El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de
la Historia y de la Geopolítica
Viernes 25 de Enero de 2.013.
La Rueda del Poder II
Por Rubén Vicente
La
Construcción del Poder Nacional
La
construcción del poder nacional de las superpotencias y de las naciones que
pretendan serlo, tiene un punto inicial, que es la violencia, tipificada
como delito al que corresponde una pena, es decir, las actividades criminales,
desarrolladas por la comunidad de los criminales sin condena (léase: el
hampa).
Cuando
el hampa se organiza para planificar y ejecutar operaciones criminales (el
crimen organizado), surge una suerte de contrapoder (el gobierno invisible),
que se manifiesta a través de dos fenómenos genéricos y sucesivos (2), que son los tráficos ilícitos
(ej.: de drogas, de armas, de no mercaderías, de personas, etc.) [3]
y el reciclaje de los capitales espúreos (ej.: la evasión fiscal, el
contrabando, el juego clandestino, los ciber delitos financieros, el lavado de
dinero, el financiamiento del terrorismo, etc.).
La
idea es que el gobierno ponga a su servicio al crimen organizado (el
hampa), pues ello le suministrará a la nación absolutamente todo el dinero
necesario para financiar sin límites sus propios proyectos, los
programas y los planes del sistema tecnológico, del que surgirán los
descubrimientos y los inventos, que posibilitarán el avance de la propia
industria industria nacional, a niveles de competitividad imbatibles por la
competencia extranjera.
Sobre
esa base, la segunda idea es que la industria nacional se especialice
fundamentalmente en la defensa nacional, productora de los más
sofisticados armentos (convencionales y no convencionales), que forjarán el
poder militar de la nación, que debe ser la base del poder diplomático del
estado en la comunidad internacional, porque las armas disuaden al enemigo y lo
persuaden de que es mejor negociar que hacer la guerra, bajo el lema francés
del siglo diecinueve (armémonos para la paz).
Así
alcanzada la paz, se abrirán las vías del comercio nacional, que debe estar en
manos nacionales, a través de empresas de importación, almacenamiento,
distribución, comercialización y exportación que deben ser nacionales (privadas
o públicas), pero nacionales, eh, y no extranjeras (las transnacionales y las
multinacionales).
La
Proyección del Poder Nacional
El
sistema internacional vigente y su derecho rector, permite a la naciones que no
son superpotencias, comenzar a articular sistemas financieros completamente
autónomos, es decir, absolutamente libres de ingerencias extranjeras, que sean
capaces de reciclar absolutamente todo el dinero malhabido que circula por el
mundo, poniéndolo al servicio de la nación (léase: el capital nacional),
mediante la articulación de los llamados regímenes de paraiso finaciero
(léase: la confidencialidad de la información empresarial, el secreto bancario,
la exención tributaria total a las operaciones bancarias y la banca de
inversión extraterritorial).
Sin
embargo, la premisa que debe cumplirse para que se alcance con éxito el
objetivo de contar con uno o varios paraisos financieros, que le suministren a
la nación todo el dinero necesario para financiar sin límites su propio
adelanto tecnológico, industrial, comercial, diplomático y militar no es
jurídica, sino más bien política y que, por ende, debe ser estrictamente secreta
y confidencial, es decir, planificada y ejecutada por los servicios de
inteligencia que componen el sistema de inteligencia nacional (SIN), sean
gubernamentales, militares o policiales.
Los
mismos deben estar a cargo de individuos que prueben en forma indubitable su fidelidad
a la nación, es decir, por personas que hayan nacido en la misma patria que
sus ancestros, que pertenezcan a la misma raza, que hablen la misma lengua
materna y que profesen la misma religión, es decir, que formen parte de la
misma nación, esto es, que sean auténticamente na-cio-na-les, y no
sólo ciudadanos. Okey?
Pero
además, es preciso que esos nacionales evidencien lealtad a la nación y,
para ello, nada mejor que inciarlos en talleres especulativos (léase:
filosóficos) y operativos (léase: políticos) dependientes de la gran
hermandad esotérica nacional (léase: la gran runfla vernácula) que,
obviamente, debe ser tan secreta como las operaciones de los servicios de
inteligencia a los que estarán llamadas a conducir, guiando al gobierno de
la nación, en la insige tarea de forjar la grandeza nacional, que comienza por controlar el dinero,
sin el cual, ninguna empresa política seria es posible, claro está.
En
otras palabras, la runfla nacional debe controlar el sistema de
inteligencia nacional, y éste debe controlar al hampa nacional (la mafia
vernácula), que debe ser direccionada, para que coloque su dinero
malhabido en los paraisos financieros nacionales, que proporcionarán al banco
central nacional y a los bancos nacionales (privados y públicos) absolutamente
todo el dinero necesario para financiar, sin límites, la tecnología
nacional, base de la industria nacional, base del comercio nacional, de la
diplomacia nacional y de la defensa nacional, es decir, de los componentes de el
complejo estratégico nacional (CEN).
El
Resultado del Proceso de la Construcción del Poder Nacional
De
esa manera, la nación logrará su propio desarrollo independiente, será
un actor importante en el proceso de integración regional y contribuirá
significativamente con el objetivo de la cooperación internacional, que es la
base de la seguridad internacional, que es el auténtico fundamento de la paz,
que es la finalidad última del sistema internacional.
Inversamente,
concebido de esa manera, El CEN será el centro neurálgico y, a la vez, el
nervio motor que permirá a la nación triunfar en las confrontaciones o en
las guerras en que deba tomar parte, para garantizar su integridad territorial,
su cohesión poblacional y su autodeterminación gubernamental, tanto interior
(la soberanía nacional) como exterior (la independencia nacional),
posicionándose en el rango de superpotencia (regional y, eventualmente,
mundial).
La
prueba palpable de todo lo expuesto la hallamos en la estructura de poder
vigente en las superpotencias actuales, en cuyos cimientos están las mafias
de estado que, de este a oeste y se norte a sur son La Yakuza del
Japón, el Dragón Rojo de China, Zolnsevo de Rusia, Al Qaeda de Arabia Saudita,
Los Sabios de Sión de Israel, los Iluminati de Alemania, la Mafia de Italia, el
Gran Oriente de Francia, la Masonería de Gran Bretaña y el Sindicato del Crimen
Organizado de los EEUU.
Esas
mafias de estado, no sólo son
las herramientas básicas, empleadas en el proceso de la construcción del poder
nacional, desde abajo hacia arriba, sino que además, son los instrumentos de
la desestabilización subrepticia de la competencia planteada por otras
superpotencias, o por otras naciones que pretendan serlo.
Esas
mafias de estado de las
superpotencias, son las que verdaderamente controlan a las mafias
privadas (locales o extranjeras que operen en el pais blanco), que
desestabilizan a los gobiernos de las naciones débiles, forzándolos a aceptar
las condiciones impuestas por la superpotencia subyugadora, bajo un esquema de la
tercerización del imperialismo criminal.
Ejemplo.
La CIA controla a El Sindicato del Crimen Organizado (SCO) de los EEUU, que
controla a los carteles mexicanos, para envíen su dinero malhabido a las plazas
financieras off shore norteamericanas de Dellawere, De Tennesse o de Las
Islas Vírgenes Americanas y, a la vez, desestabilicen al gobierno azteca,
debilitándolo en su posición ante la hiperpotencia planetaria, cuyo gobierno finge
una cooperación con México que en realidad es pura, lisa y llana do-mi-na-ción.
Moraleja
Si
seguimos matando a hombres necesarios, como David Graiver, Mauricio
Schoklender o Alfredo Yabrán, jamás tendremos la posibilidad de articular la
runfla nacional (léase: la mafia de estado argentina), que es el
principio liminar del complejo estratégico nacional (CEN), que es el nervio
motor de la grandeza nacional, que nos convertirá en una superpotencia regional
a partir del siglo veintidos, es decir, cuando los golpes recibidos, nos hayan
hecho madurar como nación.
Por
eso, hombres con visión auténticamente nacional, como San Martín, Rosas, Sarmiento,
Roca, Yrigoyen, Perón, Frondizi, Alfonsín, Menem o Kirchner son absolutamente im-pres-cin-di-bles,
pero sin los necesarios (léase: los grandes operadores), la
materialización de las grandes ideas nacionales en una forma práctica, concreta
y contundente, no será más que una vana ilusión, que sólo provocará la
frustración histórica de la nación.
Dos
Observaciones Finales
La
primera es que el esquema de construcción geopolítica propuesto para nuestra
nación, implica que los servicios de inteligencia (gubernamentales, militares y
policiales) tomen a su cargo la tarea de administrar la información
vinculada con la amenza global de la corrupción, de modo tal que sólo
sean eliminados del sistema de la democracia constitucional los traidores a
la patria (léase: los cipayos) y no los hombres de confianza de la nación (l´uomini di
fiducia della nazione = the trusted men of the nation), imitando a las
superpotencias, que muestran que combaten la corrupción, cuando en realidad sólo
expurgan sus sistemas políticos de elementos indeseables (ej.: All
Capone) y no a los deseables (ej.: Joe Kennedy). ¿Capito?
Y
la segunda es que semejante estrategia de construcción del poder nacional exige
que la información sea controlada por los servicios de inteligencia y no al revés
(ej.: La CIA controla a The Wall Street Journal y no a la inversa), transformando la
información del mercado en una auténtica propaganda de estado,
convenientemente disfrazada de libertad de prensa. ¿Se entiende la idea?
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1]
La libre expresión y la
segura circulación de la información contenida en el presente documento se
halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de
1995 (Art. 14), la Ley Nacional N°
26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable,
pues si ocurriera sería castastrófico.
[3] Las no
mercaderías son productos que se venden como nuevos, aunque estén a punto en
entrar en obsolecencia (ej.: pilas, celulares, computadoras, autos, barcos,
etc.). Las grandes mafias (china, rusa, turca, etc.) hacen del comercio de las
no mercaderías una de sus principales fuentes de ingresos cuasi legales.
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