luego en el ejército imperial turco, pero sin perder jamás sus tradiciones culturales beduinas. 

Pero la gran cadaga, era que el avance del desierto sobre sus tierras, los empobrecieron y, para colmo de males, La Gran Guerra Mundial (1914-1918), los diezmó, siendo ahogados por la competencia planteada por la ocupación francesa, creadora de las repúblicas árabes de Siria y de El Líbano. 

La guerra por la supervivencia, forzó a algunos miembros de los cinco clanes del oasis casi extinto de Yabrud a emigrar hacia el occidente cristiano, tanto europeo como norteamericano, como así también, hacia América Latina (léase: el nuevo mundo), principalmente a El Brasil y a La Argentina, que para tanta gente en todo el mundo (orbis), eran tierras de promisión, a donde comenzar una nueva vida, trayendo consigo toda esa tradición cultural en los genes. 

Acá empezarían a ser gradualmente otra cosa, pero sin dejar de ser jámás lo que fueron y lo que seguirían siendo durante varios siglos más. 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 

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