Año II – Primera Edición – Editorial: 00000481
[1]
El Cisne Negro [2]
El Diario Digital
de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 28 de
Enero de 2.013.
El Plan Hambre Cero III
Por
Rubén Vicente
En el año 2003, el mundo entero
(orbis), quedó maravillado con la alta tecnología del ejército norteamericano
(the us army) en La Segunda Guerra del Golfo (léase: La Operación ´Libertad
para Irak´), originada en las armas químicas de Saddam Hussein, elaboradas por
Monsanto, y por eso hubo que negarlas, obvio.
Mientras tanto, el gobierno del
Brasil, que se quejaba sistemáticamente del contrabando de transgénicos desde
La Argentina, proclamándose partidario de los cultivos orgánicos, haciendo
como que nunca dijo nada, de buenas a primeras, autorizó la producción, la
distribución, la comercialización, la venta y la exportación de cultivos
genéticamente modificados en todo su territorio nacional. ¡Viste! ¡Te lo dije! ¡Somos unos
pelotudos tamaño baño!
Desde entonces, Monsanto puso a un
testaferro en La Argentina, para que se ocupara del negocio de la soja (léase:
Grobocopatel), y la zurda stalinista presionaba a Néstor para que le diera bola
a El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), liderado por El
Hermano de Santucho, y apadrinado por la madre de todos nosotros (Hebe Pastor
de Bonafini (a) La Vieja Puta), con el objetivo de crear una agricultura
políticamente alternativa a la supuestamente controlada por la oligarquía
vernácula de Carbap, de Coninagro, de La Sociedad Rural y de La Federación
Agraria Argentina (léase: El Campo Gorila).
Paralelamente, Dreyfus, Bayer,
Cargill y Bunge & Born, comenzaron a producir, a distribuir, a
comercializar y a exportar cultivos genéticamente modificados y, específicamente,
soja transgénica, desde La Argentina. ¡Ché, al final nos cagaron igual¡ ¡Callete,
querés?
En 2005, el Monsanto Group tenía un
gravísimo problema, y era que no tenía cómo lavar los billones de dólares
cobrados en comisiones por fabricar armas químicas y narco cultivos
transgénicos en todos lados. Pero Dios es norteamericano, y por eso, mandó El
Huracán Katrina, que anegó todos los pozos petroleros de la región
estadounidense de El Medio Oeste, y gredó las tierras de cultivo, sepultando bajo
el agua a la ciudad de Nueva Orleans.
Gorge Bush maniobró para que los
bancos organizaran líneas de crédito blandas, pero nadie sabía de dónde
salidría la guita a prestar, porque no había ni un maldito dólar. No contaban
con la astucia de El Chapulín Shapiro, que aprovechó la volada para lavar
absolutamente todo el narco dinero transgénico acumulado en cuarenta años de
andar haciendo cagadas en todas partes. Y llovió guita para todos, y a sola
firma, eh?
En 2006, la superficie total
cultivada en el Brasil ascendía a doce millones de hectáreas (12 MHas.). En la
campaña agrícola de 2007 aumentó a quince millones de hectáreas (15 Mhas), la
mayor parte de las cuales se refieren a variedades transgénicas.
La cosa iba de maravillas, y el único
problemita de Monsanto era que su dinero lavado, y prestado por los bancos a
los daminificados por el huracán, las inundaciones, las cosechas peridas, el
ganado muerto, los pozos de agua, de petróleo y de gas natural indundados y las
edificaciones destruídas, sencillamente, no eran solventes, y no pudieron cancelar los créditos blandos, estallando La
Crisis de las Hipotecas. Ups.
En febrero de 2008, se suscitó un
conflicto interadministrativo en el seno del gobierno de la república
federativa del Brasil pues, por una parte, el Consejo Nacional de Bioseguridad
(CNBS), liderado por la entonces primer ministro, Lic. Dilma Rousseff (a) La
Guerrillera, acababa de autorizar la producción, la distribución, la
comercialización y exportación de dos variedades de maíz genéticamente
modificado por parte de las filiales locales de las firmas Monsanto de los EEUU
y Bayern de Alemania mientras, por la otra, dos organismos estatales, que son
la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVS) y el Instituto Brasileño del
Medioambiente (IBAMA), formulaban objeciones a dicho acto administrativo
emanado de la mano derecha del entonces presidente de la república, Dn. Luiz
Inacio Da Silva (a) Lula.
Ambas reparticiones federales
brasileñas, que objetaban la autorización, sostenían que, básicamente, no se habían
elaborado los correspondientes Estudios de Impacto Ambiental (EIA) y, por ende,
no se había
determinado, fehacientemente, los niveles de toxicidad y de alergenicidad de
las nuevas variedades transgénicas que, a su juicio, podrían resultar contaminantes para las especies
tradicionales del mercado nacional brasileño. [3]
En apoyo de su postura
coincidentemente negativa, la ANVS y el IBAMA aclararon que la variedad Mon 810
de Monsanto acababa de ser prohibida
en Francia. Las objeciones fueron posteriormente compartidas por los
ministerios federales de medioambiente, de salud, de agricultura y pesca y de
desarrollo agrario, que no integraban el CNBS de la Lic. Rousseff.
A dichas críticas se sumaron las
emanadas de diversas organizaciones no gubernamentales (las ong´s) de
tenedencia ambientalista que, en defensa de sus opiniones, citaban un estudio
específicamente dedicado al maiz transgénico, que fue elaborado por la filial española de Greenpeace, cuya sede
mundial se halla en la ciudad británica de Londres, no sé si …, y que,
fundamentalmente, se basaba en el principio de la llamada coexistencia
imposible entre los cultivos orgánicos y los genéticamente
modificados.
Y vino La Quiebra de Lehman Brother´s
y estalló La Crisis Mundial (2008), pero Monsanto la hizo fácil, porque empezó
a emitir derivativos a destajo, y listo. [4]
En 2009, el flamante gobierno
demócrata de Barak Obama negoció con Piong Yang la detente de El Plan Nuclear
Norcoreno (PNN), a cambio de que los EEUU le mataran el hambre a toda la
población comunista del país de Kim Il Sunt, haciéndose cargo de la tarea el
Monsanto Group, obvio.[5]
En 2010, todos los derivativos
emitidos por Monsanto fueron canjeados por bonos del tesoro estadounidense, que
dan intereses. Coetáneamente, luego de una larga negociación secreta, que no se
sabe bien en qué términos fue, ni qué se pactó, el Monsanto Group de los EEUU
llegó a un acuerdo con el gobierno de Cristina, para adquirir treinta mil
hectáreas de campo virgen (30.000),
en las que comenzará a funcionar un centro experimental de nuevos cultivos transgénicos. ¿Serán
campos de amapola? Já.
Bajo esa comprensión, la cosa
quedaría planteada así. En La Argentina, Monsanto probará nuevas
variedades de transgénicos y venderá fertilizantes, plaguicidas, herbicidas,
pesticidas y desfoliantes por si y, a través de su testaferro (Grobocopatel),
continuará controlando el mercado nacional de la soja. Y en El Brasil,
seguirá haciendo todo eso mismo por si misma.
Siendo así, uno se pregunta qué
pasará con la competencia (Dreyfus, Bayern, Cargill y Bunge & Born), pero
también, que terminarán haciendo con el MOCASE, con El Hermano de Santucho y
con Hebe. ¿Serán los distribuidores?
Pregunta: ¿Será por eso que La Vieja
Puta está organizando la quema preventiva de la corte? Respuesta de Hebe: ¡Qué
lengua biperina que tenés gordo facho!
Lo que si me queda claro, es que El
Campo Gorila es el primerr enemigo a batir por Cristina, y por eso le expropió
La Rural, obviamente, a pedido de Monsanto, no sé si …
Y si me dijeran que estoy muy
equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre
expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente
documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la
República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2] Para uno de
Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El
Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es
prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
[3] Monsanto ha sido autorizada a
producir, comercializar y exportar la variedad Mon 810, mientras que Bayern
podrá hacer lo propio con su variedad Liberty Link.
[4] Los derivativos son papeles de comercio, que
documentan apuestas sobre las cotizaciones futuras de los commodities
(cultivos, hidrocarburos, metales industriales, etc.). Son emitidos por los
particulares, por las empresas y por los bancos, sin límite, sin
repaldo en nada, y sin controles de ningún tipo. En otras palabras, los
derivativos son puro papel pintado. Su valor de mercado depende de quién
los emite y a qué apuesta se refieren.
[5] Dicho estudio de Greenpeace fue elaborado en la década pasada,
cuando las ONG´s ambientalistas de Europa Occidental funcionaban, voluntaria o
involuntariamente, como herramientas de presión de las competidoras mundiales
de Monsanto de EEUU (ej.: Dreyfus de Suiza, Bayern de Alemania o Cargill de
Gran Bretaña), para lograr que los gobiernos de la Unión Europea (UE) abrogaran
el monopolio norteamericano de las patentes de invención de cultivos
genéticamente modificados, cuya única titular mundial era, en ese entonces, la
firma Monsanto de los EEUU.
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