sábado, 14 de septiembre de 2013

686 Geopolítica (Argentina)

Año III – Primera Edición – Editorial: 00000686 [1]

 
El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 14 de Septiembre de 2.013.




La Vaca Atada
Por Rubén Vicente 

Hace unos dos mil quinientos años atrás, los medos del cercano oriente se empezaron a maravillar con un fenómeno telúrico, originado luego de no se sabe qué terremoto, traducido en una falla geológica, que posibilitó el efluvio hacia la superficie de los hidrocarburos, bajo las formas concretas del petróleo y del gas natural. 

Sólo un siglo y medio más tarde, los persas ya tenían organizada una nueva artesanía, consistente en esperar que el petróleo acumulado en la superficie del suelo formando lagunas, se secara por la evaporación, formando una pasta, que llamaban con el nombre de el betún. 

Lo empleaban como combustible en las antorchas con las que se iluminaban en la noche, pero desde el siglo quinto antes de nuestra era, los griegos empezaron a usar el betún sólido y cortado en bloques, para alimentar los hornos de piedra, de sus casas, de sus templos, de sus fortalezas y de sus palacios. 

Desde entonces, la explotación de los hidrocarburos, que continuó siendo artesanal, se empezó no obstante a configurar como una actividad económica hecha a gran escala, y encarada por el estado, a base de mano de obra obviamente esclava. 

Por eso, para los griegos, el betún era un negocio de estado, pero para los romanos, continuó siendo un negocio de estado, pero delegado en los particulares y en las empresas privadas y romanas (léase: de collegia = los colegios = los colegas del gobierno), por el sistema de las mercedes imperiales (léase: las concesiones); con el doble objetivo de que los concesionarios abastecieran al mercado con el producto, y de que ganaran dinero con esa actividad, pero también, de que el fisco percibiera los cánones anuales de explotación. A este sistema, se lo conoció con el nombre jurídico de el regalismo. 

El sistema romano regalista continuó vigente durante toda la edad media (476 a 1453), tanto en Bizancio como en el sacro imperio, extendiéndose gradualmente a todo el mundo musulmán, desde Las Filipinas hasta Gibraltar; pero adecuándose a las condiciones imperantes, de la fragmentación de la soberanía territorial interna, de los señoríos feudales locales, es decir, de los ducados, o a lo sumo de los condados, surgiendo entonces la nueva idea medieval de el federalismo energético.

A título de curiosidad, procede destacar que en el mundo musulmán, al betún lo llamaban lógicamente en árabe coránico, con el nombre de al kitrán (léase: el alquitrán), que se usaba para pavimentar las calles (léase: el asfalto).  Right? 

Durante la edad moderna (1453-1789), el regalismo federal, romano, bizantino, sacro imperial y musulmán de la edad media, se extendió al nuevo continente, en virtud de lo establecido por el código de las leyes de indias de 1580, formándose los colegios de la minería, que administraban las concesiones otorgadas por los entes gubernamentales locales, para el abastecimiento al mercado del betún (léase: el alquitrán), con mano de obra esclava, y pago de cánones anuales al fisco.  

Pero mientras tanto, en Gran Bretaña, la naciente revolución industrial de la segunda mitad del siglo dieciocho (léase: el siglo de las luces), trajo consigo algunos cambios significativos en materia de hidrocarburos. 

La primera fue el comienzo de la minería del carbón, para su empleo en reemplazo del carbón vegetal, utilizándoselo como nuevo combustible de las nuevas máquinas de vapor. 

La segunda fue que los científicos estudiaron las propiedades potencialmente industriales de los distintos tipos de gas natural, comenzando obviamente, por el hidrógeno, pero prosiguiendo con el helio, con el carbono, con el oxígeno, con el nitrógeno, y así sucesivamente, hasta completar la tabla periódica de elementos químicos con alto valor energético y buena rentabilidad económica potencial. 

Y la tercera, fue el sometimiento en Gran Bretaña de los hidrocarburos al régimen jurídico de la propiedad privada, en el cual, los hidrocarburos dejaron de ser del estado, y pasaron a ser de los dueños de los terrenos, habitualmente montañosos o serranos, en donde se situaban los yacimientos (léase: los superficiarios), que desde entonces, fueron los que empezaron a otorgarle las concesiones a las compañías de minería, que les abonaban los cánones de explotación, mientras el estado, reemplazó esos ingresos fiscales, por nuevos impuestos a la distribución, a la comercialización y a la exportación de los hidrocarburos.

El sistema británico, es decir, el capitalismo energético, comenzó a extenderse a Europa Occidental y a América del Norte a principios del siglo diecinueve, cuando la humanidad ya vivía en la edad contemporánea (1789-1945). 

Pero exactamente en 1869, fue creada una nueva sociedad comercial, que comenzó a funcionar bajo la razón social de The Standart Oil Company, con domicilio legal en la ciudad de Elyria (Condado de Lorain – Estado de Ohio), que organizó la explotación industrial del carbón mineral, del petróleo y del gas natural, primero en la ciudad, luego en el condado, después en el estado, posteriormente en todos los estados que forman parte de las regiones internas estadounidenses de los grandes lagos y del medio oeste, luego en la totalidad de los EEUU, después en El Canadá y en México, y posteriormente en Europa y en el resto del mundo entero (urbe et orbis), dejando conformado de esa manara, nada más ni nada menos, que The Rockefeller Group de los EEUU, que fue el primer gigante mundial del oro negro, desde el final de La Gran Guerra Mundial (1914-1918). 

Pero el estado británico reaccionó contra la competencia estadounidense, creado la British Petróleum PLC de Londres, que supo hacerse de las concesiones petroleras otorgadas por los gobiernos budistas del lejano oriente y musulmanes del cercano oriente, conviviendo entonces los modelos privatista y transnacionalista estadounidense, con el estatista y multinacionalista británico.  

La recesión económica posterior a la gran guerra mundial (1919-1923), no le dejó ver a la gente lo que estaban viendo los científicos, que eran dos cosas muy importantes (2). La primera era que la actividad hidrocarburífera generaba algo que llamaron con el nombre de la contaminación ambiental. Y la segunda, era que la expansión mundial de los gigantes globales (Standart Oil y British Petroleum) causaba en los países subdesarrollados, nada más ni nada menos, que dependencia energética respecto de las grandes potencias (léase: el imperialismo petrolero).  

Durante la otra gran depresión económica mundial (1929-1935), Adolf Hitler entendió perfectamente cuál era el problema, y por eso creó una empresa alemana del estado en materia de hidrocarburos (Eon AG), que abasteció de hidrocarburos a todo el tercer reich, hasta la conclusión de La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en base al monopolio exclusivo y excluyente del estado alemán en materia de exploración y de explotación del carbón, del petróleo y del gas natural. 

Pero el plus de Eon fueron las nuevas tecnologías experimentales de los molinos de viento, de los paneles solares, del agua las mareas y de los geisers, del hidrógeno líquido, del óxigeno líquido, del litio, del uranio, del torio, del plutonio, del carbón empleado como materia prima para la producción de combustibles líquidos, y de los combustibles elaborados a base de cultivos vegetales y ganado animal (léase: los biocombustibles). 

La derrota militar del nazismo, transfirió el desarrollo de esa nuevas tecnologías alemanas a favor de la firma Shell Oil Corporation AG de Amsterdam, matriz de Die Shell Grouppen de Holanda, convirtiéndolo gradualmente en el tercer gigante mundial de la energía global, durante La Guerra Fría (1946-1991). [3]

De esa manera, el mundo de la energía es de Standart Oil, de British Petroleum y de Shell, y todo lo demás, no es más que pura cháchara, porque esos tres gigantes globales (3), son los únicos que controlan a voluntad, las altas tecnologías en la materia.  

No importa cuánto veas crecer a los chinos, a los rusos o a los noruegos, porque lo importante es que cada uno de sus mega proyectos energéticos se hacen con tecnologías de los tres gigantes globales (3), cuyos máximos ingresos provienen, justamente, de las regalías por transferencia de tecnología (léase: los royalties), que les pagan absolutamente todos, sean grandes, medianos o pequeños, y sean del estado o privados, nacionales, transnacionales o multinacionales, lo mismo da. 

Y ese paradigma energético se mantiene vigente, aún con la consagración ecológica del concepto de el cambio climático y con las explotaciones alternativas, del sistema de explotación costa afuera (léase: off shore) o del sistema de explotación por craqueo (léase: shale). 

Y por eso, La California de la época de Perón, que ahora es la Crevron, que es una subsiaria de la Standard Oil, más que tener la vaca muerta, yo diría que tiene la vaca atada. ¿Verdad? [4] 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155). 
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
[3] Shell es cincuenta y uno por ciento de la corona holandesa (51%) y cuarenta y nueve por ciento de British Petroleum (49%), que es una empresa del estado británico, y no de la corona británica. Y es sabido que el príncipe consorte de La Reina Beatriz, fue El Barón de Amsberg, que fue un agente secreto de Odessa, con el grado paramilitar de marsical de campo, de los escuadrones de protección (léase: die schutz staffels = Las SS). Y por eso, yo digo que, en realidad, Die Shell Grouppen de Holanda, es tan nazi como lo fue Eon AG de Berlín, bajo el lema francmasónico de que todo tiene que cambiar, pero para que nada cambie en realidad (léase: el gatopardismo) ¿Verdad?
 
[4] Para un análisis de El Proyecto Vaca Muerta, véase El Cisne Negro (Editorial 514 – Ahora Vamos Por Las Pelatitas), del dos de marzo de 2.013.

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