jueves, 24 de octubre de 2013

706 Geopolítica (Mundial)

Año III – Primera Edición – Editorial: 00000706 [1]


El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 24 de Octubre de 2.013.





La Victoria Pírrica
Por Rubén Vicente 

Durante la segunda fase de La Guerra Fría (1960-1975), La Guerra del Tibet provocó la factura del bloque comunista liderado por La Unión Soviética, del que se escindió, nada más ni nada menos, que La República Popular de China. 

Inmediatamente después, se celebró La Conferencia de Bangdun, en el marco de la cual, todos los paises adherentes a la tercera posición internacional, equidistante entre el comunismo soviético y del capitalismo estadounidense (léase: el tercerismo), informalmente liderados por La Francia Gaullista, se unieron para conformar una asociación civil sin fines de lucro (léase: la ong), con sede en París, que comenzó a girar bajo la razón social de El Movimiento de Los No Alineados (MNA), posteriormente conocido como El Grupo de Los Setenta y Siete (G-77). 

Quedaba así delineada el área de influencia geopolítica mundial de Francia, a la que sorpresivamente se incorporó China, que de esa manera, dejaba de revistar en el bloque comunista, y empezaba a formar parte de el bloque francés de los no alineados. Y eso, no sólo fue una derrota para Nikita Khushev, sino también, para John Kennedy, que vieron azorados a Charles De Gualle quedarse con, nada más ni nada menos, que con el gigante asiático. 

Fue entonces cuando bajo el código esotérico del secreto mortal (léase: la omertá = el que habla se muere), tuvo lugar La Conferencia de Pekín, entre De Gaulle y el primer ministro chino (Chou En Lai). En semejante contexto, Francia se comprometió a trasnferirle a China conocimientos y materiales de uso dual, necesarios para convertir al gigante asiático en la quinta superpotencia misilística y nuclear de la historia universal, igualando a los EEUU, a La Unión Soviética, a Gran Bretaña y a Francia. [3] 

Aunque nadie lo dijera, la verdad era que La Unión Soviética no sólo había perdido a su principal aliado comunista en el lejano oriente, si no que además, empezaba a soportar la presencia en esa región del mundo de un competidor geopolítico sin cuento, que no solamente se posicionaba como el segundo estado lider del G-77, sino que además, se proyectaba como una superpotencia misilística y nuclear, uno de cuyos blancos naturales sería obviamente la capital soviética (Moscú). ¿Verdad? 

Pero como si eso no fuera suficiente, resulta que para cuando estalló La Guerra de Vietnam (1965-1975), tanto Corea del Norte, como Mongolia, Birmania, Laos, Camboya y Vietnam del Norte, dejaron de ser dóciles al liderazgo geopolítico soviético, y pasaron a formar parte de el nuevo bloque chino. 

Luego de La Conferencia Nixon-Mao (1971), China restableció sus relaciones económicas, diplomáticas y militares, es decir, geopolíticas, con los EEUU, y posteriormente, con todos los estados miembros de La Comunidad Económica Europea (CEE), liderada por Gran Bretaña, secundada por Francia, y en menor medida, por Alemania Occidental. 

Y como si nada faltara, nadie sabe bien por qué, pero lo cierto fue que hasta La Unión Soviética aceptó desplazar a Taiwán, y reemplazarla por China, que de esa manera, se convirtió en el nuevo miembro permanente con derecho a veto del consejo de seguridad de La Organización de Las Naciones Unidas (ONU). ¡Faahh! 

Y al año siguiente (1972), mientras China se posicionaba oficialmente como la quinta superpotencia misilística y nuclear, las dos superpotencias de la guerra fría, es decir, Los EEUU y La Unión Soviética, suscribían Los Acuerdos Salt, de reducción de misiles balísticos intercontinentales, a partir de los cuales, las bombas atómicas capitalistas y comunistas podrían alcanzar tanto Moscú como Washington.  

El cánciller soviético (Andrei Gromiko) escribió una serie de artículos para El Diario Pravda, en los cuales la conclusión era que la derrota del capitalismo era inexorable (sic), cuando estaba más que claro que Moscú había perdido el control del lejano oriente a favor de China, cuyo arsenal misilístico no entraba en el programa soviético-estadounidense de reducción de vectores de largo alcance, significando ello que, por más que Los EEUU se hubieran comprometido a reducir la presión misilística y nuclear sobre Moscú, la capital soviética continuaría sometida a la presión china, que en la práctica, era casi la misma cosa. ¿Verdad? 

Pero se ve que Richard Nixon era un auténtico gran maestro de la geopolítica mundial, porque además de negociar el desarme parcial soviético, y de sentar a China en la mesa de negociaciones parisina, destinada a arreglar la conclusión de la guerra vietamita, en absoluto secreto mortal (léase: la omertá = el que habla se muere), dio luz verde al nuevo programa militar de las armas estratégicas no convencionales, luego conocidas como las armas de disrupción 

En efecto, Los Acuerdos Salt dejarían a Los EEUU con menos misiles balísticos intercontinentales, pero no por ello el estado lider del mundo capitalista dejaría de ser una superpotencia misilística y nuclear, que además de mantener sus vectores en Europa Occidental, empezaron a diseñar, a construir, a probar y a dotar a sus fuerzas armadas de las armas de disrupción, es decir, de las armas informáticas, satelitales, robóticas, magnéticas, indectables e invisibles

Desde entonces, comenzó la informaticación masiva y sistemática de las fuerzas armadas norteamericanas, inventándose los robots de uso castrense, y los modos artificiales de alterar la atmósfera y de destruir las cosechas de los paises amigos y enemigos, como así también, de sobrevolar o de navegar sus espacios marítimos y aéreos, sin ser dectados por los radares del oponente estratégico ocasional, y sobre todo, de empezar a diseñar y a elaborar materiales que permitieran que los uniformes, los armamentos, los cañones, las orugas, los tanques, los barcos, los aviones militares y los proyectiles de todo tipo, incluídos los misiles balísticos intercontinentales, llegaran a operar bajo el concepto inédito de   la refrección lumínica negativa, garantizándoles nada más ni nada menos, que la absoluta invisibilidad. Right?   

De esa manera, Los EEUU volverían a tener el poder de fuego mundial, y la derrota soviética, y pan comunista en la guerra fría, estaba literalmente asegurada, siendo sólo cuestión de tiempo para que se operara, nada más ni nada menos, que la disolución de La Unión Soviética, de La Comunidad Económica Comunista (Comecom) y de La Organización del Pacto de Varsovia (OPV). [4]                                               

Entonces, se quedaron con menos misiles intercontinentales, pero no importaba, porque tenían las armas de disrupcción, haciéndole escribir a Nixon el borrador de un libro que sería publicado años más tarde, titulado con el nombre de La Victoria Sin Guerra. 

Y la victoria sin guerra es justamente lo que espera Barak Obama en la guerra mundial contra el terrorismo (léase: la segunda guerra fría = 2001-2014), pensando que China es La Nueva Unión Soviética, y que Irán es La Nueva China, o algo por el estilo. 

Pobrecito el negro. No se da cuenta de que tanto Rusia como Corea del Norte, Irán y Siria, ya no necesitan tanto, ni las bombas atómicas ni las armas químicas, justamente, porque están desarrollando las propias armas de disrupción, que en forma proporcional pero efectiva, igualarán la potencialidad militar de la hiperpotencia planetaria, y todo con alta tecnología militar principalmente francesa, y subsidiariamente china. ¿Verdad?  

En otras palabras, si a la segunda guerra fría le sumamos la crisis mundial (leáse: el efecto jazz = la gran recesión = la segunda gran depresión = 2001-2014), está visto que esta vez, la victoria sin guerra que espera El Negro Obama, será la derrota con guerra, o si lo preferís, la victoria pírrica, que yo digo que se viene, si o si 

Y después, no me vengas con que no te lo avisé con suficiente antelación. 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hechoque es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 
[3] Durante la década del sesenta del siglo pasado (léase: el siglo de la alta tecnología), a la velocidad de la luz, se desarrollaron El Programa Misilístico Chino (PMCh) y El Programa Nuclear Chino (PNCh), haciendo que el gigante asíatico diseñara, construyera, probara y lanzara las primeras series de Los Misiles Sam, de corto, mediano y largo alcance; como así también, diseñando, construyendo, probando y haciendo detonar la bomba atómica china, exactamente en 1972. Conste.
[4] El poder de fuego es un concepto militar exclusivamente estadounidense, en cuya virtud, la supremacía mundial de la hiper potencia planetaria, sólo estará garantizada por el mantenimiento de la brecha tecnológica militar que separa a los EEUU de la toitalidad de sus amigos, socios, aliados, adversarios, competidores y enemigos, pero midiendo el potencial bélico de todos juntos, tanto en la cantidad como en la calidad de los diferentes tipos de amamentos convencionales, estatégicos no convencionales y estratégicos no convencionales.  Okey?

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