martes, 27 de agosto de 2013

670 Historia (Argentina)

Año III – Primera Edición – Editorial: 00000670 [1]

 
El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 27 de Agosto de 2.013.




La Guerra Por La Supervivencia XVII
Por Rubén Vicente 

Así estaban las cosas en el mundo a lo largo de todo el año 1993. [3] Pero acá estabamos profundizando La Reforma del Estado, con el otorgamiento de las concesiones de administración (léase: las privatizaciones) de las empresas del estado del área de la infraestructura (léase: la minería, la energía, los transportes y las comunicaciones). 

La verdad era que todo seguía siendo del estado, y que lo único que se concesionaba era la administración, y no la propiedad de las empresas públicas. ¿Verdad 

El presidente Menem aclaró que las mal llamadas privatizaciones, no sólo implicarían inversiones, producción, empleo, ventas, exportaciones y mejor calidad de vida para todos los trabajadores, los consumidores y los usuarios del país, sino que además, implicaría terminar con el gran problema de la corrupcción estructural de La Argentina, cuyos íconos según él eran, justamente, las empresas del estado, porque en el ámbito de la administración pública centralizada (léase: los ministerios = la bucrocracia pura), sólo habían casos puntuales de corrupción (sic). 

Además, Menem creó los entes reguladores de las empresas parcialmente privatizadas, pero nada, porque toda la oposición, el movimiento obrero organizado y las ong´s de los derechos humanos, bramaron con que todo no era más que una vomitiva cipayada entreguista, que hipotecaba el futuro de las próximas generaciones, condenándolas a la miseria, a la ignorancia, a la explotación y al marginamiento, es decir, a la exclusión, y nada más, claro está. 

Eran puras mentiras, fogoneadas por los agentes secretos de La CIA que operaban a destajo en nuestra nación, pero en absolutamente todos los frentes habidos y por haber.   

La verdad era que los trabajores de las empresas del estado, sencillamente, no estaban preparados para cumplir sus tareas en las empresas del primer mundo que vendrían a manejar las empresas públicas vernáculas, que financieramente hablando, no existían, y que tecnológicamente, eran de la edad de piedra, o algo por el estilo (léase: el material descatable = los inútiles todo servicio). 

Al contrario. Todos los que eran aptos, quedaron trabajando para las administradoras privadas de las empresas del estado, y se pudieron convertir en socios de sus patrones, comprando el veinte por ciento de las acciones (20%), que empezaron rápidamente a generar dividendos en la bolsa de valores porteña (léase: la city). ¿Verdad? 

Y  casi todos los despedidos, sin excepción, se convirtieron en cuentapropistas, como taxistas, como trabajadores de los barrios cerrados (léase: los countries), como groupiers de las salas de juego que empezaron a proliferar como moscas; como empleados de las agencias de turismo que se formaban de a miles; como personal gastronómico de a decenas de miles, o como administradores de los video clubes o de los lavaderos de ropa (léase: los laverrap), etc., etc., etc.; que empezaron a invertir sus ganancias, sumándolas a los créditos hiportecarios y comerciales a treinta años (30) en dólares uno a uno (1:1) que empezaron a otorgar todos los bancos privados del país; de modo tal que el que no tuvo algo, no fue porque no pudo, sino porque no quizo. Conste. 

Pero como si eso no fuera suficiente, resulta que Carlos Menem logró que el congreso nacional aprobara su proyecto de La Ley de La Reforma Previsional, cambiando el sistema de capitación por el nuevo de reparto, que fue puesto a cargo de las nuevas administradoras de fondos de jubilaciones y de pensiones (léase: Las AFJP´s), que empezarían a desarrollar el viejo pero nuevo contrato de la renta vitalicia, que era civil, pero que con la reforma previsional menemista se transformaba en comercial. [4]

Las empresas del estado dejaron de dar pérdidas; las consecionarias admistradoras empezaron a dar ganancias, concretándose la recuperación económica de La Argentina, que ya en ese entonces, auguraba el comienzo de la reexpansión, en la segunda mitad de la última década del siglo veinte (el siglo de la alta tecnología). 

Y las ganacias de las concesionarias privadas de la administración de las empresas públicas, más las obtenidas por La AFJP´s, se tradujeron en una auténtica explosión bursatil, dejando conformado el nuevo mercado de capitales argentinos, como en el primer mundo, qué joder. [5] 

Y justo en ese momento en que ya teníamos capitales derivados de nuestra propia actividad económica, resulta que el gobierno menemista autorizó la importación masiva de alta tecnología rural, bajo la modalidad de los cultivos transgénicos y del nuevo sistema de la siembra directa. [6]
 
Y las privatizaciones menemistas dieron lugar a la formación de el primer multimedios gráfico-audio-visual de la historia argentina (léase: El Grupo Clarín = el monopolio = la corpo), que era de capital privado, pero nacional. ¿Verdad? 

Todas esas vertiginosas transformaciones estructurales de la economía de la patria, le hicieron declarar al presidente Menem que lo suyo bien podía ser llamado con el nombre el capitalismo popular, que la oposición prefería llamar bajo los nombres alternativos de el modelo, de el neoliberalismo, o de el menemismo, y que a mi me gusta llamar con el nombre del el peronismo de mercado. Right? 

Y si, porque en marzo de 1991, es decir, cuando comenzó la convertilidad monetaria del dólar uno a uno con el peso (1:1), mi sueldo era de doscientos cincuenta dólares mensuales (U$S 250,00/M), pero a finales de 1993, habiéndome pasado de Gas del Estado a Metrogas, mi sueldo era de novecientos dólares mensuales (U$S 900,00), y con más que auténtica inflación cero (0%). Si eso no era el salariazo, yo me pregunto, el salariazo dónde está? 

Menem había cumplido sus promesas de campaña, de la revolución productiva y de el salariazo, y por eso yo (37), directamente, me convertí en un peronista de mercado, es decir, en un menemista, y nada más, claro estaba. 

Y ahí entendí a fondo lo que es el peronismo, que si tiene que estatizar, estatiza, y que si tiene que privitizar, privatiza, sin complejos de culpa y sin prejuicios pelotudos (léase: el pragmatismo operativo), porque lo importante no es el nivel operativo, sino más bien, el nivel estratégico. 

Y para mi la verdad era que el nivel estratégico de el justicialismo de Menem era exactamente el mismo que el justicialismo de Perón, porque los objetivos seguían siendo siempre los mismos, es decir, la independencia económica, la justicia social, la soberanía política, la integración latinoamericana y la tercera posición, antes equidistante entre el capitalimo americano y el comunismo soviético, pero ahora equidistante entre la globalización unipolarista de los EEUU y sus aliados (léase: Gran Bretaña, Israel y Corea del Sur) y la antiglobalización multipolarista de China, Rusia, Arabia Saudita, Alemania, Brasil y sus bloques (ASEAN, CEI, OPEP, UE y Mercosur). ¿Está? 

Y como si no faltara nada para demostrarlo, Carlos Menem dejó clarito ante el mundo entero (orbis), que La Argentina Menemista de la república recuperada que supimos conseguir, era capaz de influir también en lo diplomático, cuando nada más ni nada menos, que la asamblea general de La Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobó el proyecto argentino de creación de Los Cascos Blancos. [7] 

Pero vos sabés que a este noble pueblo le falta mucho para volver a ser una gran nación, y por eso no te extrañe que, en vez de pensar en grande, estemos siempre con la cholulada de la farándula, en cuyo marco las señoras se indignaron cuando vieron a su excelencia, la señora secretaria masónica-liberal de medio ambiente de la nación, es decir, a la Ing. Dña. María Julia Alzogaray (a) La Querida Presidencial (51), fotografiándose completamente desnuda y sólo cubierta con un tapado de piel natural, que de ecológico, cero, obvio. 

Entonces, lo de que Zulemita era la concubina incestuosa era camelo. ¿No? … Ahora callate, que después te explico lo que son el incesto árabe y los harenes turcos. ¿Qué? … Ah si, algo vi en El History Channel… Entonces, dejá de hacerte el otario, querés? 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 
[3] Fijate en El Cisne Negro (Editorial 669), y segui leyendo, dale, que está bueno, ja ja já.
 
[4] El administrado empezaría a efectuar aportes para formar el fondo a partir del cual saldría el dinero necesario para pagarle la jubilación o la pensión cuando concluyera su vida laboral. Pero además, se podía pactar con La AFJP que una parte de sus aportes se sumaran a las ganancias de la empresa administradora, para la formación de un capital que se invertiría en la compra de acciones de las empresas privadas vernáculas o en los bonos del tesoro, provinciales o nacional. Las ganancias de esas operaciones bursátiles se repartirían proporcionalmente entre La AFJP y el administrado, formándose para este último, un fondo destinado a sufragar las erogaciones vinculadas con la renta vitalicia comercial pactada. En teoría, ello generaría cuotas de renta vitalicia, que serían cinco veces mayores al monto de las jubilaciones y de las pensiones que pagaban las cajas previsionales del estado (5), convirtiendo a los retiros previsionales en auténticos motivos de júbilo (léase: las jubilaciones).
 
[5] A finales de 1993, el ministerio de economía de la nación informó a la comunidad internacional que, mientras la bolsa de valores neoyorkina (léase: Wall Street) movilizaba fondos por un monto de tres mil millones de dólares por día (3 MMD´s/D); y mientras la bolsa de valores de Pekín movilizaba fondos por un monto de mil cuatrocientos millones de dólares por día (1,4 MMD´s/D); la bolsa de comercio de Buenos Aires marcaba un record histórico de quinientos millones de dólares diarios (500 MD´s/D), cuando durante el default argentino de 1989 (léase: la hiper), el monto total de las operaciones bursátiles argentinas promediaba el millón de dólares diarios (1 MD´s/D). En otras palabras, la bolsa de valores menemista era quinientas veces más grande que la alfonsinista (500), y todo en sólo cuatro años (4). Right?
 
[6] En 1993, La Argentina registró una producción agrícola de cincuenta mil toneladas (50.000 Tons.). En 1999, la cosecha nacional alcanzaría las cien mil toneladas (100.000 Tons.), implicando la duplicación (léase: +100%) de la producción en sólo siete años (7), al mejor estilo alberdiano de la época de la organización nacional (1853-1916). Pero en 2012, la década ganada kirchnerista le da a La Argentina una cosecha nacional de sólo ciento treinta mil toneladas (130.000 Tons.), equivalentes a sólo un treinta por ciento más que durante la segunda década infame menemista (+30%). Okey?
 
[7] Para separar a los bandos militares o paramilitares en pugna en las guerras internacionales o en las guerras civiles, el consejo de seguridad de la ONU tiene previsto el funcionamiento de Los Cascos Azules. La idea menemista era que también dispusiera de una fuerza paramitar internacional pensada para suministrar ayuda humanitaria a las poblaciones civiles afectadas por los conflictos armados. La cosa era que, ni bien concluyera  la violencia y se suscitara la tranquilidad necesaria para la paz, se retiraran los cascos azules y entraran en acción los cascos blancos, garantizando la paz alcanzada. Era otra manera de tener presencia militar no belicista en el mundo entero, y a la vez, de fortalecer la civilidad de la institucionalidad argentina.

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